Revista de poesía "Ulrika" 29

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LA REVISTA DE POESIA /-\NA'f()J\/IJA DA iVí USA capitis diminutio: area non aedificandi

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Rogclio Echavarría • Mario Rivero · María Mercedes Carranza • Gustavo Mauricio García .__ Puntos Cardinales: Cuis Cháves (Costa Rica) • Gonzalo Milbn (Chile) • Margarita Cuéllar (México) _• Anna Ajnütova Perpetua


CONTENIDO

ULRIKA REVISTA DE POESIA

EDITORIAL Por Rafael Del Castillo Matamoros ............................... .................... ..... 1 JOSE PAULO PAES Presencia de José Paulo Paes

Por Mauricio Contreras Hernández ........................................................ 2 Un poeta como cualquier otro

Licencia de Mingobierno: No. 00918 ISBN: 0120 - 7679 Correo electrónico: ulrika@coll.telecom.com.co A.A.: 67741 de Santa Fe de Bogotá, Colombia, Sudamérica

Por José Paulo Paes ....... .. ... ... ....... ... ........... ...... ... ................................. 3 Bibliografía de José Paulo Paes ..... .. ...... ........................................ ...... 1O José Paulo Paes (Poemas) .......................................... ... ... ... ... ...... .. ... . 11 PUNTOS CARDINALES Puntos cardinales

Por Rafael Del Castillo Matamoros .......... .................... ........................ Luis Cháves (Poemas) ..... ................................. ... ..................... .... ...... Margarita Cuéllar (Poemas) ..................................................... .... .. .. ... Gonzalo Millán (Poemas) ......................... .......... .................................

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DIRECTOR: Rafael Del Castillo Matamoros CLAUDIO RODRI GUEZ

CONSEJO EDITORIAL: María Mercedes Carranza, Jotamario Arbeláez, Samuel Jaramillo, Nicolás Suescún COORDINACION EDITORIAL: Mauricio Contreras Hemández, Juan Pablo Roa, Rafael Del Castillo Matamoros DISEÑO ORIGINAL: Fernando Del Castillo Matamoros

Miserable el momento si no es canto - Claudia Rodríguez

Por John Torres SanMiguel .................... ... ... ........... ... .. .. .. .. ... ..... .. .. ..... . 28 Claudia Rodríguez (Poemas) .............. ..... ... ......................................... 30 ROGELIO ECHAVAR RI A

El transeúnte (Séptima edición) Por Javier González Luna ....................... ...... ... ....... .......... .. ................. 32 Rogelio Echavarría (Poemas) .......................... ....................... ...... 34 MARIA MERCEDES CARRANZA

COLABORADORES:

En la casa donde todos estaban enterrados vivos

Por Juan Liscano ............. .. ............................................ .............. ....... 35 COLOMBIA: Mario Rivera , Rogelio Echavarría, Fernando Charry Lara, Daría Jaramillo Aguelo, Juan Gustavo Cobo Borda, Gustavo Adolfo Garcés, Guillermo Martínez, Fernando Linero, Jorge Mario Echeverri, Pedro Badrán Padaui, Evelio José Rasero, Guillermo Linero, John Torres SanMiguel, Javier González Luna, Osear Pinto, Hernando Cabarcas ARGENTINA: Daniel Samoilovich, Daniel García Helder (Diario de Poesía), José Luis Mangieri (Editorial Tierra Firme) • BRASIL: Anibal Be,;a • COSTA RICA: Oswaldo Saurna, Rodolfo Dada, María Montero, Luis Cháves, Nerina Carmona, José María Zonta • CUBA: Pablo Armando Fernández, Efraín Rodríguez Santana, Cesar López • CHILE: Gonzalo Rojas, Eduardo Llanos, Gonzalo Millán • ECUADOR: Pablo Salgado (Revista Eskeletra), Edwin Madrid • ESPAÑA: Abelardo Linares, Jesús Munarriz • ESTADOS UNIDOS: Juan Carlos Galeano • MEXICO: Ricardo Castillo, Margarita Cuellar, Jorge Bustamante García, Eduardo García Aguilar • PERU: Enrique Sánchez Hemani, Luis La Hoz • URUGUAY: Rafael Courtoisie • VENEZUELA: Juan Calzadilla, Enrique Hernández D'Jesús

VALOR DEL EJEMPLAR: $8.000.oo

MARIO RIVERO Mario Rivero: un cantante de blues

Por Fernando Linero ................ ........................... .... .............. ..... 38 Mario Rivera (Poemas) ......................................................................... 40 GUSTAVO GARCIA ARENAS Como el pan

Por Efraím Medina Reyes ........ ..... .. ..... ............. .. ........................ ......... 44 Gustavo García Arenas (Poemas) ...... .. ... .. .. ....... .. .. ............. ........ ... .. ... 45 OTRAS VOCES

Ne/son Romero Guzmán (Poemas) .................. ............... ... ... .. .. .. .... .... . 46 Juan Felipe Robledo (Poemas) .............. .. .... .... ....... ....... .. .... .. .. .. ... .. ... .. 48 Javier González Luna (Poemas) ................... .... ... ................................ 50 ANNA AJMATOVA Ajmátova perpetua

Por Henry Luque Muñoz ........... ... .... .... .... ... ... ... ... ... .... ........ .. ......... ....... 52 Anna Ajmátova (Poemas) .... ....... .. ..... .... ......... ... .... .. .. ........................... 56 COLUMNAS Sólo palabras La literatura después de la muerte de la literatura Por Guillermo Linero ................................. .... .............. ...... ... .. .... ........... 58 El lenguaje de la tribu Devastación de la memoria

Por Mauricio Contreras Hernández ..... ... ............... .. ........... ... ..... ... ....... 59 NOTICIAS SOBRE ESTA EDICION .................................................... 60


EDITORIAL

a poesía está muerta pero juro que no fui yo, declaró el poeta José Paulo Paes. Y no fue Paes en realidad, se hubiera podido meter la mano al fuego por ello. ¿Pero entonces quién? Se arriesgaron, era de rigor, unas cuantas hipótesis: los lectores, alguno de los colegas de Paes, el clima, el smog, el deterioro de la capa de ozono o -cómo no- los dadores del llamado crédito literario: las grandes casas editoriales (nunca los impresores), las entidades que manipulan la cultura (nunca la cultura), los críticos literarios (nunca los ensayistas), los profesores (nunca los estudiantes) ... A estas alturas, pese a la gran cantidad de sospechosos y a la infinidad de motivos que podrían argumentárseles a cada uno de ellos, lo único seguro era que el crimen (si había crimen) quedaría impune, como se usa en estos tiempos.

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No obstante, tal y como a veces sucede en las novelas policíacas, cabía la posibilidad de que el occiso fuese otro individuo: ¿quién a ciencia cierta podría describir en detalle las señales particulares de la poesía? ¿alguien por suerte la ha rozado siquiera en medio del tumulto o de la noche? El caso es que había habido cuando menos un muerto, de lo contrario José Paulo Paes no habría puesto esa especie en grandes letras de molde (todos sabemos de su seriedad). Y si no era la poesía -que Dios nunca lo quiera- ¿no podría más bien ser un poeta 111etafisico de los de estos tiempos o uno de esos liróforos retóricos que asombran a las señoras de la cultura en los salones de té y en los cocteles con sus parrafadas llenas de falsa erudición y de citas

apócrifas en dos o tres idiomas? ¿No sería la Academia, ya tan longeva la pobre con todo y los innumerables atentados que incontables ilusos le han hecho a través de los tiempos? ¿O quizá algún patrono del arduo oficio crítico? ... Al cierre de esta edición todos los indicio~ hacen prever que la víctima en ningún caso podría ser la poesía. La prueba reina: el mismo José Paulo Paes (1926 - 1998) no ha muerto, como constatará el lector al escucharle respirar nítidamente en sus versos. Falta por resolver, entonces, la identidad final del occiso y el paradero de sus restos ya que el ambiente literario apesta cada vez más, y no hay derecho ...

Rafael del Castillo Matamoros

ULRIKA

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PRESENCIA DE JOSE PAULO PAES

Mauricio Contreras Hernández 1primer libro de José Paulo Paes que llegó a mis manos fue Um por todos, volumen en el que se recopila su producción poética hasta 1987. Llegó junto con otros, varios, libros de poesía brasileña que trajera como regalo la esposa de mi amigo Adolfo León Córdoba, médico y escritor, luego de una gira del grupo de teatro "La Candelaria", por ese país. Entusiasmados por el fervor hacia ese idioma, en su música y literatura, que compartíamos desde tiempo atrás, nos dimos a la aventura de la traducción. Fue así como realizamos algunas versiones al español, de poemas de José Paulo Paes, Hilda Hilst, Rubem Rodríguez Torrez Filho, Guido Bilarinho, Alice Ruiz, entre otros, las cuales fueron publicadas en el número 7 de la revista Luna Nueva.

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En particular, me impactó profundamente la poesía de Paes por su desparpajo, por su contención verbal así como por la eficacia de su dicción, la cual aborda los temas más diversos, desde los ideológicos hasta los más íntimos y cotidianos, con la impronta del humor y la ironía y una exploración formal que fractura la noción de verso y lenguaje poético. Luego ocurriría el cruce con el poeta durante el IV Encuentro Internacional de Escritores de Bogotá . Además de la cálida y generosa amistad de José Paulo y Dora, su "musa, esposa y muleta", surgió el proyecto de hacer una antología de su poesía en español. Proyecto que llevamos a cabo, en su complicidad, con el escritor y periodista colombiano Carlos Alberto Martínez. Este libro fue publicado por la Cooperati-

va Editorial Magisterio, en su colección "Piedra de sol", durante la Feria Internacional del libro en 1995. Allí tuvimos la oportunidad de compartir, nuevamente, interminables diálogos con José Paulo y su inseparable Dora. En este número, ULRIKA quiere difundir una obra que además de recoger lo mejor de la tradición poética brasileña se constituye en una propuesta innovadora y de ruptura en el panorama de la literatura en lengua portuguesa . Y ello, sin dejar de testimoniar la grandeza de dos seres humanos (José Paulo Paes y su esposa Dora) que, en su breve pero perdurable paso por nuestro país y por nuestras vidas, nos enseñaron que la poesía es amistad y generosidad sin fronteras .


UN POETA COMO CUALQUIER OTRO

José Paulo Paes unque uno de mis últimos libros publicados se titula A

poesía está marta mas juro que nao fui eu, la verdad es que ya cometí en esta vida más de un crimen de lesa poesía . El primero que recuerdo fue a los 9 o 10 años de edad . En un cumpleaños de mi abuelo materno, en cuya casa de Taquaritinga, S.P, vivía entonces con mis padres, me levanté durante la cena para leer un poema que compuse para la ocasión. Hoy estoy convencido, conociendo el espíritu crítico de mi abuelo, de que el abrazo con que me agradeció el homenaje se dirigía, antes al nieto bien intencionado que al poeta, tan precoz como desastrado. Durante mis estudios primarios las famosas Páginas floridas, antología de Silveira Bueno en que fui obligado a estudiar portugués como quien toma el peor de los remedios, me confirmaron en la idea errónea de que la poesía era una especie de lenguaje afectado, obligatoriamente versificado y metrificado, que sólo servía para quedar bien en fiestas de escuela y aniversarios de familia. O para ser copiada en los álbumes de recuerdos de los compañeros de clase, de aquellos tiempos pre-históri-

cosen los que aún se cultivaba ese hábito romántico. En los años de adolescencia y de los primeros enamoramientos, aprendí que la poesía podía tener usos de orden más práctico. El elogio de los placeres de la carne hecho por Ornar Khayam en sus Rubaiyat, que Otávio Tarquínio de Souza tradujera en fina prosa a partir de la versión francesa de Franz Toussaint; operaba, a veces, milagros . Leído a las jóvenes más esquivas, las persuadía de ir más allá del beso furtivo en las escaramuzas junto al portón o en la oscuridad de la sala de cine. Poco después, un amigo de más lecturas me prestó Eu e outras poesias de Augusto dos Anjos. Lo leí con el mismo pasmo y devoción con que el fiel de una secta bebe las palabras del gurú. Allí percibí finalmente lo que era poesía . La poesía como lenguaje de desc ubrimiento y apropiación del mundo. Como habla inaugural ante las sorpresas de la vida: la vida de fuera y la vida interior. Como la fundación del ser por esa palabra

que concibe Heidegger a propósito de Holderlin, el poeta de los poetas. La mirada cósmica y el pesimismo existencial de los versos de Augusto dos Anjos me llevaron de repente al segundo crimen de lesa poesía: el plagio. El Tratado de versificacéío de Bilac e Guimaraes Passos me enseñó a contar sílabas con la punta de los dedos y me puso a garrapatear, uno tras otro, sonetos fúnebres en el espíritu y la letra de Eu e outras poesias. Aunque, en la flor de mis 16 años, yo exudase salud por todos los poros, en el verso sólo sabía hablar de dolencias y pudrición universal, como si todos los gusanos del mundo me estuvieran royendo los pulmones. Curiosamente, quien me salvó de esa tuberculosis literaria fue

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un tuberculoso de profesión, como él gustaba de llamarse. No sé bien cómo vino a parar a mis manos, a mediados de los años 40, el volumen en que Manuel Bandeira, acababa de reunir, por primera vez, sus Poesías completas. Aunque rimados y metrificados, a semejanza de todos los poemas que hasta entonces conocía, los de A cinza das horas no me causaron mucha sorpresa . Pero el verso libre de los otros libros me pareció difícil de engullir, no tanto por la ausencia de la métrica o la rima regular sino, principalmente, por la desafectación del lenguaje, que en nada se distinguía del usado por la gente todos los días. Le faltaba, pues, aquello que la antigua pedagogía de la época me impusiera como poesía, esto es, la pompa, la ornamentación verbal en que se complacía el mismo Augusto dos Anjos, a despecho de sus fulguraciones innovadoras. Mi desconcierto aumentó cuando conocí a Carlos Drummond de Andrade en su libro Poesias, el cual incluía desde su primer libro hasta José, si bien recuerdo. Ese Drummond anterior a A rosa do pavo es aún hoy, sin desconocer la grandeza de éste y de los libros posteriores, mi Drummond. No me perdono haber perdido la bella edición de José Olympio, con cubie r ta de Santa

JOSÉ PAUID PAES A POESJ A ESTÁ MORTA MAS JURO QUE NAO FUI EU

Rosa, de las Poesías, que nada más leer causaron en mi cabeza la mayor confusión. Humor y cotidianidad, ingredientes del primer Drummond, me parecían del todo irreconciliables con la seriedad y la exaltación del lenguaje que, entonces, juzgaba indisociables de la expresión poética. En vano, en aquellos días de juvenil perplejidad, leía y releía a Bandeira y Drummond sin entender sus propósitos aunque desconfiaba que tuviesen alguno. Alguno que no fuese simplemente escandalizar y burlar lectores ingenuos como yo. Finalmente, en una madrugada de insomnio en que forcejeaba por milésima vez para descifrar el misterio, la luz se hizo de repente, en un relámpago de Vieira, y entendí todo, todo cuanto ellos habían intentado decirme. En poco más de una hora de ávida relectura, comprendí verso por verso, metáfora por metáfora, alusión por alusión, lo que se escondía tras aquella dicción deliberadamente simple, ajena a cualquier forma de elocuencia y que buscaba en las cosas más simples, el significado del mundo. Fue un des lumbramiento que nunca más tuvo lugar, no obstante las sorpresas y los hallazgos de estos muchos años de lectura. El descubrimiento de Bandeira y de Drummond no me llevó, como el de Augusto Dos Anjos, al plagio inmediato. Mis primeros poemas en verso libre fueron escritos bajo la influencia de un autor, hoy, enteramente olvidado: Paulo Torres de los Poemas proletários. En aquellos días yo leía con mucho entusiasmo Cacao y Sur de Jorge Amado y las novelas políticas de Gorki, Gladkov, Malraux y los libros de divulgación marxista que me prestaba otro amigo mayor, a quien la militancia de izquierda llevara a las cárceles de Maria Zélia, a donde iban a parar los adversarios del Estado Nuevo que no se podían dar el lujo del exilio. Fue la conciencia social la que me llevó a confundir buenas inten-

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JOSÉ PAULO PAES POESIA REUNIDA

editora brasiliense

ciones con poesía menos buena, confusión muy frecuente en la época de resistencia al facismo y luego durante la hegemonía del estalinismo. De los deplorables poemas "sociales" que perpetré por su causa, me deshice a tiempo conservando apenas un rezago de mea culpa. Terminados los estudios secundarios, yo debía resolver qué hacer en la vida. No obstante las inclinaciones literarias, descarté de plano el curso de letras: rechazaba la idea de ser profesor de portugués y tener que enseñar gramática. Cuando niño, bajo la fascinación de los comics y de los primeros filmes de ficción científica, me apasioné por la química. Mejor dicho, por la alquimia. Llegué a montar, en el solar de la casa de mi abuelo, un pequeño laboratorio donde pasaba horas soñando con la invención de la piedra filosofal y el elíxir de la vida eterna. No inventé ni una ni otro pero decidí estudiar química en serio para tener una profesión. Un curso de sólo cuatro años me libraría definitivamente de la escuela y de la dependencia económica de mis padres.

