LOS VERDES HOMBRES DEL PORVENIR A mí me parecen posibles los verdes hombres del porvenir cosa que tengamos en qué soñar cuando salgamos a las calles. La verdad desnuda nada tiene que ver con la verdad obscena. Una viste con una moralidad asombrosa y la otra desmelenada. Vaca sagrada no sabe lo que hace, quintaesencia de maldad contrahecha ¿con que quieren engatusarnos vendiéndonos gato por moralina? Fierros retorcidos que viven de retorcer ideologías. Sin embargo, así sea que nos amarguen la vida y los días de sol, de luna, mar, vientos frescos, arrayanes, algas, líquenes y alegrías, existe la esperanza de que un día el ser humano llegue a ser buena gente de ojos regulares, de manos sin uñas largas, con un corazón enamorado de la vida, con pies ligeros bienhechores, de frente ancha meditativa, la boca de dentaduras blancas del color de la amorosa luna llena y el pensamiento altruista que viva de su dignidad, del amor a los demás. Porque hasta hoy nos han pintado a nuestros semejantes y los extraterrestres de ojos fosforescentes, de manos regordetas, de pies y piernas plateadas, de corazones bisexuales, con cerebros en la billetera, almas gemelas de dioses iracundos, barbudos, guerreros, que incansables y odiosos repiten soy el que soy, cabezas de hormigas, cuerpos estañados, mentes clarividentes espumados, extrañas criaturas montadas sobre monstruos submarinos que vociferan ajenos a todos los seres normales, con los bolsillos forrados de adverbios coloridos que parecen camisas estampadas de poesías surrealistas adineradas, los ojos ciegos para el amor, odian, corren, vuelan, golpean, dinamitan, bombardean y pulverizan el planeta Tierra que dan miedo y nos asesinan. A veces creo que estas criaturas de hoy con quienes tenemos que vérnoslas nacen, crecen, juegan, ríen, piensan, estudian y asesinan solo por gusto que malparidos multiplican los pecados del mundo setenta veces setenta insatisfechas criaturas de sí mismas se agarran con cuanto ser humano pueden. Nadie sabe por qué tantas armas nucleares sobre la cabeza de nuestros semejantes. Tiene que haber una explicación razonable, libre de ira y sangre, de armas nucleares. 115