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7 Saludas Institucionales Entrevistas Por Berta López 12 Enrique Martínez Gil. Cartelista 24 Antonio Pelayo. Pregonero

32 José Mencías. Compositor de “Tulipas del Cielo” 38 Javier Cofreces. Autor del Spot de la Semana Santa 2022

Visiones de la Semana Santa

Opinión 52 Presentación de la Semana Santa de Cuenca por Miguel Romero Saiz

46 Elena Abarca, Lola Pineda y Julio Palencia

56 Crónica de la Semana Santa en 11 actividades

Hablan las Hermandades

por Berta López

62 La ausencia. En recuerdo de Paco Alarcón

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por la Cantera Nazarena del Huerto de San Antón

por Águeda Lucas

66 La mantilla en la Semana Santa de Cuenca por Eduardo Ortega García

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Madre, no quiero dormir

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Un minuto por Carmen Mozo Árias por Juan Ignacio Cantero de Julián

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82 El Santuario provincial de Cuenca

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Documentación

Comisión de Publicaciones de la Junta de Cofradías de Cuenca

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Coordinación

Antonio Abarca Contreras Diseño y Maquetación

La Red Creativa Edita

Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca Fotografía de Portada

Álex M. Simón Agradecimientos

A las Juntas de Diputación de las Vbles. Hdades. de Semana Santa y a los autores de los artículos y las fotografías Imprime

Editorial Mic Depósito Legal: CU-510/2008

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por Félix Herráiz García

94 Anastasio Martínez Saiz. Generosidad y Bondad por Juan Carlos Muñoz del Olmo

98 Cuenca perdió por dos años seguidos una de sus señas de identidad: Su Semana Santa

75 Aniversario de la hechura de Jesús con la Caña por Mikel Rubio Pinedo

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por Jesús Millán de las Heras

90 El burro y el olivo en la iconografía de la Pasión

Las andas del Ecce-Homo de San Miguel. Una joya en la Semana Santa de Cuenca desde 1951 por Rafael Pérez Caballero

por Antonio Rodríguez Saiz

88 ¡Por los que ya no están!

Pregón juvenil de la Semana Santa 2021. Recuerdos, nostalgia… Resurrección por Víctor Bascuñana Gómez

80 Por una Semana Santa con sentido por Pilar Ruipérez

Cinco años soñando por Pablo Muñoz Miranzo

por Berta López

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Nunca muere quien es recordado siempre

IV Congreso Internacional de Cofradías y Hermandades por Jorge L. Martínez y Mikel Rubio

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Un largo camino por Javier Viñuelas Torres

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XXX Aniversario de la fundación de la Ilustre y Venerable Hermandad de La Negación de San Pedro por Juan Carlos Muñoz del Olmo

por Rafael Torres Muelas

102 Vuelta con ilusión renovada por Juan Marat de Dios Escamilla

106 Pepe López Calvo. 1930-2021. In memoriam por Fernando J. Cabañas Alamán

110 La Semana de Música Religiosa de Cuenca

Investigación 146 Cristo de Marfil por José Miguel Carretero Escribano

164 La Semana Santa de Cuenca en 1912 por Enrique Valero Moscardó

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Fotografía: Luis Miguel Caballero

Saluda

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Presidente de la Junta de Cofradías

