Por Malva Flores
Manual para el CRÍTICO LITERARIO en emergencias
Una biblioteca no es una suma de libros, sino del orden que la configura y da cuenta de su lector. AURELIO ASIAIN
LA ANSIEDAD DE LA CRÍTICA: EL DESCARTE
Como el viento de la desgracia que llegó intempestivamente a la casa de Eréndira cuando bañaba a su abuela, exactamente así, de improviso, recibí el anuncio de que debía abandonar la casa en la que viví los últimos quince años: allí donde pasé la infancia de mis hijos, la dolorosa muerte de mi padre y donde escribí varios libros de crítica, o eso imaginé. A nadie importan las circunstancias de mi vida, pero en el momento en que me dieron esa noticia llegó hasta mi cabeza, como un fogonazo, la primera frase que García Márquez le dedica a su Eréndida. Ahora que lo pienso, fue un poco extraño o incluso absurdo ese recuerdo porque García Márquez no me es simpático. Aunque sus novelas y cuentos siempre me encantaron, en el estricto sentido de la palabra, hace muchos años que no vuelvo a ellos. ¿Cómo se coló esa frase a mi cerebro atribulado? Es un misterio que por ahora no puedo resolver, como tampoco el de las palabras que me rondan en este momento, también del colombiano, cuando dijo que él escribía para que sus amigos lo quisieran más. La noticia de la inminente mudanza me alcanzó como un ramalazo cuando estaba por terminar el escrito con el que presentaría el libro más reciente del crítico literario mexicano Christopher Domínguez Michael, Ensayos reunidos, 1984-1998 (El Colegio Nacional, 2020), publicado en plena pandemia, como también Ateos, esnobs y otras ruinas (Ediciones Universidad Diego 127
CUADERNOS HISPANOAMERICANOS