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Me fui a Curitiba al Instituto de Química de Paraná. En los cuatro años que pasé allá, de 1946 a 1949, estudié poca química, pero en compensación milité activamente en la izquierda estudiantil y cuidé de la literatura todo el tiempo. Pero ya no como un vicio solitario sino en torno al grupo de la revista Idéia -Armando Ribeiro Pinto, Glauco Flores de Sá Brito, Samuel Guimaraes da Costa- juntos hicimos, después, varios suplementos literarios y colaboramos en Joaquím de Dalton Trevisan, sin duda la más combativa de las revistas del pós-modernismo o, si se prefiere el rótulo restrictivo, de la Generación del 45. En esos suplementos como en Joaquím; publiqué mis primeros poemas. Ellos ya no tenían nada de sociales; introspectivos, intentaban avenirse con el estar- en el- mundo o mejor aún con el malestar - en - el - mundo. A pesar del optimismo de la inmediata pos-guerra, cuando las ilusiones de un mundo todo democracia y fraternidad aún no habían sido echadas a pique por los cañones sin pólvora de la guerra fría, una angustia indefinida nos roía por dentro, reflejándose en lo que intentábamos escribir. Una angustia histórica que encontró su expresión filosófica en el existencialismo, particularmente el de Sartre, por el cual fuimos todos influenciados, de una o de otra manera, a pesar de nuestras tinturas de marxismo y de nuestro compromiso político. Al final de cuentas, estábamos viviendo la caída del Estado Nuevo, la campaña de amnistía, la legalización del Partido Comunista y las primeras elecciones tras largos años de la dictadura de Vargas. Hablar de acontecimientos tan remotos, y un cuarto de siglo después del 64, da la impresión que la historia del Brasil contemporáneo es uno de esos filmes monótonos pero siniestros que la televisión no se cansa de repetir. Pero volviendo a Curitiba: fue allá que conocí, por primera vez en

la vida, un poeta de verdad de esos que nacen hechos, como por generación espontánea. En poetas así, el don de crear, más que producto o empeño o de cultura literaria, es un don gratuito y, por gratuito, indiscutible. Siempre envidié la espontaneidad lírica de Glauco Flores de Sá Brito -yo que soy poeta deliberadamente- y con él aprendí la lección fundamental que la poesía no se hace sólo con palabras, como quería, con su boutade discutible, Mallarmé; y sí con vivencias, reales o imaginarias, capaces de encontrar las pala-

bras ciertas para expresarse. La idea de aprendizaje dio inclusive título a mi primer libro, O Aluno, publicado en Curitiba, en 1947, por iniciativa del pintor Carlos Scliar, quien pasara por allá ese mismo año. No sólo diseñó la portada y el proyecto gráfico sino que consiguió un editor dispuesto a publicarlo. El libro mereció un generoso artículo de Sergio Milliet en Estadiio, artículo que me puso a andar por la nubes una semana entera. Decía, entre otras cosas: "La originalidad de esa poesía de angustia, de inquietud, contras-

ta con su forma muy pura, muy sobria, que asimila lecciones nacionales y extranjeras sin pérdida, para el poeta, de una personalidad bien diferente a la de sus maestros". Desde el título, el libro hacía explícita su deuda para con ciertos modelos, algunos de ellos nombrados en el soneto "O aluno". Al artículo de Sergio Milliet siguió una carta simpática pero severa de Carlos Drummond de Andrade, la cual me bajó de las nubes del auto-elogio a la tierra firme de la autocrítica. Aunque me reconocía algún desembarazo en el manejo del verso libre, Drummond no dejaba de censurarme el estarme buscando a través de otros, cuando era dentro de mí mismo que debía encontrarme. Y recomendaba, como antídoto, la lectura de los grandes poetas de otras lenguas que, por más universales, podían liberarme de los modelos locales. En el mismo año de 1947, en que me estrené literariamente, tuve ocasión de conocer de cerca en Belo Horizonte, a donde fuera como delegado al II Congreso Brasilero de Escritores, a varios monstruos sagrados: además de Sergio Milliet y del propio Drummond, a José Lins do Rego, Graciliano Ramos, Otto - Maria Carpeaux, Jorge Amado, etc. A trancas y a mochas, conseguí acabar el curso de química en Curitiba y viajé a Sao Paulo donde logré emplearme como analista de laboratorio de una empresa farmacéutica. El trabajo manual con buretas, reactivos y balanzas de precisión me dejaba libre la cabeza para pensar continuamente en literatura. Me volví escritor de fin de semana. Aprovechaba los sábados y domingos para garrapatear poemas y mecanografiar artículos de periódico de los cuales sacaba un dinerito extra para libros y discos. Lo que sirvió corno ayuda para la despensa de la casa cuando me casé en 1952. En ese mismo año se publicó mi segunda

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plaquette de poemas, Cúmplices, todos ellos inspirados en Dora, novia primero, en seguida esposa y desde entonces mi musa y muleta permanente. La edición, costeada por el autor, fue de apenas 50 ejemplares, cada uno de los cuales incluía dos diseños originales de None (Oswald de Andrade Filho) de quien Dora y yo éramos buenos amigos. Fue por intermedio de él que conocí a su famoso padre. Oswald vivía entonces casi en el ostracismo. Su rompimiento con el P.C. lo marginó políticamente y la ascendente generación del 45 no apreciaba ni el humor ni el prosaísmo deliberado de su poesía. Yo mismo no había sido inmune a las manías de esa generación a la que pertenecía por fatalidad de estreno literario. También cometí sonetos llenos de los ingredientes marítimos en boga; hipocampos, medusas y otros más; felizmente perdidos para siempre en las revistas y suplementos literarios de los años 40-50. Mi amistad con Oswald estuvo marcada por una saludable controversia e influencia en materia de literatura y de política. En su poesía más reciente, la de

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Cnn tico dos e.in ticos para jlau ta e violiio encontré el mismo tipo de fusión entre lo lírico y lo ideológico que aprendiera a admirar en el Éluard de los Siete poemas de a111or en guerra, y, en menor medida, en el Aragón de Los ojos de Eisa. Como tantos otros idealistas desorientados de aquella época de movilización de la inteligencia, yo creía que el arte tenía obligaciones políticas que cumplir y que el subjetivismo ya no tenía cabida en el terreno del arte. Entretanto, la "oratoria política" tomada entonces como poesía participante me desagradaba profundamente. De ahí mi entusiasmo por la línea Oswald/ Éluard en la que lo subjetivo y objetivo, lo individual y lo colectivo se confrontaban sin contradecirse. Por lo menos en uno de los pocos y breves poemas de Cúmplices intenté llegar a eso. Lo cierto es que el problema de la participación, vía poesía, sólo se resolvería, en mi caso, bajo el signo del humor. Un típico signo oswaldiano pero que conocí, inicialmen-

te, en su vertiente drummondiana. En los poemas escritos después de Cúmplices, aproveché reminiscencias de lecturas de historia social del Brasil, hechas durante varios meses, para componer un friso histórico en términos de sá tira, de parodia y de solidaridad con los vencidos, aquellos que la historia oficial siempre tiende a subvalorar cuando no a olvidar por completo. Las Novas cartas chilenas, ese era el título del friso, fueron publicadas con seudónimo en uno de los primeros números de la Revista brasiliense con texto de presentación de Sérgio Buarque de Holanda. Si bien se siente en ellas algún influjo del Oswald de Pau-Brasil y del Murilo Mendes de História do Brasil, también se puede sentir el esfuerzo de su autor (y eso no pasó desapercibido para Sérgio Buarque) en el sentido de llegar a una dicción personal. El consejo antiepigonal de la carta de


Drummond empezaba a dar los primeros frutos; años más tarde, en una entrevista, yo diría que toda mi trayectoria de poeta se orientó hacia la conquista de una voz propia, p or débil que fuese, pero mía. El esfuerzo de personalización, todavía bajo la égida del humor ideológico, continuó en la serie Epigrama s que , como las Novas cartas chilenas , sólo aparecieron en el libro Poemas reu nidos de 1951, cuando recogí en un solo volumen mi producción poética hasta entonces. Este libro fue publicado en un momento decisivo. Una dolencia circulatoria, que con los años se fue agravando, me forzó a cambiar de vida. Del trabajo de tiempo completo en el laboratorio farmacéutico, cada vez mejor pago pero más absorbente, pasé a un trabajo de medio tiempo en una editorial de libros. Pensé que por tratarse de una actividad más próxima a mi vocación literaria, le serviría de estímulo, más aún cuando tendría medio día libre para dedicarle con exclusividad. Gran engaño: cuidar profesionalmente de los libros ajenos hace descuidar los propios. Además de eso, la necesidad económica me obligaría a ocupar el medio tiempo supuestamente libre, con traducciones. Por más de veinte años hice o revisé traducciones por encargo. Sólo mu-

cho después fue que me pude dar el lujo de traducir lo que deseaba: poesía . Por fin, la traducción se convirtió en un placer intelectual en vez de una obligación que cumplir. Cuando aún trabajaba en la editorial, Cassiano Ricardo, autor de la misma, me acercó al grupo de los fundadores de la poesía concreta: Augusto y Haroldo de Campos y Décio Pignatari. Cambiamos libros y luego se evidenciaron afinidades. La preocupación antiretórica de los concretos, su énfasis en la médula ideográmica venían al encuentro de la concisión epigramática que yo ya cultivaba como reacción a cierto metaforismo ornamental en boga entre los escritores de mi generación y de sus continuadores; en esa reacción, no tuve miedo de llegar hasta el poema-burla del 22, tan abominado por ellos. No llegué a ser un poeta concreto en el sentido estricto; me faltaban raíces poundianas o mallarmeanas. Más que el proyecto teórico de los concretos me interesó, sobre todo, su práctica poética. Utilicé algunos de sus procedimientos no por amor al experimento verbal en sí, sino en la búsqueda por radicalizar el intento epigramático de mi dicción. Como antes, siempre tenía presente el peligro de lo epigonal. Sin inmodestia, creo haber conseguido en los libros de esa época -Anatomías de 1967, Meia palavra de 1973 y Resíduo de 1980-, la personalidad que buscaba al combinar el intento de sátira y parodia, ideológicamente orientados con recursos de expresión que iban del juego de palabras a la alusión, del montaje visual a la palabra en libertad, de la fractura semántica a la falsa etimología. Todo eso como crítica al afán de propiedad de la sociedad de consumo en su pervertida versión brasilera pos-64. Y con las consecuencias cívicas, eróticas y metafísicas que de ella se pudiesen derivar. Ahora que el movimiento de poesía concreto ya fue asimilado por la historiografía literaria de nuestra literatura como un momento ineludible de crítica y de ruptura, sus

huellas no pueden ignorarse. Si bien el reinado del verso está lejos de haber llegado a su fin, como lo anunciaban los primeros teóricos del Concretismo, lo cierto es que su influencia cambió la visión que se tenía del verso. Este ya no es visto como una sucesión regular de sílabas o pies, ni como un corte impuesto por la eufonía rítmica; será ante todo, la fractura en que se resuelve la tensión entre la semántica de la forma y la semántica del contenido. Tensión que, por variar de poema a poema, no admite codificaciones previas. Tal noción de verso, tal vez un lugar común para la reflexión puramente teórica, deja de serlo cuando se origina en el propio trabajo de creación . Fue así como llegué a ella. En Anatomías, el ansia de concisión, de ir hasta el hueso blanco del poema, me llevó de un verso breve de no más de siete sílabas al verso de una sola palabra y hasta de una simple sigla, como en " Cronología" : A. c.

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Ya en Meia Palavra, la necesidad de un espacio más amplio para explorar paródicamente una frase hecha, me condujo de vuelta al poema en prosa de "Necrológio do civil

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desconocido". De ahí pasé al versículo nacido de la propia semántica de la forma de "Do novíssimo testamento", uno de los poemas finales de Resíduo. Allí, la actualidad de un pasaje del evangelista Mateo acerca de los preparativos de la crucifixión es puesto en términos de una noticia de periódico sobre los excesos de la represión policial. La contaminación de sentidos típica del collage hace que el versículo cambie a noticia y a ésta la torna en versículo. Separando Resíduo de la colección siguiente, Calendário perplexo, que iniciaba Um por todos, volumen donde volví a reunir mi producción hasta la fecha, 1986; hubo un intervalo durante el cual me dediqué a la traducción de poesía moderna de Grecia. Entre los autores con cuyos textos trabajé estaban el Odisséas Ellytis de "A autópsia" y el Tákis Sinópoulos de" A ceía dos mortos", poemas de amplio respiro, en versos de dos o más líneas tipográficas. Por vía de aquella transfusión que suele ocurrir entre el acto de traducir y el acto de crear acabé, inconscientemente, adoptando una dicción de ese tipo en dos poemas de Calendário perplexo, a saber, "Oferendas com aviso" y "Como armar um presépio". El primero, que quería conmemorar, dentro del espíritu cronológico de la colección, el día del poeta, 20 de Octubre, fue concebido como una serie de gestos irónicos de homenaje a los grandes poetas del pasado, gestos, anafóricamente conducidos por un "vamos" imperativo. Y fue ese imperativo de la semántica de la forma que determinó el corte de los versos, independientemente de su mayor o menor extensión. Lo mismo se puede decir de "Como armar um presépio"; conmemorativo del 25 de Diciembre. Formalmente, el poema parodia los folletos de instrucción de los juegos de armar, donde cada verso, sea corto o largo, comienza siempre por un infinitivo de verbo acti-

vo: "pegar", "cortar", " despejar", etc, al que sigue un "esperar" pasivo, repetido cuatro veces. La enumeración verbal termina en un "¿quién sabe?", de duda o de esperanza, el cual desmiente la asertividad de los infinitivos, así como la acción destructiva recomendada por cada uno de ellos niega irónicamente el propósito de construcción de los juegos de armar. Así, una vez más, la división de los versos atiende a la semántica de la forma, indisolublemente ligada a la semántica del contenido. Esta digresión alrededor del concepto de verso tiene el único propósito de mostrar que el cambio gradual en la dicción de mi poesía, desde la palabra casi en libertad de Anatomias hasta el versículo paródico de colecciones más recientes, no representa un abandono de posiciones sino una profundización natural de ellas. Profundización despreocupada de cualquier compromiso con ésta o aquella modalidad de ortodoxia, todo esto llevado a cabo al interior de un proyecto obstinadamente personal. Fue lo que, en tono irónico, intenté decir en el poema inicial de A poesía está mortn mns juro que niio fui eu . Ese libro parece cerrar un ciclo en mi trayectoria de poeta. Digo "parece" porque, mientras escribía los poemas, no tenía tal propósito. Sólo me di cuenta de esto después de terminarlo. Percibí, entonces que, en sus cuatro partes, concurrían armónicamente las tónicas de mi poesía hasta ahí. La primera parte "Olho no umbigo", ajusta cuentas con el oficio de poeta, desmitificando la figura del demiurgo y proponiendo la creación como un proceso del cual él no sería el agente sino, apenas, un instrumento. En la segunda parte "Livro dos provérbios", rea parece el gusto

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oswaldiano de la exploración del lugar común, pero ahora minado desde adentro mediante recursos de perturbación de sentido. Recursos concretos como distribuir en la página, a semejanza de granos partidos, las letras del proverbio "de grao en grao a galinha enche o papo" (de grano en grano la gallina llena el buche), o eliminar todas las letras de "o silencio é de ouro" dejando solamente los acentos cirunflejo y agudo ( /\ , !) . Recursos palinódicos, como completar por la sugerencia de la rima, "quem tem boca vai a roma" con "ou a sodoma" . La última parte, "Desistórias", recoge las últimos frutos, ya iniciados, de una epigramística de índole histórica, en Novas cartas chilenas. Y la penúltima parte, "Geográfica pessoal", registra las revelaciones interiores (" viages se fazem para dentro", recuerda el epígrafe de Henry Miller) de mis andanzas de turista en compañía de Dora. En esta penúltima parte del libro, versos cortos alternan con versos largos,como una confirmación de que mis pulmones poéticos precisaban de más espacio para poder respirar. El verso largo se ha impuesto en algunos de los poemas que vengo escribiendo últimamente. El primero de ellos fue inspirado en un sueño con Oswald de Andrade hará unos dos años. Soñé estar visitándolo en su antiguo apartamento de Bela Vista, donde lo conocí a comienzos de los años 50. Llamé a ese poema "Prosa para Miramar" a semejanza de "Prose para Des Esseintes", de Mallarmé, con lo que sitúo, ambigüamente, el verso en el domino de la prosa. Pienso incluso dar el título de Prosas al volumen en que pretendo reunir más adelante

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estos poemas recientes. Creo que hará un buen contrapunto con el título del libro anterior, en el cual se declaraba que la poesía estaba muerta. Lo curioso de estos nuevos poemas es que han surgido bajo el signo de la memoria, ligados a mi historia de vida, sobretodo a recuerdos de infancia. Digo curioso porque hasta hace poco mi poesía tendía hacia lo impersonal, lo objetivo, lo exterior. Menos en O aluno, libro de estreno cuyo tono introspectivo buscaba expresar las perplejidades del adolescente ante un mundo intimidador para él. He vuelto ahora a lo introspectivo. Una trayectoria de cuarenta años de obstinación en el arte de la poesía configura un círculo: el fin y el co-

mienzo se confunden. Escarbando viejos papeles, encontré algunos poemas de juventud que no habían sido incluidos en ninguno de mis libros publicados porque no tenían cabida. Releyéndolos, tantos años después, me doy cuenta de la curiosa afinidad con mi producción más reciente; hasta pienso incluir algunos en el futuro volumen titulado Prosas. Esos viejos poemas, sea por alusiones específicas, sea por su mismo espíritu, también tienen que ver con vivencias de la infancia y de la pubertad. "A casa", escrito el año pasado está inspirado en un sueño de regre-

so a la casa interiorana de mi abuelo, donde nací y pasé toda mi infancia; termina con el verso" Antes que ele acorde e se descubra também morto". Prefiero ver, en esta referencia final a la muerte, no un presagio, tan sólo una posible eventualidad. De cualquier manera, Prosas, será, en el peor de los casos, mi penúltimo libro. El último ha de ser póstumo ...

