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Ortodoxo el que mira Cuánto de curiosidad y cuánto de prejuicio hay detrás del éxito de Poco ortodoxa, la serie que se estrenó en cuarentena. P o r FAC U N D O A BA L Fotos KOV I KO N OW I EC K I
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uizá el rutilante éxito de Poco ortodoxa, la miniserie que estrenó Netflix sobre la lucha de una joven de una comunidad judía de Brooklyn para lograr su independencia, reconfirme algo que siempre queremos barrer bajo la alfombra: lo verdaderamente ortodoxo es nuestra mirada sobre el diferente. Ese otro presentado como exótico, lejano y peligroso va cambiando de forma según se acomode el prejuicio. Puede ser oriental (y origen de pandemias), joven (apático o descarriado), o ¿por qué no? mujer (que pone en jaque los privilegios de una sociedad patriarcal). Lo curioso es que esos mismos espectadores que celebran en clave de emancipación femenina no pueden advertir la doble vara para medir las costumbres de una cultura que no es la propia. Pero está claro que el mundo de los humanos es extremadamente complejo para abarcar en una serie. La televisión siempre tiende a la igualación de lo desigual, a invisibilizar los contrastes, a prescindir de las diferencias y a un mundo polarizado. Esta vez la fórmula maniquea cayó sobre una estrictísima comunidad judía que parece reunir todos los elementos para la construcción estereotipada y el morbo de nuestra nunca inocente curiosidad. Su vestimenta va por un andarivel alternativo al de la moda, hablan en un idioma que no circula en las grandes capitales del consumo y se casan entre ellos para no cambiar. En la serie, los “otros” son malísimos frente a un “nosotros” edulcorado y sin tensiones. La familia judía es asfixian-
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