ARTE DE MAGIA En trance de cirios y esbeltas sinfonías, el alba perenne de las mocedades, sus lámparas de gozo ensanchando las almenas del pecho para dejarnos pasar, niegan toda vergüenza terrestre, el humor negro del hombre violentando la sexualidad de la flor. Así me cantas, y el amor es otra vez esfera; das vida al ronroneo en que crece la sonrisa que se unta a nuestros dedos para levitar sábanas. Todo es anhelo de placer en ti, en mí, metamorfosis que produce levedades de ala, piel obsequiosa algo más abajo del ombligo para la honestidad de tus miembros. Palpamos y somos más que naturaleza; como ella generosa y nutritiva; cardumen vuelto ave, la naranja que brilla en las manos del niño, pan suspendido a mitad de la estancia abierta, la flauta que lleva al apetito ciego tras la música. Tú eres la visita del polen. Los rosados vientos. Basta que una esencia se derrame en tus muslos o una mariposa encienda el altar para vencer para siempre: cada fruta en tus besos arranca lágrimas de júbilo que riegan este campo encantado en que renacemos uno adentro del otro.
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