Jorge Sánchez Albendea Si algo hemos aprendido durante estos dos últimos años es a valorar el regalo que supone cada momento que compartimos con nuestra familia, con nuestros amigos, lo importante que es juntarnos en torno a nuestras Sagradas Imágenes; a fundirnos en sincero abrazo con nuestros Hermanos al final del recorrido procesional, pues sólo ellos saben que nuestro corazón late de manera distinta en estas fechas. Hemos aprendido que Cuenca se tiene que unir cada primavera para celebrar su Semana más especial, pues esta vetusta ciudad ha labrado gran parte de su historia en el infinito amor que todos sus habitantes siempre han demostrado hacía su SEMANA SANTA. Es el gran tesoro que hemos heredado y por eso este año, más que nunca, con toda la devoción de la que seamos capaces, debemos cerrar el doloroso paréntesis vivido y hacerlo demostrando que Cuenca no es nada sin su Semana de Pasión; que Cuenca en sí es una Pasión que llena la ciudad de interminables filas de nazarenos que bajo el anonimato del capuz conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. No os descubro nada si os digo que han sido días muy difíciles. En los que hemos perdido amigos y familiares, buenas personas y buenos nazarenos. Ha sido duro. Pero también han sido momentos de sentirnos orgullosos de nuestra Semana Santa, de nuestras hermandades, de nuestros nazarenos. Como presidente, me siento orgulloso de vosotros y de lo que hemos hecho juntos. Porque, lejos de desaparecer, hemos estado más presentes que nunca allí donde se nos necesitaba: la acción social y asistencial de las hermandades y la Junta de Cofradías ha sido grande, dentro de nuestras posibilidades, y hemos estado por y para la ciudad cuando más falta hacía. Ése es el espíritu que mueve nuestra Semana Santa, un espíritu que no debe alterarse nunca. Estamos a punto de comenzar la que será una Semana Santa muy diferente a las que hasta ahora hayamos podido contemplar. Nunca hubo dos Semanas Santas iguales, pero esta primavera va a sumar un grado de emotividad nunca vivido hasta la fecha. Los actos previos están siendo de una enorme brillantez. Permitidme resaltar aquí el que tuvo lugar el 4 de febrero en el Auditorio de Cuenca. Ese día todo volvió a tener sentido, fue una llamada a la esperanza que a nadie dejó indiferente: dimos imagen a la Semana Santa del 2022 a través de un gran cartel anunciador; nuestro pregonero nos puso en aviso ante los que nos espera el Viernes de Dolores; un enternecedor spot publicitario ya llena todos los rincones cofrades del país; y, cómo no, una marcha que ya suena para todos en recuerdo de lo que nunca tuvo que ser, “Tulipas del cielo”. -Marcha que será interpretada en todas las procesiones en las que participa la Banda de Música de Cuenca a su paso por el Monumento al Nazareno como homenaje a todos los que ya desfilan en la eterna procesión celestial-. Las Hermandades han vuelto a retomar su labor con una enorme ilusión: citaciones, juntas, funciones, puestas en andas,… todo está volviendo a la normalidad. La vida se abre paso nuevamente y nos enseña el camino que culminará con el triunfo

de Nuestra Madre del Amparo cuando se encuentre el Domingo de Resurrección con su hijo, nuestro Padre. Es entonces cuando todo tendrá sentido. Hoy más que nunca debemos redoblar esfuerzos en cuidar a nuestros más pequeños. La “fila del medio” es fundamental. Ellos más que nadie han sufrido estos dos años de desconexión. Hay que enseñarles las señas de identidad que nos son propias, hacerles ver que únicamente desde la fe tiene sentido nuestra participación y, sobre todo, no defraudarles pues somos el espejo en el que ahora empiezan a mirarse. Por todo ello, este año volveremos a contar con nuestra Procesión Infantil. Estamos dando pasos muy importantes, históricos, para que la Procesión Camino del Calvario, finalmente, pueda desarrollarse de una forma similar al resto de procesiones. Ojalá, en un tiempo no muy lejano, seamos capaces de poder ver avanzar a la hermandad de Nuestro Padre Jesús sin que para ello sea necesario un cordón de seguridad. Aunque sea muy brevemente, quiero acordarme del Museo Nazareno. Año tras año intentando reinventarse para ser un espacio que no sólo muestre al visitante lo que durante los días de la Pasión se vive en la ciudad, sino como un lugar de encuentro durante todo el año para la comunidad nazarena conquense. Su actividad me permite asegurar que después de mucho trabajo, por fin, hemos conseguido ser un espacio cultural de primer orden. Mi reconocimiento a todas las directivas de las Hermandades por el inmenso trabajo que realizan. Gracias, mil gracias, a la Junta de Diputación de la Junta de Cofradías por su labor constante, por su implicación, por ser el nexo que todo lo une y por la confianza que me demostráis. Gracias de todo corazón a tantos y tantos nazarenos anónimos que trabajan sin descanso por esta Celebración. Mi felicitación más sincera a los miembros de la actual Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías por vuestra entrega. Sois ejemplo de generosidad. Y a toda mi familia, y en especial mi mujer y mis hijos, Marta, Jesús, Jorge y Rut por no dejarme caer nunca y estar siempre, ahí, cuando os necesito. Volvamos a llenar las calles de fervor. Participad arropando a vuestras hermandades: este año no podemos faltar nadie. Tenemos una gran responsabilidad y es el momento de demostrar que CUENCA ES NAZARENA. Quiero terminar con las mismas palabras que utilicé el pasado día 4 de febrero en el acto de Presentación del Cartel: “La Semana de Pasión del 2022 se abre paso, Cuenca la necesita y los nazarenos la ansiamos. Ha llegado nuestro tiempo. Sigamos unidos en torno a ella, esa es su grandeza, nuestra grandeza, e intentemos entre todos que la de este año sea la mejor de la historia, pues ese será el mejor homenaje que podemos hacerle a todos aquellos que hoy ya no están entre nosotros”. Cuidaos mucho y Feliz Pascua de Resurrección.

