Aleqs Garrigóz
LOS MUCHACHOS
© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS: ALEJANDRO GARRIGÓS, MÉXICO, 2007
1
ÍNDICE ALEQS / 5 LA AMISTAD / 6 NIÑOS PERDIDOS EN UN BOSQUE / 7 PUBERTAD / 8 NARCISO / 9 CADA AMIGO TIENE UN GUSTO PARTICULAR / 10 DÍA DE CAMPO / 11 FIESTA / 12 EL ALBA SEXUAL / 13 LA PRIMERA VEZ / 14 SEMEN / 15 TE QUIERO MUCHO /16 MUY PRONTO / 17 ME GUSTAS MUCHO / 18 EL AMIGO / 19 AMARILLO / 20 OMAR / 21 LA SONRISA DE MOY / 22 SHUMING / 23 NOÉ / 24 GÜERITO / 25 CERCA Y LEJOS JORGE INTUÍA MI DRAGÓN / 26 XAVIER / 27 TRÉBOL DE CUATRO HOJAS / 28 FLORACIÓN / 29 OBSERVÁNDOTE TRAS LA REJA / 30 ALBINO / 31 CANTATA / 32 ADOLESCENTE EXQUISITO / 33 A UN MUCHACHO PELIRROJO / 34 EL BAILARÍN / 35 2
EL NUEVO AMIGO / 36 EL BUEN CONSEJO / 37 ROJO / 38 EL CAMPEÓN / 39 FANTASÍA / 40 AZUL OSCURO / 41 SOL DE CUALQUIER HORA / 42 CUANDO ME ABRAZABAS A LA ENTRADA DEL CALLEJÓN / 43 A UNA FOTOGRAFÍA DE EDDY ANTES DE SUS VEINTE AÑOS / 44 TEXTURA / 45 TE EXTRAÑO / 46 VUELVE / 47 DISTANCIA DEL AMIGO / 48
3
I celebrate myself, and sing myself, and what I assume you shall assume, for every atom belonging to me as good belongs to you. Walt Whitman
4
ALEQS Soy un muchacho cariñoso. Mi mano abierta esparce por un suelo calcinado las semillas que harán florecer mañana un mundo de asombros. Llevo en el pecho un agua clara como la luz al final de un túnel. Mi boca es una almendra que destila vinos, ungüentos y mieles agridulces en su perfección letales. Mis ojos son dos crisálidas de donde volarán mariposas negras cuando decidan hacerlo. Mi pecho es una almohada de plumas. En ella puedes recostarte tierna, funestamente. ¿Quién salvará mi memoria de la inundación, del beso destructivo del fuego? Soy un muchacho que comparte y habla de todo con todos. He visto a las gentes congregarse, llamarme desde la calle. Escucha: es el muchacho que habla. Abre las puertas... Convida a los paseantes a mirarme.
5
LA AMISTAD Amistad es la comuniĂłn en que sientes otra carne como tuya, la muerte que se comparte, el abrazo en que se restaura un momento el desequilibrio en que el pesado mundo nos exige nuestro doloroso tributo de soledad. Es la raciĂłn necesaria de otro para sobrevivirlo y sobrevivir al desastre de existir, dulce vino vertido en la copa de otros cuerpos. La amistad es un misterio indescifrable, religioso. Un amigo desearĂa ya, desde siempre, Atlas.
6
NIÑOS PERDIDOS EN UN BOSQUE ¿Recuerdas los últimos instantes de lividez que tras la hierba monstruosa se fugaban más y más; el ocaso coagulado de sangres en que a igual tiempo nos miramos para compartir un presentimiento, un tembloroso temor? ¡Cuántos días han caído desde aquella aventura en que en la tierra buscamos una respuesta, una conciliación! Tengo tan presente aquel primer desamparo compartido. “¿Por qué el mundo es así?”, preguntamos. Hace ya tanto que esa noche cayó, inevitable, cargada de escalofríos. ¡Y no había lugar para estar, para ir! Tomé tu brazo. Fui el primero en flaquear. Los pies se hundían buscando suelo firme. Se hundían. Y teníamos sed y hambre y un ansia insobornable de encontrar dirección en la oscuridad. ¿Recuerdas todavía el grito, el llanto contenido? Dijimos: sea este extravío el pacto para no rechazarnos. La tiniebla divide las alianzas, produce locura en el débil, aturde la sangre con una ciega codicia de herir… ¡La noche cayó! Fue hace tantas tormentas, tantas humedades infestadas de sapos. No hubo alternativa: la noche cayó y nos encontró apretados de cuerpo, en abrazo más que fraternal, tan cerca, como crías de madriguera, compartiendo nuestro asustado calor. Tu aliento rozó mi cara. Vimos las constelaciones y creímos descubrir nuestro signo en ellas... Aún hoy, invadido por la lenta marea del recuerdo, me viene otra vez el ensueño de esa noche tan noche, negra, inexorable, en que aúlla el lobo y expone los colmillos. No encontramos más que un cielo electrizado y animales de horrible desamparo; pero esa noche mi pulso corrió a acurrucarse en ti y supo así del término de su orfandad. ¿No es verdad que aún seguimos tan juntos? Si bien, entonces al menos ahora sé que la respuesta al mundo es el amor... El amor.