Traducción de Mauricio Contreras Hernández .

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BIBLIOGRAFIA DE JOSE PAULO PAES

Poesía O Aluno, Edicóes Oliuro, Curitiba, 1947 Cúmplices, Edicóes Alarico, SP, 1951 Poemas Reunidos, Cultrix, SP, 1961 Anatomías, Cultrix, SP, 1969 Meia Palavra, Cultrix, SP, 1973 Resíduo, Cultrix, SP, 1980 Um por todos (Poesía Reunida), Brasiliense, SP, 1986 A poesía está marta mas juro que nño fui eu, Duas Cidades, SP, 1988 Prosas seguidas de odes mínimas, Companhia das Letras, SP, 1992 A meu mesmo, Noa Noa, Florianápolis, 1995 De ontem para para hoje, Editora Boitempo, 1996. La poesía esta muerta ... juro que no fui yo, Cooperativa Editorial Magisterio, Bogotá, 1995.

Ensayo As quatro vidas de Agusto dos Anjos, Pegaso, SP, 1957 Os poetas, Cultrix, SP, 1961 Mistério em casa, Conselho Estadual de Cultura, SP, 1961 Pavño Parlenda Paraíso, Cultrix / PACCE, SP, 1977 Gregos & Baianos, Brasiliense, SP, 1985 Um poeta como outro qualquer, Editora UEPG, Ponta Grossa, 1996

Traducción Sonetos Luxuriosos, de Pietro Aretino, Record, RJ, 1981 Poemas, de Konstantinos Kavafis, Nova Fronteira, RJ, 1982 Tristram Shandy, de Laurence Sterne, Nova Fronterira, RJ, 1984 Poesía Moderna da Grécia, Guanabara, RJ, 1986 Poemas, de W.H. Auden (em colaboracao com Joaó Moura Jr.), Companhia das Letras, SP, 1986 As Avessas, de J.k. Huysmans, Companhia das Letras, SP, 1987 Poemas, de Williams Carlos Williams, Companhia das letras, SP, 1987

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JOSE PAULO PAES

Mano de obra

A mao-de-obra

Tienen buen porte y finas facciones Y aprenden rápido lo que se les enseña, Pero tienen el grave defecto de ser libres.

Sao bons de porte e finos de feii;ao E logo sabem o que se !hes ensina, Mas tém o grave defeito de ser livres.

Poética

Poética

No sé palabras ambiguas. Mi sermón llama al lobo verdugo y al cordero hermano.

Nao sei palavras dúbias. Meu sermao Chama ao lobo verdugo e ao cordeiro irmao.

Con manos fraternas, ansío la isla prometida a la proa de mi navío.

Com duas maos fraternas, cumplicio A ilha prometida a proa do na vio.

Poseer es una aventura sin sentido. Sólo comprendo el pan compartido.

A posse é-me aventura se m sentido. Só compreendo o pao se dividido.

No juego al juez, pero tampoco al reo. Acepto mi infierno, pero hablo de mi cielo.

Nao brinco de juiz, nao me disfari;o em réu . Aceito meu inferno, mas falo do meu céu.

Lápida para un poeta oficial

Lápide para um poeta oficial

la muerte al fin torció el pescuezo a la elocuencia

a marte enfim torceu o pescoi;o a eloqüéncia

Falso diálogo entre Pessoa y Caeiro

Falso diálogo entre Pessoa e Caeiro

la lluvia me entristece a mí me moja

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a chuva me deixa triste ... a mim me deixa molhado

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Declaración de bienes

Declara~ao de bens

mi dios

mi patria mi familia

meu deus minha pá tria minha família

mi casa mi club mi carro

minha casa meu clube meu carro

mi mujer mi cepillo de dientes

mis callos

minha mulher minha escova de dentes meus calos

mi vida mi cáncer mis gusanos

minha vida meu cancer meus vermes

Himno al sueño

Hino ao sono

sin la pequeña muerte de todas las noches

sem a pequena morte de toda noite como sobreviver a vida de cada dia?

¿cómo sobrevivir a la vida de cada día?

Fuera de toda sospecha

Acima de qualquer suspeita

la poesía esta muerta pero juro que no fui yo yo hice lo mejor que pude para salvarla

a poesia está morta mas juro que nao fui eu eu até que tentei fazer o melhor que podia para salvá-la

imité con diligencia a augusto dos anjos paulo torres carios drummond de andrade manuel bandeira murilo mendes vladimir maiakóvski joao cabral de melo neto paul eluard oswald de andrade guillaume apollinaire sosígenes costa bertolt brecht augus to de campos

imitei diligentemente augusto dos anjos paulo torres carios drummond de andrade manuel bandeira murilo mendes vladimir maiakóvski joao cabral de melo neto paul éluard oswald de andrade guillaume apollinaire sosígenes costa bertolt brecht augusto de campos

no sirvió de nada

nao adiantou nada

llegué al extremo de imitar a un cierto (o incierto) josé paulo paes poeta de ribeiraozinho en la vía férrea araraquerense

em desespero de causa cheguei a imitar um certo • ou inceerto josé paulo paes poe ta de ribeiraozinho estrada de ferro araraquarense

no obstante ribeiraozinho cambió de nombre se extinguió la vía férrea araraquerense y josé paulo paes parece no haber existido nunca

porém ribeiraozinho mudou de nome a estrada de ferro araraquarense foi extinta e josé paulo paes parece nunca ter existido

niyo

nem eu

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Nocturno

Noturno

El pito del tren perfora la noche. Las paredes del cuarto se encogen. El mundo se hace más vasto.

O apito do trem perfura a noite. As paredes do quarto se encolhem. O mundi fica mais vasto.

Tantos libros para leer. Tantas calles por andar Tantas mujeres por amar...

Tantos livros para ler tantas ruas por andar tantas mulheres a possuir.. .

Cuando llega la madrugada Duerme por fin el adolescente Convencido de que el día saldrá especialmente para él

Quando chega a madrugada o adolescente adormece por fim certo de que o dia vai nascer especialmente para ele.

Un retrato

Um retrato

De vivo apenas lo conocí. ¿Pero qué sabe un hombre de otro hombre?

Eu mal o conheci quando era vivo. Mas o que sabe um homen de outro homem ?

Hubo siempre entre nosotros cierta distancia, un poco más de lo que va de mi escritorio hasta ese retrato en la pared desde donde me mira todo el tiempo ¿Para qué?

Houve sempre entre nós certa distancia, um pouco maior que a desta mesa onde escrevo até esse retrato na parede de onde ele me olha o tempo todo. Para que ?

Son pocos los recuerdos que de él guardo: la aspereza de la barba en su rostro cuando lo besaba al llegar para mis vacaciones; el aroma de tabaco en sus ropas; la línea dura del mentón cuando estaba preocupado; la risa reprimida hasta estallar (qué alivio) en carcajada . Poco hablaba con migo. Estaba siempre en otra parte: trabajando o leyendo o conversando o en trance de salir (¡tantas veces!) de viaje. Sólo estuvimos juntos cuando enfermó y fui a buscarlo a una casa extraña y lo instalé en la mía (¡Qué infinitos cuidados de Dora hacia él) Y aún así tan sólo conocí su lucha pertinaz

Nao sao muitas as lembrarn;as que dele guardo: a aspereza da barba no seu rosto quando eu o beijava ao chegar para as férias; o cheira de tabaco em suas roupas; o perfil mais duro do queixo quando estava preocupado; o riso reprimido até soltar-se (alívio !) na risada. Falava pouco comigo. Estava sempre noutra parte: ou trabalhando ou lendo ou conversando com alguém ou entao saindo (tantas vezes !) de viagem. Só quando adoeceu e o fui buscar em casa alheia e o trouxe para a minha casa (que infinitos os cuidados de Dora com ele !) estivemos juntos por mais tempo. Mesmo entao dele eu só conheci a !uta pertinaz contra a dor, o desconforto, a inutilidade forc;ada, os negaceios da morte já bem próxima. m■¡1!rf+WII


contra el dolor, el malestar la inutilidad del esfuerzo, las seducciones de la muerte ya bien próxima. Y llegó el día de bajar su ataúd a la fosa. Y entonces lo supe más que ausencia. Sentí en mis manos el peso de su cuerpo: el peso inmenso del mundo. Entonces lo conocí. Y me conocí.

Até odia em que tive de ajudar a descer-lhe o caixao a sepultura. Aí entao eu o soube mais que ausencia. Senti com minhas próprias maos o peso do seu corpo, que era o peso imenso do mundo. Entao o conheci. E conheci-me. Ergo os olhos para ele na parede. Sei agora, pai o que é estar vivo.

Vuelvo los ojos a la pared. Sé, ahora, padre, lo que es estar vivo.

La casa

A casa

Vendan esta casa : está llena de fantasmas .

Vendam logo esta casa, ella está cheia de fantasmas.

En la biblioteca está un abuelo que hace tarjetas navideñas con corazones de purpurina. En la tipografía, un tío que imprime avisos funerarios y programas de circo. En la sala, un padre que lee novelas policíacas hasta el fin de los tiempos.

Na livraria, há um avo que faz cart6es de boas-festas com cora<;:6es de purpurina. Na tipografía, um tio que imprime avisos fúnebres e programas de circo. Na sala de visitas, um pai que le romances policiais até o fim dos tempos.

En la alcoba, una madre que está siempre pariendo la última hija. En el comedor, una tía que barniza cuidadosamente su propio ataúd. En la despensa, una prima que plancha todas las mortajas de la familia . En la cocina, una abuela que cuenta noche y día historias del otro mundo. En el patio de atrás un negro viejo que murió en la guerra del Paraguay rajando leña. Y en el tejado, un niño miedoso que los espía a todos; sólo que está vivo: ha sido traído por el pájaro de los sueños. Dejen dormir al niño, pero vendan la casa, véndanla de prisa.

No quarto, urna mae que está sempre parindo a última filha. Na sala de jantar, urna tia que lustra cuidadosamente o seu próprio caixao. Na copa, urna prima que passa a ferro todas as mortalhas da família. Na cozinha, urna avó que canta noite e dia histórias do outro mundo. No quintal, um preto velho que morreu na Guerra do Paraguai rachando lenha . E no telhado um menino medroso que espia todos eles; só que está vivo: trouxe-o até ali o pássaro dos sonhos. Deixem o menino dormir, mas vendam a casa, vendamna depressa.

Antes de que él despierte y se descubra también muerto.

Antes que ele acorde e se descubra também morto.

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A mi pierna izquierda

A minha perna esquerda

1

1

¿Piernas para qué las quiero? Si ya no tengo Por qué danzar Si ya no pretendo ir a parte alguna.

Pernas para que vos quera ? Se já nao tenho por que dan<;ar. Se já nao pretendo ir a parte alguma.

¿Piernas? Basta una

Pernas? Basta urna .

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Bajo que bajo

2

Des<;o subo

que subo des<;o que subo camas imensas. Aonde me levas todas as noites pé morto pé morto?

que

subo camas inmensas ¿A dónde me llevas todas las noches pie muerto pie muerto? Corro, entre heces de infancia, sábanas de hospital, las calles de una ciudad que no duerme Y donde voces barrocas Llenan el aire de p 1 u m a

s sofocantes y el amigo sin cuerpo se burla de los amantes que ruedan en la hierba. ¿Por qué me abandonaste pie muerto pie muerto sangrando en medio de tan gran sertón? No No ¡NO!

Corro, entre fezes de infancia, len<;óis hospitalares, as ruas de urna cidade que nao dorme e onde vozes barrocas enchem o ar de p a n

a sufocante e o amigo sem corpo zomba dos amantes a rolar na relva. Por que me deixaste pé morto pé morto a sangrar no meio de tao grande sertao ? nao nao NA O!


3

Aquí estoy, Dora, en tu regazo, desnudo corno en el principio de todo. Me torna Me arrulla Me protege Fuiste siempre mi madre y mi hija Después de haber sido (desde el principio de todo) la mujer.

3

Aquí estou, Dora, no teu colo, un corno no princípio de tudo. Me pega me embala me protege. Poste sernpre rninha rnae e rninha filha depois de teres sido (desde o princípio de tudo) a rnulher.

4

4

Cuentan que anoche un extraño murciélago asustó a los pacientes de la enfermería general.

Dizem que ontem a noite um inexplicável morcego assustou os pacientes da eniermaria geral.

Cuentan que esta mañana todos los frascos del ambulatorio aparecieron inexplicablemente sin tapa, los rollos de gasa sucios de rojo.

Dizem que hoje de manha todos os vidros do ambulatório apareceram inexplicavelrnente sem tampa, os rolos de gaze todos sujos de verrnelho.

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5

Llegó la hora de despedirnos el uno del otro, mi querida

Chegou a hora de nos despedirmos um do outro, minha cara

data vermibus

data vermibus

pierna izquierda. A las doce meridiano nos separarán

perna esquerda. A las doce en punto de la tarde va.o-nos separar

ad eternitatem. Púdicamente envuelta en un apósito te llevarán de la sala de cirugía hacia algún otro (cementerio o caneca de basura ¿qué importa?) lugar donde permanecerás a la espera a su tiempo y hora del resto de nosotros.

ad eternitatem. Pudicamente envolta num trapo de pano va.o te levar da sala de cirurgia para algum outro (cemitério ou lata de lixo que importa?) lugar onde ficarás a espera a seu tempo e hora do restante de nós .

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6

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izquierda izquierda

derecha derecha derecha derecha Ninguna pierna Es eterna.

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Lejos del cuerpo tendrás de ahora en adelante que caminar sola hasta el día del Juicio. No hay prisa ni nada que temer: te daremos alcance oportunamente En la peor de las hipótesis si llegaras antes que nosotros ante el Juez coraje: no tienes la culpa (recuérdalo) de nada. Quien dio los malos pasos en la vida fueron la arrogancia de la cabeza el ansia de las glándulas la incurable ceguera del corazón. Los tropiezos los dio el alma ignorante de los huecos del camino de las trampas del mundo. Mas no te preocupes que en el instante final estaremos juntos listos para la sentencia sea la que fuere contra nosotros labrada: las perplejidades de otro Lugar o la inconcebible paz de la Nada .

esquerda esquerda

direita direita direita direita Nenhuma perna é eterna. 7

Longe do carpo terás doravante de caminar sozinha até o día do Juízo Naohá pr.e ssa nem o que temer: ha veremos de oportunamente te alcarn;ar. Na piar das hipóteses se chegares antes de nós diante do Juiz coragem: nao tens culpa (lembra-te) de nada . Os ma us passos quem os deu na vida foi a arrogancia da cabe¡;a a afoiteza das glandulas a incurável cegueira do cora<;ao. Os trope<;os deu-os a alma ignorante dos huracos da estrada das armadilhas do mundo. Mas nao te preocupes que no instante final estaremos juntos prontos para a senten<;a seja ela qua! far contra nós lavrada: as perplexidades de ainda outro Lugar Versiones de a inconcebível Carlos Alberto Martínez y paz do Nada. Mauricio Contreras Hernández

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PUNTOS CARDINALES

Rafael Del Castillo Matamoros ste nuevo apartado de ulrika pretende llamar la atención en torno a autores cuyos textos den cuenta de un verdadero compromiso con la poesía. Lo anterior no puede entenderse como la interposición de un mero recurso retórico con base en el cual se estaría justificando la publicación de unos textos dados. Porque es que aquello del compromiso con la poesía se traduce necesariamente en el surgimiento de una elocución particular, en la asunción de unos temas, en el ofrecimiento de nuevas vías que permitan -como dice Juan Gelman- que los pies de la poesía ca-

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minen. Y no otra cosa acontece con los poetas Luis Cháves (Costa Rica, 1969), Margarita Cuéllar (México, 1956) y Gonzalo Millán (Chile, 1947). En esta primera ocasión hemos recurrido a autores nacidos entre el 40 y el 70, es decir, a autores cuya propuesta estética si bien se encuentra ya casi que completamente consolidada, no deja de permanecer abierta a la dinámica propia del inicio de un nuevo siglo. Hay que anotar que esta perspectiva de trabajo no es inédita en lo que respecta a la revista ya que desde su fundación han pasado por sus páginas autores empeñados en similares gestas.

