Personaje
Focolares
Sociedad
Miguel Tabares Un “ángel” en la tierra
Compromiso social Atrevámonos a cuidar
Cárceles En busca de alternativas
Ciudad nueva años
URUGUAY | PARAGUAY Octubre 2020 | Nº 10 | Año XL
Chiara Lubich y la Política África
Un universo paralelo Se vende.
¿O no?
Los videojuegos online son un fenómeno en crecimiento, una floreciente industria global, un mundo habitado por miles de jugadores amateurs y profesionales casi totalmente desconocido por los adultos
Sumario Nº 10 Octubre 2020 Año XL
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Ciudad nueva
Editorial La cultura del cuidado
Revista mensual internacional editada por el Movimiento de los Focolares
Mens sana Perdonarnos
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Propiedad de la Asociación Civil Ciudad Nueva
Cultura / Personaje Un poeta, un profeta y también un santo Sociedad Videojuegos, un universo paralelo
Ciudad nueva en el mundo: 36 ediciones en 22 idiomas. Fundada en 1956 en Roma por Chiara Lubich, con la colaboración de Pasquale Foresi.
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Sociedad Cárceles: en busca de alternativas
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Administración y redacción - Paraguay Independencia Nacional 1076 Asunción Teléfono: (021) 45 13 68 ciudadnueva@focolar.org.uy
Personaje Un “ángel” en la tierra Mundo Brasil. La crisis politica
Presidente: Santiago Mampel Director de redacción: Silvano Malini Consejo de redacción: Lidia Iglesias, Claudio Larrique, Alejandro Poirier, Eduardo Roland y Malena Siciliani
Zona de diálogo Algunas maneras de iluminar la “noche del diálogo”
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Cultura de la unidad Sed de justicia
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Palabra vivida -Entre diferencias y coincidencias -Acompañando en el dolor
Facebook Fundación Espartanos
Palabra de Vida Octubre 2020 “Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”
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22 15 Vida de familia 28 Arte & espectáculo
Página treinta La norma es: todo en común
Fotos de tapa: Alex Haney- unsplash
Ciudad nueva - Octubre 2020
También en:
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Ciudad nueva
Ciudad Nueva Uy Py
Vida sana Tiempo para inmunizarnos mejor
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Redactor responsable: Dr. Raúl Gamarra Santa Cruz Pablo de María 1032, Montevideo rgamarrasantacruz@gmail.com
Los contenidos textuales pueden reproducirse total o parcialmente citando la fuente: Ciudad nueva. Este número se cerró el 29 de septiembre de 2020.
Focolares Atrevámonos a cuidar
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Diagramación: Lía Nogueira Corrección: Delia Clariá y Eduardo Roland
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Especial América Latina, el continente de la esperanza
Ciudad Nueva
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En Uruguay
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Editorial
La cultura del cuidado
Piqsels
Desde que la amenaza del Covid-19 llegó a nuestras vidas, hubo un término que, con sus diferentes derivados, se ha repetido y se sigue repitiendo incansablemente: cuidado. En distintos ámbitos, esta palabra fue creciendo con una connotación vinculada a un entendible peligro, al temor y al miedo de contagiarnos de un virus que, desde diciembre de 2019, se ha llevado muchas vidas en todo el mundo. Y cuyas consecuencias, como agravante, siembran incertidumbre y agudizan situaciones de pobreza y vulnerabilidad. Claro que el miedo no es un buen consejero, como reza el dicho popular. Cuando esta emoción nos paraliza, nos provoca un encierro hacia nosotros mismos que no nos permite mirar más allá, y la actitud-acción de cuidarnos, de por sí valorable, se convierte en cuidarnos “del otro” (que se ha transformado en una amenaza para mi salud) más que cuidar “al otro”, a quien tengo la posibilidad de proteger, custodiar, preservar. Para comprender el mejor significado del cuidado vale volver a la esencia de la encíclica Laudato Si’, en la que cada párrafo nos invita a la doble acción de
cuidar y cultivar nuestra relación con el mundo de manera integral. “Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad”. “[…] el ser humano todavía es capaz de intervenir positivamente. Como ha sido creado para amar, en medio de sus límites brotan inevitablemente gestos de generosidad, solidaridad y cuidado”. “El descuido en el empeño de cultivar y mantener una relación adecuada con el vecino, hacia el cual tengo el deber del cuidado y de la custodia, destruye mi relación interior conmigo mismo, con los demás, con Dios y con la tierra. […] todo está relacionado, y el auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás”. “El amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor. El amor a la sociedad y el compromiso por el bien común son una forma excelente de la caridad, que no solo afecta a las relaciones
entre los individuos, sino a las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas”. Estos son solo extractos que nos orientan y nos permiten comprender que nuestro cuidado y nuestra oportunidad de generar y cultivar una nueva cultura son multidimensionales. El cuidado abarca y se manifiesta en la salud integral, en la dignidad y en los derechos humanos, en el mundo del trabajo y de la economía, como también en los vínculos interpersonales, en iniciativas que buscan equilibrar las desigualdades y promover la inclusión y la participación de todos, a través de personas que están al servicio de quienes más sufren. Se expresa en acciones que hablan de una vocación de cuidado hacia el otro intrínseca en la especie humana. Los compromisos comunitarios, las acciones conjuntas y el trabajo en equipo ayudan a superar los miedos que atravesamos como humanidad: es “juntos”, o no será. No nos detengamos, no nos paralicemos ante la amenaza. Atrevámonos a cuidarnos entre todos y a cuidar a quien tenemos cerca. Atrevámonos a amar. El amor es creativo y nos mostrará la mejor manera de hacerlo. Ciudad nueva - Octubre 2020
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La columna de Gaspar Diálogo entre personas de diferentes convicciones
Acerca de
Solas pero no perdidas
El resumen del film de aquel sábado de 2019 aparece en su cartilla promocional: “María (Ana Fernández) malvive en un oscuro apartamento de un barrio miserable, trabaja eventualmente como chica de la limpieza y, casi con cuarenta años, descubre que está embarazada de un hombre que no la ama. Su soledad es tan grande que sólo encuentra consuelo en la bebida. Su madre (María Galiana), que ha consumido su vida al lado de un hombre violento e intolerante, no tiene ni siquiera el consuelo de tenerla cerca. Con motivo del ingreso de su marido en un hospital, la madre visita a María en su apartamento y conoce a un vecino viudo (Carlos Álvarez) que vive con su perro. La relación que se establece entre estos tres náufragos alivia sus soledades y deja una puerta abierta a la esperanza”.
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Ciudad nueva - Octubre 2020
Éste es el esquema básico del film español del año 1999 que nos mantuvo atentos durante una hora y media: Solas. Dirigido por el andaluz Benito Zambrano, se trata de un drama sobrio, duro y cautivador sobre la soledad, la pobreza y los sueños ahogados en alcohol. Zambrano, en este debut, conquista a crítica y público con una muestra excelente del cine español de final de siglo, que fue, además, el paradigma del éxito “boca a boca”, ayudado por el respaldo del premio del público del Festival de Berlín de ese año. Pero, como dijo un crítico, el talento envuelve una idea: “España no va tan bien”. Y como aparecen muchos puntos polémicos, los comentarios de los participantes se suscitan: “Humilde, creible, humana, dura y tierna”. “Una bocanada de realidad y emoción desde la
verdad”. “Una película llena de honestidad y emotividad, humana en su forma y en su fondo, asentada en dos espléndidas actrices que lo dan todo para construir dos personajes que transmiten vida, realidad”. “Una muestra de cómo a partir de algo pequeño se puede dar forma a una película grande, que no esconde sus defectos de producción, haciendo de ellos parte no sólo de su encanto, sino también de su naturaleza”. “El retrato de dos mujeres y de su vida, de sus problemas y de cómo intentan salir de ellos. Pero también un retrato de una España que pre-vivía el derrumbe. Quizá, vista con perspectiva, una de las mejores muestras, conscientes o no, de lo que estaba por venir”. Después del reconocimiento del público en Berlín, esta película ha formado parte de multitud de festivales, ganando en diversos apartados. Pero se trata de una obra que viene del teatro, y eso a veces da al film un tempo distinto a los clásicos comerciales de Hollywood. No obstante, estos aspectos no nos apartaron del tema que nos ocupaba. Si algo sobresale sorprendentemente del film son el acertado guion y las protagonistas. Luchadoras incansables, están solas, sí, pero no perdidas. Es una lástima que se vea como el típico y acartonado cine social español, cuando es mucho más que eso. Una de las mejores películas españolas de los noventa.
grupogaspar@gmail.com
*Valoración: Cinedebate
(Cinedebate del 26/10/19) Próxima columna: “Envejecer”.
(4.28)
Mens sana
Coaching Darlene Ponciano Bomfim
Perdonarnos
Piqsels
Un desafío interesante en el proceso de desarrollo personal es el perdón. Perdonar a otra persona que nos ha causado algún daño o molestia, suele ser una lucha. Pero cuando se trata de autoperdón, de personarse a sí mismos, por lo general la lucha es otra. Lo que vemos es que los sentimientos de culpa, vergüenza y autocastigo se prolongan durante mucho tiempo, como si ya no tuviéramos derecho a prosperar en la vida por causa de los errores cometidos. ¿Quién puede liberarnos de estas culpas, abrir la celda que nos aprisiona? ¡El perdón! Suena simple, pero no lo es. Reconocer en nosotros el mal, la maldad, la crueldad, pensamiento de envidia, resentimiento, manipulación, de deseos inconfesables es doloroso. Después de todo, estamos “originalmente” hechos para el bien. Por esto, ante ese tipo de pensamientos y actitudes, llegan los sentimientos de culpa, remordimiento, arrepentimiento, lo cual es bueno y positivo. Lo que lo complica es que, en general, seamos extremadamente severos con nosotros mismos.
