ISTOCK.COM/TINNAKORN JORRUANG
S E R I E
S O B R E
J U S T I C I A
S O C I A L
Si estás dispues Por Charles Mills
El patrón destructivo de la injusticia social puede quebrantarse. Sin embargo, se necesitan personas que estén dispuestas a hacer esa labor. Al igual que Jesús, tú y yo tenemos recursos disponibles para lograr cosas asombrosas en nombre del amor. 28 Pacific Union Recorder en español
L
epra. Si bien es rara hoy en día, hubo un tiempo en que era una de las enfermedades más temidas en el mundo. Los que eran afligidos por esa enfermedad eran considerados parias, indeseables y peligrosos. Se veían obligados a vivir una vida de aislamiento y abandono. Consideremos esta descripción: Los signos de lepra son úlceras indoloras, lesiones cutáneas de máculas hipopigmentadas (áreas planas y pálidas de la piel) y daño ocular (sequedad, parpadeo reducido). Más tarde, se pueden desarrollar ulceraciones grandes, pérdida de dedos, nódulos de la piel y desfiguración facial. La infección se propaga de persona a persona por secreciones nasales o gotículas (medicinenet.com). Si alguna vez hubiera una razón para rechazar a un individuo, para mantener su distancia, para llevar a una persona a la reclusión, esa parecería ser la razón. Sin embargo, alguien con esa enfermedad se acercó a Jesús en un pequeño pueblo cerca de la costa de Galilea. Ese hombre no estaba en las etapas iniciales de su enfermedad. Estaba completamente cubierto de lepra. «Cuando vio a Jesús, cayó con la cara al suelo y le rogó: “Señor, si estás dispuesto, puedes limpiarme”» (Lucas 5:12). «Si estás dispuesto». No había cuestión de habilidad. No estaba diciendo: «Si eres capaz». El leproso sabía del poder de Cristo para sanar. Había escuchado historias sobre Él. Tenía confianza en que ese hombre, ese extraño, ese maestro viajero, podría librarlo de su maldición mortal. «Jesús extendió su mano y tocó al hombre» (versículo 13). Jesús le tocó. Los leprosos no podían ser tocados. Ni siquiera podía uno acercarse a ellos. ¿Por qué? Porque la enfermedad po-