2.3.3 Mi abuelita, un puente a los recuerdos Cuando decidí pedirle a mi abuelita que me acompañara en algunas de las entrevistas de este proyecto no lo hice de forma premeditada, como quien piensa minuciosamente la forma perfecta de resolver la ecuación, sino que se dio de forma natural conforme avanzaba en el proceso; en especial, porque quería que mi trabajo de campo fuera cercano a la motivación inicial de este proyecto. Pretendía que cada una de las entrevistas tuviera esa noción de intimidad, de familiaridad y sobre todo de tranquilidad que yo sentía cuando por las tardes nos sentábamos a tomar café, ella a contar historias, yo a escucharlas. A pesar de tener 80 años, su lucidez le permite navegar en sus recuerdos sin ningún problema y traerlos al presente a modo de anécdotas. Su espontaneidad y la capacidad de recordar detalles es una de las cosas que más le aportó a este proyecto, pues era muy común que entre mi abuelita y la otra persona se generara una conversación sobre algún recuerdo específico, del cual yo ya no hacía parte como entrevistadora, sino como oyente. (Fig. 19) Entre las dos personas se daba una construcción de la historia, en la que cada quien aportaba su punto de vista del recuerdo, agregando detalles, trayendo a colación diferentes sujetos que tuvieran participación en los sucesos, aclarando dudas, concatenando una historia con otra, ampliando lo que había preguntado al principio y lo más importante, olvidándose de que yo estaba ahí presente.