De los ritos eclesiásticos
al rito de los bailes Ismael Salinas Chávez
o hace mucho, vi en la red social de Facebook a un colectivo llamado Múunyal y que su proyecto “Yo soy de la Merced” se centraba en los estudios, relatos y anécdotas de la fiesta, propiamente de la Virgen de la Merced. Revisé una grabación del Conversatorio: Experiencias y saberes del barrio sobre “La fiesta de la Merced”, en donde señalaron que el origen de este sitio se remite al establecerse el convento de La Merced, el cual fue fundado por la orden mercedaria, sin duda, toda una cátedra. En este texto, quiero referirme, propiamente, al aspecto que tocaron sobre el ambiente de la sonorización urbana, mejor conocidos como los sonideros. Recuerdo mis inicios de sonidero local en el año 1998 y los ruidos del barrio en Naucalpan de un equipo muy modesto, lo único que sabía con relación a este tema era la experiencia en el aniversario del mercado de Tacuba, específicamente del sonido Camarón y el Caimán, quienes amenizaban la fiesta de dicho mercado. Lo curioso de esta fiesta es que no se celebraba en honor a una deidad, o rito religioso, llámese Virgen o Santo, como se hacía en mi barrio, con las imágenes de la Virgen de Guadalupe el día 12 de diciembre o el 28 de octubre, día de San Judas Tadeo. La verdad, me impresionaban esos sonidos del barrio de Tacuba con roperos de 4 bocinas de 18 pulgadas, trompetas y panales fabricados con tweeters de plástico. Cursé el bachillerato en la escuela Wilfrido Masseu, más conocida como la “Voca 11”, allá en el Casco de Santo Tomás, muy cerca del metro Normal. En ese tiempo tuve una novia que era lo que se dice “toda una rebelde sin causa”. En una ocasión, muy temprano como a las 8 de la mañana, me dijo: —Oye, ¡vámonos de pinta y acompáñame por unas flores a mi casa! Voy a ir con mi mamá al puesto— pues su mamá era comerciante de imágenes religiosas— Es que hoy es el aniversario de la Virgen de la Merced, patrona de los
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Antonio Nieto Dancing Collage
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