Por Sebastián Gámez Millán
¿Dónde se encuentra la VERDAD? Reflexiones a partir de Verano, de J. M. Coetzee Cuando el filósofo utilitarista y líder del movimiento «liberación animal» Peter Singer invitó al escritor J. M. Coetzee a que reflexionara por medio de una conferencia pública acerca de cómo tratamos a los animales no humanos, Coetzee se disfrazó de uno de sus personajes más entrañables y carismáticos, Elizabeth Costello, y no desperdició la ocasión: arrojó uno de los discursos más provocadores y persuasivos que recuerdo acerca de esta cuestión, de una tensión moral casi irresoluble1. Pero ¿quién hablaba? ¿J. M. Coetzee o Elizabeth Costello? ¿Es un simple juego de máscaras o acaso el autor de novelas puede desnudarse más íntimamente e ir más allá gracias a sus personajes? En la tercera entrega de sus memorias noveladas, Verano, Coetzee da otra vuelta de tuerca reconstruyendo su biografía durante la década de los setenta a partir de la exploración que hace un joven investigador inglés que entrevista a cinco personas importantes en la vida del difunto escritor. Sin duda, este singular enfoque ofrece una perspectiva más distanciada y fría para aproximarse a sí mismo. Extraigamos algunas muestras. A la pregunta «¿No le dejó Coetzee una huella más profunda, y usted en él?», Sophie Denoël, colega en la Universidad de Ciudad del Cabo desde 1976 a 1980 con la que mantuvo una relación sentimental, responde: «Seamos serios por unos momentos, en todo el tiempo que estuvimos juntos nunca tuve la sensación de que me encontraba con una persona excepcional de veras. Sé que es duro decirlo, pero lamentablemente es cierto». Y un poco más adelante, a la pregunta de qué valoración hace de sus libros, contesta: «No los he leído todos. Después de Desgracia perdí el interés. En general, yo diría que su obra carece CUADERNOS HISPANOAMERICANOS
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