LA CONDUCTA DE LAS PLANTAS
gracias a una biomasa viva de microbios que representa del 1 al 5 % del carbono total del suelo. Son organismos que crecen, viven y mueren a un ritmo rápido. Mediante la actividad anabólica, los microbios sintetizan moléculas complejas lo que contribuye al almacenamiento de carbono. La mayor parte del carbono nuevo en el suelo ingresa por las raíces vivas y queda enterrado cuando mueren las plantas. /// La edad promedio del carbono enterrado aumenta con la profundidad. En las islas y lagos del bosque de Suecia se estudió la acumulación de carbono en el suelo. Pero, contra lo previsto, se pudo observar la acumulación de depósitos de carbono joven en las profundidades. La única forma de que exista una inversión en la acumulación en capas, corresponde a los azúcares enviados por los árboles mediante las raíces. /// El estudio del ADN de los hongos micorrízicos, permitió rastrearlos a mayor profundidad. El estudio indica que entre 50-70 % del carbono en el suelo proviene de las raíces y los hongos. El estudio se hizo en 30 islas en los lagos nórdicos que sufrieron incendios en los últimos 5.000 años. Estos bosques boreales tienen el 16 % de todo el carbono de los suelos del planeta. Cambios en el ciclo de carbono. Los microbios del suelo húmedo son más sensibles a la humedad y emiten más carbono (respiran más) que los microbios de regiones secas. /// Un estudio calculó que los microbios del suelo añaden entre 44 y 77 GtC/año a la atmósfera mediante la respiración. El aumento
de temperatura debería aumentar la respiración, pero los microbios responden de manera diferente a los cambios de humedad, por lo que el resultado final es incierto. /// En un trabajo de campo se formaron recintos para encerrar árboles individuales. Se los llenó de una brisa de CO2 hasta 700 ppm. Una década más tarde se encontró que los árboles crecieron más rápido, pero el carbono en el suelo se redujo 15 % cerca de la superficie. Los microbios y hongos del suelo se volvieron más activos en un proceso forzado, donde las raíces exudan azúcares que alimentan a los microbios. Pero mientras consumen lo que entregan las raíces, también consumen el carbono acumulado en el suelo. /// Un metaestudio usó datos de siete experimentos con arbustos y suelo afectado por sequías y calentamiento. Se encontró que la pérdida de carbono del suelo resultó ser más sensible a los cambios en la humedad que a la temperatura. En suelos húmedos el carbono se acumula como turba y el posterior secado permite la pérdida de carbono. En suelos secos, la sequía limita la biota, lo que impide la descomposición y pérdida de carbono. /// Otro metaestudio se basó en 439 trabajos sobre la respiración del suelo publicados entre 1989 y 2008. Se consideraron los datos de CO2, temperatura y precipitaciones. Se encontró que la respiración aumentó 0,1 % al año desde 1989 y que se correlaciona con la temperatura, pero no con la lluvia. Se calculó que la cantidad de CO2 que fluye en los suelos son 25 GtC por año.
4.1.5. La salud del suelo La extinción del suelo. Como el consumo de suelo por la agricultura es más rápido que la reposición natural se puede pensar que el suelo es un recurso no-renovable, y 296
a escala humana “se pierde para siempre”. Según la ONU, más de un tercio del suelo global está en peligro de extinción y al ritmo actual todo el suelo cultivable desaparece-