segundos que permanece como petrificada ¿o minutos? Reacciona, gira sobre sí misma, al principio camina con dificultad, busca con las manos la puerta, llega a ella. En ese momento se enciende la luz y… Ma, ¡Qué tienes!, desde mi cuarto te sentí muy agitada— escucha a alguien. Su hija está parada frente a ella, quien la mira intrigada; Sofía observa su habitación. En una esquina del mismo, el pequeño estante de libros parece sonreírle, con una de las manos, tiene aprisionado a al cuerpo, la obra que leía al acostarse y la otra mano está sobre el teclado de su portátil. Creo que me quedé dormida, escribía mi novela y no sé cómo llegó otra vez a mis manos este maravillo libro de temática interesante que me dejó intrigada; pero, —¡quién estaba ahí! Y ¿mirándome? — expresa señalando con el dedo hacia la puerta, —¿fuiste tú? — pregunta y queda turulata sin comprender lo ocurrido, pues, la hija niega con un movimiento de la cabeza.
37