Sin duda alguna es posible seguir de lo anterior que si bien existe -y no se crea que solamente en nuestro país- un estado de cosas que continúa avalando el disfraz y la impostura, han aparecido también lectores avisados que, al no dejarse confundir, están allanando el camino para la consolidación de una poesía que hable de nuevo al hombre y no a su máscara. Así esa máscara esté maquillada con literatura de la buena y sea exquisita y la mar de elegante.

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LUIS CHAVES

28 lavé la ropa. vi plaza sésamo. desde el quinto piso el trajín parece silencioso y fluido. como un dedo deslizándose sobre el agua quieta. probablemente alguien cumple años también. pero nadie escucha a keith jarrett. ni acaba de cortarse las uñas en este apartamento que se tambalea en un pie. estrené jabón de baño. una toalla. al tipo que espiaba a través del espejo empañado. casi sin mirarlo dije: felicidades

después de un recital La mitad son amigos. como prueba má~ima de solidaridad. la otra mitad equivocó el bar. pero es mal visto levantarse. y llueve afuera así que bueno . qué se le va a hacer. entre más sillas vacías que botellas. los poetas se acercan al micrófono con la derecha atrás. la izquierda intenta ca lmar el papel enloquecido de pánico. nunca falta el señor erudito: -éste no tiene unidad temática . aquel formal. ¿acaso ellos mismos no dicen: la vida es poesía?

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¿Será que la vida no llega en buen orden sino a patadas y con espuma en la boca? para ellos es un asunto de métrica y reglas. como si la tristeza rimara. o la soledad visitara en días pares. no será que la poesía es esas sillas desiertas. el tipo que bosteza en la mesa del fondo. el autobús que hay que alcanzar lanzándosele enfrente. ¿será llegar a una avenida después del carnaval?

cualquiera no sabe el nombre de la mayoría de las flores. olvida el de los héroes épicos. confunde olímpicamente la genealogía mitológica. habilidad nula para la música. torpe para el color. no distingue aromas. y tiene un gusto más bien ordinario. pero ciertas imágenes vuelven y vuelven. Como si las sacara por la puerta y regresaran por la ventana: una noche que atraviesa paredes. alguien toca piano en un cuarto vecino. una mujer habla sola en un rincón. Entonces escribe para contradecirse.

el viudo o hasta que los huevos nos separen cansada de ordenar latas de garbanzos. de caer dormida sobre torres de calzoncillos. de julio iglesias inmortalizado en la radio del vecino. ella mira su reflejo en la ventana. se manosea las tetas. toca sus ganas de vivir. y comprobando que ambas guardan la rigidez reglamentaria. le saca chispas a los tacones. suelta la música de su pelo. sale de la casa. como quien entra al mundo pateando puertas. y con un revólver en la mano.


poema contra m í mismo unos creen que basta una lectura de virgilio. o de otros clásicos y publican versos dignos de mención. El único virgilio que conozco es mi tío. tiene el hígado del tamaño de una cuarta de vodka. su vida es poesía de la buena. los hay que hablan de sus amadas como si tuvieran cubos de hielo en la boca. las llevan a sus recitales. suspiran y cierran los ojos. momento que aprovechan sus exvírgenes. para celebrar bajo el mantel mi versión mejorada de papanicolnu. ahora los poetas macrobióticas, a pocos meses del dos mil. prometen el reino vegetal del má_s allá. mi vecina de acá. usa lentes oscuros de noche. para esconder el color berenjena de sus párpados. todos tratan a la poesía como a una anciana. son solemnes. hablan en voz baja . con uñas correctas. la poesía no es un oficio. es una desgracia. más bien una deformación del pensamiento. es como el padre que a escondidas mete las narices en la ropa íntima de su hija. la poesía moja el colchón. y en las páginas del diccionario de la real academia. escribe el teléfono de la esposa de su mejor amigo. el poeta hurga en su corazón como quien busca en la basura. el poeta escribe y le crece la nariz.

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MARGARITO CUELlJ\R

Los infieles Caiga la tarde sobre la risa inconfundible de los infieles. Dejan la vida en el placer, amanecen desnudos y soñolientos: le están poniendo veladoras al diablo para que la ira del esposo dolido no los encuentre y el tiempo no distraiga su ansia de quedarse. Un día amanecen con un cuchillo helándoles la sangre, una bala en la frente les apaga la sed. Sólo el recuerdo los hace perdurables: sus nombres vivirán en el fruto de las que fueron sus felices amadas.

Apunte del soltero De la pared a mi noche interminable las hormigas ven crecer el invierno ellas mejor que nadie aman mi soltería: vino para mi alfombra y mi garganta, música, enloquecido corazón. (El soltero es la piel ensombrecida de todo el egoísmo resistencia al encarcelamiento del minuto medalla de oro en amores de un rato.) Una muchacha nos espera en cada hotel de paso y no falta quien se quite la vida

por nuestra indiferencia.


Los indomables Si les quitan el piso hilan su propio suelo. Si les quitan la voz, el orgullo interpreta sus palabras. Si anochece ellos dirán bello es el día en su traje de bastos. No los pisen, no los exterminen, no les laven el alma con clavos benditos ni les ofrezcan oro a cambio de alabanzas ellos beben el agua del arrollo y el sol - muchacho manso - les colorea el tallo de los huesos.

Versos libres para parir un hij o Que no sea copia de mi nombre ni de sus abuelos vivos o muertos. -J.

Que no cargue en el cuello la llave que prohibe el pecado. Que elija al hombre o a la mujer que a sus días corresponda. Su herencia es la ciudad de hombre muriendo este país de abandonados y la piedra de los que no se rinden . Que corra y ande como pájaro ciego conozca el sonido de las bombas amanezca azorado por el rayo de la cerveza . Que ame de la flor su calidad de pasajera encienda el campo minado de su destino vaya contra la muerte y anochezca, por dios, un día de tantos.

Apunte Carlos Drummond de Andrade - poeta de Minas de Gerais - dice que los alegres jamás escriben buenos libros. Condenados a colocarse el moño de la felicidad pagan casa de interés social conservan sus empleos vigilan la dieta de sus mujeres. No tienen tiempo para pensar ni corazón para vivir.

· um)i@WN


Los trenes Algo se va quedando con los trenes. No el rechinar de llantas ni los postes de luz, ni siquiera la historia de otros trenes. Ha de ser la nostalgia del durmiente el ronco itinerario del armón o el tablero en que fija la estación su nombre. Tal vez sea la nostalgia del que abandona un pueblo por domingos de agosto en la alameda; el que volver promete por la hermosa y en la ciudad se pierde en las aladas piernas de una puta. Todo cabe en un tren hasta el recuerdo de su paisaje múltiple la noche y su vendimia. Uno ha crecido tarareando el canto de los trenes.

Renuncia de la lectura ¿Para qué tanto libro? no vaya ser que un día los ojos queden mudos y ya nada nos diga tanta letra difunta. Que se encolericen los clásicos Y arrojen de una vez toda su indiferencia. Que el hombre de la calle nos pregunte y de nada nos sirvan las virginias, los cervantes, los shakespeares para explicar la vida o el verano. Oxidémonos la cabeza en la risa fácil de un salón de baile. Que se pierda la mano en la roja luz de los burdeles antes que darse a los muchos interminables libros.


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GONZALO MlllAN

Apocalipsis doméstico Las sábanas rega ladas para la boda se gastaron y tienen agujeros. Se quebraron los platos en escaramuzas domésticas. Las tazas están saltadas y sin asas . Se perdieron los tenedores y oxidaron los cuchillos del servicio inoxidable. La juguera está descompuesta y empeñada la sortija de diamantes. En el tablero del calendario están todos los días tarjados. Al reloj se le acabó la cuerda. Se acabaron el té, el café, el pan, la mantequilla . Quedan sólo unas gotas de aceite. Vacíos cascarones, de los huevos. En el refrigerador hay solamente una mitad de cebolla estreñida y una mamadera con leche agria. Una laucha oculta en su cueva roe los restos de un terrón de azúcar. La estufa se apagó anoche Después de consumir su combustible. Cortaron el teléfono Y pronto cortarán la luz. Quedan tres o cuatro ampolletas indemnes en toda la casa. Las velas se convirtieron en cabos. Se terminó el papel higiénico Y el excusado está tapado con pedazos de papel de diario. Se desvanecerá el jabón

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en la próxima lavada de manos. La peineta perdió otro diente. La trizadura del espejo es otra arruga. No queda ropa limpia. Hay pañales sucios en la tina. Se le cayó el último botón que le quedaba a la camisa. En la superficie de la mesa impresiones de pequeñas manos, baberos, platos sucios con migajas y raspas de pescados. Vasos con secas borras moradas. En la frutera vacía, dormita ovillado el gato. El auto viejo estacionado afuera No arranca desde hace meses o años. Inmóvil descansa con sus ejes, Sobre pilas de piedras y ladrillos. Le robaron los neumáticos, los focos y cada día lo despojan de nuevas piezas como a un gran insecto muerto que devoraran invisibles hormigas. El jardín está exuberante, lozano, Invadido de malezas que asfixian las plantas. La manguera serpeante es invisible. Se escapó de su jaula el canario. Y el pez de color se ahogó y quedo flotando panza arriba en el agua turbia de su redoma. El perro royó su soga y se marcho a la siga de una perra. El lechero ya no trae leche a la casa, Ni el suplementero reparte los periódicos. El cartero trae sólo cuentas impagas. Sobres con ventanas que nadie abre. Los acreedores golpean largamente, Pero nadie abre, nadie responde. El basurero pasa dos veces por semana, Pero lo hace demasiado temprano. En el patio los tarros desbordantes hieden. El televisor encendido sin sonido arroja movedizas sombras sobre el suelo entalcado por el yeso que llueve del cielo raso. Un niño en un corral de palo, entre juguetes rotos se desgañita llorando, hambriento y mojado, la húmeda boca abierta, los ojos vidriosos de lágrimas, mirando cómo la bestia de las dos espaldas gruñendo convulsa se revuelca intentando devorarse a sí misma.

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Nadie Las calles están silenciosas Y desiertas. Solamente cruzan Las sombras de los árboles. No se oyen pájaros, bocinas, ni siquiera el motor inminente de un auto siempre aproximándose. Los ascensores, las esca leras, y pasillos de los edificios, vacíos. En una cocina un charco en torno al refrigerador que se deshiela con sus bandejas desnudas y la puerta abierta. Conservada en el hielo no hay más que una arveja muy pequeña, redonda y verde.

Ave de rapiña Volaba majestuoso el sonámbulo cuando se sorprendió a sí mismo posándose en la cocina y abriendo con una combinación de avidez rapaz y tedio, la fría caja de caudales donde a medio descarnar reposa un esqueleto de ave.

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MISERABLE El MOMENTO SI NO ES CANTO Claudio Rodríguez John Fitzgerald Torres Sanmiguel

n el seno convulsionado de una España azotada por vientos políticos que soplaban en todas direcciones, marcada a un tiempo por el desencanto y la esperanza, con su imagen secular de dama de la alta nobleza revolcada por el suelo, azarada por el fragor de las banderas rojas y el redoblar de los escuadrones militares, estremecida por los embates de Franco y la Falange y los coros entusiastas del Frente Popular y la República, en una España dividida entre aferrarse a la historia o construirla, nace una generación de poetas cuya obra habría de desplegarse en otras tantas direcciones en medio de, no se sabe bien si por fortuna o a su pesar, una larga y nefasta tregua que hoy se antoja la soterrada prolongación - o la encarnizada venganza- de otra de las vergonzosas contiendas que han marcado este siglo. Esta generación poética que heredaría la nostalgia de una monarquía abofeteada por los tiempos modernos y el deseo represado por levantar de nuevo un país respetable en el concierto internacional, o al menos de Europa, y en cuya memoria constarían indelebles los oprobios contra García Lorca, Her-

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nández, Machado, Felipe .. ., hizo su laridades donde se define su sentiaparición literaria durante la décado. Estos autores son por una parte, da de los años cincuenta, razón por esa generación que si bien encuenla que, y merced a las altas dotes tra antecedentes al respecto en imaginativas de algún crítico hisAlonso y Felipe, pondría decididatoriador o por sencilla inercia (hamente verso y en verso a los incierbían antecedido las del 90, del 27 y tos paisajes de la ciudad, a sus prodel 36), fue rotulada para la postetagonistas: consignaría el asombro, ridad como la generación de los cin- la incertidumbre pero también el cuenta. regocijo y el dolor de un nuevo orDe ella hicieron parte nombres , den espiritual, el de la ciudad tan conocidos como los de Carlos postindustrial, aunque la mayoría Barral (1928-1989), José Manuel Ca- procedía de poblados con tradición ballero Bonald (1926), Jaime Gil de pastoril y agrícola. Biedma (1929-1990), José Agustín Todos ellos de formación acadéGoytisolo (1928-1999), José Ángel Vamica (lo que acaso es un dato inútil) lente (1929) y Francisco Brines (1932), participaron de algún modo y con y otros menos citados como los de distinta suerte de la estética surCarlos Sahagún (1938), Ángel Cres- realista y de sus afluentes ideológipo (1926), Eladio Cabañero (1930), cos; de igual manera, en todos se Manuel Mantero (1930), Angel manifestaría la preocupación social González (1925) y Claudia Rodrí- con tonalidades diversas, aun cuanguez (1934). Poetas cuya desaparido algunos autores señalan dos tención -y, paradójicamente, cuyo desdencias entre ellos, una de claro cubrimiento en nuestros país-, se ha compromiso social y político, otra producido en las últimas décadas. de un humanismo reflexivo, metaAdemás de la coincidencia cro- físico y trascendental. En sus obras se comparte la denológica, con más o menos intensidad, pueden identificarse algunos finición de poesía que acertara rasgos comunes en la obra de todos ellos, sin perder de vista por supuesto que es en el juego de sus particu-


Aleixandre: "Poesía es comunicación", la poesía no es tal si no logra comunicar al hombre, si no es expresión de su profundo aliento, "el tema esencial de la poesía de nuestros días es el cántico inmediato de la vida humana en su dimensión histórica: el cántico del hombre situado." En todos se respira también un trasfondo de desengaño, de tranquilo renunciamiento, atravesado no obstante por una ira desenfadada y la súbita confianza en las fuerzas humanas, es decir, sus palabras son evidencia de un vitalismo inquebrantable. Y es tema recurrente en ellos, cómo no iba a serlo, el dramático destino de España. En lo que ha corrido este año con el que se cierra el milenio, dos de sus autores han hecho el infortunado mutis: José Agustín Goytisolo, quien apenas hace unos meses pasara por nuestro país, y el poeta zamorano Claudia Rodríguez, fallecido hace unas semanas, quien por razones de salud había declinado a último momento lila invitación que le cursáramos en 1997 para que integrara la nómina de autores convocados al VI Encuentro Internacional de Escritores: Presencia Viva de la Poesía. Menos conocida, de la poesía de Claudia Rodríguez, se suele destacar llil cierto lirismo anacrónico que en ocasiones pareciera echar mano de la retórica esteticista de los poetas del 27, un tanto alambicada y neoromántica, lo que tal vez resulta válido para sus primeros libros, especialmente para su Don de la Ebriedad de 1953. Sin embargo, desde el comienzo su dicción está impregnada del habla común, se da en su poesía una profunda y enriquecedora fusión entre lenguaje cotidiano y literario, no le son ajenos los giros coloquiales ni la llaneza de la oralidad, engastados en una combina-

ción culto-popular que fllilda originales espacios expresivos. Es que sucede en Rodríguez lo que en muy pocos poetas contemporáneos, una afortunada amalgama de matices y ritmos que hacen tambalear cualquier intento de clasificación. Si por un lado resulta rural y campechano, como se le ha tildado por su producción hasta El vuelo de la Celebración de 1976, encontramos en ella algunos de los mejores poemas que recrean el sentir en sordina de las criaturas de nuestras urbes; o bien, si en gran medida su poesía, una de las primeras de su generación en superar el realismo socialista, hace parte de lo que podría llamarse el canto de comarca, en la que elementos como el río, la tierra, el viento, los árboles, los cultivos y las bestias de trabajo se exaltan con especial empeño, son asumidos sin embargo por un sujeto poético desazonado que más que símbolos encuentra en ellos preguntas sobre su naturaleza, es decir se acerca a ellos con la mirada meditativa y escrutadora del hombre moderno que inquiere y cuestiona, que no se arredra ante su misterio ni les magnifica. En el prólogo de la Antología Poética publicada en 1981, Phillip Sil ver señala particularmente algunos rasgos surrealistas de los que goza la poesía de Rodríguez (por ejemplo en Conjuros de 1958 y en Alianza y Condena de 1965) y rastrea minuciosamente -con exceso de especialista- los recursos que le emparentan con Rimbaud y el automatismo síquico. Si bien resultan discutibles sus pesquisas a ese respecto, aparece allí esclarecedor lo que Sil ver de-

nomina la mirada sin dueño, esa facultad de la poesía de Rodríguez de situarse a una distancia neutra, casi objetiva de los fenómenos que observa y experimenta; igualmente interesan las anotaciones en torno a los silencios que habitan los versos del poeta español, la esencial mudez, lo que ocasiona una misteriosa atmósfera de indefinición: el poema está siempre a punto de descifrar la esencia de lo dicho pero un esguince sutil elude el hallazgo. En efecto, la poesía de Rodríguez parece estar siempre en un punto indefinido intentando acercarse de diversas formas y mediante distintos recursos al centro de lo inefable, exhibiendo una templanza que a veces se quiebra y se torna angustia, rabia, dolor; y que otras se convierte en celebración, júbilo, alabanza. No obstante se manifiesta de forma constante su compromiso ético con el esfuerzo expresivo, existe un compromiso moral y estético con su circunstancia particular inmediata y con la historia, a través del poema. Las palabras de Claudia Rodríguez avanzan siempre viscerales pero cautelosas, entre dos dramáticas orillas: la evidencia de lo fatal y la apuesta por la vida, un camino cuyos pasos se explican y justifican sólo si existe entre ellas la poesía. Un poema de su Cantata del miedo, que titula "Salvación del Peligro", sintetiza bien este que acaso sea su rasgo más fundamental:

Peligrosa la huella, la promesa entre el ofrecimiento de las cosas y el de la vida. Miserable el momento si no es canto.