7
PUBERTAD La pubertad es un olor hipnótico; un ensanchamiento de músculos flexibles como juncos creciendo en la orilla más próxima, donde dos cuerpos se estrechan en un abrazo; un ansia latiendo con pulso acelerado asistiendo al ámbito de todos los goces, círculo que madura un fruto de embriagantes jugos. Lo sé ahora, habitante de un campo de verano revestido, sostenido en espejos de implacable hermosura, lagos extáticos donde dices para siempre “siempre”. Compañero que vienes diario a visitarme y que sientes esta misma comunión con el universo que nos llama: cubre aún más mi ombligo de salivas exactas, aprieta mis manos como hiciste ayer con esa fruta cuyo zumo exprimiste en nuestras bocas. Hay algo que flota en el ambiente como invisibles campanas: una melodía, un trino de pájaros y cristalinas aguas, un ímpetu sonriente de muchachos que dejan de jugar para mirarse en los ojos del otro y atender la atracción de sí mismos. Como plumaje de vuelo de garza, como río musical fluyendo armonioso, como cascada donde se desfragmenta la luz, como el amanecer de un amanecer, como el rocío. La pubertad es... en fin… ¡No sé qué es!
8
NARCISO Me miro al espejo laureado de miradas, reconozco en mis ojos la querencia: soy yo. Hay algo en mí, poderoso como rugir de leones, pero con la gracia del cisne, del ballet. Me miro nacer otra vez, transformarme como la oruga en mariposa, en vuelo fino, en polvo multicolor de alas etéreas, esplendor de primavera. Es abril, son mis miembros esbeltos como el bambú, mi cabello revuelto, ese leve vellocino de oro en mis mejillas y el beso vitalicio de los labios juntos que se abren para albergar una brizna de hierba, los dedos de un compañero que gime si te acercas cariñoso a él. Es mi cara hermosa como hortaliza fresca, mi figura de estatua griega, mis manos recorriéndome cuando tengo esa fiebre de hormigas en el pulso y me revuelvo entre las sabanas y sueño apretado a la almohada, humedecido. Son los hilos de sudor escurriendo entre mis piernas y esa explosión de dicha recién descubierta como el escondido resorte de un juguete que no nos cansamos de detonar. Es el despertar al mundo cada día vigoroso, agradecido. Soy yo: la juventud en persona, en carne propia. Desnuda de metáforas.
9
CADA AMIGO TIENE UN GUSTO PARTICULAR Cada amigo tiene un gusto particular, un tono del espectro de la luz. Lo sientes –y no podrías apalabrarlo– en la flor del corazón: nítidos placeres, distintos como los reflejos de la naturaleza. Son soles de seguro calor. Una asamblea de sangre viva convocan cuando los ves y sonríen para ti con la llave adecuada, y se anima, rejuvenecido, el espacio. Cada cual ama a su modo. Uno te cauteriza de rubor en su abrazo. Otro convoca la paz frente a la marea rompiente del océano. Éste enlaza las ganas de bailar y gritar y soñar bajo la música de los astros; se adormece en tu hombro. Aquél aprieta la mano con energía, despierta al guerrero interior; y te empuja, con mesura, a morder un pedacito del horizonte expectante. Todos te aleccionan simplemente existiendo. Reservorios de caridad, notarías aún mejor de cada uno matiz espiritual si te atreves a besarlos, inocente.
10
DÍA DE CAMPO Dejemos las torres de metal, su nebulosa de esmog, para internarnos en el verde recién inaugurado. Brillando de esplendor los cerros cambian vestiduras, ostentan plenitud resurgida y lavada. Mira siempre hacia los campos floridos, los arroyos de barro que manan de fuentes tan íntimas, los taciturnos animales pastando dóciles, los pájaros que improvisan luminosas orquestas. La brisa que unge con leve vestido de joyas nos regala ahora un arco siete veces colorido: promesa paternal recordada. ¿Y quién dijo que nada florece porque sí, que Dios está ciego, que su voluntad no puede ser hermosura? Recoge un ramo de anís, un puñado de fresas silvestres; trae un diente de león para soplarle un secreto. Hoy es día de alabar la delicadeza de la espiga y aspirar en cada flor una nueva fragancia. Tu pelo sombrío huele a tierra mojada. Hoy es día para el amor –ese secreto a voces que todos debemos descubrir–. ¡Aleluya! Nuestro canto se desposa con el día.
11
FIESTA De la mano vamos llevando botellas de licor, silbando felicidad en forma de himnos por un camino de letreros señalando hacia adelante. Mira bien. Ya cerca está la casa de par en par abierta, el jardín engalanado con papeles de color, las sillas para aquellos abúlicos y cansados y el rincón polvoroso sin iluminar para aquel que en la embriaguez medita irremediablemente a muerte. ¡Caluroso deleite de ser dos permaneciendo juntos después de la reunión! Toma mi brazo. Las miradas no van a herirnos. Mi juventud que se busca a sí misma, para tocarse, alarga la mano al vientre ajeno en el delirio. Las estrellas bailan con la música y los fanales se ensanchan protegiendo las danzas. Somos dos flechas incendiadas que cruzan sin temor los rudos campos una batalla. ¿Lo sientes? Somos la tierra fecunda de latencias que está haciendo florecer el ideal, la poesía esperada.
