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Línea 5. Patrimonio cultural y desarrollo El patrimonio cultural constituye un elemento imprescindible para la consolidación de cualquier comunidad y aporta elementos a la identificación colectiva. De la misma forma, el patrimonio cultural permite una distinción en los procesos de creación de un Estado moderno o proyecto político. En este marco la comunidad internacional, a través de las convenciones de la UNESCO de 1972 y 2003, establece una definición de conceptos clave para situar el patrimonio cultural en la política local y nacional, relacionando el nivel de respeto, conservación y uso con el bienestar colectivo y con el desarrollo, así como fomentando la cooperación internacional para un mejor conocimiento y respeto global y para establecer canales de ayuda a los países que tienen dificultades en asumir su defensa y protección. La identificación de la historia y la memoria en las formas culturales, en los entornos urbanos y naturales, en las prácticas tradicionales, etc., es un componente para la construcción de una identidad cultural y una forma de situar en el presente su valor y significado. Ayudar en la recuperación y mantenimiento del patrimonio cultural se convierte en un factor de estabilidad y cohesión social, fomentando la autoestima individual y colectiva de una comunidad o sociedad. La cooperación internacional ha de asumir su responsabilidad de acuerdo con las convenciones de la UNESCO y en la perspectiva de salvaguardar la diversidad cultural como patrimonio de la humanidad, cooperando con los países que no disponen de los recursos para defender su patrimonio cultural. El patrimonio cultural desde una perspectiva integral (bienes muebles e inmuebles, bienes materiales e inmateriales y bienes culturales y naturales) presenta una doble función en el desarrollo sostenible. Por una parte, permite mantener y reconocer los orígenes e
identidades de las comunidades y sociedades para fortalecer la ciudadanía cultural y la cohesión social como factor de desarrollo. De la misma manera, el patrimonio puede tener un impacto directo e indirecto en el desarrollo como elemento para atraer turismo y visitantes y generar empleo y actividad económica en su conservación, difusión y proyección. El patrimonio cultural actúa como motor de desarrollo local en las ciudades y territorios, proporcionando medios alternativos de vida a las comunidades depositarias del mismo (turismo sostenible, emprendimientos culturales, recuperación de oficios y técnicas tradicionales, viviendas productivas, etc.). La protección del patrimonio mantiene una relación directa con la mejora de las condiciones de vida de la ciudadanía en el ámbito de hábitat, entorno, urbanización y espacio público. La cooperación al desarrollo aprecia en el patrimonio un potencial de su dimensión cultural, pero también de sus impactos sociales y económicos. La ayuda a reforzar la institucionalidad en este campo permite, a sociedades con pocos recursos, asumir mejores niveles de gobernanza y autonomía para decidir los propios destinos. La cooperación al desarrollo en el patrimonio cultural incluye un amplio campo de actuaciones en la recuperación de áreas urbanas, desde la recuperación de cascos antiguos, planes urbanísticos, rehabilitación de edificios, estudios de nuevos usos, etc., así como en la conservación y protección del patrimonio mueble y el patrimonio inmaterial. Por otra parte, el estudio e investigación de conjuntos patrimoniales, arqueológicos e históricos aportan más conocimiento para la función educativa y de sensibilización ciudadana en el reforzamiento de las identidades. De la misma forma, se puede incidir en el desarrollo territorial en entornos rurales, en la gestión sostenible de los recursos culturales, naturales y paisajísticos de zonas rurales