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CIJ\UDIO RODRIGUEZ

Aventura de una destrucción Cómo conozco el algodón y el hilo de esta almohada herida por mis sueños, sollozada y desierta, donde crecí durante quince años. Sí, en esta almohada desde la que mis ojos vieron el cielo y la pureza de la amanecida y el resplandor nocturno cuando el sudor, ladrón muy huérfano, y el fruto transparente de mi inocencia, y la germinación del cuerpo eran ya casi bienaventuranza . La cama temblorosa donde la pesadilla se hizo carne, donde fue fértil la respiración, audaz como la lluvia, con su tejido luminoso y sin ceniza alguna. Y mi cama fue nido y ahora es alimaña; ya su madera sin barniz, oscura, sin amparo. No volveré a dormir en este daño, en esta ruina arropado entre escombros, sin embozo, sin amor ni familia: entre la escoria viva. Y al mismo tiempo quiero calentarme en ella, ver cómo amanece, cómo la luz me da en la cara, aquí, en mi cama. La vuestra, padre mío, madre mía, hermanos míos, donde mi salvación fue vuestra muerte.


Lo que no es sueño Déjame que te hable, en esta hora de dolor, con alegres palabras. Ya se sabe que el escorpión, la sanguijuela, el piojo, curan a veces. Pero tú oye, déjame decirte que, a pesar de tanta vida deplorable, sí, a pesar y aun ahora que estamos en derrota, nunca en doma, el dolor es la nube la alegría el espacio; el dolor es el huésped, la alegría, la casa. Que el dolor es la miel símbolo de muerte, y la alegría es agria, seca, nueva, lo único que tiene verdadero sentido. Déjame que, con vieja sabiduría, diga: a pesar, a pesar de todos los pesares y aunque sea muy dolorosa, y aunque sea a veces inmunda, siempre, siempre la más honda verdad es la alegría. La que de un río turbio hace aguas limpias, la que hace que te diga estas palabras tan indignas ahora, la que nos llega como llega la noche y llega la mañana, como llega a la orilla la ola: irremediablemente.

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ROGELIO ECHAVARRIA

El transeúnte (séptima edición) Javier González Luna ¿Qué importa donde se nace ni donde se muere, si con la muerte regresamos a la cuna y con el nacer aseguramos nuestra muerte ?

Rogelio Echavarria

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l transeúnte es el personaje bajo el cual se cobija la obra poética la obra poética que ha realizado Rogelio Echavarría a lo largo de su vida. Hombre de la calle, hombre ordinario, pero también hombre en tránsito. Hombre existente, que vive, como Baudelaire, la fugacidad del tiempo. Hablamos de un libro del cual se han hecho los mejores comentarios desde su primera publicación en 1948. Ediciones posteriores han visto crecer el volumen ahondando en la rica expresión poética de la pluma de Rogelio Echavarría. Los cincuenta años transcurridos desde entonces dan razón a Ernesto Sábato cuando advirtió que es un libro que perdurará.

Ya desde esos años, contemporáneos de Morada al Sur, se reconocía en el transeúnte una voz nueva en la poesía colombiana, voz que expresaba un sujeto urbano y universal. El tema de la ciudad ¾tan explotado hoy en día¾ ya ha sido señalado a propósito de El transeúnte. Me interesa mejor referirme a la presencia que estos poemas tienen en nuestra contemporaneidad fin de

EL TRANSEÚNTE 1948-1998

Rogelio Echavarría

siecle.

La aparente sencillez de los poemas, lo que los hace populares, es apenas un comienzo para otra lectura: más profunda, más encamada. La visión del transeúnte como un simple documento de ciudad es apenas un aspecto de la obra de Rogelio Echavarría . Detrás de ella se guardan inapreciables secretos. Tras de lo anecdótico, de lo efímero, canta la poesía sus temas líricos y temibles. La voz que reconocemos en los poemas de El transeúnte es también

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la de Aurelio Arturo. Son otros escenarios es cierto. Pero vale la pena recordar que Arturo también "ama la noche de la ciudad", que son poetas que encarnan verdaderamente al hombre moderno y natural. Poéticas que fueron la de Whitman y la de las vanguardias. Los poemas de "El transeúnte" siguen vivos desde esos años cuarenta en que comenzaron a escribirse. Porque de eso se trata: de ese tránsito de un hombre cualquiera, de la levedad que acompaña toda existencia . Levedad que es transcurrir en el tiempo de la ciudad, pero también de las etapas de la vida. Impermanencia de nuestro mundo y nuestro ser, tránsito que conduce la vida conjuntamente con la muerte. Pero no todo se queda allí. El poeta con su bálsamo ha vencido lo pasajero de la cotidianidad . Ha elevado ese instante de la existencia ordinaria

para cantar la trascendencia del hombre en todas sus formas efímeras. No quiero aventurarme más allá en el terreno de la interpretación de los poemas. Quiero más bien hablar de un libro, de una edición. De ese libro, también llamado El transeúnte y que ha transitado por siete ediciones, cada una en diferente editor. Ir y venir de un libro que se ha vendido haciendo a lo largo de sus presentaciones; que abre en Colombia los espacios de la subjetividad urbana contemporánea, de la cotidianidad. El grupo Norma acaba de publicar la séptima edición, en su colección de poesía. Con esto la obra de Rogelio Echavarría puede ser descubierta por un público más amplio,

de jóvenes y nuevos lectores . El mercado y la difusión del libro, y en particular del libro de poesía, mantienen su fuerza, a pesar de la inundación de los medios y publicaciones. Por ese alcance que la séptima edición tendrá entre los lectores esta nueva salida de El transeúnte tiene ribetes prometedores. Repasemos para terminar, los editores de las anteriores publicaciones. Del Ministerio de Educación (eran otros ministros aquellos) hasta el Fondo Cafetero. De la Universidad de Antioquia al grupo Norma, el transeúnte sigue su marcha. Largo es el camino que continúa recorriendo en los laberintos de la ciudad y de la poesía.

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ROGELIO ECHAVARRIA Apocalíptico Er fin del mundo ocurre siempre

Amanecer No me dejan dormir los pájaros con su inocente algarabía en el fresco ramaje de la madrugada que toca levemente mi ventana. Anoche se bebieron la luna poco a poco -pico a picoy ahora regurgoritan a coro sin batuta ni partitura. Mi oído es un nido de gorjeos. Sin embargo, yo trato de ponerme al día con los prosaicos ruidos de la casa, armando la agenda de mis afanes, mis deudas y deberes, asuntos insalvables, la derrota del viaje y ya en la calle la jornada sedienta. Mientras en el eterno mar de los dioses olímpicos las islas recuperan su sitio.

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y cada día si lo adviertes. Llega en tu propio cataclismo y da lo mismo morir quieto que en un cohete o en un sismo. Pues si el dolor mata y remata, también se muere de alegría. Tan muerto queda el que ha caido del piso cien de Empire State o resbalando en el jabón Igual el tránsfuga que el rey. Y si me ahogo en mi acogeta, en noche negra o plenilunio, ¿no da lo mismo que sea en junio -en alta mar o en mi pocetaapocalipsis o diluvio?

El transeúnte Todas las calles que conozco son un largo monólogo mío, llenas de gentes como árboles batidos por oscura batahola. O si el sol florece en los balcones y siembra su calor en el polvo movedizo, las gentes que hallo son simples piedras que no sé por qué viven rodando. Bajo sus ojos -que me miran hostiles como si yo fuera enemigo de todosno puedo descubrir una conciencia libre, de criminal o de artista, pero sé que todos luchan solos por lo que buscan todos juntos. Son un largo gemido todas las calles que conozco.


En la casa donde todos estaban enterrados vivos Fragmento del prólogo ala Antología Poética de María Mercedes Carranza. Editorial TierraFirme,Argentina

Juan Liscano

I a actitud literaria y existencial de los poetas colombianos me resultaba significativa y de gran vitalidad literaria. Gonzalo Arango, Jotamario, y otros nadaistas encontraron acogida amiga en mi revista Zona Franca la cual duró unos 20 años. María Mercedes Carranza me sorprendió desde su primer libro: Vainas y otros poemas (1972) por su desenfado, su irrespeto, su picardía, su causticidad, pero también sus agudezas críticas y su humor. Sin ser nadaista y sin participar en aquel nihilismo, mezcla de vanguardismo y de influencia beat norteamericana, María Mercedes Carranza, en su primer volumen de versos, establecía contrastes de expresión adjetival y pensamiento, de chiste y seriedad, de realismo a veces burlón, a veces sutil, a veces doméstico. Va y viene de los quehaceres caseros a la declaración amorosa. Da la impresión de estar jugando, de estar burlando la feminidad, como en "Historia Universal de la Camelia", un símbolo floral, mujeril, cuyo mimetismo cuenta en versos de gracia y de ironía. Esa ironía constituye uno de sus modos de vivir, de pensar los sucesos existenciales. Su ironía juve-

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ni! de los 27 años presagiaba: Tengo Miedo (1983) y Hola, soledad (1987) . Respondía sin énfasis al estar enamorada y desde el inicio coexisten sin decirse, sin pelearse, su ingenio reilón a medias y una extensión misteriosa de tristeza latente. En el poema"Aquí entre nos", burla burlando remata un almuerzo llegando al corazón/ de una alcachofa, hoja a hoja con estos versos sorprendentes:

Y de resto, llenaré las páginas que me falten con esa memoria que me espera entre cirios, muchas flores y descanse en paz.

11 Por lo tanto enamorar; no insistir demasiado; memorizar en función intemporal, venciendo el futuro; entender el espacio del propio movimiento; aceptar las obras del tiempo indetenible cuya duración mezcla lo eterno con lo momentáneo. María Mercedes Carranza estudió y se licenció en Filosofía. Conoce las variadísimas apreciaciones conceptuales de las nociones de tiempo y espacio, que se contradicen, se asocian, se fundamentan en el "pasar" o en el "estar", y desde el

desarrollo del hebraísmo y de la Grecia secular, buscan las relaciones difíciles de fijar entre la condición existencial, la trascendencia, el alma, el espíritu, y la muerte enigmática, siempre escondida, desde los inicios mismos poéticos, de María Mercedes Carranza. Su poema a Bolívar, titulado "De Boyacá en los campos" constituye la invitación a encarnar al héroe demasiado oficializado como tema de engolada oratoria o de superstición popular. Hay que creer en el ser de Bolívar, devorado por la enfermedad y el fracaso de haber vivido un sueño de trascendencia indoamericana . Ver a Bolívar en sus pedestales estatuarios y vivir su derrota como político plantea la realidad de la acción de poder anhelado como una redención y nos remite, por algún aire, a lo erístico. Tras las "vainas" de sus poemas, se abre en los contenidos poéticos de María Mercedes Carranza, no sólo el conocimiento cultural erudito, sino lo que precisamente confunde en ella, la intuición de la desgracia terrena, engañada por su ingenio y su juego del amor.

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111 Ya sabedor de su trayectoria pública notable y su gestión, desde 1986, en la dirección de la Casa de Poesía Silva, recibí Hola, soledad (Editorial Oveja Negra, 1987). Leí con atención y sentimiento este libro cuyo sólo título lo dice todo. La época de las "vainas" había pasado y ahora:

La vida es ésto que muere: una mano alzándose que ya es polvo y raíces, la palabra que se venga del desamor y la derrota, el olor de un jabón frotado a los 10 años, esta tierra herida que contiene huesos y náufragos. En otro verso apunta, pensando en Colombia; En esta casa los vivos duermen con los muertos. Entre la juventud ida y la presencia de la muerte, en un país donde el destino es matanza al azar de guerrillas y de marginales politizados, todo resulta señal y presencia de ruina de la vida.

Carne y ceniza se confunden en las caras, en las bocas las palabras se revuelven con miedo. En esta casa todos estamos enterrados vivos. De modo que alcanzada una edad de lucidez, la autora de Tengo miedo (1983), nacida en 1945, descubre la soledad en todas sus fases de lucha alucinada o ausente. Hola, soledad constituye una meditación entrañable entre lo que" pasa" y lo que es "presencia" de la duración, en el estar, tal la necesidad de Dios, ajena al tiempo pasajero. Los poemas de Hola, soledad, como los que forman parte de este ciclo vital, no cultivan aspectos formales. El lenguaje no es lo fundamental, sino el pensamiento sensible, y dentro de esa simplicidad verdadera, "La canción del domingo" detiene en el alma, lo pasajero ese

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enemigo que es tiempo, para alumbrarlo por un instante con la magia sencilla del poema auténtico:

Es inútil llevar prisa y adivinar, porque no hay tiempo para ver o demorarse la vida entera en conocer tu rostro en el espejo. Los lirios, el cemento, esos ojos zarcos, las nubes que pasan, el olor de un cuerpo, la silla que recibe la luz oblicua de la tarde, todo el aire que bebes, toda risa o domingo todo te lleva indiferente y fatal hacia la muerte. La soledad que alcanzó a María Mercedes Carranza en una edad de plenitud se corresponde más con lo anímico cuando se recoge en sí mismo para entender lo vivido, que en lo narrativo la exasperación, la derrota. Ni pasado ni futuro, ni tiempo ni espacio, "el deseo incansable de estar siempre en otra parte" . Signo de la dificultad de asir por sí misma a la vida. Holn, soledad, además de tomar conciencia de la guerra espontánea o motivada por causas tenebrosas, imperantes en Colombia; del pasar del tiempo y de su eternidad; de los enamoramientos mágicos,

déjame pedirte que el engaño, el du Ice engafio de ser tú y yo dure el vasto tiempo de este instan te. No se equivoca Heidegger al afirmar que el ser huma no se revela ante la muerte. El extravío de la cultura racionalista de Occidente, además de la pasión insaciable de dividir para conocer,

hasta quedar sin nada que dividir, sin ser, la despoja de cualquier anhelo de unidad, de cualquier trascendencia ontológica, entre ésta la del cristianismo una y otra vez y millones de veces aludido como algo que está afuera del humano y no adentro. El mundo actual, desde el requiero del alma y del espíritu, está desposeído, apegado a la noción menos elevada del tiempo y del espacio, al sueño de poder. El hamo sapiens se volvió hamo jaber. Los diez últimos poemas de Hola, soledad, ahondan la experiencia de la amante frente al amado; pasión sensual y ausencia camal del que habla por teléfono, memoria de la infancia, estallido de rabia, "Oda al amor", "Poema del desamor" ,"El olvido" (uno de los mejores poemas de esta obra), la oración vuelta aceptación del triunfo de la tierra, percepción de que uno es su propio enemigo y finalmente, los objetos como boyas o restos de naufragio y el modesto final:

Escribo en la oscuridad, entre cosas sin forma, como el humo que no vuelve, como el deseo que comienza apenas, como un objeto que cae: visiones del vacío.


