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Tal vez se vuelve al siglo XVIII, cuando el Rey conducía a las tropas en el campo de batalla. Segundo, las operaciones no se circunscriben a espacios físicos ni a fronteras definidas; las bajas en combate tienen importantes repercusiones políticas; se observa una tendencia a combatir en zonas urbanas con las consabidas repercusiones en la ciudadanía, y la victoria definitiva no se logra por el solo efecto de la derrota militar, aunque todavía sea el principal medio. Todo esto hace, que la guerra y las batallas hayan ido dejando espacio para decisiones donde los niveles políticos y militares estén integrados mucho más que en el pasado. Ámbitos estratégicos (terrestre, naval, aéreo) Gradualmente, se ha intentado sectorizar a la estrategia al tipo de escenario donde se aplica o según las características de las fuerzas que se emplean. Con cierta simplicidad se habla de la estrategia política, militar, naval, aérea y conjunta. Por supuesto, los militares privilegian en los fines de la guerra, lo que los historiadores, comúnmente, denominan estrategia militar o terrestre; los navales a la estrategia naval; y los integrantes de las fuerzas aéreas a la estrategia aérea. Lo cierto, independiente del ámbito o fuerza involucrada, conceptualmente, la “estrategia militar” involucra todos los ámbitos que atañen a las fuerzas armadas. Se justifica esta diferenciación si tiene el propósito de identificar los medios y, eventualmente, sus fines, pero la esencia de la estrategia está en sus modos y si de modos se trata solo existe una estrategia que A. Beaufre representa de la siguiente forma: la estrategia no ha de ser una doctrina única, sino un método de pensamiento, que permite clasificar y jerarquizar los acontecimientos, para luego escoger los procedimientos más eficaces.127 Los intentos por sectorizar la estrategia a un tipo de fuerzas y escenario han persistido. A modo de ejemplo, Julio Albert Perrero, al fundamentar la existencia de la estrategia naval, señala que la acción unificada no está omnipresente en las operaciones militares y la mera existencia de una táctica naval implica la existencia de la estrategia naval: la estrategia naval tiene identidad propia en el planeamiento y cumplimiento de las distintas acciones unitarias de la Armada (operaciones navales independientes), en las operaciones de carácter permanente (tanto en paz como en crisis o en guerra), y en la Estrategia Militar, es decir, dentro de las operaciones conjuntas, o la 127
BEAUFRE, ANDRÉ. Introducción a la Estrategia. Editorial & Struhart Cía. 1965, p. 11.