LA PRENSA
EN 7 TARDES
Hernandiano, toro de España · A Juan Antonio De Heras # Soren Peñalver
Si contradictorios, polemistas y discutidores somos los españoles, mi experiencia, por ejemplo, entre los cretenses (viví en su hermosa isla durante el invierno de mi primer año en Grecia), me convenció de lo parecidos que somos, unos y otros. Un mismo apasionamiento de querer convencer al amigo, e incluso al adversario, de una preferencia o valoración de algo, nos distingue del resto del mundo al cretense y al español. En Creta, todo el mundo se pone de acuerdo en la adoración por su escritor y coterráneo más “herético” y disidente: Nikos Kazantzakis (1883-1957), el gran creador de Zorba el griego y, entre otras obras literarias y periodísticas, de un libro dedicado a España, durante el comienzo de la Guerra Civil, y en que consta Miguel Hernández. Dibujo de E. Pignon. la última entrevista a don Miguel de Unamuno (otro una tan breve vida. gran polemista, discutidor Fue tardío mi encuentro con la y contradictorio), en su hogar salmantino, durante los días finales obra de Miguel Hernández. Ocude 1936, la cruenta guerra en alza, rrió en Londres, en el inicio de y llamando a la puerta la “parti- los años setenta del pasado siglo cular muerte” del autor Del senti- (en España no circulaba libre su poesía). En la presentación de miento trágico de la vida. Miguel Hernández (1910-1942) un poemario del poeta Geoffrey es sin duda el poeta más taurino Hill, titulado King Log (Rey Leño), de nuestra lengua, y junto con fue aplaudido Miguel Hernández, García Lorca y Luis Cernuda con- al ser citado por el público joven siderado y leído en los ambien- en general, y seguido por un petes literarios y democráticos de queño grupo de exiliados espatodo el mundo. Desde su trágica ñoles, entre los cuales estaba Ilse, muerte, su poesía y personalidad la viuda del gran Arturo Barea, humana, unánimemente ha pues- autor de la trilogía La forja de un to de acuerdo a los españoles. Y rebelde, donde, sin tendencias de he de indicar, personalmente, no conveniencia, se expone la cruelhaber conocido a nadie, conser- dad y destrucción con que se vievador en política y entre una de- ron envueltos todos los españorecha democrática, que no hable les. El libro de Hill dedicaba una con admiración del poeta y de su especial sección a cuatro poetas, poesía; sobre todo del hombre en idiomas diversos y con pareque sufrió y amó tanto, durante cidos destinos –prisión, muerte,
SEPTIEMBRE 2021
humillación-, y por causa de indistintas ideologías totalitarias. Estos fueron: Tommaso Campanella, monje víctima de la Inquisición eclesiástica, en Italia; Robert Desnos, judío francés, exterminado en Auschwitz; Ósip Mandelshtam, judío armenio ruso, muerto en Siberia; Miguel Hernández, español y republicano, moribundo a lo largo de sucesivas cárceles franquistas. Sobre Miguel Hernández existe una historia desconcertante. Cuenta en una memoria, su casi paisano (era de Alcoy) y músico Carlos Palacio, que tenía la misma edad que el poeta, su encuentro: “En septiembre de 1938 estuve en Valencia para conocer a músicos e intelectuales de España y para atraer a Estados Unidos un mensaje de nuestra República… Una mañana vino Miguel a mi casa. Entró con los jóvenes oficiales de la Sexta División y les dijo que yo era la persona indicada para componer el “Himno de la División”. Me entregó la letra y se marchó. Aquella noche la pasé escribiendo ese himno: noches de bombardeo del puesto de Grau. Terminé la canción esa noche” (Acordes en el alma. Alicante, Instituto Juan Gil Albert, 1984). El resultado de aquel encuentro fue Canciones de lucha 19361939 que, según Eutimio Martín cuenta, no pudo distribuirse, porque las tropas franquistas cuando entraron en Valencia destruyeron la tirada en la propia imprenta. Corrió este libro la misma suerte que El hombre acecha, el último poemario de Miguel. Pero tanto uno como el otro libro pudieron ser rescatados del desastre… Esta historia resulta compleja, como
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