AZUL OSCURO A veces, cuando la mocedad va encontrando su propio mote, hay un arrebato nuevo moviendo un pecho febril que golpea contra todo, que retumba como un tambor de soldados de juguete frente a una infancia que se alarga en la añoranza. Hay, también, una constelación de himnos que nos llama donde hay otros iguales a uno que vienen y van con manos estrechadas. Y en ese sueño el sentir va reconociendo su sustancia, jugando con su propia virilidad, contemplando su belleza espejeado en aquel que baña sus pies en espumas de salivas y sílabas o se yergue en un duelo de envergaduras. Pero, si observas con atención, te darás cuenta: es, al parecer, un juego holográfico sobre una pantalla negra, donde un grupo de muchachos juega a pelear sin camisa en las calles de un barrio de hermanos. Te darás cuenta...
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