12
EL ALBA SEXUAL Fluyen mis manos en tu tronco como dos ríos, mojándote, haciéndote reír. Es mi cuerpo de tierra, mi geografía de sangre, mi palabra de pájaros lo que amas de mí para que pueda acariciar tus cortinas de terciopelo, lamer tus bembos de cereza, abrirte como un telón, tocar tus paredes internas. Te abrazo en este mar de objetos al aire donde está todo suspenso. Eres lo que permanece: árbol al que me aferro, mástil que dirige mi barco a tierra firme, verga imantada de regresos. Te encuentro seguido de una cauda de polen, ámbares, sonidos corporizados y piedras preciosas, brillando como un follaje de fosforescentes algas: mi bosque de símbolos. Fluyo en ti exquisitamente, fuerza hermafrodita, confort del río en su cauce, cofre que resguarda el tesoro; medicina de glicerina, alcanfor, menta y alcohol. Me desnudo ante ti estremeciéndome entero, conteniendo tu sístole de ojos insomnes. Me hablas con signos que intuyo ofuscado, voz que me penetra con su luz, lumbre dignificante. Alba sexual: carne que se palpa, inocencia que se acaba.
13
LA PRIMERA VEZ La primera vez eres barro dócil, fruto que se desgaja y ofrece, cirio que se inmola. Las hormigas de tu pulso encuentran su guarida abierta a todos los hurgamientos: las emancipaciones. El temblor en tus ojos: gelatina de hados cediendo al recoveco tibio en el ensueño donde caben dos ya sin mutilación. La primera vez das tu corazón para que el otro lo coma y exprima en ti un nuevo bautismo. Irás tras de él, unos días o años quizá, como sigue el recuerdo la estela de una estrella que cae al mar. ¿Hay permanencia? Te escondes; dejas actuar al hambre: succionas el pezón, viertes aquella sangre en labios trémulos, acaparando la delicia de romper una argolla de la privación. Eso que te quiere pulsó tus cuerdas. Te hará seguir las huellas, en ti, hacia otro, para que repitas esa satisfacción provisoria que exige de ti el sacrificio inmemorial en que el mozo crecido dispensa sus licores. Dos voluntades que se favorecen por apremio… Porque el amor es aún algo más extraño que quizá solo existió en los libros.
14
SEMEN Su sabor afrutado, ligeramente amargo, recuerda la vida.
15
TE QUIERO MUCHO Cuando me tocaste con esas manos que robaron su flauta a los demonios, fui acaso aún más joven como tierra que hubiese sido mojada. Confiaría en ti como confían las nubes en el aire. Y sé muy bien que vivirás ya en mí como la luz en los cristales. Como acariciando a un niño, los filos del pensamiento forman aquí tus facciones, tus orejas que un día podría besar, tu halagueña aparición, el ensueño que nos hizo cosquillas unos minutos y luego nos abandonó. Es mi deseo herirme en tus dedos y guardarte en mi tórax abierto como una iglesia. Tenerte confiado, tirando de mi efusión como de un arco. Y el corazón se desboca porque sí, ensombreciendo las sábanas. Y mi regocijo sólo quiere volver a recaudar nuevas perlas de entre lo tuyo. No podría ser más para ti que el destino de vuelo en la pluma. Ni sabes lo que me significas. Impera ahora tratarte mejor… Convencerte.
16
MUY PRONTO El día que me ames cada estatua lucirá una sonrisa y en la avenida habrá una mujer su maternidad cantando. Bajo el sopor de las fuentes daremos de comer a las palomas y los huérfanos se acercarán amistados. Haremos un círculo con gis blanco para jugar el juego de la infancia que todos conocemos. El día que me ames veremos la cara de un niño en el sol y él reirá con sus cabellos amarillos, sonrojado cuando nos acerquemos a lamernos los labios o corramos bajo la lluvia sin zapatos o nos encerremos en la alcoba a palparnos la esbeltez. Bajo el agua lacia cayendo como lágrimas del cielo nuestra ropa será innecesaria. Haremos barcas de papel para anunciarle a la ciudad nuestro amor. Las nubes formarán un remolino en el cielo limpiando, como a una mancha, el miedo. Eso será el día que me ames… ¿Me amarás?
17
ME GUSTAS MUCHO Me gustas desde el vello más pequeño de tu rostro, al dedo meñique de tu pie izquierdo. Y, al ver tu belleza, comprendo que tu ángel de la guarda es muy poderoso. Ni el cielo más estrellado, visto a través de lágrimas, iguala a tu cuerpo grabado de lunares en los que dejaría cada día un beso como quien deja ofrendas en un altar. Bebería de tus manos el agua. Comería de tu boca. Respiraría el aire que exhalas. Sería un animal sumiso descansando entre tus piernas. Eres mi dicha culpable. Mas no puedo ni robarte un beso. Como el verano del inverno estamos separados por un silencioso no que como espada corta mi ilusión en dos. Y solo puedo soñarte despierto mientras tu imagen se diluye con el humo del cigarro. Mas seguirás iluminando este corazón donde has vivido tanto tiempo, como en un palacio. Y allí seguirás creciendo, si tú quieres. Mi ambición debe conformarse hoy con escribirte otro poema, inseguro y tardo como yo mismo. Recíbelo con ojos piadosos. Y déjalo que viva.
