Foto. ANTONIO ÁLVAREZ SÁNCHEZ
CARMEN CIRIA
BATALLA De la rosa encendida de la tarde se desprende la calma y el consuelo de saber que las cigüeñas adormecen su nido y en la marisma rosa los flamencos congregan su plumaje feliz; nada es distinto, el mar lleva en su lengua el sabor de los días extendidos de gozo y el peso de las almas de todos los ahogados. Nada es distinto: la vida y la muerte danzan su lucha de viejos amigos. Mas cuánto cuesta algunos días integrarse en la danza, ver sólo la belleza, desatender a la sombra que enturbia el mundo y su esplendor.
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