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CEDITORIAL
Termina un año de resiliencia y comienza otro con esperanza inaliza 2021, año de enormes desafíos en una nueva realidad que llegó para quedarse. La resiliencia fue el reto permanente en todos los niveles, y sí hubo algo que resume el aprendizaje de estos doce meses fue que juntos, todo es posible y superable. Sin importar el obstáculo, la suma de la confianza y voluntades es el impulso que nos permite superar lo más complejo del momento actual. Y no es que esté superada esta pandemia, ni tampoco hay certeza de que regresaremos en algún momento a lo que considerábamos ‘normal’. Las complicaciones ahí siguen, con una cuarta ‘ola’ o impacto en puerta, y con ello lamentables pérdidas humanas. No basta un minuto de silencio para honrar la memoria de los que en un ‘abrir y cerrar de ojos’ partieron, dejando un profundo sentimiento de ausencia en nuestras almas. Que Dios los tenga en su gloria. Lo que también es cierto es que hoy somos más fuertes, más humanos y más solidarios, desde el núcleo familiar hasta el laboral. Los ópticos de ‘carne y hueso’ hemos aprendido a cuidar lo importante, a revalorizar nuestro tiempo y metas. Hemos sufrido ‘altas y bajas’ en dos años de pandemia, pero tengo la certeza de que hoy enfrentamos el nuevo año más sabios, mejor informados y -repito- más humanos; esto definitivamente se traduce en ‘esperanza’. Esta experiencia nos debe llevar a optimizar nuestras relaciones, a reafirmar la confianza en que el otro también es responsable. Eso me conduce a la siguiente reflexión: hoy más que nunca debemos salir de nuestra individualidad para involucrarnos en el bien de la familia, amigos, compañeros y colegas. En todo el planeta –en diciembre– celebramos el valor primordial de la humanidad, ese tesoro llamado fraternidad. Estamos descubriendo la mejor forma de regresar al trabajo, de estar en espacios públicos, de participar en convivencias multitudinarias, de minimizar riesgos en la exposición al salir de casa, y todo ha sido ‘llevadero’
gracias a que hemos sido eficaces en el cuidado entre todos. La lección este año es que no estamos solos, al menos no en esta adversidad. Sigamos construyendo nuestra realidad, juntos encontraremos soluciones a los retos que se nos presenten. Este es el mensaje que hemos impulsado desde Imagen Óptica: tener la creatividad suficiente para continuar fortaleciendo las relaciones laborales que generen valor hacia cada una de las personas que participan en nuestra cadena de negocio. Para esta publicación un objetivo importante es afianzar la confianza que cada persona ha depositado en nosotros. Consolidamos “una cultura óptica” de esfuerzo, entrega, apoyo, empatía ante la situación vivida. Crecemos, aprendemos y mejoramos juntos. Lejanos han quedado esos presagios funestos sobre que iba a ser imposible que las empresas funcionaran con el trabajo a distancia, por ejemplo. La adaptabilidad del ser humano se maximizó y esto es, probablemente, nuestro máximo distintivo como raza después de la curiosidad y la imaginación. Nuestra gran victoria radica en haber confiado y creído en las personas. Ante el infortunio, nos fortalecimos. Toda crisis es una oportunidad, y quienes apostaron por el caos han fallado dramáticamente. Nada ha sido fácil ni sencillo, pero más de una vez logramos lo impensable y lo imposible. Vamos venciendo el miedo y el temor, hemos superado lo peor, poco a poco nos sobreponemos y avanzamos hacia un mejor futuro. Debemos sentirnos muy orgullosos por todo lo conseguido este año. Por eso en Imagen Óptica hoy te decimos ¡gracias!, queridos lectores, colaboradores y anunciantes, sin ustedes no hubiera sido posible cerrar de tan buena forma este año y llegar con esperanza al siguiente. ¡Gracias! por el compromiso con la vida y hagamos de nuestro tiempo de vida un homenaje a la existencia. Los que trabajamos en Imagen Óptica les deseamos lo mejor para este nuevo, desafiante y retador 2022.
Óscar Montfort A. oscar@imagenoptica.com.mx
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AÑO 23 • VOL. 23 • NOV-DIC • MÉXICO 2021