18
EL AMIGO Mi amigo es una mano tibia y sostenida, un vaho persistente en la mejilla, el rumor de una espiga que crece junto a nuestra ventana cuando despertamos a tiempos idénticos, un enjambre de mariposas prisioneras aleteando en el umbral de la entraña profunda. Mi encuentro con él es como el de dos jóvenes cauces que se abrazan en un nudo de espumas donde la corriente choca con diminutas piedras. Somos el trabajo de los trazos formando la cúpula. En los hombros desnudos sostenemos al mundo. Nuestros brazos se alzan para tocar el infinito. ¡Con qué ojos lo miro cruzando mi jardín! En su piel acaricio la felpa de un membrillo, en su aliento sé lo que calla el silencio cuando la brisa se inclina a acariciarnos. Mis labios se aproximan a él y conocen el salobre sabor de los cuerpos que se buscan. ¡Es tal fácil ser amigo de mi amigo! Y no importa que a veces nos señalen o murmuren. De él no sólo aprendí la mirada del cómplice antes del crimen: aprendí también la fuerza de dos muchachos que están juntos.
19
AMARILLO Como la ternura de la flor que crece sobre el cardo, igual que el oro que alumbra el corazón de la montaña despiadada y el maíz entregándose en forma de amor a los pueblos, amarillo eres. Y en tu bondad ocupas, tú solo, el caluroso nombre de tu género. Y cuando me siento en ti soy lo mismo que el desamparado que duerme en torno a la fogata: cercano y agradecido.
20
OMAR El girasol de tus ojos, tus cabellos mojados, tu forma de decirme: "te quiero", susurraran en mi oído melancolía agridulce de otoño. Ay la timidez que no quiere escribir de las horas desposadas con el vago temor de no volverte a ver. Muñeco tangible para el goce, gemelo de mi anhelo, la cercanía de dos manos saludándose va adquiriendo en tu tibieza nuevas y más nobles dimensiones. Eres el encuentro viril de tu realidad y mi ensueño. Tienes la simpatía de una hoja de maple, el aroma del trigo madurando en las praderas, la apostura de un cervatillo. Y cada instante que vivo junto a ti es la plenitud de un capullo abriéndose al mediodía, de una abeja ebria de miel, de una carcajada. Como aquella vez bajo las luces del puente que bebíamos de la misma botella de cerveza y tu entrepierna despertaba a la honesta caricia de mi abrazo. Las letras de tu nombre, en otro orden, forman la palabra amor.
21
LA SONRISA DE MOY Tus dientes son espléndidos cual caracolas y cascabeles en collar amado. Cuando ríes, el mundo adquiere un verdadero orden, un objetivo; se ilumina pleno y alumbra en el centro del más caro sentimiento. Así tú, entre los seres favoritos, das al día y a la noche escudo inquebrantable como luz que ennoblece los cristales, vida dulcificada que no necesita más ya que tu carisma en que ángel y diablo aconsejan un acto puntual: el que me hace humano a tu lado. Tu sonrisa es la clave mágica que recupera en mí paraíso feliz, sin mancha y sin pecado.
22
SHUMING Te anuncias con una guitarra. Tu adolescencia es en mí como un exótico vaho de vida, leve goce apenas recordado. Despacio viertes en la alcoba exhalaciones de una infancia recobrada, alientos que son fragmentos azules de un anhelo desenvolviéndose en la realidad, sentencias de una misteriosa promesa vuelta hacia adelante, al lugar donde se experimentan los exquisitos roces, las voluptuosidades y aun las místicas asociaciones. Eres mi imán de carne y hueso, oloroso, saludable, palpitante, de cara a lo que está. Tus ojos como dos piedras pulidas atesorando toda posible oscuridad, ágiles en reconocer mi inquietud como a un gato que ha ya olfateado la sangre, mi estremecimiento de tardo despertar. Tu sonrisa como un arma más desenvainada que el relámpago. Te anuncias con una guitarra. Trasformas la quietud de la siesta vesperal en una convulsión concentrada de ansiedad entre las piernas. Tus manos como dos surtidores de espasmos eléctricos.
23
NOÉ Eres tú. Sin decir más. Tu lugar exacto en el planeta azul –tu mano en mi hombro–, incandescente momento del alcohol arrasando la noche; bocanadas de humo junto al baile, la deshora modulando el hechizo: mi inquieta cabeza que busca su equilibrio en los vellos de tu vientre. Pero no es lo mejor. Lo mejor es la manía siempre crédula de ser niños de vuelta, enviándonos quásares, convites a descifrar al aliado que llama desde los laberintos en que deben perderse dos. (El pecho es para nosotros un atrio en expansión donde el afecto descubre que le place tocarse y en su ritmo encuentra su verdad.) El mundo ya se ahogó; no fueron buenos los hombres: no se amaron. Mas sobre nosotros no caerán maldiciones si… Mi prójimo cercano, de pan y agua dulce para bordear la única tierra habitable. Vivamos en tu música.
24
GÜERITO Tu hermosura irradia afecciones que son pies vírgenes pisando blandos la arena; descansan sobre mi pecho y dejan una huella luminosa. Si tu plexo solar fuera una casa, yo quisiera ir a habitar a ella. Allí, sostenido en manos pródigas de bondad, comería en tu mesa los frutos de la alegría más despreocupada. Calentándome, querría meter siempre las manos al fuego. Dejaría de ser huérfano tan sólo mirándote repartir el pan. Haces que un minuto sea tan intenso como lanza que el corazón atravesara. Haces más ardientes las aguas de mi sangre. Eres el oro que me hace avaro. Pero si debiera recoger de tus manos la fortuna de mi vida, una sola moneda me bastaría.
