una atmósfera un poco más teatral dónde se propone una reflexión al visitante frente aquello que parece una puesta en escena, pero es en realidad la cotidianidad de muchos colombianos.
interior y colectiva. Estos hallazgos fueron un soporte para mi decisión de crear una instalación, que permitiera poner en escena historias y relatos cotidianos a través de la voz de sus protagonistas y generar espacios de silencios para el encuentro personal con los propios recuerdos.
1.3.3 Lo dicho
acercamiento según el contexto. Trujillo está ubicado en el norte del Valle. Es un municipio pequeño, fundado en 1924, de aproximadamente 18.000 habitantes, cuya existencia podría pasar desapercibida para muchos si no fuera por los sucesos violentos acaecidos entre 1988 y 1994, que lograron que apareciera en los diarios bajo el titular de “La masacre de Trujillo” posicionándose como una de las zonas rojas del país, en donde el conflicto causó estragos sociales, económicos y culturales.
Figura 11 Fragmentos, una instalación que en medio del ruido cotidiano invita al silencio, convirtiendo al visitante en una parte vital y activa de la misma instalación. Fuente: www.museonacional.gov.co
Figura 12 El testigo. A pesar de que la instalación carece de componentes
sonoros, las fotografías reflejan la rutina con sus alegrías y dolores en medio del silencio, logrando un impacto realmente fuerte en el visitante. Fuente: www.museonacional.gov.co
En las muestras mencionadas, hallé una serie de aspectos comunes, procesos de génesis, en los que los autores inician procesos catárticos, generando momentos de calma y tensión, en los que las voces de diferentes personas y los elementos gráficos y textuales posibilitan momentos de reflexión en el espectador y permiten nuevos espacios de diálogo; todo lo anterior con un propósito final de propiciar espacios de sanación
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En Colombia, las masacres hacen parte del círculo violento que implica el conflicto de la oposición de intereses y en dicho municipio no fue la excepción, pues durante estos seis años existieron alianzas y desacuerdos entre narcotraficantes, paramilitares y fuerzas armadas del estado que ocasionaron una secuencia de desapariciones forzadas, torturas, homicidios, detenciones y masacres sistemáticas, con un total de 342 víctimas mortales, alterando el orden local de los trujillenses. Como es de esperarse, al finalizar este período de violencia se realizaron las investigaciones correspondientes, se recopilaron testimonios y se dictó justicia para algunas de las personas implicadas. Por su parte el Centro Nacional de Memoria Histórica, recopiló y entregó un informe dónde se exponía toda la investigación realizada incluyendo los testimonios de víctimas directas e indirectas. El Estado colombiano aceptó y