Además, hay otro factor que no ayuda: cuando se trata de lidiar con nosotros mismos somos, a la vez, víctima, fiscal y juez. Si nos pegamos con demasiada dureza, el cerebro puede encontrar una forma de “escapar”, de esconderse y, a veces, incluso se enferma. Si, por el contrario, somos indulgentes y permisivos, puede parecer que no nos importa, lo que también puede resultar inadecuado. ¡Por eso es tan difícil perdonarse a uno mismo! Implica, en definitiva, un encuentro con nosotros mismos en momentos y situaciones nada agradables. Usamos frases como: “no me perdono...”, “no puedo”, “no logro”, “no admito haber hecho esto”. Perdonar, etimológicamente viene del latín perdonare, es decir, “donar al otro”, liberarlo, no cumplir la condena, liberar de la deuda. Entonces, en cierto modo, es más fácil y noble perdonar al otro. En el autoperdón, somos nosotros mismos quienes damos y recibimos la liberación. Y empezamos a resentir, es decir, a “volver a sentir”, lo cual nos hace mucho mal. Nuestro cerebro revive, in-
cluso orgánicamente, las emociones del suceso que nos reprochamos. A menudo creamos para nuestra vida un ideal de perfección, lo cual es bueno, pero puede ser demasiado exigente. Olvidamos que la vida es un proceso, generalmente turbulento, en los aspectos del crecimiento humano, psicológico, afectivo y espiritual. Y cuando cometemos errores, juzgamos sin posibilidad de apelación, pensamos cosas malas, nos resulta difícil perdonarnos. Perdonarse es un acto de valiosa y extrema humildad, de sinceridad, de reconocimiento de nuestros límites. Pero debe venir acompañado con la posibilidad de volver a empezar, de liberarnos, de abrir nuevos caminos. El mejor ejemplo es el bordado sobre lienzo: para realizarlo hay que cambiar el hilo innumerables veces, cambiando los colores. Desde abajo, es visible el diseño de las costuras, que resulta antiestético; sin embargo, si miramos desde arriba vemos la belleza del lienzo. Perdonarse a sí mismos es cambiar el hilo, sabiendo que lo importante es el propósito. ¡Enmendar es garantía de continuidad! Las enseñanzas de Jesús y las de los grandes maestros de la humanidad en todos los campos incluyen perdonarse a sí mismos. Incluso hay quien dice que perdonar es divino. Y si es así, perdonarnos a nosotros mismos es la posibilidad del encuentro con lo divino en nosotros. Por supuesto, las cosas malas que hacemos a menudo tienen consecuencias, y perdonar incluye el acto de reparar el daño provocado tanto como sea posible, pero con sabiduría y metas claras de crecimiento. Es necesaria cierta determinación para perdonarse. A veces, es preciso pedir ayuda a alguien de confianza o, incluso, ayuda profesional. De todos modos, el consejo es intentar ser simples, y reconocer el error con sencillez y retomar el camino. ¿De qué manera? Recomenzando a amar de nuevo! “El amor cubre todos los pecados” (1 Pedro 4, 8). Por lo tanto, es sabio empezar de nuevo por amor y con amor. Ciudad nueva - Octubre 2020
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Cultura / Personaje
Pedro Casaldáliga Benjamín Forcano*
Un poeta, un profeta y también un santo Así el obispo que lo sucedió en la diócesis definió a este religioso claretiano recientemente fallecido. Un cristiano “rebelde”, concreto y cercano, referencia de la Iglesia brasileña más popular y de los movimientos sociales, defensor de los pobres y notable poeta
Ha sido una muerte anunciada, la de Pedro Casaldáliga, obispo del Mato Grosso en Sao Félix de Araguaia (Brasil), agravada por la presencia del “hermano Parkison” por más de 20 años. Sin duda nuestro querido Pedro sabía bien cuando afirmaba que a la cárcel y a la enfermedad había que considerarlas como dos sacramentos más. Este obispo poeta, con una carrera que sobrepasa los 92 años, nació en Balsareny (Cataluña, España) en febrero de 1928, de una familia católica y de derechas. La revolución del 36 lo encuentra en zona “roja” (de la izquierda republicana). No podía ir a la escuela entre semana, por ser mixta y atea; no había misa ni catecismo los domingos, pero se confesaba en establos y galerías y servía Misa en eucaristías de catacumba. Aprendió a amparar y encubrir a los desertores; supo cómo a su tío Luis y dos compañeros más los mataron los rojos. Pedro presumía de requeté1 porque sonaba a oposición. Una tarde entró en el cuarto de sus padres, se echó al cuello de su madre y, rompiendo a llorar, le dijo: “Vull ser capellá, mare”. A sus 12 años, entra en el seminario de Vic . Allí deja bien clara su voluntad de ser “poeta” y se enciende su vocación misionera. Se ordena sacerdote a los 24 años, en la orden claretiana. En el plazo de estos 12 años – oscurantistas y heroicos- Pedro, dentro de una formación común a todos los demás seminarios, abriga deseos de hacer “revolución desde dentro” y se apunta a todo lo que oliese a iniciativa comprometida.
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A la poesía tuvo que despedirla definitivamente “como una amiga imposible” porque la literatura tenía muy mala prensa entre los maestros espirituales. A los 24 años, lleno de vida e impaciencia, Pedro se dispone a afrontar la dura realidad de la sociedad, las normas y observancia, muchas veces irritantes, de la vida religiosa y el tenor libre y evangélico de su vida apostólica. Iba a consumir 15 años hasta dar su salto a Brasil en el 1968, impregnado ya de los aires nuevos del concilio Vaticano II: innovación, libertad, compromiso. Quince años como animador, conferenciante, director espiritual, servidor de los jóvenes, los trabajadores, los inmigrantes, los más pobres en Sabadell, luego en Guinea Ecuatorial y después comprometido con la gente de la periferia y sus problemas. Llamado a Madrid, dirige con otros dos claretianos la revista Iris de paz, impulsando desde ella iniciativas culturales y movimientos sociales. En ese tiempo, junto con seis compañeros más, escribe una carta al Superior General con el dilema de que la congregación aceptaba el Vaticano II o ellos tantearían otros derroteros. Pedro asistió como representante de la Provincia de Aragón al Capítulo General de renovación en 1967, abanderando la tendencia más carismática y valiéndole el apodo de “Che Guevara” y el de “Sierra Maestra”. Finalmente, Pedro emprende su viaje al Mato Grosso del Brasil, un viaje sin retorno (fueron 52 años) en el que quema
las naves, sin nunca regresar a España (temía que la dictadura no le permitiese regresar), ni siquiera cuando murió su madre. “Había logrado por fin, escribe, lo que tanto había soñado y buscado: un clima heroico para vivir heroicamente”. Pedro, ya en el Brasil, pasa cuatro meses en el Centro de Formación Intercultural, para lograr una perspectiva del Brasil y de la Iglesia brasileña: “Se daba allí, escribe, toda la gama de una Iglesia en evolución… todo contribuía a hacer revisar y replantear la formación recibida, la piedad heredada, las austeras distancias del sexo, el apostolado en ristre, la fácil y convencida dicotomía con que en el viejo mundo vivíamos la misión de la Iglesia, frente a la política y la sociedad en general”. Y del Centro de Formación, su salto al Araguaia, al “Oeste” desconocido, en siete días de camión. Era julio de 1968. La Prelatura de Sao Félix de Araguaia (área de 150 mil km2) fue creada en 1970 por el Papa Pablo VI. Cuando Pedro es consagrado obispo, en 1971, había en ella un solo hospital y faltaban toda clase de infraestructuras. Existía en ella el mayor latifundio de la zona con casi 700 mil hectáreas. Y Sao Félix tenía entonces unos 600 habitantes, no había escuela, médicos ni electricidad. La realidad entraba por los ojos: ninguna asistencia básica, hambre crónica, enfermedades, explotación, violencia, altos índices de mortalidad infantil, analfabetismo generalizado. Pedro se opuso a que lo nombraran obispo, pero amigos de verdad le per-
suadieron de que su aceptación sería mejor para servir al pueblo y denunciar las injusticias. “A mí siempre se me ha quebrado el corazón -siempre- al ver la pobreza de cerca” escribió. “Me he llevado bien con la gente excluida, quizás porque siempre he tenido cierta afinidad con el margen, con los marginales. Quizás por una vena poética. Quizás sea una cuestión de sensibilidad, porque soy incapaz de presenciar un sufrimiento sin reaccionar. Por otra parte, nunca he olvidado de que nací en una familia pobre. Me siento mal en un ambiente burgués. Siempre pregunté: ¿si puedo vivir con tres camisas, por qué voy a necesitar tener diez? Los pobres de mi Prelatura viven con dos, de quita y pon”. “Estoy doblemente convencido de que no se puede tener una sensibilidad revolucionaria y profética ni se puede ser libre sin ser pobre. La libertad está muy unida a la pobreza. No se es verdaderamente libre con mucha riqueza. Siendo pobre me siento más libre de todo y para todo”. Pedro es un hombre libre ante las instituciones, sean políticas o religiosas; libre ante las personas, grupos e ideologías. Es la palabra libre, el gesto en rebeldía, la osadía que bebe en las fuentes del Espíritu, que es viento y fuego y revienta estructuras y cadenas. “La actitud ante la pobres, define la actitud ante Dios. Encontrarse con el pobre es encontrarse con Dios. Quien no toma en serio al pobre no puede encontrarse con Dios”. Y, por eso seguramente, hay tanto no creyente que, al encontrarse con Pedro, no le niega el respeto, la admiración y credibilidad. Sigamos leyendo en sus escritos: “No podíamos ver esto con los brazos caídos. Quien cree en Dios, debe creer en la dignidad del hombre. Quien ama al Padre debe amar a los hermanos. El Evangelio es un fuego que le quema a uno la tranquilidad. No se puede ser cristiano y soportar la injusticia con la boca callada”. “Lo que pretendemos es humanizar practicando la “projimidad”. “La ciencia, la técnica, el progreso solamente son dignos de nuestros pensamientos y de nuestras manos si nos
humanizan más. Y esto nos compromete a transformar el mundo juntos”. En una ocasión, unos periodistas de la televisión europea le preguntan: “¿Haría usted lo mismo que está haciendo si no existiera Dios?”. “Pero, como existe”, contestó enseguida Pedro, “eso sería como preguntarme que haría yo si no existiera o si yo no fuera persona y cristiano. Sé que otros sin Dios a las claras hacen más y lo dan todo, y se dan. Yo creo que Dios está siempre con ellos. He tenido un explícito encuentro con Dios, en Jesucristo, dentro de la comunidad de fe, que es su Iglesia. Y ese es un misterio que me abruma y que me obliga a creer que Dios es mayor que nuestro corazón y nuestros dogmas y nuestra comunidad”. Siempre me asombró su capacidad de hacer mística, teología y profecía, al hilo de los acontecimientos, de conflictos y progresos tecno-científicos de esta nuestra sociedad dual y pluriforme. Como si en su casita de Sao Félix hubiera una potente estación emisora que alcanzara a todos los rincones de la tierra. Recuerdo muy bien cómo describía la contradicción entre el Primer y Tercer Mundo, en una entrevista que le hice:
“Mira, Benjamín, nadie libera a nadie, incluso nadie concientiza a nadie, si uno mismo no se libera y autoconcientiza. Se puede ayudar, no sustituir. En ese sentido, el Primer Mundo sólo podrá liberarnos en la medida en que él se libere. Sólo en la medida en que el Primer Mundo deje de ser Primer Mundo podrá ayudar al Tercer Mundo. Para mí esto es dogma de fe. Si el Primer Mundo no se suicida como Primer Mundo, no puede existir humanamente el Tercer Mundo. Mientras haya un Primer Mundo habrá privilegio, exclusión, dominación, explotación, lujo y marginación. Si vosotros, en el Primer Mundo, no resolvéis ser un mundo humano, nosotros no podemos serlo”. En esta nuestra sociedad hoy en tantos aspectos manipulada y esclavizada, el ejemplo que nos deja Pedro Casaldáliga es señal, luz y camino para vivir con dignidad y autonomía, con libertad, con pobreza, con profecía y esperanza. Integrante de El Requeté, grupo armado de voluntarios que luchó en defensa de la tradición religiosa católica y de la monarquía carlista, y que durante la guerra civil española apoyó el alzamiento nacionalista encabezado por Francisco Franco.