25
CERCA Y LEJOS JORGE INTUÍA MI DRAGÓN Tu cara era un charco de almíbar. Tus manos, dos ríos mansos sembrados de lirios. Todos tus dientes eran de leche. Y tu sangre y tu orina trasparente: agua. Tu voz, el reposar sobre sí mismo del centeno nuevo cuando duerme. Ojos de tabaco para fumar. La sonrisa, tímida: gracia de un amanecer que descubre –tras la diminuta ventana– el sexo y no lo encuentra culpable. Aún ahora, organizas tu habitación junto a la mía; y eyaculas –bien lo imagino– sobre una superficie que desconozco; y te duermes con una música de serafines rebeldes sin buscar motivos al afecto de la almohada, ni esperar la visita del íncubo que quizá una vez oprimió tu tórax como una duda. Eras el más guapo de los jóvenes de la vecindad; y, en el sueño, yo te dije: “eres hermoso”, y respondiste: “tú también”. En esa leyenda de voces amarillas, reconocidas desde los corredores sin macetas, pudiste aniquilar el dragón que extenuaba mi soledad. Entrar, sin avisar, en mi cuarto hacia las sábanas que te esperaban como un gato la caricia familiar. Para gemir, hasta desaparecer perdonados en el cansancio tibio, en la blandura muscular, que sobrevienen al llanto en que los amigos reconocen su pureza.
26
XAVIER Imagino en tu pecho un maizal en donde el sol sonríe porque acaba de despertar: un sol niño con los cabellos despeinados. Alrededor, en el músculo rosado: un pueblo pisa descalzo la tierra. Sobre cada cabeza una nube cuya caricia algo tiene algo de fiesta. Palmeras mueven su cintura como mujeres y los pastizales altos desearían arder y elevarse como incienso. El horizonte tiene, como en la infancia, un arcoíris: las monedas doradas del sueño. La frente se purifica por el sudor. Es un orbe ancho como posible, donde los días dejan su marca que no siempre es de esclavitud. Y la distancia no es límite si el cariño ilumina como hoguera. Y cada palabra de un muchacho es una finísima gota de miel resbalando de lo eterno. Tu sonrisa, aquí, se detiene en un remanso para que alguien pueda beber un trago. Y al apurarlo bebe también lo mejor de sí mismo. Es un contacto simple, pero intenso. Parecido al del niño dormido que aprieta entre sus piernas una almohada. Un viento caluroso de poesía.
27
TRÉBOL DE CUATO HOJAS Debo confesar que eres, ya, una esperanza que se bebe despacio por la sinrazón del caudal tibio y ancho en que fulgura un concierto de chispas y beldades. Lo siento como una fiesta tranquila de colores. Es leche que destila de tu rostro hace poco imberbe: una certeza de hacer el bien. Aspiración. Alegría. Un regalo encontrado que debe repartirse. (Estas palabras apenas sueltan el polen deseado en el despertar de simpatías reunidas para la manifestación de lo diáfano: el ser que comulga.) Por suerte acerté tus ojos: nobleza; su mirada como un campo que alguna vez se revuelve. Y estaría dispuesto a regalarte mi corazón en la confianza sin cláusula de quien participa del pan de las almas danzando en el viento suave, el buen vino de los días multiplicado en la sangre. Nada soy que no serías por ser humano. Te levanto en mi corazón para amarte más de cerca, profundamente agradecido por tan sólo haber figurado en el camino.
28
FLORACIÓN Como una flor de primavera eres que entrega a los cuatro vientos su esencia sin esperar y sin pedir. Toda tu condición es de muelles sin término, de puertas que se abren y de promesas hechas. Como una estancia te expandes. Desgajas los ladrillos grises que sostienen la tarde; tienes la llave de la oscuridad cerrada, de la mismísima y hermética noche. Buscas en ti y encuentras un espejo. Y en él contemplas la ascensión del agua, la nutrición de la tierra, el crecimiento del lirio, la esperada renovación de la aurora. Levantas y sostienes el espejo donde habito, donde es posible sentarse y descansar.
29
OBSERVANDOTE TRAS LA REJA Las gotas salinas, de vida, escurrían por tu cuerpo rocoso, accidentado como planeta viejo, duro como el diamante, brillante como plata recién lavada. Y allí estaba yo, del otro lado, tras la reja. Cubierto por el manto nocturno, te contraías y volvías a abrir, ofreciendo tu pecho, brindando tu imagen para ser adorada, arrodillando a las galaxias que giraban a tu alrededor. Y mis músculos se tensaban contigo y las gotas escurrían también en mí. –Yo te imitaba involuntariamente–. Luego te fuiste y contigo se fue el universo. Yo permanecí aislado, marginal, aferrándome a la reja, para no caer.
30
ALBINO Leche espesa y gozosa brotando de manantiales presentidos eres tú, afecto natural y blanquecino, lactancia prolongada por mero deleite. Leche tu saliva difundiéndose tan pronto en la mía en ondas de perfección indecible. Palomas de leche tus manos, tus maneras. Bebo en mi sed una delicia regalada. Y es como si de repente me fueras dado entero en una expulsión espasmódica, briosa, como un potro que escupiera retando al viento.
31
CANTATA Estoy en amor con mi mejor amigo y su respiración entrecortada que eriza ya mis vellos y su auscultación sorprendiéndome en sopor e inseguro. Con su boca del tamaño de mi beso y la huella de su pie oloroso sobre mi pecho y su estancia permanente en mi cerebro. Estoy en amor conmigo cuando estamos juntos, con mi ronroneo protegido bajo su brazo, con mi mocedad cosquilleándole la axila y mi energía difundiéndose en la suya, encendiéndolo, haciéndolo crecer. Cómplice mío, sedante de mi fiebre, a ratos nublado de nostalgia pienso en ti y me toco. Estamos unidos con algo más fuerte que un cordón de plata: el deseo que une más, cada vez más, que la necesidad y las lágrimas. No hay más que decir que no sepas cuando me miro en tus pupilas y te hablo sin palabras.
