Introducción: Sobre cómo se conocieron Juan y José Enrique
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INTRODUCCIÓN
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uan asegura que una de las cosas que más disfruta es escuchar historias. De tanto hacerlo se ha animado, incluso, a inventar algunas. A veces las escribe y otras veces solo las repite para sí mismo antes de dormirse, como si fueran el trampolín para el mundo de los sueños. Muchas de esas historias las conoció en la voz de José Enrique. Para sus padres es un vecino con quien conversan en la puerta de calle y que algunas veces entra a tomar un cafecito. Siempre habla con voz grave y con una seguridad que consigue que todos lo rodeen para escucharlo con la mayor atención. Para Juan es «un maravilloso contador de historias». Ha leído tantos libros que si los colocara uno arriba del otro podría levantar ciudades enteras. Le contó a Juan que su biblioteca es similar a eso, una ciudad enorme donde cada torre de libros parece un edificio, y los caminos entre ellos, las callecitas de las grandes ciudades. A veces Cleto, su gato, camina lentamente en esa ciudad de papel, según cuenta José Enrique, sin tirar ni un solo libro al suelo. Otras veces elige una de las pilas y de un salto se coloca sobre el libro más alto para echarse a dormir una siesta.
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José Enrique se mudó al barrio hace unos meses. Mientras unos muchachos descargaban un montón de cajas llenas de libros, una se abrió y un libro cayó al suelo. En ese mismo momento Juan y su madre iban camino a la escuela. Juan se detuvo porque le pareció que el libro se abría y cerraba en el aire muy rápido, como si quisiera echarse a volar. Mientras le contaba eso a su madre, José Enrique se acercó y le preguntó si le gustaban los libros. Le dijo