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Fotografía: Adrián García Vergaz

Saluda

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Delegado Episcopal en la Junta de Cofradías

Joaquín Ruiz Requena Se va acercando de nuevo el tiempo de Cuaresma y con ello la puesta en marcha, de una manera más intensa, de los preparativos de nuestra Semana Santa. Este tiempo en el que parece que podrán salir de nuevo a la calle los pasos de Semana Santa, después de dos años en los que la pandemia por el covid nos ha impedido realizar las procesiones por las calles de nuestra ciudad. Estos tiempos de pandemia están incidiendo con dureza en todos nosotros produciendo un impacto doloroso: hermanos de nuestras hermandades, familiares, amigos cercanos que han fallecido; juntas de hermandad y cultos que no se han podido celebrar; dificultades en diferentes ámbitos en algunas de las hermandades… y así podríamos seguir enumerando. El horizonte que oteamos es esperanzador, pero con claroscuros que nos hacen ser realistas y cautelosos en celebrar nuestra próxima Semana Santa. Se nos ha presentado a todos no una época de cambio sino un cambio de época con la transformación que conlleva: nuevos desafíos, nuevos caminos que recorrer, nuevas soluciones que aportar, nuevos modos de afrontar la realidad. Sin embargo, el misterio de Dios hecho hombre permanece. Ese Dios que se hace hombre, este Dios que camina con nosotros, este Dios que se entrega hasta dar la vida por cada uno de nosotros, permanece. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. Es el Misterio Pascual lo que da origen a la Semana Santa que celebramos: la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. El proceso de secularización en el que estamos inmersos es una realidad y las consecuencias derivadas de él es algo que tenemos que afrontar desde la fe, con realismo, sin dramatismos, pero sí con seriedad, dejando oír la voz de Dios en nuestro interior personalmente y como bautizados, como miembros de una hermandad, de la Iglesia. Una de las cuestiones fundamentales que tenemos que tener claras son los cimientos sobre los que apoyamos nuestra Semana Santa, nuestras hermandades: cuáles son nuestras señas de identidad. En la Semana Santa confluyen múltiples aspectos: históricos, culturales, artísticos… pero si oscurecemos o perdemos nuestras raíces religiosas, poco a poco nos diluiremos, perdiendo nuestra razón de ser: ser una manifestación pública de nuestra fe en Cristo muerto y resucitado. El saber que nuestro pertenecer una hermandad es una manera de vivir nuestro ser cristiano es importante. Nuestro ser bautizado, nuestro ser discípulo de Cristo, el vivir nuestra fe en Dios lo hacemos a través de una hermandad insertada en la Iglesia. La fuerte secularización de la época en la que nos ha tocado vivir se manifiesta en el individualismo, el subjetivismo–relativismo, el sentimentalismo han tomado carta de ciudadanía. Esto se ha visto acentuado por la pandemia. Esta situación nos tiene que hacer tomar conciencia de que sólo conservando nuestras señas de identidad cristianas podremos vivir nuestra fe de una manera concreta, siendo hermanos de una hermandad y transmitir lo que hemos recibido: la fe en Cristo muerto y resucitado. Por esto, se nos invita a mirar el futuro con esperanza sabiendo que, de la misma manera que la muerte de Cristo queda derrotada por su Resurrección, entre todos juntos podremos salir de esta situación difícil en la que nos encontramos. Os invito a todos, a ti nazareno y a ti espectador, a ti que has nacido en esta tierra y a ti que nos visitas, a ti que has visto los desfiles procesionales desde la infancia y a ti que los ves por primera vez, a contemplar y dejarte inundar por este Misterio que se manifiesta en el conjunto de tulipas y capuces, en música y silencios, en desfiles de hermanos e imágenes, en celebraciones litúrgicas para poder dar de nuevo a nuestro mundo la alegría y la luz de la Resurrección.

