MAL DE AMORES Alucinas con él en una enfermedad del sentimiento. Arrobamiento que te mancilla con un tic tac en suspenso. El ojo ya no alcanza a mirar más y acudes de vuelta a su fotografía. Te adhieres a su fantasma. La flecha de Cupido fue demasiado gruesa; y ahora estás derramándote lánguidamente por toda la habitación. Recuerdas: no está. Respiras: aún duele. Ah... la aspereza silente que ha decidido practicar su identidad de lastre. Vociferas ahora: el sabor de tu boca es el de un vinagre reposado una eternidad. Muy dudoso es dar a luz el poema genial. Acaso sólo galimatías que harán tu vergüenza y olvidarás. El coraje te muerde los labios. Que ya estaban preparados para besar, al que, en su nimbo de este día, es el solo amor de tu vida.
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