Opinión
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LA PAZ, OTRA SACRIFICADA DE LA PANDEMIA Criselda Lobo Silva Senadora de la República Partido FARC
Como lo hemos señalado en múltiples oportunidades, las necesidades existenciales y básicas de la mayoría de la población no se solucionan con dádivas, sino con políticas sociales estructurales.
S
i algo ha demostrado esta pandemia en nuestro territorio, es que amplios sectores de la población sufren de hambre y desnutrición, que carecen de ingreso o que éste es exiguo, que su situación es de desocupación permanente, o de trabajo en la informalidad, y que viven en condiciones de precariedad y pobreza; se trata, en particular, de mujeres cabeza de hogar, de personas en condiciones de discapacidad, de hombres y mujeres, adultos mayores, de niños,
niñas y adolescentes que deambulan por las calles y caminos sin ningún sustento. Estas condiciones son propias del sistema capitalista vigente, pero se han develado ostensiblemente a causa del fenómeno sanitario que nos afecta. En nuestro país las respuestas del Gobierno nacional, más allá de decretar el aislamiento, han sido tímidas y tienden sobre todo a privilegiar al sector financiero, a los grandes negocios y a descargar el peso de
la situación en los hogares de las gentes del común bajo la lógica de “sálvese quien pueda”, o a través de pírricos apoyos. El Coronavirus ha puesto de presente los grandes problemas de la sociedad a nivel global y la crisis sanitaria y social nos está llevando a una recesión económica que se proyecta como una de las más grandes de la historia. Sin duda, la incapacidad del mundo para afrontar una pandemia de este estilo radica en la profundización del sistema capitalista y las nocivas políticas neoliberales (privatizadoras y de exenciones tributarias al gran capital) que se han venido aplicando en las últimas décadas. El ineficiente y débil sistema de salud, el imperante desempleo y la masificación del trabajo informal, los bajos salarios de los trabajadores, los exagerados privilegios económicos a las grandes empresas y el sistema financiero, el abandono del campo colombiano, los crecientes impuestos para los ciudadanos de clase media y los menos favorecidos, y las masivas privatizaciones, son algunos de los problemas que hoy tienen a Colombia sin posibilidades reales de asumir seriamente la pandemia y sus efectos económicos y sociales que de esta se desprenden. Y es que según el último informe de la CEPAL titulado “El desafío social en tiempos del COVID-19”, las cifras son poco alentadoras en su estimación sobre el impacto social y los desafíos relacionados que tendrá la actual crisis para los países de América Latina y el Caribe en el corto, mediano y largo plazo. Según el informe, los efectos sociales que traerá la pandemia del COVID-19, provocará en el corto plazo un aumento de la pobreza, la pobreza extrema y la desigualdad en la región, debido al contexto de bajo crecimiento económico. Ante la caída del -5,3% del PIB y el aumento del desempleo de 3,4 puntos porcentuales, en 2020 la pobreza en América Latina aumentaría al menos 4,4 puntos porcentuales (28,7 millones de personas adicionales) con respecto al año pre-