ya es la comunicación de su adecuación a determinados usos (y no otros distintos, como el de comer con las manos o sorber directamente del recipiente). La cuchara promueve cierta manera de comer y significa esta manera de comer, de la misma manera que la caverna promueve el acto de buscar refugio y comunica la existencia de una posible función; los dos objetos comunican incluso sin ser usados. III.
Estímulo y comunicación
III.1. Aún cabe preguntarse si lo que nosotros entendemos como comunicación no es simplemente una estimulación. Un estímulo es un complejo de actos sensoriales que provocan una determinada reacción. La reacción puede ser inmediata (una luz me ciega, cierro los ojos; el estímulo sensorial no se ha convertido en percepción, no se ha dirigido a mi inteligencia, sino que ha dado origen a una reacción motriz) o puede ser mediata: veo un coche que llega a gran velocidad y me aparto. En realidad, en el momento en que he tenido una percepción (he visto el coche y las relaciones de su velocidad aparente, la distancia que lo separa de mí, el punto en el que estaré cuando llegue, si continúo caminando), ya he pasado de una simple relación entre estímulo y reacción a un proceso intelectivo en el que han intervenido distintos signos: el coche ha sido captado como un peligro porque se ha entendido como signo que comunica «la situación automóvil que va a gran velocidad», signo que he podido comprender solamente gracias a mis experiencias anteriores, gracias a un código de la experiencia que me dice que cuando un coche se acerca a cierta velocidad constituye un peligro. Y por otra parte, si hubiera captado la llegada del coche por el ruido procedente de la calle, este ruido hubiera funcionado como indicio: Peirce ya clasificaba los indicios como signos que dirigen la atención sobre el objeto por medio de un impulso ciego, pero fundándose siempre en códigos y convenciones comunicativas. Por otra parte, existen ciertos estímulos que es difícil interpretar como signos: un ladrillo que me cae en la cabeza, suponiendo que no me haga perder el sentido, inicia una cadena de reacciones de comportamiento (las manos a la cabeza, gritos, imprecaciones, saltos
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