Erich Daniel Luna Jacobs
Consideramos que son dos razones las que pueden ayudar a explicar y comprender esto: la primera tiene que ver con el centralismo y con el poder que concentraba la Junta Electoral Nacional (tesis que ha sido reiterada innumerables veces por Basadre). La segunda razón se desprende de la primera: el diseño institucional de la Junta “premiaba” a los partidos que fuesen grandes y que no tuviesen facciones que dispersaran sus votos. El Partido Civil pudo mantener mucho más esta disciplina que el Partido Demócrata. Y, como veremos, más adelante el propio Partido Civil tendrá ese mismo problema cuando empiece a fraccionarse en torno al apoyo a Leguía.
3.1. Elecciones de 1899 En estas elecciones correspondía elegir al Presidente de la República, a los Vicepresidentes y a un tercio de ambas cámaras. Piérola no quiso la re-elección. Según Basadre, Piérola no habría estado de acuerdo con que el personalismo se impregnara en la política o gobierno de un país. El ejemplo que tenía en mente era el caso de Porfirio Díaz en México (Basadre 2005). Nicolás de Piérola no auspiciaría, pues, ninguna candidatura. Sin embargo, sí estuvo de acuerdo con mantener una alianza entre el Partido Civil y el Partido Demócrata. Esta alianza posibilitaría el que ambos uniesen fuerzas y apoyasen a una única candidatura presidencial (Aguilar 2002: 23). Por eso, poco antes de la elección de 1899, los civilistas y los demócratas firmaron un pacto conocido como “el concierto electoral”. La idea básica de este acuerdo consistía en que los demócratas designarían al candidato presidencial, mientras que los civilistas nombrarían al candidato de la primera vicepresidencia. Los Demócratas eligieron como candidato a Eduardo López de Romaña, quien había sido Ministro de Fomento durante el gobierno de 82