32
ADOLESCENTE EXQUISITO Voy a cantarte mi poema así, del modo que te amo, ingenuamente, simple como el animal que mama por instinto, ángel venido de musicales constelaciones, ángel de pecho exaltado por la mano del viento. De tu lira se desprenden los ecos sexuales, las alucinaciones que estremecen mi cerebro, que juegan mi razón. Tu carne tensa las fuerzas de la más sana juventud, tu piel exhala aromas que me invitan a en tus brazos medirme sin recato. Tu abdomen es la llanura donde quiero mi muerte reposar. Cuando recuesto mi cansancio en tu pecho tu corazón late una música especial por mí; y en cada respiración tu cercanía me explora, me domina. Ah, no desertar nunca de esta excitación, de este recorrido de prisas en el tacto de quien siente las ganas de llevarte siempre adentro, de ser llenado por ti. Estas aquí: dictas mis sentimientos, produces mi turbación, ensanchas mi capacidad de sonreír y la mano de tu ausencia con delicada presión va guiando mi pluma sobre esta nostalgia de olor. Te llevo como a un asombro: si pudieras ver dentro de mi te sorprendería lo hermoso que eres.
33
A UN MUCHACHO PELIRROJO Tu cabello es la escarcha de fuego de no sé cuál lejanía. Quisiera sentarme a la sombra de tu cintura –palma apacible– a escribirte poemas con olor a naranja, robar los guantes de tus manos separándose de mí con una gracia que no tiene igual. Muero por desnudar tu pie, hincado ante su prohibida hermosura, como las comadronas en el templo ante el Niño Dios. Tus piernas me han recreado sueños de tan trémula avaricia. ¡Ah, no poder secuestrarte desmayado en mi abrazo para que despertaras en una realidad trasfigurada, de mejores y más bellos espejismos! Tus rizos solubles en mi deseo, tu cara de blanco sol, tus andares delgados; todo a lo que se fija a mi anhelo, todo lo que debo callar, todo está aquí, oculto y preso, en este corazón de obsidiana. Acaso sientes un tránsito de manos, un pudor infantil, si –hechicero vudú– me toco el tatuaje que llevo en el pecho, si escarbo la inicial de tu nombre con aguja cerca de mis pezones. Si escribo un poema de ti.
34
EL BAILARÍN Cara iluminada por artificiales estrellas, torso sudando al vapor de cálidas emanaciones, cuerpo como un tallo que madura su deliciosa juventud que es ahora el centro de atracción de apetitos lascivos e intensos. La pista se dispone en su totalidad. ¡Acción! Y allí está él, astro que hace explosión de talentos, fama, flexibilidades, cadencia: gracia y sensualidad que se desatan como un demonio de una contorsionada botella de licor. Nadie mira a la multitud que fuma, aplaude, sonríe enardecida. Todo lo llena el bailarín, esclavo y amo imposible de una canción, héroe y semidiós creador de un instante en que espectador y artista se vuelven, más que partícipes, mártires de la codicia de una extraña dimensión mágica que es motivo y fin de la fiesta. Más el motivo que el fin; más un principio que no termina. Porque cada noche, en cada oportunidad, el bailarín se da a sí mismo en un momento en su grandeza inapelable, irrepetible.
35
EL NUEVO AMIGO Vengas de donde vengas estas aquí, con toda la ofrenda de tu risa en movimiento. O no sé si yo fui hacia ti, atraído como el satélite al astro al que por vez primera se aproxima sin saber que ya en el principio había trazado su camino. Tu cercanía es como un barco henchido de promesas, como escalera para tocar la esfera más alta del alba. Y debes perdonarme primero, por no ofrecerte nada: tengo un puño de papel arrugado a mitad del pecho, idénticas cicatrices en ambos brazos y un miedo terrible como una devastación. Pero eso no se puede compartir. Me retas en un duelo de presunciones y apenas puedo tímidamente responder. Nadie me enseñó las reglas del juego, puso en mi mano la bandera de la conquista, me enseñó los apretones de la celebración. Pero aprenderé, pues la capacidad de aprender es de un muchacho la mayor virtud. En este juego –lo sé muy bien–, a veces me ganarás, y otras me perderé. Hoy es un tiempo nuevo, tupido de expectativas, lustroso como diamante. Me estremezco, como el monte presintiendo el verano.
36
EL BUEN CONSEJO Rubio faro pescador de nostalgias; vas distraído, pensando no sé qué cosa ida o lejana. No pienses en lo irremediable: es temprano para toda desazón. Mira que amanece todavía en ti, girasol intacto, oro humilde, mazorca, tierra virgen o panal. No sabes que el sol que llevas en el pecho te guiará a la florida abundancia. Esa nube en tu frente es pasajera. Poema de carne e inocencia, un trigal en ti quiere arder tranquilamente. Pronto descubrirás que el mundo es el lienzo para pintar la fortuna con la sangre de labios y puños y una serpiente entre las piernas. Mira que tu voz es el hechizo con que alguien como tú escanciará el júbilo en que se sumerjan ambos buscando perlas. Te necesita y lo buscas ya, sin saberlo, para dejar en ligereza tu vida en su boca como el mar la espuma en pies desnudos. El mundo, su redondez, es tu regalo para compartir por ser joven y hermoso. Todo cabe en el hueco de tus manos… Y el mundo así es perfecto.
