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simulados, atraer fuerzas, retrotraer fuerzas, economía de fuerzas en un frente en beneficio de otro, uso del escenario, etc.). Entonces, la estrategia es transversal y está por sobre todos los tiempos y por encima de los tratadistas, grandes capitanes, batallas y tecnología; su fisonomía o mejor dicho se procede en forma estratégica, cuando sencillamente, se logra la sorpresa (engañar al adversario respecto del empleo de los medios propios). Esto que parece muy simple, no lo es tanto, más aún cuando se trata de cantidades significativas de medios humanos y materiales; a lo que se debe agregar, que el efecto de la sorpresa sea decisivo o constituya un hito para la continuidad de la guerra. La fisonomía de la estrategia se ha ido conformando por los resultados de guerras y batallas. Detrás de cada una de éstas subyacen las decisiones de grandes capitanes, líderes o generales, que condujeron a las fuerzas a la victoria militar. Por ende, el liderazgo al más alto nivel se manifiesta como tal, a partir del éxito o fracaso de una estrategia, que demanda del líder competencias que les permiten aproximarse a tareas complejas de manera exitosa. Además, las decisiones estratégicas al más alto nivel son concisas en su forma e incluso podrían, eventualmente, ser catalogadas de inexpresivas, pero tras ellas, está el liderazgo estratégico, que valoró diferentes escenarios, sistematizó probabilidades y adoptó una resolución.143 La lista es extensa, pero algunos de los líderes estratégicos y batallas más reconocidos como tales son los siguientes: Alejandro Magno (356-323 a.C.) - Batalla de Gaugamela (331 a.C.) Alejandro III, junto a Napoleón, es uno de los generales, gran capitán o conquistador militar más importante en la historia de la humanidad. Sobresalió desde el punto de vista de la conducción de sus tropas durante la batalla de Queronea (338 a.C.), contra los ejércitos ateniense y tebano, y las batallas del Gránico (334 a.C.) y de Issos (333 a.C.), contra el ejército persa de Darío III, utilizando lo que se ha denominado la táctica del martillo y el yunque. Por el contrario, en la batalla de Gaugamela, los persas poseían un ejército, ampliamente, superior en efectivos al ejército macedonio, por lo cual creó una formación de combate innovadora en la época: organizó sus unidades en niveles; simuló querer rodear al enemigo para poder dividirlo mejor y así abrió una brecha en sus líneas defensivas. Llevó el arte de la guerra hasta un nivel de complejidad que, raramente, sería igualado, y aún más, raramente, excedido, a lo largo de los 2.000 años que transcurrieron desde sus días hasta 143
BOLÍVAR ROMERO, CHRISTIAN; ORTEGA PRADO, RODOLFO. Estrategia Militar. Santiago: Academia de Guerra 2016, p. 35.