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Sociedad
Tendencias / 1 María Belén Galeano
Videojuegos, un universo paralelo Un fenómeno en crecimiento, un mundo casi totalmente desconocido para los adultos. Los videojuegos suman adeptos amateurs y jugadores profesionales y conforman una floreciente industria global
Encender la pantalla y adentrarse a uno de tantos mundos posibles para extender la biodiversidad de tu planeta, ser una ágil arqueóloga, luchar por una alianza mágica o rescatar a un amigo no son sólo meros entretenimiento, y existen pruebas científicas para afirmarlo. Los videojuegos, además de ser la forma virtual de entretenimiento más popular de las últimas cuatro décadas, pueden aumentar destrezas cognitivas en quienes los practican, generar ingresos personales, fuentes de trabajo para millones de creativos, científicos, escritores y artistas gráficos, mover fichas importantes de la economía de un país y dar nacimiento a comunidades enteras de adeptos por las historias, las aventuras, la cultura general y la imaginación. Un estudio publicado por la empresa de marketing móvil Headway reve-
la que América Latina cuenta más de 200 millones de jugadores, lo que la convierte en el quinto mercado más importante para los videojuegos, detrás de China, Estados Unidos, Japón y Corea. No está determinado cuál fue el primer videojuego, pues depende de qué se entiende con este término, de las características y del contexto de creación. Algunos consideran como el primero a Spacewar! (1962) de los estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) Martin Graetz, Steve Russell y Wayne Wiitanen. Otras fuentes se remontan a Bertie the Brain (“Bertie el Cerebro”, de 1950, un juego de tatetí); mientras que muchos afirman que hablamos de videojuegos desde Pong (1972) de la compañía Atari. Una cosa es segura: los videojuegos son fruto de la
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inteligencia divirtiéndose y, por si fuera poco, para generar más diversión. En contraposición con la pasividad de medios como la radio y la televisión, algunos creadores los categorizan como el primer medio de entretenimiento activo digital antes del boom de internet. Con los videogames, por primera vez, el espectador era también designador de lo que percibía utilizando atención, enfrentándose a un “mini desafío”, valiéndose de cierto tipo de agilidad, estrategia y agudeza. Esto, situándonos en un contexto histórico que arrastraba rencores bélicos, constituía una aplicación alternativa del uso de las ciencias y tecnologías para “atacar al enemigo” para, en lugar de eso, generar diversión, crear espacios de encuentro y comunidades de amigos jugadores alrededor del mundo. Mejoran habilidades Los videojuegos se han vuelto una par-
Florian Olivo Unsplash
te de nuestras vidas, como los medios de comunicación, las computadores y los celulares; en algún momento tendremos que aprender a vivir moderando su uso y estar dispuestos a aceptar sus beneficios, que no frecuentemente son tenidos en cuenta. En efecto, ayudan a la rehabilitación motora, la activación muscular y la coordinación ojo-mano, por lo que hay empresas que firmaron convenios con gobiernos para rehabilitar de esta manera a sus militares heridos. Esta coordinación motriz también ayuda a acelerar el proceso de lectoescritura en niños con dislexia, según estudiosos del Istituto Scientifico Eugenio Medea y de la Universidad de Padua, en Italia, entre otros. Además, fomentan la actividad cerebral y el estado de flow [estado mental de máxima motivación]. Según Toshihiro Nishikado, creador de Space Invaders, el primer arcade japonés, el estado de
flow de los jugadores es una condición comprobada de concentración y placer cognitivo, la misma que atraviesan matemáticos, músicos, deportistas o creadores en pleno trabajo mental. Este estado genera “hormonas de felicidad”, combate el estrés y, mientras se está en él, el cerebro “crece” en capacidad al mismo tiempo que disfruta el momento. Aprender jugando es más divertido Mariela Agüero, experta en gamificación (o ludificación, técnica de aprendizaje que traslada la mecánica de los juegos al ámbito educativo), máster en educación y docente de literatura, centró sus estudios de maestría en la “generación Z” (estudiantes secundarios). En ellos, concluye que las actividades audiovisuales, el sistema de recompensas, la activación del instinto de competencia sana y la diversión de la gamificación hacían de esta técnica la más adecuada
para el proceso de aprendizaje, incluso para estudiantes universitarios. Agüero afirma que el juego y las nuevas tecnologías contribuyen a que el contenido sea más incisivo y los alumnos puedan aprender con mayor eficacia mediante retos con acciones concretas incluidas. Como “por ejemplo, diseñar dos personajes de distintos planetas y crear un lenguaje común entre dos mundos” explicó la profesional a Ciudad nueva. “Sé que hay juegos de video hasta de la Divina Comedia de Dante Alighieri, una obra de la transición de la Edad Media al Renacimiento. Si los chicos pueden tomar y contextualizar eso, ¡será un aprendizaje que no van a olvidar nunca! Que es lo que se busca”. Naturalmente, hablando de videojuegos, no todo es color de rosa. Veremos otros aspectos de su uso en la siguiente entrega. (continuará) Ciudad nueva - Octubre 2020
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Sociedad
La inseguridad que genera el delito / 4 José Deym*
Cárceles: en busca de alternativas El encarcelamiento es generalmente un castigo más que una oportunidad de redención. La justicia restaurativa, el acompañamiento de voluntarios y el enfoque de la “experiencia emocional correctiva” pueden ayudar a cambiar el modelo Antes de aventurar propuestas inéditas de sustitución de las prisiones, pueden todavía mencionarse algunas otras, aparentemente radicales, que provienen de autores abolicionistas. Sus representantes más conocidos, los holandeses Louk Hulsman y Herman Bianchi y los noruegos Nils Christie y Thomas Mathiesen, han propuesto un cambio de paradigma que consiste en revisar el concepto mismo de castigo. Por tratarse de propuestas que apuntan a abolir completamente el sistema penal, suenan demasiado utópicas. Además, los ejemplos que dan para solucionar conflictos –que es la forma en que definen a los delitos– suelen referirse a casos de delitos patrimoniales leves y de fácil reparación. Un marco teórico más realista para encuadrar las ideas que subyacen a las
alternativas al encierro, a la reparación a las víctimas y a los procesos de conciliación y mediación penal, puede encontrarse en la llamada “justicia restaurativa”. Este término fue acuñado en Estados Unidos por Albert Eglash en 1975 y fue desarrollado por numerosos criminólogos, muchos de ellos también estadounidenses, como Howard Zehr, pero también de otros países, como la canadiense Ruth Morris, el belga Tony Peters y el australiano John Braithwaite, entre otros. La justicia restaurativa sostiene que la reparación a las personas -incluyendo a la comunidad como un todo- y la restauración de la situación que existía antes del delito, son más importantes que el castigo de la infracción. Esta visión coincide parcialmente con algunas teorías abolicionistas, pero su
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objetivo explícito no es suprimir el sistema penal y ni siquiera la prisión, sino producir situaciones que requieran menos su uso. La justicia restaurativa promueve una relación diferente de la actual entre la sociedad y quienes han cometido un delito. Un ejemplo es el sistema desarrollado por Braithwaite, mediante el cual se condena enérgicamente el hecho y se intenta que su autor se responsabilice por lo actuado y procure repararlo, pero sin ensañarse con él. Se denomina “reintegrative shaming”, que significa avergonzar al autor de un delito, pero hacerlo en forma reintegrativa, mediante el mensaje: “Debes avergonzarte de tu acción, pero no de ti mismo, porque, aunque lo que hiciste es decididamente malo, no por eso eres tú necesariamente malo”. Estas propuestas, que sostienen que la reparación a las víctimas debería ser prioritariamente atendida y que el mismo ofensor debería participar en ella, contribuyen a que el paradigma basado en el par delito-castigo -que hoy todavía parece algo totalmente irreductiblevaya girando hacia el par delito-reparación. Sin embargo, los tímidos ensayos de llevar adelante estas ideas se han li-
Hugo Oviedo Pino Flickr
mitado, en general, a conflictos penales de tipo patrimonial, de poca importancia, y en casos de delitos cometidos por infractores juveniles, donde tienen cierto éxito. En cambio, cuando ocurren ofensas serias y daños de carácter irreversible -como homicidios, heridas graves o delitos sexuales- prevalece la representación social que ve a las víctimas admitiendo sólo, como reparación, el castigo del ofensor, lo cual mantiene en pie el sistema retributivo. La justicia restaurativa, en tales casos, queda excluida y de este modo, el paradigma punitivo sigue incólume. Resocialización en el encierro Tampoco escapa a la discusión sobre la posibilidad de sustituir la prisión por otros métodos de repuesta al delito, el tema de los intentos de resocialización. La idea de resocializar durante su cautiverio a las personas que han delinquido ha sido promovida, criticada, abandonada y nuevamente reflotada. En 1974, el antropólogo Robert Martinson, en un famoso trabajo de investigación sobre los programas de rehabilitación de los detenidos en Estados Unidos, concluyó que “nada funciona”.
¿Qué es lo que funciona? Preguntas y respuestas sobre reforma penitenciaria fue una publicación cuya conclusión –“nothing works”– fue adoptada como paradigmática por un amplio sector de críticos del sistema. Si bien Martinson, con esta conclusión, sugería como corolario que los métodos de rehabilitación debían modificarse sustancialmente para obtener buenos resultados, en el imaginario popular se instaló la idea de que no solamente nada funcionaba, sino que no funcionaría nunca. ¿Y por qué? Sencillamente porque se suponía que los delincuentes -o, al menos, la gran mayoría de ellos- eran incorregibles. Esta idea contrastaba ostensiblemente con la frase que un siglo antes había acuñado la especialista en pensamiento jurídico penal y visitadora de presos española, Concepción Arenal, quien, como testimonió en sus Cartas a los delincuentes, que publicó en 1863, dio alta prioridad a la enmienda de la conducta a través del arrepentimiento: “No hay incorregibles, sino incorregidos”. Con lo cual daba a entender que los métodos que se estaban usando aún no se habían perfeccionado lo suficiente como para obtener los resultados deseados.
Pero ahora no había vuelta atrás. La frase “nothing works” se constituyó en indeleble para una inmensa mayoría de especialistas, y la cárcel, durante muchos años, sólo se concibió como un método de castigo, sin importar su eficacia o resultado alguno. Sin embargo, la idea de resocializar y reencauzar socialmente a los delincuentes volvió paulatinamente, y está siendo analizada cada vez más, básicamente a través de intentos -fallidos en muchos casos- de mejorar las condiciones de detención. También cabe destacar el trabajo de voluntarios en la cárcel, mayormente de grupos cristianos, pero también de otras religiones, que intentan llevar mensajes de consuelo y espiritualidad e incentivar la conversión. La Fundación Espartanos, en Argentina, fomenta esta perspectiva mediante la práctica de rugby, la orientación a valores y la oración. Estos intentos están en línea con el enfoque psicoterapéutico de Franz Alexander (1891-1964), un psiquiatra de origen húngaro que trabajó gran parte de su vida en Estados Unidos. Alexander elaboró el concepto de “experiencia emocional correctiva”, indicando y desarrollando las implicaciones que puede tener sobre la personalidad un tratamiento que, más allá de sus características materialmente violentas o no violentas, se constituye en un ataque al equilibrio emocional de una persona. Este concepto de experiencia emocional correctiva, no muy actualizado ni atendido en el ámbito penal -excepto por la mencionada acción de los voluntarios, que es débil porque no está sistematizada oficialmente y es llevada a cabo por personas ajenas a la conducción de las cárceles- abre una posibilidad que no se ha explorado debidamente y que, si se oficializara, podría acercarse al cambio radical buscado. Lo desarrollaremos en el próximo artículo de esta serie. *Doctor en Psicología Social especializado en Criminología. Artículo publicado originalmente en la revista Criterio de Buenos Aires con en título Cárceles: propuestas radicales pero incompletas. Ciudad nueva - Octubre 2020
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Personaje
Miguel Tabares Santiago Durante
Un “ángel” en la tierra Su segundo nombre resume lo que este enfermero significa para quienes son testigos de su cuidado y acompañamiento a personas en la etapa final de sus vidas
Hablar con Miguel Ángel, ya sea de manera presencial o a través de una video llamada, como en este caso, lo llena a uno de paz y serenidad. Esas dos sensaciones, y muchas otras también positivas, son las que cualquiera buscaría experimentar siempre y, sobre todo, para vivir los últimos instantes de la vida. Es en esa etapa de la existencia en la que este hombre de 50 años, nacido en Alta Gracia, Córdoba (Argentina), acompaña a sus pacientes y sus respectivos familiares, poniendo en práctica con plenitud su vocación de enfermero especializa-
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do en cuidados paliativos, combinándola con su vocación de focolarino.
todo pensando en personas que quiero y que son ancianas.