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“Mi Cartel es como un juego visual: cada vez que lo miras, ves cosas diferentes” Entrevista al cartelista de la Semana Santa 2022

Por Berta López Enrique Martínez Gil es un nazareno atípico. [“Ni de fila, ni bancero, ni de acera, siempre libre” dijo de él su gran amigo – y vicepresidente de la JdC – Antonio Abarca, al presentarle en el acto en que la Pasión conquense dejó al fin atrás la larga orfandad de Cartel para conocer el que es ya la imagen de su Semana Santa 2022] Es quizá por eso que su Cartel también lo es: libre, atípico, diferente. Y, sin embargo, capaz para transmitir un estilo absolutamente reconocible, incluso siendo nuevo. La primera vez que el ojo del nazareno mira la obra que Enrique ha concebido, siente algo parecido a cuando abre la puerta de la iglesia para que salga la procesión: el contraste entre luz y oscuridad impide ver con claridad. Pero, cuando el ojo se acostumbra, se despliega frente él una obra soberbia, original y única, plena de simbolismo bajo su apariencia de sencillez. Fotografía: Lola Pineda (La Tribuna)

En la entrevista al Cartelista publicada en la edición de Cuenca Nazarena 2021 se habló de todo, menos del Cartel. Así tuvo que ser, pues la suspensión de los desfiles procesionales motivó que el Cartel tampoco se desvelara. Este año, Cartel mediante, en esta entrevista se habla de fotografía, de estilos, de recuerdos, de influencias, de vivencias y hasta de cine. Pero, sobre todo, del Cartel. Que ya era hora.

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Entrevista

Fotografía: Lola Pineda (La Tribuna)

¿Cómo fueron tus inicios en la fotografía de Semana Santa? No me gusta estar viendo la procesión con los brazos cruzados. Soy una persona muy activa y muy observadora, por eso para mí la fotografía fue una liberación en mi forma de vivir la Semana Santa. También me di cuenta de que, debajo del capuz, era como hacerte hombre invisible porque podías ver cosas y captar detalles que no podrías ver de otra manera. Eso fue un primer avance en ver la Semana Santa de otra manera. Luego las críticas positivas de la gente y ganar algunos premios me fueron animando, hasta que con la llegada de Antonio (Abarca) a la comisión de Publicaciones de la JdC empecé a colaborar con Cuenca Nazarena, lo que supuso para mí un gran aliciente. Esa colaboración me ha llevado además a tener un archivo muy bueno de fotografías de los pasos ya que, aunque no me gusta hacer fotos solo de las tallas, las iba haciendo pensando en que luego Antonio podría necesitarlas. Así desde el año 2003. Una de tus señas de identidad es, precisamente, que apenas haces fotografías a tallas y, cuando las haces, es siempre buscando un punto de vista diferente. Nunca me ha gustado hacer fotos a los pasos, sino a lo que pasa alrededor de ellos, a esa otra Semana Santa que me gusta decir. Por eso, en mi primer libro – que publiqué hace ya 14 años – mi intención inicial era que no hubiera fotografías de ningún paso. Luego, el miedo de hacer un libro