37
ROJO Es un amanecer en que una prostituta de uñas pintadas fue asesinada. Sus zapatillas de tacón, sus entrañas sangrientas, están dispersas bajo la luz del semáforo como los pétalos de un clavel por el crimen deshojado. Es una zona de alerta donde hay hombres que visten de mujer y encienden cigarrillos a la espera de las sirenas de policía, la avenida de arrabal donde hay un bar de mala fama y canturrea un estudiante de pie ahora apenas salpicado por la tintura del morbo. Es todo. Para su plenitud, esta escena, sólo necesita terminar de suceder.
38
EL CAMPEÓN Un muchacho mueve mis vibraciones internas como la mano de un fascinador los hilos de la sorpresa. Su boca es una cárdena fruta esperando ser mordida. Camina como queriendo tumbar a los otros chicos, que pasan junto a él lamiéndose los labios. Su hablar es el de los hampones: frases cortas, cargadas de significación, de autoridad. Si le veo venir no sé lo qué hacer: alargar mi mano y que duerma reposada en su entrepierna, o huir a donde nadie sepa su apellido, el persistente estribillo de sus canciones que repite al oído un coro de ángeles desnudos. Arrancar mi camisa y untarme brillantina para andarle cerca, como se anda, enamorado; o tenderle pleito en una emboscada de esquina. Su ombligo es el nudo de un regalo que quisiera mío. Cuando choca su imagen con la mía lo doy todo sin dar acaso nada. ¿Qué más da? ¡Si él me da todo sin siquiera mirarme!
39
FANTASÍA Eres un niño que camina con pies desnudos por habitaciones lumínicas de mi mente: con una llave maestra abres los portales por donde se cuelan pájaros y arcoíris. Amigo dilecto, aunque nunca te he visto; y tu sonrisa no sea más que un cordón finísimo que tira de mí en un mundo de encanto privado en que despiertas un calor venturoso. Fantasía pura. Una olla de oro con galletas dulces para degustar con gula. Imagino ahora que chupo tus pies en adoración y meto entre cada dedo mi lengua por hacerte reír. Imagino estrecharte con mi abrazo hasta apretarte el alma misma. Que tus cabellos dorados se esperancen felices como los rayos del sol hasta incendiar las playas donde vives. Canto de ave tropical es la palabra pequeña que me regalas, que atesoro como un secreto de infancia. Fantasía: territorio que recreas en inocencia, en la distancia y el cariño compartidos: la huella que deja en ti este silencio…
40
AZUL OSCURO A veces, cuando la mocedad va encontrando su propio mote, hay un arrebato nuevo moviendo un pecho febril que golpea contra todo, que retumba como un tambor de soldados de juguete frente a una infancia que se alarga en la añoranza. Hay, también, una constelación de himnos que nos llama donde hay otros iguales a uno que vienen y van con manos estrechadas. Y en ese sueño el sentir va reconociendo su sustancia, jugando con su propia virilidad, contemplando su belleza espejeado en aquel que baña sus pies en espumas de salivas y sílabas o se yergue en un duelo de envergaduras. Pero, si observas con atención, te darás cuenta: es, al parecer, un juego holográfico sobre una pantalla negra, donde un grupo de muchachos juega a pelear sin camisa en las calles de un barrio de hermanos. Te darás cuenta...
41
SOL DE CUALQUIER HORA Eres pan solar para este corazón nervioso. Cuando me hablas, se inflaman las horas como ráfagas dichosas y la ansiedad se diluye en tus dulces palabras. Aun en la tiniebla, si tan sólo te pienso, conduces mis pasos de vuelta al hogar. Me duermo abrazado a tu recuerdo. Y, ay, si de nuevo amanezco afligido, buscando no sé qué cosa fuera de mí, tu luz desanuda los nudos de la garganta y traza en mí una sonrisa. Porque eres fuego familiar que sin quemar cauteriza. Astro de mis días, tiendo siempre a ti con manos alzadas. Tu indulgencia baja mi pecho, ensanchándolo; y allí cabes siempre, en toda tu formidable magia de muchacho amado. Tu belleza ilumina entonces La Creación entera y la sostiene. No dejes nunca a este niño que tanto te necesita vagando de vuelta en la oscuridad.
42
CUANDO ME ABRAZABAS A LA ENTRADA DEL CALLEJÓN Al despedirnos, gustaba de poner mi cara cerca de tu corazón y de tus brazos sentía un calor que no me molestaba. Tu calor reposado que sé que también reserva sus denuedos. Era como el de un germinado que crecía con la amistad de los elementos. Un santiamén. Pero entre la infinitud lo destacaría incluso con palabas vedadas. La punta de un alfiler donde cabían más de los ángeles pensados, aleteando de dicha. Luego, me imaginaba contigo con mi cara en tu regazo, solos en un cuarto donde las paredes gimieran (pero ya no de dolor). Ese recuerdo gusta custodiarme como lazarillo cuando en oscuridad me desvanezco. Quizá ya nunca me abraces. Pero a lo mejor lo hagas una última vez. Y yo caiga en tu pecho como en un abismo sin fondo.
