Editorial
Pascua en tiempos de Covid Paradójicamente, la tragicidad de la inédita situación que estamos viviendo a raíz de la pandemia a lo mejor nos puede ayudar a captar mejor la buena noticia de la Pascua. Antes que nada, quizás hemos madurado la conciencia de que, no obstante nuestras vidas frenéticas y aceleradas, somos frágiles, estamos expuestos a los golpes de la enfermedad y de la muerte. Esa muerte que los medios de comunicación y la cultura posmoderna habían relegado al olvido detrás del culto del cuerpo y de sus mil cuidados. Ahora un triste boletín nos la recuerda todos los días, y nos obliga a enfrentarnos al sentido que damos a nuestra vida y a la manera de conducirla. Y naturalmente, con la pregunta del qué pasa “después”. ¿Existe una esperanza que no defrauda, algo firme al que aferrarse incluso cuando
todo es incertidumbre? Para los cristianos, la Pascua de Jesús es nuestra ancla salvadora, porque él sabe qué son el miedo, la angustia, la muerte, la soledad, la desesperación, el abandono. Experimentó todo eso plenamente, pero lo “envolvió” y lo trascendió con la resurrección. Estas trágicas experiencias ya no tienen la última palabra. No estamos exentos de ellas, pero podemos vivirlas de otra manera: como resucitados. Para vivir como resucitados con Jesús, caminemos como los discípulos de Emaús (Evangelio de Lucas 24, 13-35): compar-
Cathopic Francisco Xavier
tamos nuestras desilusiones y dejémonos guiar por su Palabra, capaz, todavía hoy, de calentarnos el corazón. Marco Tibaldi
La globalización espiritual
Hoy la globalización con sus leyes impone que, no obstante los embates de la segunda o de la tercera ola de la pandemia, la economía ya no se detenga, pese al riesgo de millones de vidas perdidas. Las migraciones se detuvieron sólo aparentemente. Basta pensar en los millones de indios que, ni bien su gobierno decretó la cuarentena, comenzaron
a caminar para regresar a sus aldeas, distantes centenares de kilómetros de las megalópolis donde vivían. Siempre hay quien está peor y, por otra parte, también quien está mejor. En este panorama, incluso las religiones se tornaron más globales. Quizás la imagen del papado de Bergoglio que quedará para la historia sea la de Francisco caminando solo, una noche de marzo de hace poco más de un año, bajo la lluvia, en una plaza de San Pedro desierta. Fue un momento de oración para toda la humanidad y con toda la humanidad: nunca como estos meses, cardenales, obispos, rabinos, imanes, monjes budistas… salieron de sus iglesias, templos, sinagogas y monasterios desiertos e ingresaron a YouTube, Zoom, Facebook, Twitter, Instagram, medios para oraciones y reflexiones cada vez más globales. Webi-
narios internacionales contribuyeron al diálogo interreligioso. Rostros de líderes y fieles de distintos credos se encontraron “codo a codo” para meditar y orar según las respectivas religiones. La pandemia creó muros y tensiones pero también develó nuevas maneras para unirse. Es impresionante el número de grupos de distinta índole que nacieron espontáneamente en este tiempo, y que ahora llevan prestan su ayuda con creatividad y generosidad. La globalización presentó al Covid-19 un mundo dividido, pero el Covid podría restituirnos una humanidad distinta. Como dice el Papa Francisco, de una crisis se sale mejores o peores. Depende también de cada uno de nosotros. Su encíclica Fratelli Tutti —que comenzamos a desglosar a en este número— nos puede ayudar a salir mejores. Roberto Catalano Ciudad nueva - Abril 2021
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