Psycho Killer
Carlos Velázquez @Charfornication
Mi vida sin conciertos
D
Ilustración: Blumpi
icen que a la hora de morir nos arrepentiremos de todo lo que no hicimos en vida. Los besos que no dimos, las dietas que no rompimos, los sistemas de sonido que no compramos. Yo me adelanté. No estoy en mi lecho de muerte, aunque a veces lo pareciera, y ya me arrepentí de todos los conciertos a los que no fui antes de que comenzara la gira del Covid. Por desidia, por causas ajenas a mi persona o por pendejo. Antes de que el estudio de la O2 Arena arrojara que asistir a conciertos puede prolongar tu vida hasta nueve años, yo asistía a toquines de manera compulsiva. Por lo que deduzco que el objetivo del confinamiento producido por la pandemia es matarme. Siempre pensé que la única razón por la cual yo dejaría de asistir a conciertos era por cuestiones monetarias. Oh, qué ternura me doy. Ir a conciertos era mi yoga. Y desde que pararon, mis niveles de estrés se han incrementado a la velocidad del carbohidrato simple. Quedarme en casa ha tenido un aspecto que otros podrían calificar de positivo, yo no. He ahorrado. Pero yo no quería ahorrar. Yo quería ver bandas en vivo. Existe gente que en su lecho de muerte se revuelca en toneladas de dinero. Eso no es para mí. Si algo me ha enseñado mi historia personal es que nunca aprendo de mi historia personal. A cuántos de nosotros no nos ha pasado que vemos un disco, un libro, una revista, y decimos: al rato la compro. Luego vuelvo por ella. Y cuando regresamos ya no está. Se ha vendido. Se la ha llevado otro menos tibio. O que todavía no se quemaba la quincena. Así me ha pasado a mí con algunas bandas. Luego las veo, me digo. Y después me llevo cada descalabro. El recuerdo más amargo que albergo data de abril de 2012. La primera ocasión de Pulp en México. No asistir a una fecha es un desperdicio. Pero cuando te regalan el boleto es una estupidez total. No recuerdo por qué decidí no asistir. Hoy cualquier motivo se me antoja irracional. Es más: en la actualidad hasta con un tributo a Pulp me conformaría. Seguro debí decir una mamarrachez como: Qué güeva que toquen en el Palacio de los Deportes. Estaba en la cdmx una semana antes y tuve que viajar al norte. No sin que antes Lalo Jay y DeJohnston me hicieran notar que contaban con una entrada para mí. Volé a la provincia con la firme promesa de volver. Incluso puede que ese fuera el plan. Pero no lo hice. Y no hay día que no
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