caso concreto del presente estudio -la coyuntura del 1821 a 1824-, al no haberse dado inicio a la construcción de la nación, es decir, que sólo se mantuvo el régimen y ni siquiera se pudo organizar el mismo Estado y Gobierno por culpa directa de los “españoles-americanos” (terratenientes, gamonales y comerciantes), el Gobierno cayó directamente en manos de coroneles y “coronelillos”, o, en el mejor de los casos, de generales y “generalillos”, que gobernaron los primeros 50 años de nuestra llamada Vida Republicana, dando nombre a lo que Víctor Villanueva ha denominado El Primer Militarismo. El ex Mayor del Ejército Peruano enjuiciará este hecho de la siguiente manera: “En ausencia de clases dirigentes políticamente organizadas, el Poder pasó a manos de los militares que se lo disputan en continuada guerra civil que habría de durar los primeros 50 años de la era republicana. Fueron verdaderos partidos armados y no el ejército mismo, tal como hoy lo entendemos, los que encumbraban a los caudillos, otros partidos armados los que los derrocaban en permanente lucha por el Poder. El caudillo, producto típico de la época, juzgó, seguramente de muy buena fe, que él era el llamado a gobernar.” (Villanueva, 1962: 18) A gobernar -agregaríamos nosotros- al servicio de los terratenientes y gamonales, ya que la mayor parte de los llamados caudillos eran hijos, primos, sobrinos o emparentados de los más grandes terratenientes de la Capital y de las provincias. Esto durará hasta 1872, año en que se materializarán las primeras elecciones, las mismas que dan el triunfo al señor Manuel Pardo, fundador del Partido Civil. La raíz económica de este hecho jurídico-político se remonta treinta años atrás. Para entender a cabalidad este fenómeno, analizaremos la etapa conocida con el nombre de El Período del Guano y el Salitre y la oportunidad perdida entonces. SEGUNDA OPORTUNIDAD PARA CONSTRUIR LA NACIÓN Comencemos con José Carlos Mariátegui diciendo que: “El guano y el salitre ocuparon un puesto desmesurado en la economía peruana. Sus rendimientos se convirtieron en la principal renta fiscal. El país se sintió rico. El Estado usó sin medida su crédito. Vivió en el derroche, hipotecando su porvenir a la finanza inglesa.” (Mariátegui, 1979: 21) Así, en breves líneas, Mariátegui sintetizaba las implicancias y la importancia del producto humilde y maloliente y del salitre en otras épocas, para la vida del país: En la coyuntura de 1821 a 1824, la forma en que se expresaba esa situación 121