43
A UNA FOTOGRAFÍA DE EDDY ANTES DE SUS VEINTE AÑOS Te veo ahora en esa cuna donde el rayo de Zeus golpeó el barro que forjó tu rostro, y así tu pavorosa belleza anómala, del mancebo de luces sombrías que serías. Obra de la tierra todavía divina, en ese tiempo bruñido de acasos ya inaccesible. (Todo eso es imaginación redonda, mas realística; que intuyo bien como el niño sus lágrimas.) Pero sí. Tiernas hierbas todavía desconocidas de aromas dulcísimos, estrelladas flores de matices versátiles y enredaderas de un apego inofensivo debían coronar ya tu frente. No el laurel de atletas, ni las hojas cárnicas y lujuriosas de los sátiros: una especie bisoña, recién rubricada por las selvas, que te señalara impar entre los nacidos, te delatara amado del mundo –mecido en el centro de sus manos– si no lo haría de mí.
44
TEXTURA (El cariño también es incomprensible. Esa es la sabiduría de los ángeles. Cuando miran hacia lo Alto sus ojos pueden salir un instante cegados y el corazón es también herido por luz descomunal.) El sueño terrenal quiere, en tanto, el múltiple calendario de tus buenas palabras. El territorio, dulcificado, que recorres cuando alguien puede caminar junto a ti. Encontrar un agua sonriente en la mirada. Cordura: manos cálidas capaces de mecer una cabeza como degollada por el filo del destino. Te toco y eres suave como los sueños. Pero hay algo en ti que, en cualquier momento, podría dolerme: es la desconocida textura del cariño (si la rozas a velocidad es capaz de quemarte), hecha de estrellas, nubes, frutos y semillas de misteriosas germinaciones. Y arena que de pronto resbala y se desparrama, mi bien apenas atesorado, si una señal es equívoca, si una pequeña sombra cae sobre ti. O soy capaz de extrañarte aunque estés tan cerca que pudiera darte un abrazo si pudiera abrazar la fibra más delgada de mi pecho, allí donde desgranas todavía aquella noble palabra que podrías haber olvidado.
45
TE EXTRAÑO Estás lejos; y mi mano no puede acariciar un segundo el fieltro de la tuya ni mi voz (ahora como un vidrio roto) resuena junto a ti como una queja que entre el ruido más grave de la vida se perdería. Estás lejos (te siento lejos); y he pensado en ti como un niño con gripe, apartado en su camastro, piensa en reunirse con los suyos. Y he querido rechazar, arrugar como a un papel inútil la desazón de no poder desanudar el laberinto de los días hasta encontrarte, llegando a un horizonte cercano, y mirarte como a un pequeño sol de los minutos llenando de colmenas el momento, certificando, con algo menor que una mirada cómplice, la risa ciega de lo que también siento mío: tu callada belleza de amigo. Es como una miel que se derrama desperdiciándose, pero que aún es dulce. Y clara. Y espesa: el brillo de un afecto puro hasta las lágrimas. Es el egoísmo piadoso. El miedo difuso de perderte, que me pierdas, como se pierde, olvidado en un pantalón, un billete, y luego se moja y ya no sirve. Y una como obligada necesidad de espejear el optimismo para demostrar su valor, viendo en ti, por los dos, lo hermoso que hay en mí. Y que puedas hacer, seguro, lo mismo. Una vez al menos, acaso, todavía.
46
VUELVE Vuelve: no me encuentro ya más. Si me palpo sólo sorprendo mi desnudez estremecida y este vicio aturdido de plegamiento. Adonde miro sólo hay sombras que me arrastran y otros entes nacidos de mi insania. En cada rincón me siento a llorar; y la luna se ensancha de leche enferma. El sol entra por agujeros, consume las sabanas, me incendia. Sufro al presentir la dicha con que tu cuerpo se abandona en otros brazos. Vuelve. Difícil es el camino hacia exteriores. Los muebles han violado su acomodo y saltan de una pared a la contraria. Ha estallado la armonía. La gente en la calle soba mi espalda; pero no ve el infierno que en mis vísceras combustiona, que me hace regurgitar azufre, cenizas, carbón. Espantosa como novela romántica es tu ausencia. Ay, tu mirada aparece a veces entre tornillos y llaves que vuelan; pero no me dirige sus rayos: se cierra. En cada ventana hay un monstruo que me acecha. Y este instante parece ya un pozo, una dentadura que me come, una trampa que me enreda.
47
DISTANCIA DEL AMIGO I Contenido en un redondel de inquietudes, en una soledad húmeda de sombras, como un huérfano a un muñeco ceniciento, me aferro a tu recuerdo que apenas ilumina el pasillo de jadeos en que sin tu mano me interno. Vislumbro en las paredes caras abyectas, ojos que me esculcan, dedos que me signan, lenguas animales que me escrutan. Y es tan pronta la asfixia de estos túneles como días y es tan lejos la salida que no sé, a mitad de la confusión de este caos de tu ausencia que me hace girar de pie como un tornillo –el que se perdió en mi cabeza y que unía la entereza al coraje–, si al andar no retrocedo. II Si tus palabras cruzaran la vastedad de la distancia y llegaran a mí por un camino presentido, me encontrarían sobando un cojín acolchonado que uso como fetiche de tu pecho. Si vinieras como ayer, coronado en tu nimbo, con el generoso trigal de tu cabello que aprendí de memoria, entero de fiesta como un sol, me encontrarías hincado ante tu fotografía que conservo como reliquia. Si desde el lejano claustro que te encarcela me enviaras una sola paloma como saludo, todo mi ser henchido de añoranzas se combaría de goces, beatificaciones y gracias.
48