de Semana Santa sin pasos y que no gustara me llevó, finalmente, a hacer la concesión de incluir alguna fotografía de tallas, dentro de que no eran la visión normal que se suele publicar. Pero mi intención era que no hubiera ninguno. Analizado con perspectiva, lo que hiciste sin saberlo fue abrir camino, ya que en los últimos años lo que precisamente buscan mayoritariamente los fotógrafos de Semana Santa es aquello en lo que fuiste pionero: sacar la intrahistoria más allá de las sagradas imágenes. Y, por otra parte, también ha sido una forma de ‘educar’ el ojo del nazareno hacia una forma diferente de ver la Semana Santa a través de la fotografía. De ahí que cuando alguien ve una fotografía de Enrique Martínez Gil no espere una talla, sino otras cosas. Así es. Muchos compañeros me han hablado de esto, de que he sido pionero; y además se ve en los concursos. A partir de entonces, se ha ido haciendo otro tipo de fotografía. Sí que quiero decir que no es que yo haya sido un avanzado. No lo hice con más intención que fotografiar lo que a mí me gustaba. Yo buscaba la otra fotografía; en este caso, la otra Semana Santa. Y luego me di cuenta de que esa otra Semana Santa era tan importante como la que siempre sale en las fotografías, la que recoge el elemento principal. Antes, en fotografía, no aparecía nada más allá de los pasos. Si miras fotos antiguas, salvo algunos casos

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concretos de fotógrafos que iban específicamente a buscar fotos de nazarenos o de turbos, no hay prácticamente documentación fotográfica de todo lo que rodea a la Semana Santa. Y a mí me gusta estar en todo lo que rodea: el gesto, el sentimiento, miradas furtivas… todo eso que hasta ahora había pasado un poco desapercibido y, para mí, es de lo más importante.

La solución que encontraste fue despojar a la talla elegida de cualquier atributo reconocible... aunque a los nazarenos de Cuenca no les pasó desapercibido qué talla es. Efectivamente (sonríe). Salvé la disyuntiva despojando la talla de todo elemento reconocible, como en este caso la icónica Cruz de los Espejos. Buscaba que se entendiera como una imagen global de una ciudad.

Y sin embargo, llegamos al Cartel y la imagen principal es un Cristo. Sí. Así es. Me decidí por esta imagen porque entendí que, para que fuera representativa de toda una ciudad, no podía personalizarla. Si es difícil ya conseguir que toda la ciudad se vea representada en una talla, imagínate en una persona. No te voy a negar que hice pruebas con fotografías de nazarenos antes de tener la idea definitiva del Cartel. Pero las descarté porque entendí que el Cartel tenía que ser algo diferente, más universal. Es tan importante que trasciende nuestra ciudad, por lo que pienso que la imagen de una talla consigue llegar más a los sentimientos que un detalle o la fotografía de una persona. Eso está bien para una exposición, pero un Cartel está en una escala diferente. Aquí la complicación viene cuando te planteas cómo conseguir que una talla reconocible sea representativa de toda una ciudad, sin personalizar en una hermandad.

El año pasado, en la entrevista para Cuenca Nazarena, hablamos del Cartel sin hablar de él, porque no pudiste presentarlo a los nazarenos a causa de la pandemia. Pero este año sí que tenemos Cartel y lo podemos diseccionar. Empezando por el principio: ¿Cómo nace la idea? Yo quería hacer un cartel para todo el mundo. Entiendo que es un cartel arriesgado, porque en la Semana Santa nunca se había hecho algo parecido, una idea tan rotunda con un diseño casi publicitario o de cartelería cinematográfica, con elementos fragmentados… En Semana Santa siempre hemos visto diseños más clásicos y parecía complicado mezclar lo antiguo con lo moderno. Era un reto y yo mismo me he sorprendido tanto del resultado como de la reacción de la gente. Todo el mundo me dice que cuanto más lo ve, más le gusta. Y veo que el Cartel cala en la gente. Así que estoy contento. Lo que más me gusta del Cartel es que cada vez que lo miras, ves cosas diferentes. Es como un juego visual.

