Opinión
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LA PANDEMIA TIENE ROSTRO DE MUJER Nubia López Morales Representante a la Cámara Departamento de Santander
L
a periodista bielorrusa Svetlana Alexiévich —Nobel de Literatura 2015—, escribió en La guerra no tiene rostro de mujer que «los relatos de las mujeres son diferentes y hablan de otras cosas. La guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su iluminación y su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes ni hazañas increíbles, tan solo hay seres humanos involucrados en una ta-
rea inhumana» (p. 14). Sin embargo, la experiencia y las voces del millón de mujeres alistadas en el Ejército soviético durante la Segunda Guerra Mundial fueron silenciadas. Y su memoria, olvidada. Ahora, con la pandemia y la crisis derivada del coronavirus, las mujeres vuelven a ser uno de los colectivos más vulnerables. Existe consenso dentro de la comunidad internacional acerca de que el Covid-19 ten-
drá «un impacto diferenciado y supondrá mayores costes y efectos negativos para las mujeres que para los hombres». Desde que empezó el estado de emergencia, estamos escuchando frecuentemente testimonios femeninos. Enfermeras, cuidadoras, madres comunitarias, mujeres rurales, mujeres excombatientes, víctimas del conflicto, emprendedoras, lideresas sociales, defensoras de derechos humanos, hijas, esposas, viudas y hermanas, configuran el rostro de lo que la pandemia nos está dejando. Sería imperdonable ignorar las vivencias de esas mujeres, lo que nos dicen, desean y necesitan. En consecuencia, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha recomendado que «la reactivación económica en Latinoamérica debe garantizar los derechos de las mujeres y la igualdad de género». La agenda post-pandemia implica, entonces, ingreso mínimo vital, reforzar el financiamiento de servicios integrales contra la violencia de género, participación de las mujeres en sectores estratégicos de recuperación económica —producción, agro, turismo, servicios—, invertir en la economía del cuidado como dinamizador de las economías, proteger a las mujeres migrantes y apoyar las micro, pequeñas y medianas empresas lideradas por mujeres con financiamiento, acceso a mercados y capacitación. Desde el Congreso de la República ya estamos trabajando en esa agenda. Soy coordinadora ponente de un proyecto de ley (157 de 2019 Cámara) que pretende establecer lineamientos de política pública con el fin de incentivar la creación, formalización y fortalecimiento de las micro, pequeñas y medianas empresas lideradas por mujeres, a fin de incrementar su capacidad productiva, participación en el mercado, y exaltar su contribución en el desarrollo económico y social del país. La autonomía económica de la mujer es una variable fundamental que cualquier país debe tomar en serio para revalorar su papel en la transformación social. El emprendi-