Este es uno de los cuentos más cortos de Arredondo y uno de los más escalofriantes, en el cual muestra el horror y la fealdad y toca el tema del abandono y el no reconocimiento. Una niña tendida en una cama de hospital, sobrevive a un accidente automovilístico, pero se queda sin brazos ni piernas; espera ansiosa a que alguien venga y la lleve, que la reconozcan como parte de la familia que acaba de perder. Ve desfilar a los familiares, algunos la miran con ternura y compasión, la llenan de halagos y hacen que se sienta parte de ellos, como si los muñones no existieran; pero al final, se van, desfilan hacia la salida sin siquiera mirarla por última vez y la abandonan ahí. También la humillan al tratarla como un fenómeno, como algo que pueden usar para su diversión y luego desechar. Orfandad es uno de los textos más horriblemente bellos que Inés Arredondo escribió, por la trama y las descripciones, pero también porque el lector no está seguro de qué sucedió en verdad y qué fue un sueño, “mi rostro horrible, totalmente distinto al del sueño: las facciones son informes. Lo sé. No puedo tener una cara porque nunca ninguno me reconoció ni lo hará jamás” (Arredondo, 1979).
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