TÚ Y YO Como un potro salvaje eres, que devora la hierba pequeña de mis actos, que bebe de las aguas inquietas de mi placer y cuyas pisadas se han quedado grabadas como hierros candentes en mi corazón. Somos ramas del mismo árbol cuyas hojas, ebrias de savia, nunca caen y a cuya sombra se acercan dorados niños a cantar coros de alabanza a la tierra. Soy para ti un sudor abundante, que escurre por tu torso mientras trabajas; y como un pozo de agua fresca y risueña en la que, desnudo, nadas. En tus manos he sido un arco siempre en tensión apuntando hacia la eternidad del cielo. Y tus pisadas van trasfigurando la uva roja de mis entrañas en un mosto espeso, dulce y aromático que bebes para comulgar con otros hombres en la festividad de las cosechas.
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