La escritura de María Mercedes Carranza rechaza los recursos y afectos textualistas tan de moda, sobre todo la tónica literaria per se, el discurso, para ceñirse a un decir corriente que el pensamiento y la comprobación existencial apoyan con su autenticidad confesional. Mucha muerte exponen estos poemas penetrantes por su misma sencillez escritura!. Colombia es un campo de batalla. Por todos lados fuerzas armadas pelean con furor demoledor. María Mercedes -fue miembro de la Asamblea Constituyente de 1991-, desde la plenitud de su don creativo, asumió esa pasión de muerte colombiana (yo diría pasión de matar), y después de borrar mucha existencia ("Si quiere amor que siga su antojo") dio el vuelco más inesperado, en 1997, dando a las prensas de Arango Editores, los poemas, esta vez completos, del libro El canto de las moscas, que fuera publicado por primera vez en la revista Golpe de Dados unos cuantos meses antes.

IV Con ironía, María Mercedes, subtitula estos versos calificándolos de: Versión de los Acontecimientos. Mediante un proceso contrario a su picaresca de los 27 años, en el que contrapesaba los hechos vitales y sociales con su fina ironía, ahora asume la plena creación lírica, dando una versión esencial de los sucesos que, día a día, ensangrientan pueblos, campos y ciudades colombianas. Esa esencialidad rehuye lo narrativo, lo imprecatorio, para ofrecer el crimen cotidiano como una modulación -término de Mario Rivero- de anonadante realidad . Rivero se siente tentado a calificar de haikai estos poemas que parecen pertenecer a otra condición que la histórica y que da parte de guerra. Ella alcanza, entonces, la dimensión lírica de un pasar, de un estar, de una temporalidad fugitiva, precisamente ante el horror, la violencia, el asesinato, la revuelta vengativa, la acometida inesperada. María Mercedes

no podía actuar sino abstrayendo la poesía -y superándola- de esos acontecimientos que la hieren. En su trabajo abordó las matanzas sin describirlas, desde una perspectiva de cruenta belleza en la que los elementos florecen la muerte, rinden tributo y duelo, "reverso de la realidad", como dije en una carta, para memorizar y vivirla con las alas abiertas. El canto de las moscas descansa sobre síntesis de unas cuantas líneas alusivas a las acciones de guerra. Así, veinticuatro minipoemas titulados con el nombre de la localidad, transmiten en la brevedad del poema, ese bordoneo de las moscas, informando los hechos de sangre acontecidos,

En bluyines y con cara pintada llegó la muerte a Cumbal. Guerra florida a filo de machete. En Pare la muerte pasa de mano en mano. La muerte: carne de In tierra. Caen los cuerpos en Mirajlores caen los sueiios. Percibe lo invisible en lo visible. En torno a la muerte aparece la naturaleza dando el toque de la otra dimensión : metáfora, imagen, vivencia, adivinanza, suspiro, terror, elocuencia de relámpago.

Esto es In boca que hubo, esto los besos. Ahora sólo tierra: tierra entre In boca quieta. Cada poema es una evidencia de la muerte, de la tierra, del matar. Las acciones apenas descomponen el paisaje. El paisaje responde con imagen de eco a la muerte. El río arrastra flores de sangre. Los sueños se

pudren tras el muerto. Corolas son la boca de los muertos. Ya en Hola, soledad, la muerte se presentaba como personaje principal. Ahora se sabe que ocupa a Colombia y que María Mercedes escribió un devocionario fúnebre dando salida a su propia angustia y a la angustia de su gente. Se podrán leer estos poemas cortísimos como el recordatorio de una desgracia colectiva, obra del hombre mismo. Contribución inusitada de poeta a la metafísica de un país por donde se soltó una sed de sangre sacrificial, exorcismo contra la miseria, miseria de matar.

El vien to ríe en las mand{bulas de los muertos. En Ituango, el cadáver de la risa. María Mercedes no cuenta; revela la esencia. Y lo hace unificando la materia asesina y el espíritu redentor, en una acción a la vez poética y social. Sus fulgurantes poemas breves constituyen un hecho de vida y de muerte. Ella recorre el tiempo y el espacio y supera cualquier efecto verbal textualista, con la palabra de lo que es, de lo que está. Rosario poético para invocar la paz lejanísima. Hay que leer estos poemas dolorosos y sobrios con el alma para vis1umbrar la otredad, sin literatura embargante. Cada poema es una herida . Estamos al borde de lo religioso espontáneo, contando los veinticuatro pasos de una evocación de sufrimiento carnal, de derrame de sangre, mientras brotan los versos de una toma de conciencia doble, la del drama de Colombia y la de la función redentora del poema puro.

Como las nubes, la muerte hoy en Sotavento. Difunta blancura.

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MARIO RIVERO: UN CANTANTE DE BLUES

Fernando Linero

n el último recodo del siglo el maestro Rivera nos entrega la joven alegría de un paquete de versos: ¿ Qué corazón?. Es así como se titula su último libro cuya primera edición acaba de ser publicada por Arango Editores. Este hombre que ha ejercido todos los oficios -cantante de tangos, artista de circo, veterano de la guerra de Corea etc.- retoma en este libro -con la maestría que ya le conocíamos- la desazón de lo urbano, la profunda soledad del que está inmerso en la ciudad al arbitrio de sus propios terrores. Desplegando, con eficiencia y altura, todo lo que sabe sobre ese lenguaje extraído de lo cotidiano, ha logrado crear su propio sonido con un criterio donde sobresale lo expresivo y lo emocional, un poco por encima de lo hermoso, corno corresponde a un gran improvisador. Sin melosidad, con rumores claros, su poesía es la voz del hombre que llora, se lamenta, acusa, se queja, y lo que es mejor, está sustentada por lo verdadero, condición sine qua non de la buena poesía.

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Con un ejercicio ininterrumpido -águila solitaria que se pasea por los cielos de la poesía colombiana- Rivera, se constituye en el mejor ejemplo de lo que debe ser un poeta de su tiempo. Su cadencia no es la de las voces perfectas, la de las límpidas arias, sino la que fuma en los moteles; la de las calles en la hora más triste, ese jazz -mas allá del jnzz- en que se extravían los bebedores de alta noche. Fuera de la ' burocracia poética' percibe y siente; comprende y por ello logra abarcar efectivamente ese espacio de realidad que constituye la materia de sus versos. Porque no es una 'poesía de consumo' por el contrario es antisolemne y antisentirnental y es acaso por eso que logra adentrarse con certeza en la naturaleza humana para ayudarnos a vivir. Aveces lento y expresivo, otras voluminoso y sensual; aveces luctuoso, con la sensación del que evidencia que está perdido en el mundo, de ese que se mueve de un lado para el otro sin saber qué es lo que le pasa, y se queda sentado a la ori-

lla de la cama sin querer hablar con nadie. ¿Qué corazón? es un libro donde se siente insistentemente el sobrevuelo de la interrogación, acaso por

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Mario Rivero~

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esa manía del poeta que quiere ordenar el caos, completar lo inacabado, llenar el vacío. Guiado por el perfume de la música -esa insustituible herramienta-, igual que un cantante de blues, aprovecha las alturas inestables del espíritu para aumentar la tensión y permitir que la vida desemboque en sus versos de manera directa. Un poeta que ve las cosas con dureza y sencillez pero que, a pesar de las perturbaciones que observa en ellas, permanece allí establecien-

do un diálogo para que resistan, para que el mundo no desaparezca. Creo que Mario Rivero ha contribuido a darle estatus a la producción poética del país en los últimos 40 años, tanto que bien podría ser un cabal representante de la poesía joven colombiana. Con este libro el maestro Rivero nos demuestra que tan buen poeta, tan buen músico -de cabaret- y sabio ha sabido ser, tal como lo querían los trovadores del siglo XVII.

He terminado de leer ¿Qué corazón? y vuelvo a la misma emoción que sentí hace 25 años cuando, adolescente, me acerqué por primera vez a su poesía. Esa misma que se produce cuando descubrimos en un poeta la tensión creadora, una como especie de vibración eléctrica que nos traspasa el corazón y con ella la impresión de que sin poesía la vida no tiene sentido.

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MARIO RIVERO Balada de la Badillo Aquí vivió Aracely Badillo a quien el pueblo todavía recuerda. Siempre se ha de recordar a la Badillo -que supo ser lo que era, para ellosOtras mujeres después han llegado en busca de su sitio, y su cetro, pero ninguna como ésta Aracely en las artes del amor, suprema. "Viva México" decía el letrero de luces de su burdel de cinco estrellas, que conquistó un lugar de honor en los reinos de la carne y el sol, de la historia no escrita del pueblo. Una casa de cinco ventanas y una cara de mujer detrás de ellas. ¡Pero ninguna como ésta Aracely en el tiempo que vuelve-y-no-vuelve! Pocas colegas suyas, llegaron, a sacar tal partido, como ella, de aquel botín de humillados corazones -y algunos de entre ellos de clase primera-. Más, como si sólo le hubiese faltado, para su triunfo y alivio postreros, para apaciguar cualquier apetito, -o porque sus dones requirieran de alguna fama todavía más ruidosaquiso acostarse con La Muerte. Y es que ninguna bella vivió tan poco como ésta Aracely Badillo que saboreó su minuto de vida a lo loco.


Sin más parientes que sus pupilas, ni más amigos que el dinero, de su corazón de golondrina nadie pudo agotar el misterio. "Enséñame a ser feliz", les decía a todos cuando se acostaba con ellos. Se ahorcó con la colcha de su cama un domingo de sol, polvoriento, por razones que nadie encontró, -y corno si sólo muriera de aburrimiento-. Y la enterraron sin bendición y sin lutos en lo alto de la colina, bien lejos de los que se deleitaban con ella. ¡Ay! Que ninguna bella vivió tan poco, corno ésta Aracely Badillo que perdió su vida a lo loco ...

Al inquilino de Roman Polansky Dicen que el inquilino nuevo, empezó con un lento escrutinio de la antigua morada. Cuarto a cuarto se acercó al dormitorio con rosetón empapelado, para observar el cielo-raso que se eleva con su estoica altura; la larga fila de vencidos cristales que miran, hacia la monotonía de rostros anteriores, en un mutismo lleno de telarañas. Los huecos del empapelado, -aunque no esconden dientesson como ojos que todavía sostienen un sueño. Demorando sobre ellos, la perspectiva jamás se desvanece pues los suyos, no ven otra cosa que su propio interior. Corno un sepulturero, demasiado escrupuloso, encajonando lo que el tiempo mata, triste y blanco, desfallece de renunciamiento. Sólo su sombra en la oscuridad es clara. Su blanca camisa sobre el balcón, se hincha ... se balancea .. . se desprende .. . Como un ala, blanquísima, desciende ... desciende .. .

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Carta de Bob Dylan a Apollinaire Tu músico de Saint-Merry que cantó la alegría de vagar y morir errante, pasó junto a mí. No estuve muy amable con él, le quité su flauta y me puse a tocar en ella un rock. Lo hice, porque sé que él estaba endiablado, y lo mismo me pasa a mí, y porque la gente pedía "Una canción" .. . "Una canción" ... Y así simplemente, -simplementeles canté algo extraño y desenfrenado, que sonaba sinuoso, como nada había sonado antes, sartas de palabras distendidas en todas direcciones, para los muchachos que se desgañitaban, cada vez más alto, cada vez más fuerte -una borrachera de sonidos-. Y la gente bella, la gente florida a la que le gustan los bromuros y los sonidos, los que no buscan las ideas o la sabiduría, y están disponiéndose a vivir en un v iaje por las galaxias se entregaron a la música, fueron con ella, en todas partes despiertos a su llamada, según la cadencia, que yo canto, y que yo inventé, como un nuevo músico de Saint-Merry... Y mientras el mundo giraba y cambiaba, un día ellos se dieron cuenta que la forma de amar a sus chicas había pasado de moda, y ellas supieron que estaban tristes y azules, les pareció que ahí estaba el problema, de donde res ultó que danzando como trovadores, por puentes de música, entre gurúes y entre flores, -y todo ello como por puro juegose hicieron amantes y mendigaron juntos, siempre al son del flautista de Saint-Merry.


Endechas Estábamos perdidos cuando nos encontramos en aquel retraso de aeropuerto. Yo estaba lleno de noche y de frío, aunque había pasado tres días en el "San Francisco", con una muchacha de nalgas redondas. Tú creíste que yo era un camionero. Admiraste la vulgaridad de mi estilo y me amaste por ello. -No lo era.Yo creí que tu eras una princesa, que arrastraba hasta mí su aburrimiento. -Y es verdad.Como es verdad que seguimos perdidos. Yo, por no poder soportar la realeza, tú, por no saber nunca lo que estás haciendo .

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COMO EL PAN

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GUSTAVO MAURICIO GARCIA ARENAS Efraím Medina Reyes

oy un error del vientre de mi madre, dice García Arenas en alguna parte de Como el Pan. El verso es horrible pero inevitable. No ha existido -ni existirá jamás un hombre- que pueda tener con su madre algo más que una relación amor-odio, y, por supuesto, todos han tenido ese verso en mente aunque algunos avispados no lo hayan escrito. Hay otros versos de ese estilo en el libro que, corno todos los que se escriben en este mundo -incluyendo los de geografía y arquitectura- habla de la muerte, el amor y el sexo, las tres piedras angulares del monótono destino humano. Sin embargo, Como el Pan tiene algo que no se encuentra a menudo en la infinitamente aburridora poesía colombiana: es divertido. Un aparte del bello poema "Barbie Baby Rodríguez" dice: Yo soy tu Ken, mi baby, tu Ken Rodríguez, vecino de Faca, y tengo un potrero lleno de vacas. En poemas corno éste, García Arenas deja muy atrás sus líos interiores y se convierte en un hacán que nos hace reír con su desparpajo y su "me importa un culo" lo que otros escriban, "esto es lo mío" . Y se mete

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en lo suyo, y qué bien le va. Las referencias que torna retratan nuestro chato e imponente espectro cultural, lo saludables que somos lejos del Caro y Cuervo, el servicio militar y los programas de opinión. Como el Pan tiene el swing de un son, el sentimiento de un bolero y la habilidad de una descarga. Por eso llega y se queda, porque está en nosotros, nos revela, nos pertenece.

Música infernal. Alguien viene y alguien va . ... dice García Arenas en el poema titulado "Entre las Horas". Aunque el terna es la barbarie por todos conocida, el poema sabe a guaguancó y corno nuestro dolor huele a risa. En el poema "María", uno de mis favoritos, se oye -sí, se oye- esto:

(. ..) María la que sube y me baja la bragueta la que hace que cambie la talla tan pronto se pasa de la raya. Y después

(... ) el allegro danzante de tus vellos el color blanco de tus calzones o la mancha rojn de tu vaginn Mnría la regla y la disciplina

María hasta en los recreos te perseguía. Y finalmente.

(.. .) Ya vendrá mi otra María la más querida María la hija María de las estrellas. García Arenas despliega en "María" toda la fuerza de su temperamento. El poema es baba pero en la baba también se refleja la luz; es rabia de amar lo que te jode, es melancolía del tiempo en que no necesitó romperse el alma para encontrar la belleza . Y es un disparo a Dios, el desconocido amante que puso todo el dolor del mundo en el vientre de una pequeña, frágil e indescriptible mujer, la que todos llevarnos dentro. En mi opinión, Como el Pan es un relato agudo y risueño de nuestras adversidades. García Arenas parece saber que lo peor en nosotros es a la vez nuestro único tesoro: por eso funciona. Es un respiro, un escape propicio para los lectores que estarnos hartos de la pretenciosa ineficacia de William Ospina y tantos mamones, mejores y peores, que cagan algodón de azúcar en rnagazines y revistas literarias.


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GUSTAVO MAURICIO GARCIA ARENAS

Ese otro Ese otro que creía ajeno, me pertenece tanto o más que este yo que lo mira

No hables con extraños No mires el lado oscuro de la luna ni busques tu imagen tras el espejo que te mira . No te atrevas. No hables con extraños porque los extraños te hablarán de la fruta prohibida.

Yo te reclamo Hoy reclamo mis derechos sobre tu cuerpo inválido. Reclamo la piel que acarició la palma de mi mano, reclamo mi mano, aquella que se posó sobre tus inmensas nalgas. Hoy te reclamo de nuevo y no te tengo. No quiero que tu sangre se mezcle

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OTRAS VOCES

NELSON ROMERO GUZMAN

Trazos sobre Van Gogh

Carta Sólo corno pan y cerveza. El hambre es de pinceles, de telas ... Miro los soles concluir en estas tardes verdes que me guardan una esperanza, y algo se crispa en el espíritu insaciable. El alba me acoge con brazos blancos y creo comer de las patatas que pinto. El hambre es de colores. Envíame un poco de dinero para ganar los días que vienes, voy a terminar los bordes de un cielo por el que quiero escapar.

Invitación que hace Van Gogh a Théo desde un cuarto de postigos cerrados (*) Encuentra bello todo lo que puedas: La hilera de sauces llorones en la pradera, El mistral despiadado que barre con furia las hojas muertas, el regreso del rebaño en el crepúsculo, corno el final de la sinfonía que he oído ayer. Vamos viejo a buscar largo tiempo la luz, ven a pintar conmigo en el bosque, los campos de patatas, ven, pues, a galopar conmigo detrás de la carreta, vente conmigo a ver los fuegos, a tornar un baño de aire puro en la tempestad que sopla sobre la floresta . Me apena que la pintura sea corno una mala amante

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que no tuviera, que gasta, siempre, y jamás es bastante. Vente conmigo a compartir mi riqueza: La colcha, rojo escarlata. La ventana, verde. El lavabo, anaranjado; la cubeta, azul. Las puertas, lilas. Y eso es todo - nada más en este cuarto de postigos cerrados-. (*) Este poema está construido a partir de diversas frases tomadas de Cartas a Théo.