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Fotografía: Lola Pineda (La Tribuna)

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Me gusta estar en todo lo que rodea la Semana Santa: el gesto, el sentimiento, miradas furtivas… todo eso que hasta ahora había pasado un poco desapercibido y, para mí, es de lo más importante ¿Qué elementos debe tener un Cartel de Semana Santa para cumplir su función? El Cartel, para serlo, tiene que ser algo que te agarre desde un principio, una obra llevada casi al lenguaje publicitario. Su finalidad principal es ‘vender’, por decirlo de alguna manera. Promocionar, en este caso una ciudad y su celebración más importante del año. No hay que perder esta referencia. En ese sentido, yo quería que el Cartel fuera sencillo, que tuviera una imagen muy clara y que no perdiera la perspectiva promocional de nuestra ciudad y nuestra Semana Santa. Durante el proceso, siempre partí de ideas muy sencillas con la premisa de que no quería que el Cartel fuese una fotografía con letras: pienso que eso tiene muy poco recorrido, por muy bonita que sea la fotografía y por buena que sea la composición. Quería que mi Cartel tuviera más complejidad dentro de su sencillez, darle valores añadidos que lo llevaran a entenderse de otra manera. En la misma idea tenía la solución y el problema. ¿Cómo resuelves esa dicotomía –sencillez vs. complejidad– en el Cartel? A base de investigar y de hacer pruebas. En el proceso me ha ayudado mucho la cartelería de Cruz Novillo, los colores y tratamientos de mi amigo Miguel Ángel Moset y los planos superpuestos… Quería que tuviera esa expresión fuerte del arte abstracto, para que respirara esa abstracción que respiramos en Cuenca. Con esa combinación de elementos y partiendo de la fotografía de ese Cristo despojado de apellidos, empecé a jugar con las texturas. Quería un elemento de Cuenca así que, qué mejor que esos yesos fisurados del Casco Antiguo que le han dado esa calidad y esa calidez y que reflejan también lo que soy yo y mi trabajo de restauración en el Casco, sobre todo arreglando fachadas. Quería aplicar cosas de mi trabajo, además de que la foto fuera mía. El Cartel tenía que ser algo mío. Tenía que ser Enrique, reconocerse. Por eso, la textura de los yesos es

un elemento que me pareció imprescindible y muy bonito para reflejar esos colores de Cuenca, ese amarillo oro que impregna el Cartel, y también esas texturas fisuradas y aviejadas. El último escalón fue la trama, aplicar elementos arquitectónicos. Pensé en los triángulos porque llevaban a la imagen del capuz, al discurso de una composición de capuces y a una trama que reflejara esa unión de la Semana Santa, que es débil y fuerte a la vez, una cosa de muchos pequeños actores cuya suma da como resultado un conjunto muy potente, pero que vistos cada uno por su cuenta parecen insignificantes. Tengo la sensación de que nunca se ha tratado en un Cartel esa idea de la unión y del trabajo invisible, humilde y desinteresado de mucha gente, que no se reconoce y que muchas veces es el que saca adelante la Semana Santa. Es esa suma de esfuerzos de mucha gente lo que hace que la Semana Santa sea lo que es actualmente, ese trabajo soterrado y profundo mucho más allá del día de la procesión. Eso es la Semana Santa. Y, si no existe eso, todo lo demás son fuegos de artificio. Yo quería que eso se recogiera en ese juego de triángulos. El último paso, que refleja también lo que ha pasado con la pandemia, fue el de eliminar los triángulos: representan a la gente que se nos ha arrebatado. Consideré que esta realidad se tenía que recoger en la obra, porque el Cartel está hecho en un momento determinado. Despojar la imagen de esos triángulos era una manera de demostrar que, a pesar de la ausencia, el conjunto sigue funcionando porque los triángulos que permanecen nos arropan y explican la imagen de modo que sigue teniendo sentido. Como si no faltaran los que faltan. Pero sabemos que faltan y que se han llevado partes importantes de la talla, del fondo… Son partes que, aunque sean muy importantes, nos llevan a darnos cuenta de que la imagen sigue siendo comprensible. O, por decirlo de otra manera: que seguimos peleando porque estamos aquí.