–¿Cuándo y cómo surge tu deseo de ser enfermero? Estudié enfermería de grande, a los 37 años, porque mi vocación a esta tarea nace cuidando a mi mamá en terapia intensiva. Mientras la acompañaba nació dentro de mí un pensamiento: esto que hago por mi mamá, y que muchas veces hacía con las personas que estaban internadas a su alrededor, quizá puede ayudar también a otros. Sobre
–¿Cómo fue asumir esa confirmación vocacional mientras vivías lo que seguramente era un momento doloroso por la enfermedad de tu madre? La experiencia tal vez era de dolor pero quizá también tuve las herramientas para poder vivirlo. No fue decir “estudio esto porque quiero ser un salvador”, sino porque era la manera de ayudar a otros. No puedo decir que esta vocación
nace del dolor sino de ver la posibilidad de llevar algo de alivio a estas personas que sufren. Dentro del dolor que atraviesan, ayudarlos en su propia dignidad para sobrellevarlo. Que no sea una persona que solo está en la fase final de su vida y que queda olvidada, sino que es un ser completo, entero. –¿Te referís a un cuidado integral, no solo físico? Me especialicé en el “cuidado paliativo fase final”, pero también curativo y por ancianidad. Una cosa que aprendí con la experiencia es que este ser que miro es un ser sagrado. Por eso trato de ser muy cuidadoso, sin descuidar su historia y su familia. Hay todo un cuidado completo, holístico (biológico, social y espiritual), más allá de las creencias del paciente. –Sin dudas un plus a lo que es la tarea “técnica” del enfermero... Exacto. Uno de los pacientes de ahora no solo me pidió el cuidado físico sino el cuidado y acompañamiento emocional y espiritual. Esta persona me dijo: “No creo en Dios pero necesito a alguien que me acompañe a transitar esta etapa y redescubrir esto que puede ser que esté pero que yo no lo he desarrollado”. Voy muy despacio, con mucho respeto, haciendo preguntas muy cuidadosamente y doy mucho tiempo a la respuesta. Trato de que la persona trabaje con su “Dios interior”. Uso así la palabra porque muchos saben que existe
un ser supremo, evalúan su vida y sienten la necesidad de profundizar este aspecto antes de dejar esta tierra y pasar a otro plano. Por otra parte, es importante trabajar mi propia interioridad. Son muy sinceros y si estoy ansioso se dan cuenta, entonces tengo que bajar un cambio. Por lo general son pacientes oncológicos, muy demandantes, y tengo que trabajar mucho en la paciencia, no perder la paz. Siempre que entro a una habitación tengo en cuenta la sacralidad. Estoy delante de alguien que es muy sagrado, y en ese sentido es el cuerpo de Jesús que estoy cuidando. Es Jesús sufriente y abandonado que me regala la posibilidad de cuidarlo. –¿Cómo es la relación con los seres queridos del paciente? Imagino que puede haber familiares que están enojados con la vida por ver a su pariente en esa situación y personas agradecidas por la calidad del acompañamiento... Mi trabajo es por recomendación, entonces por lo general tienen una idea previa de cómo trabajo. No obstante, siempre les digo que yo me incorporo al cuidado. Ellos, como familia, ya son un equipo y mi presencia tal vez trae algo que puede ayudar pero sin dejar de lado los aportes de ellos. Muchas veces me encuentro con familias que no están completamente unidas y ahí el trabajo es uno a uno con las personas, buscando aquello que los puede acercar en-
tre sí. Se dan experiencias muy lindas. –Hay mucha entrega de tu parte en este trabajo. ¿Qué sentís que recibís del paciente? Mucho. Primero depende de los estadios, porque la persona puede encontrarse en la fase de “no aceptación del diagnóstico”. Entonces uno tiene que acompañar desde la pregunta pero sin dar respuestas: “¿Vos qué pensás sobre lo que estás viviendo?”. Y busco muchos espacios para que la persona pueda expresar todas sus emociones. Puede pasar que tal vez el médico haya sido un poco fuerte cuando dio el diagnóstico y las personas piensan que se van a morir inmediatamente. Entonces les digo: “Puede ser que tengas poco tiempo de vida, pero la última palabra, si vos creés en alguien superior, la tenés vos y tu Dios interior”. Y se abre la posibilidad de que el paciente tenga el deseo de analizar y revisar en su vida aquello sobre lo que le gustaría pedir perdón, agradecer a alguien o dedicar un poco de tiempo a aconsejar a sus hijos. Como apunto mucho al vínculo con el paciente, respeto mucho ese momento en que un familiar pueda entrar, estar con la persona y yo me quedo afuera. Ese espacio es de ellos. Y se dan sanaciones muy profundas. –Seguramente has presenciado la partida de algunos pacientes. ¿Cómo vivís ese momento? He podido acompañar a muchas personas. En muchos casos se ha genera-
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Personaje
Miguel Tabares Santiago Durante
do una empatía tan profunda que los pacientes me han elegido para morir conmigo al lado porque, según me decían, les transmitía serenidad y seguridad. Pero les aclaro que no soy yo sino alguien más grande que me las da en ese momento. Y me pasa algo fisiológico, porque siento lo mismo que el paciente está sintiendo. Es muy fuerte. Empiezo a sentir que mi corazón late más fuerte de lo normal. Miro a la persona porque veo que en ella se produce algo muy grande y le hago la pregunta de si está por partir. Algunas pueden responder, otras no. Pero su cara es como si se transfigurara. Es muy sagrado ese momento. Yo tengo que estar muy atento, porque es como si el paciente estuviera entre el cielo y la tierra, como en un despegue para pasar a otro plano. Por eso tengo que ser muy cuidadoso de no entorpecer ese momento sagrado. Para ello nunca trabajo cansado. Mis reflejos y mis sentidos tienen que estar alertas a todo. Por lo general las personas tienen mucho miedo a ese momento de partida. Y a veces en la medicina se usan analgésicos para que la persona esté sedada o tranquila y yo le digo “conmigo no lo vas a necesitar, pero no por mí sino porque Dios o el ser en el que vos creés, que es más grande que nosotros, te va a acompañar en este despegue. Y no vas a sentir nada”. Y la persona lo logra hacer. Entonces parte muy lúcida. Es muy fuerte porque vos tenés que dejar que pase Dios lo más transparente posible frente al dolor. En el caso de que haya otros seres queridos les pido, si son creyentes, que recen con él. No alcanzan las palabras para describir lo que se produce, más allá del dolor que genera. A estas personas les sugiero además que en lo posible se acerquen y le digan todo lo hermoso que esa persona les brindó (sobre todo cuando hay cuestiones no cerradas) y que van a ser felices ellos también, le agradecen y le piden perdón, aunque no haya nada para pedirle perdón. Entonces la persona siente que fue importante. –¿Hay lugar para la alegría en un contexto ya de por sí dramático? Soy cordobés y trato de darle un to-
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que de humor, que hace bien. En todo este dramatismo también hay que hacer ver todo lo bello, entonces les pido que me cuenten mucho de sus vidas. Hay momentos de chistes, con respeto, que se sienta que nace de ellos y se produce mucha alegría. Cada segundo vale y aprovechan para vivirlo. A un paciente que estaba cuadripléjico le habían dicho que se moría en seis días. Él tenía 55 años, hijos adolescentes y una esposa destruida emocionalmente. “¿Quién dijo que te vas a morir en seis días? La médica no tiene la última palabra”, le aclaré. Sin ser creyente, le hablé de un ser superior que tenía la última palabra, que quizás ese tiempo se extendía y que no podía dejar de vivir ese momento con plenitud. Le pregunté qué le gustaría hacer. “Cebarle
mates a mi esposa”. Las manos todavía las podía mover. Vivió tres meses y le pudo cebar mates casi hasta el último día. Muchas veces nuestras palabras son valiosas, importantes y no podemos dar sentencias. Por eso trato de que el paciente sienta este pasaje de su vida distinto y que pueda aprovechar a su familia. “Mirada luminosa”, “sonrisa”, “compañía”, “humor”, “un ser inolvidable, enviado por Dios”... Son solo algunas de las expresiones con las que los familiares de sus pacientes describen a Miguel después de haber tocado sus vidas a través del cuidado de un ser querido. Características que con su humildad él las atribuye a una gracia de Dios. La gracia de ser un ángel en la tierra.
Otra mirada
Gebé y Doblevé
Lucia y Máximo Massimino
Vida de familia
Resistir Entre las noticias de hoy resaltó un titular: “Estrés por cuarentena: padres exhaustos”. En efecto, el periodo desde marzo hasta hoy fue particularmente difícil también para nuestra familia. El trabajo desde casa se superponía con las lecciones a distancia de nuestros hijos más grandes y con el entretenimiento de la pequeña Margarita, pasando por las inevitables crisis de una convivencia de 24 horas. Si a esto le sumamos la falta de horarios del “trabajo inteligente” y la falta de alternativas a la “adoración” de una pantalla (pequeña o grande) por parte de los niños, entendemos por qué después de un tiempo hay quien comience a hablar, quizás exagerando un poco, de parental burnout (“agotamiento de los padres”). Ahora va ciertamente mejor, pues
la vida afuera se reanuda lentamente, pero la sensación de cansancio, quizás más mental que físico, persiste, quizás alimentada por la incertidumbre acerca del futuro. Cuando alguien nos pregunta: “¿Cómo están?”, la respuesta que nos surge es: “resistiremos”, porque eso es exactamente lo que queremos hacer: resistir la fatiga y el cansancio, sin perder las ganas de seguir adelante juntos. Un aspecto que siempre hemos tratado de mantener a lo largo de los años es la salvaguardia de la pareja: al fin y al cabo, antes de ser padres, somos marido y mujer y éste es el aspecto que más hemos echado de menos en los últimos meses. El rol parental es cansador y hermoso, porque significa cuidar a personas que se están desarrollando y que te necesitan, pero también hay que
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cuidar la relación de pareja, como a una criatura siempre viva y en crecimiento. Así que intentemos, retomando de a poco, de algún modo, las actividades “habituales”, cuidar, además de la familia, la relación de pareja, para poder regenerar los vínculos y afrontar juntos el futuro aún incierto día a día, con una fuerza renovada que es la única que realmente nos permitirá “resistir”.
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Mundo
Brasil / 2 Maria Clara Lucchetti Bingemer (desde Brasil)*
La crisis política En la entrega anterior, la autora analizó la penosa situación que aflige al “Gigante norteño” desde el punto de vista sanitario y económico. En esta segunda y última parte se detiene en los aspectos políticos.
Desde que comenzó la pandemia, tres ministros han sido desplazados. Además de los dos de Salud ya mencionados, el 24 de abril renunció Sergio Moro, el juez que se había hecho famoso por combatir la corrupción, liderando la operación “Lava Jato” que culminó con la prisión del expresidente Luis Inácio “Lula” da Silva. Ministro de la primera hora de Bolsonaro, Moro dejó el Ministerio de Justicia presentando denuncias gravísimas contra el primer mandatario, a quien acusó de tráfico de influencias, venta de cargos e interferencias indebidas en los nombramientos en la Policía Federal y departamentos de Seguridad de algunos estados a fin de beneficiar a sus hijos, acusados de dudosas actividades con dinero público. Una vez fuera del Gobierno, Sergio Moro amplió las denuncias y generó uno de los muchos procesos de pedidos de impeachment que se tramitan en el Máximo Tribunal, comprometiendo al presidente y al vicepresidente de la Re-
pública, el general Hamilton Mourão. En paralelo, todos los fines de semana Bolsonaro recibe frente al Palacio de Gobierno a seguidores que piden la intervención militar en Brasil y organizan actos en contra de las libertades democráticas. Para contrarrestar estas iniciativas, se organizaron varios movimientos opositores integrados no solamente por los partidos de izquierda, sino por todas las fuerzas de la sociedad civil que quieren la salida del actual mandatario. Bolsonaro tiene -en el momento de escribir este artículo- entre el 25 y el 30 % de aprobación en las encuestas de opinión. Con el respaldo que implica que el 70 o 75 % de la población ya no lo quiere en la Presidencia, se realizan manifestaciones y actos públicos para exigir su salida. Pero les juega en contra la pandemia, que impide que muchos salgan a las calles para mantener el aislamiento social. La crisis múltiple –sanitaria, económica y política– plantea un enorme desafío a la fe y la esperanza de todos los que
El presidente Jair Bolsonaro con el exministro de Justicia, Sergio Moro.
