Opinión
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CREO EN ANÍBAL GAVIRIA
Margarita Restrepo Representante a la Cámara Centro Democrático
N
o hice campaña y nunca he votado por él, lo que no me impide asegurar que se trata de un dirigente respetable y honesto. El título de esta columna resume mi posición frente a la desconcertante medida de aseguramiento que le fue dictada. Aníbal Gaviria se ha caracterizado por ser un gobernante eficiente y pulcro. Sus administraciones en Antioquia y Medellín, han sido aplaudidas por propios y extraños. No voy a caer en la ligereza de descalificar los motivos por los que la Fiscalía decidió privar de la libertad al gobernador Gaviria, pues no conozco los detalles de la investigación, lo que no me impide referirme al efecto devastador de esa medida que, por cierto, sienta un precedente delicadísimo. Empiezo por preguntarme qué pasó con la investigación que desde hace 15 años se venía adelantando en su contra. Por norma general, la justicia debe ser pronta y expedita. Las investigaciones deben adelantarse rápidamente para determinar si efectivamente hay afectaciones jurídicas y quiénes son los responsables de las mismas. Aníbal Gaviria, cuya inocencia se mantiene incólume, empezó a ser investigado hace tres lustros. ¿Por qué el proceso hasta ahora empezó a moverse? ¿Qué pruebas hay en el expediente que hayan sido tan fuertes como para ordenar su captura después de tanto tiempo? El fiscal Francisco Barbosa es un profesional de gran talante. Por eso, para el bien de la investigación, sin violar la reserva sumarial, él debería contarle al país el motivo real por el que fue perentorio dictar la medida de aseguramiento que, efectivamente, ha conmocionado a los antioqueños. Pero al margen de los tecnicismos jurídicos, es ineluctable que la detención de Gaviria se constituye en un duro golpe para un departamento que ha manejado óptimamente la crisis de salud pública que sufre nuestro país.