Reporte SP 52. Noviembre 2020

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Recomendación de los editores

Contar colectivamente Brenda Lozano

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n una colonia menonita en Bolivia, Ellas hablan transcurre a lo entre 2005 y 2009, muchas mujeres empezaron a despertar adoloridas, con largo de dos días, entre el 6 moretones, sangre, semen en las sábanas y 7 de junio de 2009, en dos luego de haber sido agredidas sexualmente, sin que supieran bien a bien qué había asambleas para tomar una pasado mientras dormían. En una colo- decisión colectiva. Insisto nia en la que el cuidado comunitario y la religión es parte de la configuración, las en esta palabra porque mujeres no entendían qué estaba pasan- es tan extraña en nuestra do. Pronto adjudicaron lo que pasaba al castigo de Dios por sus pecados. Algunos sociedad como en la colonia cutir lo ocurrido para acordar qué quieren hacer con su futuro: por eso y para miembros de la comunidad empezaron a menonita: «Greta cierra eso se reúnen. Por eso y para eso ellas decir que las mujeres mentían, que todo los ojos y repite la palabra hablan. En estas conversaciones no se era producto de su desbocada imaginasumergen en las profundidades oscuras ción. Con el paso de los años, las muje- “colectivamente” como si de los abusos de los que han sido víctires de la colonia continuaron despertando con dolores de cabeza, sangre y semen fuera el nombre de una ver- mas, tampoco hablan con detalle de las hasta que una de ellas se dio cuenta de lo dura nueva que no conoce». violaciones, ellas hablan para decidir en colectiva entre estas tres opciones que que estaba pasando y así dieron con ocho se plantean en asamblea: no hacer nada, quedarse y luchar hombres —de entre diedinueve y cuarenta y tres años— que e irse. En las conversaciones se debaten estas tres opciones. habían estado metiéndose en las casas mientras todos dorEstán dolidas, están confundidas ente el encabronamiento y mían para rociarles un anestésico para vacas y caballos hasta la fe, pero el fin es decidir qué hacer, por eso Agata sugiere: dejarlas inconscientes para así abusar sexualmente de ellas. «Hablemos de nuestra tristeza cuando hayamos concretado Ocho mujeres de dos familias —las Loewen y las Friesen—, nuestro plan». Ellas hablan se trata, sobre todo, de llegar a un de tres generaciones, acuerdan entonces juntarse en un graneacuerdo juntas. ro para hablar de estos abusos y decidir qué hacer. Entre ellas Ellas hablan para decidir su futuro en colectiva. está Ona Friesen, embarazada de su violador, que cada tanto Ellas hablan transcurre a lo largo de dos días, entre el 6 y 7 vomita en uno de los botes para ordeñar vacas, y está Miep, de junio de 2009, en dos asambleas para tomar una decisión una niña de tres años que tiene una enfermedad de transmicolectiva. Insisto en esta palabra porque es tan extraña en sión sexual —quien fue abusada no una, sino tres veces— y nuestra sociedad como en la colonia menonita: «Greta cierra que además ha tenido que volver a usar pañal a causa de esto. los ojos y repite la palabra “colectivamente” como si fuera el Las mujeres que han sido sistemáticamente agredidas sexualnombre de una verdura nueva que no conoce». Porque pasa mente en la colonia de Molotschna tienen entre tres y sesende la extrañeza a ser la fuerza de la historia, su estructura. ta y cinco años. Es decir, que ninguna edad es un resguardo. La novela es una transcripción de las actas de esas reunioPeters, el padre de la colonia, les aconsejó que no llevaran a nes entre las Loewen y las Friesen. Las asambleas ocurren en Miep con un médico para no correr rumores sobre lo que está un granero entre pacas de paja y ratones que van y vienen ocurriendo en Molotschna, y opina que la solución a este proal fondo; las mujeres están sentadas en cubos para ordeñar blema es que las víctimas perdonen a sus agresores para poder vacas alrededor de una mesa conformada por pacas. Toman asegurar el lugar de todos y todas en el paraíso. Sin embargo, café instantáneo, fuman, bromean, se mueren de la risa, por las mujeres quieren tomar una decisión colectiva, quieren disejemplo aquí: «Ninguna les hemos pedido nunca nada a los hombres, afirma Agata, ni una sola cosa, ni siquiera que nos pasen la sal, ni un centavo ni un momento a solas, que reco-


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