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vivimos en Brasil. Tenemos dificultades para intuir una salida y una perspectiva de futuro en medio del caos que se ha instalado en nuestro país desde que un excapitán del Ejército, expulsado de las Fuerzas Armadas por mal comportamiento, ha llegado a la presidencia de la República por el voto directo en 2018. Insistir en abrir brechas a la trascendencia resulta tan necesario para respirar como el aire que falta en los pulmones de los enfermos por el Covid-19. Y eso implica reflexionar especialmente sobre el sentido de la vida en medio de tanta muerte que tiende a crecer y ganar espacio. La búsqueda del sentido No pedí nacer y no quiero morir: este es el tema de la cuestión humana por el sentido. Y, sin embargo, la única cer-
Alan Santos
teza es que algún día moriré. Y ese día podría ser hoy, el próximo minuto, dentro de muchos años. La incertidumbre que acompaña a la certeza de la muerte hace que la vida humana sea única y llena de misterio. El hecho de cuestionar la muerte, de hacer todo lo posible para evitarla, plantea la cuestión de que los seres humanos se entienden a sí mismos como hechos para la vida y no para la muerte. Deseamos la vida. Y desde la fe podemos percibir que Dios no guarda silencio frente al dolor y el sufrimiento humanos. Por el contrario, se encarna y entra en este dolor y sufrimiento, asumiendo la vulnerabilidad de su criatura. Sufre en la carne y el dolor de las víctimas, abrazando su sufrimiento desde el interior. Por otro lado, el trabajo incesante de los justos, creyentes y no creyentes, ex-
presa que Dios no es cómplice del mal. Por el contrario, aunque no se lo conozca ni se lo nombre, Dios está luchando sin cuartel contra la injusticia y su fruto perverso, que es el sufrimiento de los inocentes. En esta lucha se hace presente, identificado con la víctima, y su pasión sigue su camino misterioso. Como dijo el Papa Francisco, “nuestras vidas están entretejidas y respaldadas por personas comunes, generalmente olvidadas, que no aparecen en los titulares de periódicos y revistas o en las grandes pasarelas, pero que, sin duda, escriben hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia”. Seguramente se refería a todos aquellos que, pertenecientes a diferentes religiones o a ninguna, están expuestos al riesgo de contagio por cuidar a los enfermos de la pandemia. Y también están ayudando
a los pobres allí donde se encuentran, desamparados y vulnerables frente a la fuerza avasalladora de un virus para el cual todavía no hay remedio ni vacuna. En medio de la dureza extrema de esa múltiple crisis, amenazados por diversos “virus” –de la corrupción, de la opresión, de la injusticia–, la esperanza se filtra por la experiencia de la actividad de esos justos. La hemos estado experimentando durante meses por medio de las vidas anónimas que tejen nuestra historia: agentes y profesionales de la salud, líderes comunitarios y muchos otros. Apoyados sobre la grandeza de estos brasileños hay esperanza de que Brasil pueda levantarse del abismo donde se encuentra y reconstruir su futuro. *Teóloga y escritora brasileña, profesora en la Universidad Católica de Río de Janeiro. Ciudad nueva - Octubre 2020
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Zona de diálogo
Capítulo 34
Algunas maneras de iluminar la “noche del diálogo” Continuamos con la experiencia de Antonella, quien nos cuenta cómo personas creyentes y no creyentes se han presentado y han actuado juntas en diferentes ámbitos sociales, sin la necesidad de tener que declarar de antemano una pertenencia religiosa o ideológica. “Todo nació —relata Antonella— de las relaciones humanas; no fue planificado en un escritorio: se desarrolló según la evolución natural de los vínculos que poco a poco se iban consolidando entre las personas, con la alegría de poder disfrutar la libertad del intercambio y gozar del compartir con todos. Aquello que siempre me atrajo en la relación con los amigos del diálogo es que, a medida que nos conocíamos, también compartíamos la dimensión de la herida, de las dificultades, de los dolores.” “Siempre me impactó conocer a personas privadas de certezas y seguridades, personas capaces de cultivar la duda; no la duda en sí misma, como especulación nihilista, sino como permanente interrogación de sí mismo, del propio actuar, del propio estar en el mundo. Para tratar de explicar con una imagen, diría que es como mirarse a uno mismo desde afuera, para tratar de verse, comprenderse.” “La herida es también para mí el espacio de la duda sobre uno mismo, sobre las propias convicciones y el propio obrar. Esta es una situación que veo también en algunas personas con las que con los años la relación se ha vuelto íntima: la relación es siempre relación como entre dos labios de una herida de la cual yo y la otra persona somos
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los dos márgenes. Las cosas se mueven, las situaciones evolucionan y se dan pasos hacia adelante, y justo por esto, a veces sin ni siquiera hablar, porque no se confunde el diálogo con el uso de la palabra, no hay necesidad de llenar el silencio entre las personas con las palabras.” “Con las personas del Movimiento, he aprendido a permanecer en la relación aun cuando pareciera que no sucede nada, a pesar de que mi naturaleza me empujaría a intervenir y a ser intransigente, a moverme primero. Ésta no siempre es la actitud adecuada. A veces quizá es solamente el estar, la pérdida, lo que puede servir a quien está a mi lado porque puede ser que la persona esté viviendo una situación de sufrimiento en la cual la palabra puede resultar superflua. Si la persona quiere estar sufriendo o está sufriendo a pesar de sí misma, en silencio, el modo en que yo puedo compartir ese sufrimiento, ese silencio, es estando también yo en silencio. Esta es una cosa que he vivido justamente en la relación con personas muy diversas a mí, también en el grupo del diálogo.” “A veces advertimos que es un sentir recíproco y se llega, también inexplicablemente, a tocar la carne del otro, las zonas sensibles de su ser. En mi opinión, la belleza y la riqueza de este es-
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tado es que los bordes de esta ‘herida’ (que es la relación entre personas, entre diferentes seres) son elásticos. Hay dolor pero no solo eso. Existe el impulso de enmendar, que te permite moverte y progresar y aceptar de la otra persona incluso lo que no nos pertenece.” “Experimento que esta elección lleva a un enriquecimiento considerable y veo, entre otras cosas, que no se limita a la relación con la otra persona, sino alrededor de la herida, ahí, entonces se crea el espacio donde otras personas tienen libre acceso y la relación se abre.”
Cultura de la unidad
Claves para la convivencia / 27 Jesús Morán
Sed de justicia
Mientras estaba de viaje en Brasil, en noviembre pasado, estallaban los desórdenes sociales en Chile. Las manifestaciones multitudinarias y la violencia excesiva de algunos actos de protesta sorprendieron la opinión pública mundial, que consideraba ese país como uno de los más estables del contiente. Sin embargo, para quien conoce Chile de cerca, por haber vivido allí, y no poco tiempo, como es el caso de quien escribe estas líneas, esos acontecimientos no fueron para nada una sorpresa. Después de la dictadura de Pinochet, el país austral vivió un sucederse de gobiernos demócratas cristianos, socialistas y liberales de derecha, sin que la crónica desigualdad económica y social que aflige duramente la convivencia entre sus habitantes encontrara una respuesta adecuada o, al menos, algu-
na perspectiva de solución. Bastó entonces el anuncio de la suba del pasaje del subte, orgullo de los capitalinos, para destapar la olla y hacer estallar la rabia, contenida hasta ese momento. Casi contemporáneamente, en la vecina Bolivia las manifestaciones populares, con el apoyo de Policía y Ejército, que se generaron por la sospecha de fraude en las elecciones, provocaron la caída del gobierno del presidente Evo Morales. En síntesis: manifestaciones populares desbordantes de ira, y una sensación de cansancio ya incontenible y de rechazo a gobiernos de signo contrario: liberal de derecha en Chile, populista de izquierda en Bolivia. Por no hablar de lo que pasó en Hong Kong y en otras partes del mundo. ¿Qué sucede? Algunos observadores de mirada lúcida y sabia hablan de un cambio de
época irreversible. Uno de ellos es sin duda el Papa Francisco, pero también filósofos como el chileno Gastón Soublette, de quien pude escuchar una conferencia sobre la crisis en su país, y muchos otros. Es evidente: las esquematizaciones mentales con las que acostumbrábamos referirnos a las distintas concepciones de lo social -es decir, simplificando al máximo, la visión de derecha y de izquierda-, ahora no se sostienen y saltaron por los aires. Un ejemplo clarísimo: ¿podemos hablar hoy de China como una nación comunista? Hoy hay una sed de justicia generalizada, encendida en millones de personas en todo el planeta, que espera con urgencia una respuesta. Debo admitir que no sé cuál puede ser esa respuesta, en su articulación concreta. La única cosa que llego a visualizar como perspectiva de esperanza (y en esto estoy de acuerdo con el filósofo chileno que mencioné) es el crecimiento deseable y posiblemente imparable de “minorías creativas” capaces de hacer frente a la actual crisis antropológica (porque de esto se trata) con propuestas de pensamiento y vida simples, radicalmente opuestas al homo economicus, tecnológico, mercantilista y consumista que el actual sistema global nos quiere imponer. Estas “minorías creativas” deben estar bien formadas en el pensamiento relacional, para contrarrestar el individualismo exasperado como ideología de nuestro tiempo. Al mismo tiempo, y como consecuencia inmediata de esa forma mentis relacional, deben resistir la tentación de ceder a un inmanentismo absoluto, ciego a cualquier forma de trascendencia. La apertura a la trascendencia, que es más que una actitud religiosa, nos libera de formas de finitud material que nos quitan el aliento y la capacidad de elevarnos a cosas más altas y hermosas. Por último -pero no menos importante-, es preciso recuperar el amor como categoría existencial y social, la única que nos lleva a lo mejor de nosotros mismos. Solo el amor calma la sed de justicia. Ciudad nueva - Octubre 2020
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Palabra de Vida
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“Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”
(Lucas 14, 11)
Gera Juarez Cathopic
Los Evangelios nos muestran a menudo a Jesús aceptando con gusto las invitaciones a comer: son momentos de encuentro, ocasiones para estrechar amistades y consolidar relaciones sociales. En este fragmento del Evangelio de Lucas, Jesús observa el comportamiento de los invitados: hay un apresuramiento por ocupar los primeros lugares, reservados para las personalidades; es palpable el ansia de emerger unos sobre otros. Pero él se refiere a otro banquete: el que será ofrecido a todos los hijos en la casa del Padre, sin “derechos adquiridos” en nombre de una presunta superioridad. Es más, los primeros puestos serán reservados precisamente para quienes elijan el último lugar, al servicio de los demás. Por ello proclama: “Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”. Al ponernos en el centro nosotros mismos, con nuestra ambición, nuestro orgullo, nuestras pretensiones y nuestras quejas, caemos en la tentación de idolatría, es decir de adorar falsos dioses, que no merecen honores y confianza.
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Por lo tanto, la primera invitación de Jesús parece ser la de bajar del “pedestal” de nuestro yo para no poner en el centro nuestro egoísmo, sino a Dios mismo. Él sí puede ocupar el lugar de honor en nuestra vida. Es importante darle espacio, profundizar nuestra relación con Él, aprender de Él el estilo evangélico del anonadarse. En efecto, ponernos en el último lugar es precisamente ubicarnos en el lugar que Dios mismo eligió en Jesús quien, si bien era el Señor, optó por compartir la condición humana para anunciar a todos el amor del Padre. En su escuela aprendemos también a construir la fraternidad, es decir, la comunidad solidaria de hombres y mujeres, adultos y jóvenes, sanos y enfermos, capaces de construir puentes y servir al bien común. Tal como Jesús, también nosotros podemos acercarnos a nuestro prójimo sin temores, ponernos a su lado y caminar juntos en los momentos difíciles y alegres, valorizando sus cualidades, compartiendo los bienes materiales y espirituales, dando fuerzas y esperanza, perdonando. Alcanzaremos así el pri-
mado de la caridad y de la libertad de hijos de Dios. En un mundo enfermo de arribismo, que corrompe la sociedad, ir contracorriente es una revolución genuinamente evangélica. Esta es la ley de la comunidad cristiana, como escribe el apóstol Pablo: “Que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos”1. Como escribió Chiara Lubich, “en el mundo las cosas están en un orden completamente diferente. Rige la ley del yo. Y conocemos sus dolorosas consecuencias: injusticias e iniquidades de todo tipo. Sin embargo, el pensamiento de Jesús no se dirige directamente a todos estos abusos, sino que apunta a la raíz de donde surgen: el corazón humano. Para él es necesario transformar el propio corazón y, en consecuencia, adoptar una actitud nueva para establecer relaciones auténticas y justas. Ser humildes no quiere decir simplemente no ser ambiciosos, sino ser conscientes de la propia nada, sentirse pequeños frente a Dios y, en consecuencia, ponerse en sus manos, como un niño. ¿Y cómo vivir este anonadarse? Haciendo todo, como Jesús, por amor de los hermanos y hermanas. Dios considera hecho a él lo que se hace por ellos. Por lo tanto, hay que servirlos. El ensalzamiento llegará ciertamente en el mundo nuevo, en la otra vida. Pero, para quien vive en la Iglesia, esta inversión de situación se da ya en el presente. En efecto, quien manda debe ser como uno que sirve. De esta manera la Iglesia, donde se viven estas palabras, puede ser para la humanidad un signo del mundo que vendrá”2. Letizia Magri 1 2
Filipenses, 2, 3. Palabra de vida, octubre de 1995.
