Erich Daniel Luna Jacobs
mando a Billinghurst como Presidente del Perú el 19 de agosto de 1912 (132 a 30 votos) y a Roberto Leguía y a Miguel Echenique como primer y segundo Vicepresidente, respectivamente. Leguía decidió estratégicamente, pues, no apoyar a Aspíllaga y puso su mayoría parlamentaria al servicio de la elección de Billinghurst, a cambio de que su hermano fuese el primer vicepresidente. Vemos pues, que el leguiísmo, siendo consciente de las presiones que los sectores populares ejercían sobre la coyuntura, decidió apoyar a Billinghurst. De esta forma, el gobierno saliente intentaba adaptarse mejor que el “civilismo independiente” al gobierno entrante. La elección de Billinghurst es un hito importante en el proceso histórico que constituye la República Aristocrática. En palabras de Gonzales, “Billinghurst representa un desgaje de la forma cómo las élites oligárquicas ejercieron la política, más cerca de los pequeños grupos y los salones que a las calles y el pueblo” (Gonzales 2005: 20). Para este entonces, las masas se habrían politizado. De ahí que, a diferencia de Piérola, Billinghurst sí parece haber contemplado la posibilidad de ampliar los derechos ciudadanos a los sectores populares: “Billinghurst apoyó las demandas obreras, se mostró sensible ante los reclamos campesinos, y atrajo a ciertos intelectuales, incluso algunos de ellos ligados a las familias oligárquicas” (Gonzales 2005: 21).
4.2. La Ley electoral del 26 de diciembre de 1912 (N° 1777) Con respecto a la Ley de Elecciones políticas de 1912 debemos decir que Billinghusrt tenía mucho interés en hacer reformas que pudiesen generar un “saneamiento electoral”. Sin embargo, la ley que se aprobó terminó alejándose de las intenciones originales de Billinghurst, debido a que el Parlamento no compartía su interés democratizador, inclusivo y populista. 102