DUEÑA DE MI VIDA Puedes amarme siglos y yo puedo amarte siglos sin quejarnos y sin amartelo ni quien lo niegue, eres miel, la sal de la vida y el agua de la vida. Eres el agua de la acequia no sé si es para bien o para mal pero contigo vive mi corazón desmelenado, porque tú eres la dueña de mi vida. Cada vez que respiras sudor de luz, agua y viento y solo tú y nadie más que tú eres el pan de cada día en mi hambre canina lo digo desde el fondo de mi corazón de conventillo.
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