Palabra vivida
Entre diferencias y coincidencias Hace unos días, recibí un correo electrónico de un amigo, Toni, con quien nos conocemos desde hace años, compartimos el ideal de la unidad y con el que me une -además de una linda relación de afecto mutuo- el interés por la política. En el correo, compartía conmigo un texto que él había escrito sobre cuestiones vinculadas con la intervención de la Policía frente al accionar de los delincuentes en la vía pública. Además, me pedía mi opinión sobre lo que él había escrito. Lo lindo y lo interesante de este pedido es que con Toni estamos políticamente en veredas opuestas; pensamos distinto, tenemos miradas diferentes sobre la realidad. Cuando leí su escrito me detuve a analizarlo. Pensé en algunos argumentos, busqué material para respaldar lo que pensaba y redacté la respuesta. Y
lo hice con gusto porque, como profesor de Historia que soy, el tema me interesa. Además, estoy acostumbrado al debate con personas que piensan diferente. Unos días después, recibí la respuesta de Toni. En la primera parte, él enumeraba los señalamientos y las críticas que yo le había hecho. Luego expresaba una serie de respuestas a mis planteos y al final, se despedía con una frase que me impactó: “Parece increíble que pensando tan distinto, podamos ser amigos, pero así seguirá siendo”. Cuando la leí, me quedé pensando: “Sí, es verdad que pensamos distinto pero al mismo tiempo… ¿no tenemos coincidencias importantes?”. En ese momento, se me ocurrió responder a su último correo poniendo de relieve, en primer lugar, aquello en lo que sí coincidíamos. Y me encontré con que, pese a las diferencias, ha-
bía un sustrato en común desde el que construir el diálogo. Confieso que nunca antes se me había ocurrido hacer algo así. El intercambio siguió, siempre en un marco de respeto. Seguimos pensando de diferente manera en muchos temas. Pero yo comprendí que al entablar un intercambio de este tipo es fundamental tener presente que, además de pensar en rebatir la opinión del otro, hay que abrir la cabeza y el corazón para poder ver y resaltar las coincidencias. Pablo Fazzari (Buenos Aires)
Acompañando en el dolor
La señora que cuida a mi suegra tuvo que irse antes por un problema personal. Le mandé un mensaje para saber cómo estaba, y me contó que estaba
trayendo a una hija que estaba pasando por un momento duro de adicción al alcohol, para internarla. Me dijo que la chica estaba muy mal, los hijos y el marido no le hablaban y que ella la había llevado a su casa para ayudarla. Ante este dolor pensé en Jesús abandonado en la cruz y me dije: “Que pueda sentirse acompañada, al menos con mis palabras”. Y me puse a su disposición. Me dijo que no encontraba un psiquiatra que la pudiera atender esa semana y esa situación la aturdía, así que le conseguí el número del psiquiatra que había ayudado a mi mamá en una clínica de Rosario y también le pasé el teléfono del que viene cada 15 días a
atender en nuestra ciudad. Le comenté: “Recemos para que la puedan ver esta semana”. Cuando la llamé al día siguiente me dijo: “Conseguí una consulta para este viernes: justo viene el doctor a Las Rosas”. Fue muy lindo hacerle sentir que no estaba sola… Y también le pude contar de la Fazenda de la Esperanza y del Grupo Esperanza de Vida, de acompañamienos para adictos, y ponerla en conocimiento de otras terapias que podrían ayudar a su hija, y ayudarla a ella a sentir que va a salir adelante. Evelyn Sagripanti (Las Parejas, Santa Fe, Argentina) Ciudad nueva - Octubre 2020
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Especial
Centenario Chiara Lubich 1920-2020 Patricia Santoianni
América Latina, el continente de la esperanza ¿Cómo resumir la mirada de Chiara Lubich sobre esta porción del mundo? Ella decía: “Soy un pincel en las manos del Artista”. Así lo fue, y gracias a sus visitas y a su aguda capacidad de escucha y de observación, “pintó” trazos de un cuadro realista y esperanzador Aquel “Artista”, a través de ella regalaba a la humanidad un carisma que precisamente llegaba a estas tierras cuando el Concilio Vaticano II maduraba una renovación audaz. Sus reflejos en América Latina se vieron plasmados en los documentos de las Conferencias Episcopales de Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007). Después de siglos de una pastoral dedicada casi exclusivamente a la conservación de la herencia del pasado, con Medellín y Puebla nacía un nuevo modo de ser y hacer Iglesia, que planteaba el compromiso de todo cristiano en la transformación de la realidad económica, política y social como encarnación del Evangelio. En esta coyuntura histórica llegaban a nuestro continente los primeros anuncios del carisma de la Unidad, que desde sus orígenes integraba vida evangélica y compromiso social. Dejemos a una de las primeras compañeras de Chiara, Lía Brunet, narrarnos
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esos momentos: “Después de horas y horas de avión, con una cierta emoción divisamos tierra: es la isla de Natal. El agua del océano penetra con su espuma sobre la costa y el azul de sus diversas corrientes contrasta con la tierra roja del nuevo continente que nos espera”1. Lía, Marco Tecilla y Fiore Ungaro desembarcaban en Recife en 1958. Un año después, Chiara misma llegaría también allí a visitar los dos primeros focolares de Sudamérica, el mismo día que Fidel Castro asumía el gobierno de Cuba. Nada es coincidencia, lo comprenderemos más tarde. La Iglesia de aquellos años penetraba en las situaciones concretas, se dirigía no sólo a los bautizados sino a todos, cristianos de otras Iglesias y aquellos que no se concebían creyentes de alguna religión. Desde la mirada a la fraternidad universal, también el mensaje de Lubich buscaba, como hasta hoy, invitar a todos, más allá de un credo religioso, a ser parte de una humanidad nueva hermanada por el amor.
Por aquellos años, Chiara en comunión con el “Artista” nos iluminó sobre cómo el Evangelio está hecho para cada cultura. Invitó a los jóvenes a ver cada continente en su designio particular, aquello que tiene de propio para ofrecer al resto de los pueblos. Penetrando en las oscuridades –hoy con el Papa Francisco diríamos las periferias materiales y existenciales– fue rescatando aquellas debilidades que a la vez podían convertirse en fortaleza y don. ¿Qué comprendió Chiara para América Latina? “Una compañera y también un compañero de los primeros tiempos fueron a América del Sur y allí se dieron cuenta de todos los males sociales que existen y de la necesidad de dar un aporte inmediatamente”. Es Chiara misma quien habla, en julio de 1969. “Ya la primera generación -es decir los focolarinos- había empezado a hacer algo poniéndose a trabajar en los mocambos donde la gente está en la miseria, con el fin de rescatarlos y darles la dignidad de hijos de Dios, hasta el punto que ahora ellos mismos ya no esperan recibir limosna de los demás sino que son ellos mismos quienes dan. Después también en Argentina se vio la necesidad de resolver muchos problemas, porque también allí están estallando estas revoluciones, precisamente porque tienen todos estos problemas sociales por resolver. En fin, hay que reconstruir completamente la ciudad, en el sentido amplio de la palabra”. Reconstruir o mejor, construir aquella ciudad donde todos tengan un lugar. Chiara comprendió profundamente
que se trataba de un continente marcado por fuertes contrastes sociales y a la vez con una profunda riqueza ancestral de la que hemos heredado el valor de la comunidad: “Esta diversidad, en realidad, solo ahora podemos aferrarla, comprenderla. Porque solo ahora comenzamos a acercarnos a esos pueblos ya no con la actitud de los colonizadores, que van para imponer el propio modo de pensar y de ver, considerándolo el único justo y válido. Solo ahora comenzamos a acercarnos a esos pueblos con el debido respeto, con la humildad de quien sabe que siempre debe aprender” (diciembre de 1972). La sensibilidad para construir relaciones, el sentido de familia, son nuestros tesoros. Por ello, Chiara dijo que nuestro continente era el de la socialidad. En aquellos años de fuerte ebullición ideológica surgía la segunda generación del Movimiento de los Focolares: “Jóvenes del mundo, unánse” –les pedía Chiara2– respondiendo a la inspiración carismática para un momento donde las convicciones en el campo doctrinal y moral estaban en profunda crisis de sentido. En nuestras tierras, muchos jóvenes se apasionaban por las luchas socialistas. Chiara los lanzaba a contrarrestar esta contestación con la revolución pacífica evangélica. A medida que se difundieron las comunidades del Movimiento en América Latina, sintieron la vocación de “morir por la propia gente”3 yendo al encuentro de personas en situaciones de pobreza, desnutrición, mortalidad infantil, analfabetismo, generando iniciativas sociocomunitarias que, en su mayoría, perduran hasta hoy. Una de las primeras expresiones de Chiara sobre nuestro continente, emblemática para aquella época, penetraba precisamente en la llaga más profunda de nuestros pueblos: la desigual distribución de los bienes.
“En este continente en el que vienen tan en evidencia los problemas sociales, podemos hacer como si fuera un lugar de entrenamiento, de ejercicio, donde se experimente cuán capaz es este ideal de resolver los problemas sociales… ¿Cuál es la solución a los problemas sociales? La solución es construir la ciudad del hombre; es decir, hacer nacer la ciudad en la que el hombre pueda vivir bien; no una capital sino la ciudad en el sentido de una convivencia, una comunidad, donde el hombre pueda vivir bien” (diciembre de 1970). Sin duda fue la primera semilla de la Economía de Comunión, inspiración del carisma a construir un modelo económico que tiene en el centro al ser humano en todas sus dimensiones. Comunión en la libertad y desde la reciprocidad, dignificando a cada uno en su posibilidad no solo de recibir sino de dar siempre algo de sí a los demás. Economía que tiene que ver con que cada aspecto de la vida de nuestras ciudades esté renovado por el amor. Cuando Maria Voce –primera presidente de los Focolares después de la muerte de Chiara– visitó el continente nos invitó a vernos como nos ve Dios, quien nos creó esencialmente iguales,
pero existencial y culturalmente diversos: “En un mundo globalizado se siente el deseo de que cada uno sea reconocido por lo que es, que cada hombre pueda dar lo que tiene, sus talentos… Y esto (…) no solo en América Latina. Pero aquí, precisamente por la presencia de tantas culturas, de tantas etnias, de tantas tradiciones y expresiones, se puede demostrar que es posible. Y una vez que se ha experimentado se puede llevar esta realidad a otras partes del mundo. Aquí, por la presencia de tantos pueblos, tenemos esta posibilidad única de testimoniar al mundo entero que es posible la armonía en la diversidad” (Guatemala, abril de 2012). Chiara nos sigue mirando desde el Paraíso. Que en estos tiempos donde nuevamente el otro puede ser una amenaza, nos recuerde que porque somos distintos podemos llegar a la unidad. O, mejor, a la verdadera unidad, que contiene en sí todas las diversidades posibles. 1
Brunet, L., Alle radici. Le origini del Movimento dei Focolari in Sudamerica. Cittá Nuova. Roma, 2003. 2 Discurso fundacional del Movimiento Gen. Roma, 1968. 3 Discurso a los jóvenes. Roma, diciembre, 1971.
