Declaración
de justicia social
Todos y cada uno de los seres humanos son sagrados. Creados a la imagen de Dios, todos los seres humanos han sido dotados de dignidad, valor e innumerables oportunidades. Idealmente, las sociedades deberían de ejemplificar igualdad, equidad, respeto y libertad hacia todas las personas. La maldición del pecado distorsiona y corrompe tanto al individuo como a la sociedad. Dominar o marginar a los demás tiene su origen en el egoísmo y la avaricia, aun cuando no se le reconoce como tal y termina produciendo racismo, discriminación e injusticia. Ese patrón destructivo de conducta es quebrantado por la obra redentora de Dios tal como lo enseña la Biblia y, en última instancia, se revela en Jesucristo. La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sido llamada a proclamar el mensaje transformador y reconciliador del Evangelio y a oponerse a toda práctica y política que perpetúe los prejuicios y la desigualdad. En el cumplimiento de su misión, el cuerpo de Cristo debe desafia