Pesadilla en Facebook (la historia de Clara) SCRIPCIÓN DE LA HISTORIA
Me llamo Clara y la historia que voy a contar pasó hace dos años, cuando tenía 16. Por aquel entonces, ni siquiera sabía el daño que pueden hacer unas fotos. Todo empezó cuando conocí a un chico en Facebook. Me dijo que tenía 18 y hablábamos todos los días. Me hacía sentir bien, me entendía y durante un mes fue mi punto de apoyo. Me sentía especial con él. Hasta entonces, no había tenido nada parecido con un chico. Nunca nos vimos cara a cara, solo hablábamos por Facebook, por audios y mensajes. Siempre se inventaba una excusa cuando quería llamarlo por videollamada. Me pareció raro, pero después de eso no volví a pensarlo mucho y no le di importancia. Después de un tiempo, me pidió que le mandara fotos en ropa interior y después desnuda. Yo al principio no quería, me parecía mal, pero me convenció. Me dijo que era preciosa y que quería conocerme más. Me dijo que no tenía nada por lo que preocuparme, que nos veríamos pronto y que todo iría bien. Se ganó mi confianza, y al final, acepté. A partir de ahora, empieza mi pesadilla. Ya no era el mismo chico comprensivo y cariñoso, que me hacía sentir especial, solo quería más y más fotos. Cuando me negaba y quería romper con él, empezaban las amenazas. Me dijo que publicaría todas mis fotos en páginas porno y se las mandaría a mis padres, a mis compañeros de clase y al director del colegio en el que estudio, y que si le contaba a alguien sobre lo nuestro, sería aún peor. Yo estaba muy asustada y no sabía qué hacer. Lloré durante toda una semana y tenía mucho miedo de que mis padres se enterasen. Me sentía muy mal y avergonzada. También me imaginé que me expulsarían del colegio cuando el director y mis compañeros se enteraran. Me amenazaba día tras día. Lo bloqueé en Facebook, pero aún así volvía con cuentas falsas. Sabía que eran suyas. Estaba desesperada y borré mi cuenta de Facebook. Mis amigos me preguntaban que qué estaba pasando, pero siempre me inventaba cualquier estupidez. Mis notas comenzaron a bajar. No podía pensar en nada más. Mis padres también se dieron cuenta de que no estaba bien, pero les dije que tan sólo estaba estresada con el colegio. No podía ni dormir ni comer. Tras unos meses, me tranquilicé. Había eliminado mi cuenta de Facebook y no volví a oír más sobre él. Pasaron más de seis meses y decidí volver a abrir mi cuenta. Pensé que se habría olvidado de mí. Era la única en clase que no tenía ni Instagram ni Facebook. Mi felicidad no duró mucho. Volvió a contactar conmigo con amenazas desde una cuenta falsa con otro nombre.