EL HOMBRE: UNIDAD Y VARIACIÓN - Celedonio García-Pozuelo Ramos

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Es difícil el análisis e interpretación de una mezcla de caracteres, porque dependen de la recesividad o la dominanción de los alelos, de la cantidad de genes que se encuentran implicados y del grado de mezcla que se produjese. En cualquier caso, son muchos los restos fósiles humanos que presentan signos de mestizaje, demasiados para ser considerados eslabones de una cadena evolutiva. Si analizamos con detalle la escala evolutiva, la mayoría de evolucionistas supone que deben haber existido esos intermedios, pero no se han encontrado para ningún animal o planta, y tampoco creemos que al llegar a los seres humanos nos hallemos ante un número de pasos intermedios que, sencillamente, es similar al número de restos fósiles que son considerados como «razas puras»; tales son los casos de los erectus o los neandertales. Fig. 5.7. Cráneo 243.673 U.S. National Museum perteneciente a un indio americano Piegan. Posee caracteres neandertales.

Hombres prehistóricos y actuales Esporádicamente, se ha informado de la existencia de restos óseos, fundamentalmente cráneos, de personas que han vivido en un pasado reciente, y que poseen características propias de los cráneos de neandertales o erectus. Hay diversos informes de cráneos americanos –según las cronologías evolucionistas, la presencia del hombre en el continente americano no superaría los 20.000 años–211 con características propias de los neandertales, a los que, en ocasiones, se ha llamado neandertaloides americanos. El cráneo catalogado en el Museo Americano de Historia Natural como U.S.N.M. 279.202 presenta una altura próxima a la de los neandertales, posee una frente escasa y es relativamente alargado.135 Este cráneo perteneció a un aleutiano y éstos, junto con los mongoloides, presentan, en general, cráneos más bajos que los del resto de poblaciones humanas y, a la vez, una mayor capacidad craneana.117 Ambas características son también propias de los neandertales: bóvedas craneales bajas y mayor capacidad del cráneo que en el hombre actual. Cráneos similares al anteriormente mencionado se han encontrado en otras zonas de América (tal es el caso del U.S.N.M. 243.673)136 aunque en algunos casos lo único que queda de ellos es la descripción, sin posibilidades de comprobación.137 El cráneo 729 de la Colección del Departamento de Anatomía de la Universidad de Sydney, en Australia, es el de una aborigen australiana, enterrada en 1880 en Tamworth. Éste es un cráneo en el que el esplacnocráneo posee las características propias de un hombre actual, pero cuyo neurocráneo presenta una morfología cercana a la de neandertales y erectus. La región occipital presenta gran similitud con la de los erectus. Tiene un cráneo largo, de frente baja, más baja aún que en el cráneo que aquí representa al de los neandertales, el de La Ferrasie I138 (véase figura 5.6). La línea que va desde la glávela hasta el vértex es prácticamente la de La Ferrasie I, situándose el vértex del 792 incluso más bajo que en el cráneo neandertal. El torus supraorbitario es enorme, mayor que en algunos de los neandertales, teniendo en cuenta, que además, es el cráneo de una hembra. El grosor del hueso, en el cráneo, también es superior a la mayoría de los cráneos de hombres actuales, y es más próximo al de neandertales y erectus. Es destacable que el perímetro craneal, en un plano horizontal que pasa por la glábela, es similar al de los erectus (véase figura 5.8). - 34 -


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