2.
I.
El signo arquitectónico
Caracterización del signo arquitectónico
I.1. Una vez sentado que la arquitectura puede ser considerada como sistema de signos, debemos tratar de caracterizar estos signos. Lo que hemos dicho en los capítulos precedentes nos induce a aplicar los esquemas semióticos que hemos utilizado hasta ahora, pero no ha de ser del todo inútil comprobar hasta qué punto el fenómeno arquitectónico soporta la aplicación de otros tipos de esquemas semióticos. Por ejemplo; si aplicáramos las categorías de la semántica de Richards a la arquitectura, toparíamos con obstáculos insuperables. Suponiendo que consideremos una puerta como símbolo al que corresponde, en el vértice del triángulo, la referencia «posibilidad de acceso», no sabremos cómo definir el referente, o sea la pretendida realidad física a que se refiere el símbolo; salvo que afirmemos que la puerta se refiere a sí misma, que denota la realidad puerta, o que se refiere a la función que permite; en cuyo caso el triángulo sería imposible por la coincidencia entre referencia y referente. Y de la misma manera, sería difícil definir la referencia del símbolo «arco triunfal»: el cual denotaría sin duda una posibilidad de pasar, pero que a la vez connota «triunfo» y «celebración»; se produciría un entrecruzamiento de referencias, abatidas sobre el referente, el cual a su vez coincidiría con el signo o con la referencia.
I.2. Otro intento que ha dado resultados bastante interesantes es el de Giovanni Klaus Koenig [1964], que ha definido el «lenguaje arquitectónico» basándose en la semiótica de Morris. Koenig se refiere a la definición de «signo», según la cual «si una cosa “A” es un estímulo preparatorio, el cual (a falta de objetos estimulantes que originen por su cuenta la serie de reacciones), en determinadas condiciones, produce en un organismo una disposición para
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