2.3.4 Los testimonios Para hacer realidad este proyecto tuve varias conversaciones, pero solamente 18 quedaron registradas. 18 testimonios, de los cuales 8 tienen un registro con filmación y audio, mientras que el resto sólo está grabado en archivo de audio. (Fig. 21) Necesitaba nutrirme de historias que me permitieran tener un bagaje suficiente sobre el municipio y mi círculo cercano era la oportunidad perfecta de tener un proceso de ensayo-error que me permitiera ir mejorando la forma en la cual hacía las entrevistas, así que los primeros encuentros los tuve con algunos de mis familiares que viven en Trujillo. Recuerdo que las primeras veces, tenía una hoja de preguntas con un guión claro, cámara y micrófono, sin embargo, era frustrante no poder alcanzar esa naturalidad que yo lograba percibir en las conversaciones con mi abuela.
Figura 20 Frame de una de las entrevistas realizadas. Editado visualmente para ser incluido en proyecciones que conforman la instalación Trujillo, una historia por contar. Fuente: Elaboración propia.
recurrente en medio de este proceso. Esta reticencia, creo yo, es producto de que a lo largo de los años, la historia ha sido contada por las mismas voces y existen muchas otras que no han sido tenidas en cuenta.
Abandoné toda idea de hacer entrevistas tan estructuradas, y me dejé llevar por mi intuición priorizando el hecho de hablar, simplemente hablar con el objeto de estudio, sin presionar ni obligar a nada. Y fue allí donde comenzaron a surgir historias que en verdad tenía riqueza para el proyecto.
Dado que a mí no me interesaban las historias con grandes hazañas ni los recuerdos puntuales, con fechas, nombres o acontecimientos exactos; sino conocer cómo había sido su niñez, su adolescencia y parte de su adultez, fue posible sobrepasar estas barreras de “hablar con la persona indicada”, no sin cierto temor inicial de la persona de no tener nada interesante para relatar.
En mis recorridos por el municipio, comencé a preguntarle de forma aleatoria a las personas sobre sus percepciones de Trujillo. Era interesante ver como la tranquilidad y el amor eran emociones recurrentes en las descripciones del municipio y tan diferentes a las que existen en el imaginario colectivo de personas externas a la comunidad. Al comentarles a las personas que estaba haciendo un trabajo donde quería contar las historias de Trujillo, a través de sus recuerdos, la gente se asustaba; incluso, muchas veces, me recomendaron hablar con otras personas “que si supieran del tema”. “Yo no tengo nada que contar”, era una frase
38
Quería entender qué significaba el pueblo para él o ella y los pequeños detalles del diario vivir, aquellos que todos consideraban poco importantes; porque era en estos dónde se escondía la verdadera riqueza de la historia. Entonces, hacía hincapié con el testimonio de que solo ibamos a conversar sobre la vida sin siquiera tener una cámara presente, para que estuviera tranquilo y en confianza; sensación que se acrecentaba cuando mi abuelita estaba presente. (Fig. 20)