La calzada de La Losilla (Albacete) José Luis Fernández Montoro, Jesús Rodríguez Morales, Isaac Moreno Gallo
A mediados de la década de los años noventa, la realización de una serie de exploraciones a lo largo de un eje NW-SE, cuyos extremos se sitúan en las inmediaciones del pueblo conquense de Pozoamargo y la ciudad albaceteña de Chinchilla de Montearagón, nos había permitido comprobar la similitud de una variedad de restos viarios localizables a lo largo del mismo. Respaldados por la historiografía y la bibliografía existente, determinamos que su desarrollo debía de formar parte del trayecto de la vía romana que enlazó las ciudades de Carthago Nova y Segobriga. Esta calzada, cuyo trazado no está recogido en el Itinerario de Antonino, llevaba siglos llamando la atención de naturales y eruditos, esencialmente por la magnitud y apariencia de sus vestigios, entre los que cabe destacar la presencia de un terraplén elevado y de unos bordillos característicos, además de las noticias sobre restos arqueológicos asociados a la calzada y la existencia de aljibes de aprovisionamiento a lo largo de su recorrido. Comprobado el inmejorable trazado, además de la inexistencia de restos en los trayectos alternativos -vagamente sugeridos por otros investigadores-, se ha podido establecer también la relación entre el hábitat romano y la vía de comunicación, pero no únicamente en base a una distribución espacial y coherente de yacimientos, si no como puntos reales de apoyo al tránsito viario, al pie y junto a la misma calzada. Metidos de lleno en la revisión de la red de calzadas romanas en la Provincia de Albacete y sus aledaños, siempre refiriéndonos a las que presentan signos evidentes de infraestructura, ratificamos las impresiones adquiridas entre Albacete y Pozoamargo, en cuanto a similitud de técnicas constructivas y apariencia de los restos, máxime cuando son idénticas a las que tiene el otro gran vial del SE manchego: el Camino de Aníbal. Es decir, nos encontrábamos ante una obra que respondía a las características de una calzada romana de primer orden, manifestándose como una carretera dotada de importantes avances técnicos, cuya construcción tenía un notable afán de perdurabilidad.
nº 3, diciembre 2006
Mientras se completaban los datos del trayecto en cuestión tuvimos noticia, a principios del presente año, del comienzo de las obras de construcción de una urbanización de grandes proporciones en el paraje de La Losilla, ubicado entre las localidades de Chinchilla de Montearagón y Albacete. Dicho proyecto afectaba de lleno a los restos que se conservaban de la calzada y que no habían sido reflejados en el informe de impacto ambiental previo a la obra. Ante la premura de tiempo, en abril se improvisó una alegación particular dirigida a la Consejería de Cultura, a través de su Delegación de Albacete, y se hicieron todas las comunicaciones posibles, enviadas a diversas entidades administrativas, políticas, medios de comunicación y grupos sociales, así como a personas particulares y profesionales, que tuvieran interés en la conservación y estudio del Patrimonio. Todas estas intervenciones se realizaron de la forma más rápida posible, a través de Internet, mientras se procedía a publicar en la Web toda información digna de interés. Entre tanto la asociación CARRAQUINEA valoró los restos y decidió apoyar la defensa de la calzada, enviando una serie de notas a los medios de comunicación que, por primera vez, acusaron la problemática en titulares periodísticos y noticias radiofónicas, dirigiéndose además la Plataforma, por escrito, a la Presidencia de la Comunidad Autónoma. Ambos requerimientos, el particular y el de CARRAQUINEA, obtendrán respuesta casi al unísono (16 y 17 de mayo respectivamente), confirmando el Gobierno de Castilla-La Mancha la necesidad del estudio de los restos y la voluntad de llevarlo a cabo. Durante el mes de agosto se ha realizado la campaña de excavaciones, sin que hayamos sido avisados ninguno de los denunciantes, en principio motivadores de la misma. Los trabajos desarrollados han consistido en seis catas de limpieza de la superficie del camino conservado, más el desenterramiento del Puente de
El Nuevo Miliario
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