Para un homenaje Pintar la locura de los girasoles y hacer que iluminen la oscuridad del hombre. Esa es la grandeza. Lo demás se subasta fácil como telas de olán. Pero nada más cercano a la gloria que un girasol que esta muerto, y nos alumbra.

Canción para un final Vida que te vas, eternidad que viene, me encuentro en tu final como al principio. Ya se alistan mis alas de pasajero por los colores del mundo, hacia tus secretos se extiende maravillosas. Si fui feliz, ¿a quién importa? si el sufrimiento me cercó, ¿quién nos redime? Todo el aire luminoso caiga sobre mí como epitafio y no se sacien ojos ajenos en lo intenso del instante que fui. Te dibujé, Vida, alondra mágica, con nada de lo tuyo me voy. Pero te dejo lleno de lilas, claveles y cipreses el jardín donde me refugiaste, Amada.

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JUAN FELIPE ROBLEDO

Un himno azul para el espanto Oyes el himno azul espanto en esa voz, de días en los cuales nada tenía nombre. Es el recuerdo de una esperanza muerta, encenagada, una ofrenda grata al dios de la renuncia. Hay dureza en sus ojos, y los días no quieren, sin embargo, olvidarlo. Es el señor inmisericorde de tus horas turbias, al que has ofrendado tanto sol y luceros para la dicha. Está su mano en lo alto, blande una espuma con la que te baña como a un niño sucio, y recuerdas las horas del lento desangre, los pitos arreciando en la autopista y tu cama condenada a esa soledad de bote que se aleja de la nao capitana sin consuelo. Hay montones de afiches de muchachas que nunca conocerás, de manos que no estrecharás, lenta esperma que no quiere fecundar. Es el corazón una caja hueca, sin temblor, un músculo distendido, flácido . Y es vergonzoso reconocer que la fuerza no va a venir de algún sitio hermético, un oscuro tabernáculo en el cual se reúnen sabios a medir tu valor, pues permanecerás allí, con la cara entre las manos, esperando un nuevo principio sin abriles. Es triste esta marca de fin de siglo en los ijares, este himno que no se atreve a cantar de una vez su orgullo. •r¡""',:W_,,,ll..•"'¡~"IW'""4-t • • • • •


Guerrero Herido El árbol sobre la colina quiere detener el tiempo con sus ramas, torna las horas por el cuello y pretende estrangularlas. El árbol sin simiente, el que habita la colina, todo lleno de esperanzas y conciertos, luminoso corazón que es hoy lucero. Rincones piadosos hay bajo su corteza de soldado de batallas sin fin, en este día que no se detiene en la marcha, tiempo cruel bajo las hojas, gusano de las frutas de su dicha.

Se acepta la propia condición No es arriba, en el tejado, donde se paseará la dama, No es abajo, ni siquiera sus pies rozarán el empedrado del patio tapiado, No es entre adelfas o nomeolvides que encontrará el reposo, No en el tiempo de los días álgidos, no en el roto corazón, No en días ya luceros. No, no hay ánimo para irse de parranda, No hay un sitio más cómodo, Ni efemérides para celebrar, No navegamos acalanto que nos lleve días arriba, estarnos descolgados, con el espinazo quebrado bajo las lámparas. Viajamos, atrabiliarios de corazón puro en medio del espanto, hoy denodados tardarnente, padres de gemidos que no se oirán en la brisa, en el azur, el que es menos que cero, no somos sino escaladas, días cegados, ansia de acalanto, espadas sonando por lo bajo entre delirios y ponientes que se doblan y mañanas para nada y dislates de un ayer que es mucho mejor así, sin diferencias.


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JAVIER GONZALEZ LUNA

LI PO DIBUJA MARIPOSAS sobre finos papeles de Nepal. A la sombra de la escarpada montaña agitan sus alas y parten hacia las copas de elevados árboles. En el torrente jóvenes discípulos forcejean y ríen desnudos. El sol verde de la primavera quema sus inciensos. Un viejo fuerte golpea la túnica del viejo que apoyado en la roca observa el movimiento de la bruma en lo bajo del valle.

O.

P.

Mago. De su haut de form e surgen la izquierda y la derecha. El poema y la idea. Cintas multicolores alegran el paisaje. Conejos, enumeraciones de conejos. La cruz y la medialuna. Kant y Nietzsche el hombre y la mujer. De su sombrero surgen signos y fiestas .

Para el cómico Todos los hombres son iguales en música, en mujeres. Todos los hombres navegan los mismos alcoholes. El mundo tiene un mismo dibujo sonrisa de borracho, maneras rápidas y tristes de hacer las cosas. La venganza, la ciega idea de hacer justicia y tener la razón. Pero, qué razón es esta? Que mago del envilecimiento y el dolor nos ha trastocado así? Todos los hombres son iguales en sus músculos, en su esqueleto, en su manera de morir. Apropiémonos de nuestra hora muramos de nuestra propia muerte. Que cada hombre tenga su muerte su deseo Que cada vida se agote en su ansia de vivir.

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SOY AXE primer cosmógrafo del Cercado del Zipa. Soy Rajiv brahamán intocable por sacristanes y brujas. Soy Ben, el niño autista, nacido de la guerra. Soy el primero que oyó el llanto de la máquina, el bramido del bajo (la voz abisal de Robert Plant). Soy el loco el que pervive a la tortura psíquica.

Jarito's Bench Todos sabemos, ¡hermano! que la máquina no dura todo el tiempo. Más aun tú: Trovero. Alma sensible encadenada a la dicha popular. ¿Es necesario recordar ahora? ¿Hacerte vivir de nuevo, ETERNO, en el recuerdo? ¿Poner una vez más la guitarra entre tus manos, la herida en tu pulso nervioso?

El único aún con las manos vacías, con los ojos ardientes.

SÍ.

Ahora que comienzan a apagarse nuestras luces es procedente ordenar la memoria. Te has escapado en la comedia, en el abuso de una condición que hiciste propia. Puedan tus amados huesos vencer la estupidez de la muerte.

a José Lezama Lima UN LIMÓN ABIERTO sobre la mesa. Lomos negros de delfines bullen en la sal. Habana, mediterránea flor del mar. Noche morada. Grito de indios y de niches en la playa, en la montaña. ¡Tantos caminos para regresar al cuerpo! Sólo la mano conoce, sólo el tambor.

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AJMATOVA PERPETUA

Henry Luque Muñoz ntes del derrumbamiento del muro de Berlín y de la ulterior disolución de la Unión Soviética, ya en este país venía en camino una especie de perestroika literaria, consistente en sacar a la luz valores líricos, antes ocultados por el régimen. Las gentes hacían largas filas en los kioskos callejeros para adquirir y devorar un ejemplar de la revista Ogoñok (Llamita). Un par de millones o acaso más, ya estaban vendidos por suscripción, antes de aparecida la edición. En Ogoñok, aquel monumento siberiano vivo que es Evgueni Evtuchenko, venía resucitando semanalmente páginas de poetas soviéticos ignorados. Era como meter las manos entre las cenizas y devolverles la vida con un soplo. En los años 80 se veía en el Metro de Moscú, gente leyendo con ademán sigiloso, un espeso fajo de fotografías: habían retratado en casa, hoja por hoja, algún libro nunca reeditado o agotado o prohibido. Eran éstas las bibliotecas itinerantes. Entre los escritores así leídos estaban Mijaíl Bulgakov, autor de una de las novelas clásicas del siglo XX -Maestro y Margarita-, obvio, Solzhenitsen, en alguna traducción 52 ULRIKA

a otro idioma y llegado subterráneamente. La novela El doctor Zhivago, de Boris Pasternak, comenzó a publicarse por entregas en una revista, casi treinta años después de aparecida en Italia y en Occidente. A la gente le pareció extraño el prolongado misterio en torno a esa novela que, sin embargo no le resultaba tan "peligrosa" como se rumoreaba. Ya muerto, en Peredelkino -especie de ciudadela de escritores, vecina de Moscú-, su casa-museo secreta era, sobre todo, obra entrañable de amigos y lectores adictos. Es difícil entender cabalmente desde fuera la pasión del hombre ruso común por la literatura y por sus escritores, el único país donde puede afirmarse que la poesía llena estadios, donde los jóvenes, bajo un hielo implacable, se amotinan a la puerta de los teatros para apañar una entrada revendida y asistir a la obra de uno de sus escritores clásicos. Al menos así ocurría antes de la locura capitalista, una experiencia para la cual ese país nunca estuvo preparado. Los críticos han coincidido en aquella evidencia: ser poeta en Rusia no es lo mismo que serlo en otras latitudes. Ni tampoco ser lector de poesía.

Dos autoras solían recitarse, sobre todo, en las tertulias moscovitas: Anna Ajmátova (1889-1966) y Marina Tsvetáieva (1892-1941). Si hablamos de mujeres poetas, el temblor del ruso anónimo se repartía entre esas dos maravillas silenciosas. Conviene recordar que el ciudadano común mantiene viva la tradición bizantina de la lectura en voz alta, que produce efectos inmediatos en la memoria e introduce ritmos y músicas, sensibiliza la imaginación. La poesía rusa no suele estar en las estanterías, sino en la cabeza de las gentes. Así las cosas, la aparición de un poemario de Anna Ajmátova Poemas escogidos (Santafé de Bogotá, Norma, 1998), en la cuidadosa traducción de Jorge Bustamante García -poeta colombiano residente en México-, se carga de sentido. Para lectores nuestros significa un descubrimiento por la fragmentaria y ocasional presencia de aquella poesía, aquí, por la escasez de traductores del ruso, debido en parte, a la casi total inexistencia local de consagrados al oficio, a la lejanía de ese país, y por lé' dificultad de enfrentarse a una len-


gua muy distinta del español. Conviene señalar que aunque se den equivalencias de sentido, con frecuencia resulta harto difícil verter la musicalidad, el ritmo, la entonación, al traducir de un idioma sintético, el ruso, a un idioma retórico, el español. Al tomar tres palabras del original, en la versión española, podrían convertirse en cinco o seis. Ello altera los registros. Así que el riesgo es grande. El original, más que vertido a su equivalencia quedaría transformado. Pero con el libro que reseñamos estamos ante un ejemplo confiable de captación de páginas de la autora. La sencillez fresca y aguda de la lírica de Ajmátova ha sido fervorosamente recogida. Alexandr Brückner, historiador de la literatura rusa, ha señalado que "nunca se corresponden exactamente un texto ruso y su traducción, aun en el caso de que ésta -y esto es siempre un caso excepcional- se base en un profundo conocimiento de una y otra lengua". Por ello, acaso, del idioma ruso, se harán no traducciones, sino versiones .

La poesía de Ajmátova ha sido parte del oxígeno secreto con el que respiraban los inconformes menos adictos a la subordinación institucional. Y no porque escribiera ella sobre política, ni elaborara discursos de protesta -aunque no falta un sarcasmo expresamente antiestalinista-, sino por su insobornable originalidad. El alma rusa no teme a los extremos. Así se explica su extraña manera de fundir el equilibrio y el temblor. La manera de asimilar Ajmátova la muerte es tan intensa y sugestiva que privarse de su lectura, una vez conocida, produce una sensación de orfandad . Dejarse impregnar devotamente de temas luctuosos, no era bien visto por la censura oficial: ello propagaría un ánimo que contribuiría a frenar o retardar el avance hacia el desarrollo urgente de la sociedad. La poesía de aquella viuda genial que adoptó por hijos líricos, entre otros, a Joseph Brodsky -Premio Nobel, 1987-, es, ciertamente pesimista, pero aclaremos, el pesimismo que da vida. La lectura de Ajmátova nos permite captar ese oculto ánimo colectivo, que bullía a la sombra, desde tiempos anteriores a la Revolución de Octubre, pasando por épocas de forzosa transición, bajo la guerra o la vigilancia estricta, suscitada ya por las excesivas cautelas del régimen, ya por la estrategia occidental de sembrar el miedo desde afuera, por medio del acoso y la amenaza. La estrategia de intentar liquidar a un pueblo se llamó eufemísticamente La guerra fría. La poesía de Ajmátova podría considerarse como la biografía cifrada de una percepción cotidiana de este lapso prolongado, en que la velocidad económica y el empuje de

las transformaciones -la electrificación del país, por ejemplo-, aún en medio de brutales contradicciones, transmitía a la vida y al lenguaje un ritmo, un empuje, dotándolo incluso para el ademán contestatario y la impugnación opositora. Sobre todo en las creaciones últimas de Ajmátova, el erizamiento se espesa y ramifica, haciéndose cada vez más sombrío. La Segunda Guerra Mundial llenó de pólvora las tintas. Aquel entorno desquició la mirada de Ajmátova, no su lenguaje, contenido y puntual. El amor y la destrucción son protagonistas en sus versos. Un vocabulario de tristezas, cuervos, fantasmas, cenizas, devastaciones, frío, abismo, crueldades, delata una raíz elegíaca, eriza y torna más afilado su lenguaje, multiplica y espesa el carácter cifrado de sus temores. En la obra de aquella poeta logramos rastrear la vida de un pueblo, sus iluminaciones y pavores ocultos, en un lapso muy significativo del período soviético. Su creación es, en parte, el seudónimo del drama cotidiano que va del minucioso desgarramiento a un escepticismo desvelado. Su creación está a salvo de esos riesgos que asedian la escritura en las mujeres: el patetismo sentimentalista y la sexualidad fluvial y gimnástica. Su poesía está, en cambio, atravesada por una sola fuerza, aguda y definitiva, inherente a la literatura rusa, de Pushkin a Dostoievski y de Tolstoi a Bulgákov: la tensión dramática. Ajmátova está a años luz de ese sentimentalismo feudal que se hunde en la pena e ignora críticamente su entorno. En ella hay una fresca intelectualización del deseo, su melancolía es subversiva. Sus páginas debieron nutrirse de la tradición local de la lectura familiar en voz alta, que afina e intensifica el oído. Si intentáramos identificar la procedencia lírica de su obra, tendríamos que remitirnos, cercanamente, a un cruce de las herencias romántica y realista, que en Rusia tuvo características distintas a las de Europa occi-

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dental y, remotamente, a esa síntesis eslava entre sensualidad e idealismo. La entonación desesperanzada de la poesía de Ajmátova se carga de un vigor que logra alturas inusitadas gracias al esplendor de su claridad. No necesita forzar el lenguaje. Escribe con la naturalidad con que cantan los pájaros. Su canto está habitado por registros que matizan ampliamente la melancolía y una desesperación sabiamente contenida y organizada por medio del lenguaje. Semejante llaneza expresiva, tan cargada de sentido, nos ayuda a entender por qué ha calado tan hondo en el lector ruso. Su poesía ha sido interiorizada por el hombre de a pie con una utilidad inmediata: darle razones al estado de ánimo para vivir, para soñar. La ternura está muy presente en sus versos, como una gota de miel en la llaga viva. Estamos ante un lirismo incisivo como en esas canciones populares que sin pretensiones verbales va ahondando hasta colmar la memoria. Uno de los secretos visibles de su dicción radica en haberse apropiado de cierta oralidad. De ahí su

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parentesco con las canciones. Acaso en ella viajan, subterráneamente, los subversivos juglares rusos antiguos que, como en Occidente, eran indomesticables. La estrategia comunicativa de esa sencillez conlleva una misión tácita: lograr una rápida complicidad con el lector, ahorrarle, dentro de la mejor tradición rusa, el esfuerzo de ingresar en regiones extremadamente ambiguas o rebuscadas. La literatura rusa, por su origen eclesiástico y bizantino, ha conservado cierta devoción moral y pedagógica de la prédica antigua, considerada a la vez con el lector ilustrado y con el analfabeto. Desde tiempos antiguos, en Rusia la tradición oral facilitó que los analfabetos leyeran en los labios de los otros. Así, a su manera, se hicieron analfabetas ilustrados. En tal contexto, se entiende mejor que Anna Ajmátova deje traslucir aquella aguda claridad que delata el esfuerzo por ejercer un magisterio. La precisión en el manejo de la palabra, la economía de medios, son maneras de un rigor omnisciente. Un niño o un adulto ingresan sin dificultad en el túnel brutalmente ensimismado de su creación y a cada uno lo iluminará desde la sombra. A los 21 años de edad, la poeta ya dejaba en cuatro líneas la sospecha de que sería una de las grandes voces del siglo:

El lenguaje injurioso no me altera No culpo a nadie de nada. Dame una muerte honrosa A cambio de esta vida mía mancillada. Nótese, ahora, en un poema escrito, medio siglo después, en 1959, la constante que visita su creación: la vitalidad con que habla de la muerte. Se necesita mucho amor a la vida para escribir así sobre la tumba:

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Me has inventado. No hay, No puede haber algo así en el mundo. El médico no puede curar, ni el poeta apaciguar, La sombra del fantasma día y noche te perturba, Nos conocimos en un año imposible. Cuando ya se habían agotado las fuerzas del mundo Reinaba el luto, todo se marchitaba en la desdicha Y lo único fresco eran las tumbas. El terraplén del Neva se sumía en la oscuridad La noche sorda se esparcía sobre las paredes ... ¡Fue entonces cuando empecé a nombrarte! Qué hacía -yo mismo no entendía. Llegaste entonces como una estrella cierta A través del triste otoño Y en la casa devastada de los versos Convertidos en cenizas se extraviaron para siempre. Una opción de lectura sería ver la obra de Ajmátova como una fuga de la vida cotidiana ruso-soviética, a través de esa época colosalmente difícil. Y sin duda lo es. Pero se trata de una evasión lúcida: a la vez que intenta marginarse del horror, lo captura, como el hombre que bordeando los abismos consigue vivirlos, sin arrojarse a ellos. La poesía de Ajmátova sería una rara forma de sobrevivencia del mundo inalcanzado por su esposo, el lírico Nikolái Gumiliov (1886-1921), tempranamente acallado por el régimen. Así las cosas, la pasión lírica de ella adquiere una inusual complejidad pues carga sobre sus hombros de viuda un compromiso ínti-


mo y doliente, además del suyo propio. -No debe olvidarse que lacensura desaconsejó su lectura a los jóvenes-. Sería dable suponer que su poesía fue escrita a cuatro manos: entre una viva y un muerto. De ahí que la fuerza sea doble. En los años sesenta, en vida de la poeta, apareció en la Editorial Progreso de Moscú un volumen antológico titulado Poesía soviética rusa, traducido al español, cuya recopilación se debe al chileno Nicanor Parra. Entendemos que los comentarios son también suyos. Por la importancia de Anna Ajmátova y del compilador, el conocido poeta chileno, vale la pena reproducir aquella semblanza, una especie de postal lírica, sin olvidar la fotografía que precede a sus versos-: "(n. 1889) tiene la adusta y noble belleza de la tranquilidad. Su imagen, con el habitual chal negro sobre los hombros se asocia a la clásica melancolía del paisaje de Leningrado, a sus verjas estilo Imperio, al frío brillo del Neva y, claro, a la serenidad clásica de sus versos,

en los que hasta la pasión viste el corsé de la lógica. Hay en la poesía de Ajmátova un algo que la emparenta con los versos de Gabriela Mistral. Vemos la misma profundización elegíaca en el drama del amor irrealizado e infinito. Pero si el tema de Mistral es la maternidad, el de Ajmátova es el alma femenina solitaria, que se abre camino hacia la luz de la comprensión y la simpatía. La maestría de Ajmátova no salta a la vista, su verbo y sus imágenes, sencillas y profundas, lo dicen todo con una simple alusión. La mayoría de los versos de Ajmátova se distinguen por esa perceptibilidad escultural de los fenómenos <imperceptibles>, como los recuerdos, los sueños, las imaginaciones. Nicanor Parra asocia a Anna Ajmátova con su compatriota Gabriela Mistral. Sería dable, por el parentesco luctuoso, por esa energía imperiosa, hallar también una coincidencia con la argentina Ale-

jandra Pizarnik, por casualidad desaparecidas con escasos años de diferencia. En las dos la universalidad del drama humano adquiere un relieve ampliamente matizado . En ambas respiramos la vida como un vapor de cenizas. En ambas lamodernidad lírica adquiere un relieve conmovedor, por la aptitud para ahondar en la muerte sin despeñarse en la truculencia. En una y otra la ruina, el acabamiento, se tornan familiares, parientes entrañables nuestros. Las dos frecuentan la transparencia, una manera de tener en cuenta al lector. En ambas la fuerza viene de asumir hondamente lenguajes: Pizarnik retoma, sobre todo, la lección surrealista; en Ajmátova la fuerza le viene de los escritores clásicos rusos.

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ANNA AJMATOVA

AL DESPERTAR en la madrugada, Sofocada de alegría, Mirar las olas verdes Por la ventana del camarote, O en la cubierta de la intemperie Abrigada con una piel afelpada Escuchar los zumbidos del barco Y no pensar en nada. Y presintiendo un encuentro Con quien se ha convertido en mi estrella, Rejuvenecer a cada instante A causa de las gotas saladas y el viento.

Eri memoria de Mijail Bulgakov En lugar de incienso y rosas He traído para ti algo distinto: Viviste la vida adustamente y llevaste Hasta el final un gran desdén. Bebías vino, bromeabas como nadie, Y te asfixiabas entre las paredes. Permitiste a una terrible visitante Anidar en tu corazón Y te quedaste con ella a solas. Y ahora no estás, y todo calla Sobre la vida hermosa y triste. Sólo mi voz, como una flauta, suena En tu silencioso festejo funerario . Oh, quien osará creer a esta loca de remate, A mí, la que lamenta los días que se han ido, La que ha ardido en el fuego lento De todo lo perdido y olvidado. Hace falta, entonces, entender a quien como tú, Lleno de fuerza, de carácter e ideas luminosas, Pareciera que hablara apenas ayer conmigo Ocultando el dolor tembloroso de la muerte.

M-Xl)•¡~IP . . . . .


UNOS VAN por un sendero recto, Otros caminan en círculo, Añoran el regreso a la casa paterna Y esperan a la amiga de otros tiempos. Mi camino, en cambio, no es ni recto ni curvo, Llevo conmigo el infortunio, Voy hacia nunca, hacia ninguna parte, Como un tren hacia el abismo. A u tan t que toi sans dou te, il te será fidi!le Et constan/ jusqu 'ií la mort. BAUDELAIRE

COMO SI estuviera en el borde de una nube, Así recuerdo tus palabras. Gracias a mi conversación, las noches Se volvieron para ti más claras que los días. Exiliados de la tierra, volamos alto, como las estrellas.

En recuerdo de Boris Pilniak Tú mismo lo adivinarás todo ... Cuando la oscuridad insomne borbotea alrededor, Hasta el campo claro de muguetes Irrumpe en las tinieblas de la noche de diciembre. Te busco en el camino. Y tú ríes con desenfado. Pero el bosque de pinos y los juncos en el lago responden con un eco muy extraño ... Si despierto con esto al que está muerto, Perdóname, de otra manera no puedo: Me entristezco por ti y por mí, Y envidio a quien llora, A quien puede llorar en esta hora terrible Por todos los que han sido lanzados al abismo .. . La humedad se evaporó Y no alcanzó a refrescar mis ojos.

Allá no hay desolación, ni vergüenza, Ni ahora, ni después, ni entonces. Pero escucharás, en verdad, Cómo te llamo vivamente. Y aquella puerta que entreabriste No la cerraré ya bruscamente.

Después de todo Petrogrado, 1919 Presos en la capital salvaje Hemos olvidado para siempre Los lagos, las estepas, las ciudades Y los amaneceres de la gran patria. Una languidez cruel ha colmado Día y noche el círculo sangriento ... Como nos hemos quedado en casa Amando a nuestra ciudad Y no a la libertad alada, Nadie ha querido ayudarnos. Hemos conservado para nosotros mismos Sus palacios, el agua y el fuego . Una nueva hora se aproxima, La brisa de la muerte enfría el corazón, Pero para nosotros la santa ciudad de Pedro Será siempre un lugar amado.

Versión de Jorge Bustamante Carda


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SOLO PAlJ\BRAS La literatura después de la muerte de la literatura Guillermo Linero Montes

hora que muere el siglo, llama la atención las tantas veces proclamada muerte de la literatura (del poema y la prosa, no de las historias ni de la poesía) y despierta curiosidad, precisar qué certifica su actual y futura existencia. En el presente, si bien existen formas poéticas (intentos de suicidio) que se alejan de la palabra escrita, como lo son el performance o los experimentos con la Multi-Media o la Mixed-Media, estas no representan ninguna bandera. En nuestro medio, por ejemplo, tales experiencias se observan ocasionalmente, y de manera individual, si acaso en los festivales internacionales de poesía, o porque no decirlo, en los trabajos de los artistas plásticos que practican la idea como arte, una opción donde precisamente rigen el discurso y las palabras. Por lo demás, estas mínimas manifestaciones en ningún caso existen como expresiones de grupo, lo que quizás explique la falta de los tradicionales manifiestos que oficializan tendencias, como ocurrió en buena parte del siglo con las propuestas de antipoesía, de poesía concreta, de metafísica, de objetivismo, de experimentalismo, de

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pictografismo, y de -incluyendo apenas las que corresponden al perfil de esta nota- casi todas las específicas formas que en el siglo no hicieron otra cosa que intentar desplazar la palabra y sus significados. En busca de una comunicación por encima de las lenguas, algunas de estas corrientes nos colocaron al borde de sentirnos extraños en nuestra propia lengua. Vimos así, una serie de posibilidades arrojadas a ciegas al ruedo como si estuvieran acompañadas del ángel de esta consigna: "Un mundo nuevo es imposible sin un nuevo lenguaje". Estereotipación del lenguaje, desemantización, pictografía, fonemática, collages, combinaciones, montajes, serialismo, música, poemas para ver u oír pero no para ser leídos; obras textuales (texto y textura), antidiscursivas, de rigor y reflexión lingüística; formas poéticas dialectales, de manipulación semántica, de ocupación del tiempo y del espacio, en fin todo lo que independiza al lenguaje de la realidad, y entre ellas, muchas que sin duda requieren la complicidad creadora del lector, como el anti poema de Nicanor Parra (líneas vacías que señalan el lugar donde irían los versos de un soneto hipo-

tético) o este, experimental, del poeta austríaco Heinz Gappmayr: (z ( (e ( ) i) ) t) Zeit=Tiempo. Hoy, en vísperas del nuevo milenio, podemos confirmar que pese a la desidealización del lenguaje, en poesía no se ha perdido la anécdota cotidiana y el destino del poeta como fuentes de inspiración. Que la poesía no se ha apartado de la gente, de la tierra, del paisaje, del ritmo, de la canción, de la angustia existencial, de los surrealismos o de los coloquialismos, del tono de honda melancolía, de la madre, del pueblo, de las audacias metafóricas, de los acentos elegíacos y proféticos, de la intelectualidad o de la reflexión. Con todo, si los poetas de la "beat generation", se propusieron y lograron eliminar al literato, los que han propuesto la eliminación de la literatura, ellos y sus obras, suman hoy los argumentos que sustentan la existencia de la literatura, o más bien su sobrevivencia, pues siempre permanecerá abierta esa puerta -en cuanto la poesía puede desdeñar todo artificio y toda mediatez- por la que pueden escapar o ser expulsados, el lenguaje y las convenciones.


EL LENGUAJE DE lA TRIBU Devastación ymemoria Mauricio Contreras Hernández

s una época caótica. No me lamento. ¿Por qué habría de lamentarme? El caos es ebullición primordial. Gérmen de acción que no prefigura ninguna arista en sí misma. ¿Bueno o malo? No son los conceptos. Es la fuerza que moldea como lava sus propios límites. Todo es simultáneo. Sin exclusiones preconcebidas. La vida en su tumulto arrasa . El deseo anega con sus mares de leva. Las pasiones. Los instintos. Es una vitalidad balbuciendo sus gritos primordiales. La necesidad de algún lenguaje se va sedimentando. Es el eterno retorno. No porque todo vuelva a repetirse . Eso es una nostalgia arquetípica. Es porque todo lo que elijo ... ¿elegir implica voluntad consciente? Si es así debo cambiar de palabra. Mas cambiar de palabra es mudar. Eterno retorno que enreda la pita cómodamente lineal. Lo que pasó. Lo que es. Lo que será. Espiral fugaz. Tiempo cercado con alambradas que pretenden dirigir el curso de lo inesperado. De lo que no es tan claro como se creía. Ya creer es un asunto más allá de lo mero mero pensado. No pensamos sino que

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somos asaltados. Sorprendidos. De nuevo el asombro !eh! No es la maldad ni la guerra como lo opuesto al bien o a la paz. Si nuestro asunto es el lenguaje y el lenguaje es acción no podemos ser de los bandos que proclama la "santa verdad" . Ya monsieur Kafka desterró los límites. Ahora nos limitan esos ancianos límites. Somos hijos de la dureza. O se va o se queda, decía mi abuelo con la mejor intención. ¿Cuál? Y sus hijas salieron huyendo. Nunca le preguntaré a mi madre si soy hijo del amor. Moisés salvado de las aguas. Del abandono . Que todo se lo lleve la corriente. Camarón que se duerme ... lo acaricia el deseo. Y si las aguas son tibias ahí anidamos. No para echar raíces pues las han cercenado. Los grandes árboles están cayendo. Sin embargo un níspero y un guayabo sustentan mi hamaca. Allí cabemos todos. Pero somos herederos de un todos promiscuo. Cada fruto es el máximo egoísmo del árbol. Y del pájaro que lo desnuda único. Allí no hay guerra ni paz. Sólo el picotazo anaranjado del zapote. De la pitahaya que se

disfruta un domingo gris como única luz mientras la niebla se aposenta en los cuartos y el fútbol nos concilia con el abandono absoluto frente a todo. Y ya vamos tres cero perdiendo. Y todos autogoles. Como si fuera distinta la fuerza del que juega cuando todo es un juego. Cuando la alineación no se define. Cuando se pretende ser técnico. Curiosa paradoja que el juego precise de técnicos. Hasta ahí hemos llegado sin el dribling necesario que nos reconforte. De nuevo los límites visten la camiseta del deseo tratando de regular los días de fiesta. Hasta llegar al día de todos los muertos. O de las estatuas erigidas como historia y cagadas de palomas parásitas que anidan en la cotidianidad del desespero. Es la exasperación de un vuelo que sólo conduce a picotear los granos premeditados. A picotear con furia tanto grito al aire. Eco de la piedra laboriosa en su olvido. Palabras de memoria inhóspita.


NOTICIAS SOBRE ESTA EDICION

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a presente edición de Ulrika se abre con un dossier sobre el gran poeta brasileño José Paulo Paes, constituido por una breve muestra de sus poemas y por un hermoso texto autobiográfico titulado Un

poeta como cualquier otro .

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untos cardinales es el título de una nueva sección en la cual se pretende destacar las voces de los más representativos poetas latinoamericanos del momento. En esta ocasión ellos son: Luis Chaves, de Costa Rica, Margarito Cuellar de México (de quien Ulrika prepara actualmente una antología) y Gonzalo Millán de Chile. omo un homenaje al poeta español Claudio Rodríguez se publican una breve semblanza suya y dos poemas de su autoría.

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C

on motivo de la más reciente edición de El transeúnte de Rogelio Echavarría aparece un texto sobre el libro y una muestra de poemas tomados del mismo .

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1 poeta argentino José Luis Mangieri prepara en la actualidad una edición antológica de la poesía de María Mercedes Carranza, la cual aparecerá bajo su sello Libros de Tierra Firme. Publicamos aquí un fragmento del prólogo preparado por el poeta venezolano Juan Liscano. a revista saluda la aparición de ¿Qué corazón?, el último libro del poeta Mario Rivero, con la publicación de un texto sobre el mismo y algunos de los poemas más representativos de dicha obra.

L

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ustavo Mauricio García Arenas acaba de lanzar su primer libro de poemas titulado Como el pan. Una breve nota y algunos poemas como invitación a su lectura aparecen en esta edición.

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n nuestra nueva sección Otras voces destacamos el trabajo de los poetas colombianos Nelson Romero (Premio de Poesía Universidad de Antioquia, Medellín, 1999), Juan Felipe Robledo (Premio Jaime Sabines, México, 1999) y Javier González Luna (poeta y profesor universitario, recientemente vinculado como colaborador de esta publicación). orge Bustamante García, poeta colombiano residente en México, publicó hace poco sus traducciones de la poeta rusa Anna Ajmatova. El escritor y docente universitario Henry Luque Muñoz nos entrega sus impresiones acompañadas de algunos de los poemas del libro.

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l lenguaje de la tribu y Sólo palabras, son las columnas fijas de Mauricio Contreras Hernández y Guillermo Linero Montes, respectivamente.

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.,,_,...,,...,,1"'•""'¡3"'1~..¡.- . .. ..... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. .... .


La Torre de Pisa en vano te inclinas pedagógicamente el mundo jamás comprenderá la oblicuidad de los borrachos ni el salto de los suicidas José Paulo Paes (1926-1998)


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cuerpo y otros poemas

Tr.rdudures de poesía en Calambia Antología

Pueden adquirirse en la librería de la Casa de Poesía Silva (Tel: 286-4414) y en las principales librerías del país Distribuye Siglo del Hombre Editores (Tel: 337-7700 • Fax: 337-7665)

ALCALINA MAYOII UNTAR DE .aGOTA D.C,


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