Dedicado con todo el amor a la memoria de mis padres, Víctor Serna y Tasina San Miguel, apasionados de Mazagón y sus gentes. SONIA SERNA SAN MIGUEL
EN TACATÁ POR EL PARADOR
Fotos: Familia Serna-San Miguel.
“Debo de ser muy pequeña porque me pasean en carricoche y duermo en cuna. Vivo con mis papás en una casita aislada, en un pinar al borde del mar y muy cerca de un edificio moderno que acaban de construir. En este entorno siempre hay mucha luz, se oyen de fondo el mar y las gaviotas y huele a salitre, a pinos y a eucaliptos; también huele a sol cuando cierras los ojos, pero esto no sé describirlo. Los caminos de esta zona son de arena fina y están sembrados de piñas y de unas hojitas muy finas y puntiagudas que caen de los árboles. Cuando sea mayor sabré que estos pinchitos tan peculiares son hojas aciculares. A menudo mis papás me bajan a la playa y juegan
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conmigo a escapar de las olas o a encontrar coquinas. Me divierte la sensación de perder mis piececitos bajo la arena de la orilla para luego sacarlos y mirar cómo mis huellas se llenan lentamente de agua. Es una magia que me hace reír y que mis padres me regalan una y otra vez con una paciencia infinita. Mis papás parecen encantados de estar en este lugar, donde también viven mis padrinos Esther y Emilio y con quienes sé que compartiremos destino en el futuro en más de una ocasión. Veo a mis padres felices cuando tratan con las gentes de la zona, habitantes casi todos de un pequeño barrio cercano al que llaman Poblado. Uno de estos vecinos es una chiquita joven que ayuda a veces a mi mamá a bañarme y pasearme. Es muy dulce y se llama Mayor,