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Focolares
Nuevas formas de hacer política Santiago Guerra (desde Colombia)
Atrevámonos a cuidar Después de enfocar “economía, trabajo y comunión” y “legalidad, derechos humanos y justicia”, el proyecto “Senderos por un Mundo Unido” promueve a nivel mundial el empoderamiento y el cuidado de los más frágiles y del planeta
Cuando hablamos de política, surgen de inmediato predisposiciones y prejuicios que en el imaginario y en la memoria colectiva no suelen relacionar con hechos positivos. Por el contrario, se vinculan a lo hostil, al egoísmo, a la individualidad y a la corrupción. Por eso, muchas personas no quieran entenderla, comprenderla ni, mucho menos, participar en ella. Sin embargo, existen personas que, con una visión distinta de la sociedad, logran realizar la vocación de servicio que la política implica, y la practican en contacto con el “otro”, con el que establecen lazos de fraternidad. La iniciativa de los Senderos por un Mundo Unido , de la ONG New Humanity y de los Jóvenes por un Mundo Unido (JMU) de los Focolares, promueve este tipo de compromiso.
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Se trata de una acción global proyectada en seis años, de una estrategia que prevé, para cada intervención, tres pasos: generar aprendizaje, actuar y compartir lo realizado como buena práctica reproducible. El objetivo es avanzar hacia sociedades más unidas mediante la acción y el diálogo entre distintas disciplinas y saberes. Cada año se promueve una dimensión diferente. Para el 2020-21, bajo el lema “Atrévete a cuidar”, es el turno de la política y de la ciudadanía activa vista como forma de enfocar la política en el cuidado del otro. El “otro” debe ser protegido y custodiado con acciones concretas que fortalezcan las relaciones y la construcción de redes de apoyo. Este “sendero” invita a ser ciudadanos responsables de la integridad de nuestro medio y de quienes conviven con nosotros en él. Si los acogemos y los protegemos, los
“demás” podrán sentirse relevantes, con voz y voto dentro de la sociedad. Un ejemplo de la política a través del cuidado es la realización de la “Escuela de la Fraternidad en clave política” en el municipio de Quimbaya, departamento del Quindío (Colombia). Allí se desarrollan actividades sociales y culturales que tienen como objetivo demostrar que se puede construir un mundo más fraterno y unido a través de la relación entre personas que son distintas y encuentran propósitos comunes. El primer fruto es la integración de quienes participan de la iniciativa, que tienen historias de vida, profesiones y oficios diferentes, y que luego son capaces de crear unidad en los criterios, lo que les permite unirse para servir a personas y comunidades de la región. El servicio al otro se convierte en su propósito superior, por lo que cual-
quier diferencia política, ideológica, económica, social o cultural queda superada. No importa que tan diferentes pueden ser, en cada actividad se ratifica que sí se puede construir un mundo fraterno. El otro es relevante y eso se demuestra con acciones concretas. En esta escuela, la fraternidad se aprende viviéndola. Es una práctica constante entre sus integrantes y sus comunidades. Por ejemplo, el acompañamiento a personas de la tercera edad es muestra de que el cuidado y la acogida deben ser para todos, independientemente de la edad o condición. Con la acción se manifiesta que los ancianos son importantes, a pesar de que a menudo no se les reconozca o se les limite su lugar en la sociedad, y que su papel es más que relevante, sobre todo en lo relacionado con la comprensión de nuestras raíces y del respeto mutuo y fraterno hacia quienes hicieron todo lo posible por cuidarnos y mantenernos sanos y salvos. Otro ejemplo de fraternidad se concreta por medio de iniciativas como la comunión de víveres con los más vulnerables, con la que se ayuda a familias en dificultad. Como lo afirman los mismos miembros de esta escuela, “lo esencial es hacer sentir al otro que importa y que ‘puede’, de manera que juntos podamos hacernos cargos de sus carencias”. Es su convicción que cuidar es la política más efectiva en favor de la construcción de un mundo más fraterno, de un mundo más unido.
Por el “sendero” del cuidado La propuesta para el 2019-20 (legalidad, derechos humanos y justicia como medios para alcanzar la paz) culminó con la Semana Mundo Unido 2020 que, debido a la pandemia, fue 100 % online, con más de 400 eventos en alrededor de 70 países. Un impacto inesperado que sirvió de trampolín para la campaña 2020/2021, “Atreverse a cuidar”. Chiara Lubich, inspiradora del proyecto, hablaba de la vocación de la política como “el amor de los amores”. Es de allí que surge este concepto de “cuidar”, ya que expresa un amor concreto y “social”, que incluye el accionar político y el ejercicio activo de la ciudadanía como ámbitos que dependen de nosotros. Cada uno es responsable de transformar su propio “metro cuadrado”. En este sentido, la pandemia del coronavirus nos ha demostrado que el mundo está en crisis. Una crisis sanitaria, económica, climática, alimentaria y social que requiere un cambio de ritmo, de perspectiva y de acción. De ahí parte la campaña de este año, que apunta a un mundo en el que el cuidado se sitúe en el centro del discurso político.
Se trata de un tema clave que el Papa Francisco afrontó con su encíclica Laudato Si’, para la cual propuso un año especial de reflexión (24 de mayo 2020 - 24 de mayo 2021), volviendo a llamar la atención a todos en el amplio horizonte del cuidado, que comprende a personas, pueblos, hasta todo lo que forma parte de “la creación”, el universo. Cada dos meses, desde el sitio web unitedworldproject.org se difundirá una lección online donde expertos de distintas partes del mundo profundizarán sobre diferentes aspectos del cuidado. Durante el año, además, se realizarán encuentros virtuales, donde se viajará por cada continente para mostrar cómo se pone en acción la campaña en las diferentes culturas. Una instancia que buscará inspirar nuevas iniciativas y sinergias entre los diferentes países y sus realidades. Anita Martínez Si querés compartir tu iniciativa o alguna acción que creas que se alinea a esta campaña, te invitamos a hacerlo por el correo electrónico pathways@unitedworldproject.org
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Vida sana
Salud preventiva Flávio Valente (desde Brasil)
Tiempo para inmunizarnos mejor Los tiempos de pandemia por el nuevo coronavirus trajeron, como consecuencia, la necesidad de rever el estilo de vida y estar más atentos a nuestro propio cuerpo. A pesar de que el periodo de aislamiento social ha cambiado la rutina de la mayoría de las personas, es esencial, en este momento, cuidar la salud y fortalecer el sistema inmunológico. “El sistema inmunológico está formado por una gran cantidad de células y moléculas responsables de reconocer un invasor de nuestro organismo y desencadenar la respuesta efectiva ante este peligro”, explica el intensivista brasileño Sérgio Marques. Según precisa, esas células y moléculas destruyen o inactivan el invasor y, por tanto, son fundamentales para garantizar la defensa del cuerpo contra infecciones. Su funcionamiento depende de cómo es nuestra rutina diaria. A propósito de nuestros hábitos, podemos preguntarnos sobre cómo nos alimentamos, si
practicamos ejercicios físicos y, finalmente, en qué tipo de calidad de vida hemos invertido al cabo de cada día, de un mes o a lo largo de los años. ¿Somos proactivos o sedentarios natos? A partir de aquí podemos concluir si nuestro sistema inmunológico está fortalecido y es capaz de combatir agentes infecciosos o si, por el contrario, deberá librar una difícil batalla para expulsar los invasores del organismo. Médicos, nutricionistas, farmacéuticos, profesionales de la salud y la sociedad en general, constatan que el estilo de vida saludable mejora el sistema inmunológico. Para el médico Luiz Fernando Jobim, jefe del servicio de Inmunología del Hospital de Clínicas de Porto Alegre, en efecto, las personas saludables son en general menos susceptibles a las enfermedades y que la inmunidad para combatir un determinado organismo agresor se adquiere con más probabilidades en individuos con esas
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características, aunque “no hay prueba científica de causa-efecto”. Sérgio Marques sugiere prácticas saludables como actividades físicas regulares, alimentación controlada y momentos de esparcimiento periódicos. En este estilo de vida más armonioso está también una buena noche de sueño que, de preferencia, comience cerca de las 22 horas. El sueño debe ser restaurador, coinciden ambos entrevistados. “De esa forma vamos sintiéndonos bien y eso fortalece las defensas del organismo”, afirman. La terapeuta Vanessa Diehl, especialista en Neurociencia del comportamiento humano, enfatiza en que una mente equilibrada y armónica nos permite lidiar mejor con el estrés. “El hecho de tener una mente que soluciona y trabaja mejor las situaciones preocupantes, aporta al aumento de calidad de vida y, por consecuencia, ofrece mejores condiciones físicas y emocionales para reaccionar ante infecciones”, aclara. El médico Uronal Zancan, que hace más de diez años sigue el camino de la medicina que se ocupa de la salud y no de la enfermedad, se escandaliza por
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la forma con que los medios de comunicación tratan la pandemia: “Se habla mucho de la enfermedad contagiosa, pero no se estimulan prácticas de prevención como actitudes del comportamiento para aumentar la inmunidad”. Vivir el momento presente Zancan sugiere un estilo de vida más armonioso e indica prácticas como meditar –la meditación, la “mente atenta” o mindfulness, que concentra en vivir bien el momento presente– y realizar una actividad a la vez, dejando de lado la ansiedad por lo que vendrá o el malestar excesivo en relación a algo del pasado y que es posible modificar. El profesional evidencia también la importancia de focalizar en la solución de situaciones y no en los problemas que se nos presentan y que, generalmente, bajan la inmunidad. “Es necesario poner la atención hacia lo que podemos hacer y, de este modo, los mejores caminos de salida se abrirán y se realizarán”. Otra práctica oportuna, considera, es disminuir la ingesta de carbohidratos que producen azúcar en la sangre.
“Es el cambio del perfil energético, que deja de tener como base los azúcares, o la glicemia, pasando a un perfil lipídico, con base en proteínas y grasas”. El médico resalta que los alimentos que resultan en azúcar en la sangre reducen la potencialidad de la acción de los leucocitos para combatir las infecciones, entre otras cosas. Existen también los suplementos que complementan lo que una vida saludable per se no aporta. Entre estos están aminoácidos, vitaminas, minerales, microorganismos como algas y plantas e, incluso, hormonas. Marques suma a la lista los probióticos que mejoran la flora bacteriana intestinal y estimulan diversos anticuerpos, aumentando la inmunidad. La farmacéutica Taciana Agustini, sin embargo, destaca que esos nutrientes ayudan, pero no son suficientes para mejorar la salud. “No funcionan como píldoras mágicas”, explica. Y en cuanto al Covid-19, vale recordar que la mejor manera de combatirlo sigue siendo el distanciamiento físico, el uso de barbijo y la higienización constante, en particular de las manos. Ciudad nueva - Octubre 2020
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Arte & Espectáculo
por Claudio Larrique
Cine �������������������������������������������������������������������������������������������������������������
Lamorisse, un poeta que filmaba A principios de junio de 1970, al sufrir un accidente el helicóptero desde el que filmaba en Irán, murió uno de los más delicados poetas del cine: Albert Lamorisse. Había nacido en París 48 años antes. Egresado del Instituto de Altos Estudios Cinematográficos fue, en las décadas del 50 y del 60 un autor premiado y reconocido. Su cortometraje Crin blanca (1953) cuenta con una fotografía extraordinaria. No hay diálogos, salvo pocas palabras y un recuerdo en off al final, en la escena del río tumultuoso. Un chico, que vive con su pequeño hermano y su abuelo pescador en la región de La Camargue, en el sur de Francia, entre lagunas, pajonales y hermosos caballos cimarrones, sabe ganarse la amistad de uno, blanco y codiciado por los propietarios de la región que varias veces han querido atraparlo sin éxito. El indómito animal encuentra una amistad con el muchacho y le permite que lo monte para correr por ese paisaje tan
peculiar. La película, protagonizada por los niños Alain Emery y Pascal Lamorisse (hijo del director) obtuvo el Gran Premio al mejor cortometraje en el Festival de Cannes. En El globo rojo (1956) asistimos, en cambio a la amistad que entablan un pequeño escolar y un globo rojo que él desenreda de un farol. Los paseos de ambos por las calles de París, el acompañamiento hasta la escuela o el viaje en tranvía son momentos de gran encanto. Pero, como en el caso del caballo blanco,
una fábula sobre la amistad y la fuerza de la imaginación. Al final de la película, el cielo de la ciudad
también este globo rojo será codiciado por otros y para preservan la relación al protagonista le tocará sufrir. En una memorable secuencia se cruza por una calle con una niña que lleva un globo azul. Los globos se enredan y se saludan, mientras los niños luchan por liberarlos y proseguir su camino:
se inunda de globos que le dan color al gris de la ciudad, globos que van hacia al encuentro de ese niño ahora triste porque el suyo había sido lapidado por envidiosos y pequeños malvados. José María Poirier (Muy bueno)
Cine �������������������������������������������������������������������������������������������������������������
Un buen día en el vecindario (A Beautiful Day in the Neighborhood), Estados Unidos, 2019. Drama biográfico. Dirección: Marielle Heller. Con Tom Hanks, Matthew Rhys, Enrico Colantoni y Chris Cooper. 1 h 47’ Este emocionante drama biográfico sobre el polifacético presentador de televisión estadounidense Fred Rogers supone la tercera incursión en el largometraje de la escritora y actriz de 40 años Marielle Heller tras El diario de una adolescente (2015) y ¿Podrás perdonarme algún día? (2018). Narra una historia sobre la bondad, que triunfa por encima del cinismo, basada en la amistad real entre Rogers y el periodista Tom Junod. Tras el encargo de realizar un perfil del presentador, el hastiado escritor acaba superando su escep-
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ticismo a partir de los encuentros que mantiene con “el vecino más querido del país”, al que todos siguen por televisión. Un buen día en el vecindario arranca con el conflicto que mantiene con la existencia Tom Junod (quen, por motivos fílmicos, pasa a llamarse Lloyd Vogel). Este periodista está desgastado por la vida. Su madre murió cuando él era niño y su padre, que se desentendió de él desde entonces, reaparece ahora como si nada. Con ello, Vogel se termina por instalar en una espiral de depresión y cinismo que traslada en sus escritos. Y el viaje interior que él realiza para salir de ese caos es lo que va sosteniendo el filme, gracias al contrapeso que le brinda Rogers. En este punto es donde la película acierta, porque la representación de la relación entre ambos no chirría, y da gusto comprobar lo bien perfiladas que están sus personalidades. Otro punto fuerte es todo el subtexto que encierra, por ejemplo, cuando recuerda que todos necesitamos que nos ayuden. La obra, además, apuesta por auxiliar a los niños que no saben manejarse con sus emociones. Para ello el protagonista, encarnado en un eficaz
Tom Hanks (candidato a mejor actor de reparto en los Óscar 2020 por esta película), muestra, en el programa infantil que conduce, modelos de conducta positivos. Con su infinita paciencia y su capacidad para escuchar historias ajenas, el protagonista es el soporte sobre el que pivota la película. Es la persona serena, llena de humanidad, que, con ejemplo, con su forma de actuar hacia los otros y con su filosofía de vida consigue que todo el mundo empatice con él. De todos modos, el optimismo que Un buen día en el vecindario infunde es ajeno al “estilo autoayuda” o a la cursilería. La directora se cuida de no caer en estos tópicos, y para ello se apoya en un guion con toques de humor, sin excentricidades, sostenido con un excelente manejo del silencio. Nos hallamos, pues, ante una singular historia edificante, inspiradora, sin moralinas ni moralejas, que pone en negro sobre blanco la condición humana de un buen hombre, quien, con sus pasiones y divisiones, es capaz de encontrar el término medio para su vida y la de otros a través de la sencillez y del amor. José Luis Panero (Muy buena)
Libro ������������������������������������������������������������������������������������������������������������
Alejandro el conquistador Josep Maria Casals (coord.) / Editorial Gredos / Barcelona, 2018 En los puestos de diarios y revistas pueden encontrarse los atractivos ejemplares de una colección de Historia Antigua (Grecia y Roma). Un enfoque divulgativo, con capítulos breves y a precios accesibles. Uno de los volúmenes presenta la personalidad y las conquistas de Alejando Magno (356 - 323 a.C.), hijo de Filipo de Macedonia y alumno de Aristóteles. Su ascenso al trono no fue fácil, su padre lo exilió junto a su madre por considerarlo un hijo adúltero. Su madre se exilió en Epiro y las amistades de Alejandro también fueron exiliadas por una posible conspiración. Filipo murió asesinado, y Alejandro se hace con el poder, eliminando adversarios que pudiesen reclamar el trono. Fue rey de Macedonia, Hegemón de Grecia, Faraón de Egipto y Gran rey de Media y Persia. Así lo presenta el libro, redactado por un equipo de la editorial, coordinado por Josep Maria Casals Meseguer (director de la revista Historia de National Geographic): “Hubo un muchacho cuyo padre murió asesinado, que heredó su reino y que dejó a su tierra y a su madre para no volver a verlas jamás cuando, con apenas 22 años, marchó para apoderarse del mayor imperio del mundo. Aquel joven maduró durante once años de guerra que lo convirtieron en el mayor conquistador de la historia. Disfrutó del peligro y del combate, como testimonian sus heridas, Luchó en desiertos abrasadores y en montañas nevadas. Y murió cuando pla-
neaba nuevas campañas, a los 33 años, tras recorrer más de 20.000 kilómetros”. ¿En pos de qué?, se pregunta el texto. Y admite: No lo sabemos. Pero ciertamente “Alejandro cruza la Antigüedad como un meteoro deslumbrante, y si es factible saber qué hizo, es más difícil saber por qué lo hizo”. En rigor, su vida se confunde con las leyendas que a lo largo de los años trataron de expresar esa excepcional figura. Se cuenta que lloraba al conocer las conquistas de su padre porque temía no le quedaran territorios y reinos para su empresa. Quería llegar hasta los confines del mundo de su tiempo. Incluso sus generales, cansados de tantas campañas y temerosos de haber ido demasiado lejos, querían regresar. Nada parecía poder detener sus ansias de conocimiento y de dominación. La lengua con Alejandro pasa a ser la koiné (surgida de los dialectos griegos más extendidos) que se convierte en un idioma universal. Es el griego que conocieron los evangelistas, por ejemplo. Para los atenienses, los macedonios eran casi bárbaros, pero con Alejandro la historia cambia y él se erige en una figura inmensa que cambió toda la geografía política. Mucho después, el famoso dictador romano Julio César (100 - 44 a.C.) seguía admirando y
queriendo emprender conquistas como las de Alejandro. Precisamente, otro de los volúmenes de esta colección está dedicado a Gaius Julius Caesar con el título Un rey sin corona, esta vez bajo la supervisión del filólogo y escritor Álvaro Marcos. Otras obras ya publicadas son La biblioteca de Alejandría y Esparta contra Atenas (Marcos Jaén Sánchez). J.M.P. (De gran interés)
Señalamos Legends never die Se ha convertido en el álbum póstumo más vendido después del de Michael Jackson. Enésima víctima por sobredosis del hip-hop, el rapero estadounidense Juice Wrld murió con tan sólo 21 años, era un talento en bruto atormentado en su interior. Éste es su conmovedor testamento. Franz Coriasco (Muy bueno)
Ennio Morricone Platinum Collection Esta colección de tres CD reúne 60 piezas de lo mejor de este inolvidable gigante de la música que dio dignidad artística a un género, las bandas sonoras cinematográficas, que antes de él se consideraban poco más que un accesorio. Aquí se encuentran todos sus clásicos. Inalcanzable e imprescindible. F.C. (Obra fundamental)
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Página treinta Victoria Gómez
La norma es: todo en común
Escribe el economista Luigino Bruni: “En la Biblia se lee: ‘Soy rico, estoy lleno de bienes y no me falta nada’ (Apocalipsis 3, 17). Aquí está el gran engaño, la tremenda ilusión de la riqueza en su seductora oferta de autosuficiencia e independencia, con la falsa promesa de que con ella no necesitaremos a nadie. Ni siquiera a Dios”. Trama de vicios y virtudes, en la economía conviven monedas buenas y malas. Solo dentro de las relaciones humanas concretas revelan su naturaleza. Eran monedas las treinta de Judas, beneficio del peor comercio de la historia; y eran monedas las dos del samaritano, en su acción de proximidad. Añade Bruni: “Si cancelamos el
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destino universal de los bienes” (los bienes son para todos), “perdemos el significado profundo del vínculo entre todas las personas. Y dejamos de sufrir por la pobreza, condenando a los pobres como culpables”. Chiara Lubich rescata con profecía el dinero y los bienes como medios necesarios para la fraternidad universal. Sus palabras formaron y forman conciencia y praxis de generaciones. Sobre todo, de jóvenes. En particular, de los “Gen”, los jóvenes de los Focolares. A continuación recordamos un pasaje de su exigente intervención en el Congreso Gen internacional, el 25 de julio de 1968. “Revolución significa cambio, reno-
vación desde la raíz. La fuerza de nuestra revolución es únicamente el amor. Pero ¿cómo se concreta este amor en nuestra vida? Nuestro amor no es sentimentalismo, ni entusiasmo, ni tampoco activismo. Es algo muy concreto, que debe expresarse en todos los aspectos de nuestra existencia, de modo que revolucione cualquier acción de un Gen y demuestre que es un joven movido siempre por un ideal. El amor nos lleva, por ejemplo a poner en común con los demás lo que poseemos. Porque es evidente que si amamos a los demás y alguien tiene hambre, le daremos lo que tenemos. Quisiera comunicarles un deseo insistente. Es algo que no creo pueda realizarlo la generación adulta, mientras nutro la esperanza de que su generación pueda hacerlo. Desearía verles a ustedes, Gen, siendo capaces de realizar el ideal de Jesús tal como lo hacían los primeros cristianos. Ellos ponían todos sus bienes en común, aunque no era obligatorio hacerlo. Desgraciadamente, los cristianos de hoy piensan más en su no obligatoriedad que en imitar a los primeros discípulos de Jesús. ¿Qué deben hacer los Gen? No detenerse en lo estrictamente obligatorio, sino prestar atención a lo que Dios quiere. Lógicamente, si alguno no se siente con fuerzas para hacerlo, no hay que juzgarlo... Pero ésta no debe ser la regla, sino la excepción. La norma es poner todo en común. Comprenderán que si esto lo hacen los miles de Gen en el mundo, será una revolución. ¿Quién ha visto alguna vez algo semejante? ¿Quién piensa en poner su dinero en común y formar un pequeño capital a disposición de quienes lo necesitan, como hacían los primeros cristianos? Pues bien, a este estilo de vida queremos volver. Ésta es la revolución que queremos hacer. A nosotros ni el capitalismo nos gusta, ni el comunismo nos gusta. ¡Nos gusta el cristianismo, el capital de Dios! Contribuiremos así a realizar el sueño de la encíclica Populorum progressio, en la que el Papa Pablo VI, con una visión profética del mundo, afirma la necesidad de que todos los pueblos formen una única comunidad, donde los bienes se pongan en comunión”.
Un hecho en fotos
Después de un plan piloto exitoso y de la posterior implementación en barrios de Barcelona, las “supermanzanas” se podrían ensayar en Asunción. El proyecto, coordinado por el arquitecto Javier Corvalán, forma parte de un plan más amplio con el cual la Municipalidad de Asunción y el Ministerio de Urbanismo, Vivienda y Hábitat esperan devolver brillo al centro de la capital paraguaya para la celebración de su quinto centenario (2037). El concepto urbanístico de las “súpermanzanas” prevé utilizar para transporte público y vehículos en tránsito únicamente las calles que bordean un cuadrilátero formado por nueve manzanas, en cuyo interior será preferencial el tránsito de peatones y biciclos. Los vehículos a motor que necesiten entrar lo harán por un sólo carril y sin cruzar nunca las bocacalles. Más que zonas peatonales, el Ayuntamiento de Barcelona prefiere llamarlas zonas “pacificadas” porque en ellas no sólo se respeta a los peatones, sino que también se desarrollan actividades lúdicas, comerciales o educativas que mejoran la calidad de vida de los habitantes de esa zona. Para Corvalán y para el creador del concepto, el ecólogo urbano español Salvador Rueda, las supermanzanas permitirían densificar poblacionalmente el centro de Asunción, sobre todo con jóvenes (“un centro despoblado es un centro inseguro y que va hacia la muerte”), “mejorar la movilidad urbana y recuperar espacios públicos”.