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Entrevista

Yo quería hacer un cartel para todo el mundo La impresión que da el Cartel al verlo por primera vez es que ha sido sencillo de hacer. Además, tal y como tú lo explicas, da la sensación de que un paso llevó a otro y que salió a la primera, casi casi en una tarde. Sin embargo, un trabajo de síntesis como éste requiere de una profunda reflexión, casi me atrevería a decir que filosófica, sobre la Semana Santa y nuestra forma de relacionarnos con ella. ¿Cómo ha sido ese proceso? Pues es que, en realidad, una cosa me fue llevando a la otra. Con su reflexión, claro, pero lo cierto es que fue una especie de reacción en cadena. Quizá lo que más tiempo me llevó fue tener clara la idea de lo que quería, porque además es algo que llevaba arrastrando desde que presenté una obra al concurso de Carteles de 2018. El concurso me sirvió como un ejercicio para pensar qué haría yo en verdad si tuviera que hacer un cartel. Me di cuenta de que el que presenté, incluso aunque quedó cerca de ganar, no era mi cartel, que no era lo que yo quería hacer como Cartel de Semana Santa. Una vez tuve claro qué quería hacer, qué quería contar y cómo, las ideas me han venido muy fácil: lo tenía todo tan claro, que combinar los elementos ha sido relativamente sencillo, casi inspiración divina, como digo yo. Y una vez tuve el elemento principal, en lo que he encontrado mayor dificultad ha sido en la rotulación, en dar con la tipografía adecuada para la composición. La rotulación tenía que ser respetuosa con el mensaje del elemento principal, acompañarlo pero sin restarle protagonismo. Fue complejo encontrar un rótulo que hablara con el elemento principal y que tuviera entidad propia al mismo tiempo. ¿Cómo llegas a la rotulación final? Me gustaría dejar claro que yo no soy diseñador gráfico. Por mi trabajo, he tenido contacto con esta disciplina, pero es ajena a mí. Así que, casi he tenido que hacer un máster en rotulación para poder dar solución a este problema. Quería que ambas partes estuvieran al mismo nivel y, para ello, hice muchas pruebas hasta quedarme con la rotulación definitiva. He ido aprendiendo a base de prueba-error. Pienso que ha quedado un conjunto homogéneo. La rotulación es importante hasta el punto de que, por ejemplo, es la que ha llevado al Cartel a tener el formato que tiene. ¿Cómo es eso? El formato ha ido evolucionando de uno más compacto o estándar de Cartel. Primero para que hubiera la suficiente separación entre la rotulación y el elemento principal, que fuera respetuosa con él. Y luego también para buscar esa visión contrapicada de la imagen como si fuera una vidriera y el Cristo se viera de abajo hacia arriba. Todo eso me ha ido llevando a alargar el formato.

¿En qué momento decidiste poner el punto y final al Cartel? Esta pregunta es buena. En cualquier proceso de diseño o pictórico, lo difícil no es tanto la idea inicial como saber cortar. Mi madre pintaba y recuerdo haberle dicho muchas veces que dejase ya el cuadro, que no lo tocara más, porque muchas veces más no es mejor. No hay que llegar al punto de perder la frescura. Con el Cartel, lo que no quería era que se abigarrara y perdiera la frescura con la que se pensó. En ese punto es valiosa la opinión del ajeno, que te ayuda a poner el punto y final al verlo desde fuera y desprovisto del condicionamiento del autor. Lo bueno que yo he tenido es que, al ser un periodo creativo tan largo, motivado por las circunstancias, he podido tener periodos de maduración que me han permitido autocorregirme y mejorar aquello que no me convencía. Eso sí, siempre con mucha delicadeza para que no perdiera la frescura inicial. Cuando hablamos el año pasado para Cuenca Nazarena, me dijiste que uno de tus mayores miedos era no resistir la tentación de no tocar el Cartel. ¿Lo has modificado, con respecto al que debería haber sido para 2021? Sí. El motivo principal del Cartel que tenía para 2021 era sensiblemente igual, ha evolucionado muy poco. Lo que sí ha evolucionado ha sido, como decía antes, la rotulación y con ella el formato. El tipo de letra que elegí para 2021 no me convencía del todo. Al no poder presentarlo el año pasado por no haber procesiones, decidí probar otras cosas con respecto a la tipografía y la rotulación. Y poco a poco fue evolucionando hasta conseguir la composición final, que pienso que es la idónea. En la tipografía he buscado el orden y las líneas del elemento principal, de manera que, por ejemplo, las ‘aes’ siguen las líneas de la trama de triángulos. Por muchos motivos, tu Cartel es único. Cada Cartel lo es, eso es cierto, sin embargo éste tiene un matiz que no tiene ningún otro hasta la fecha: esa doble numeración, ese doble año, que refleja la Semana Santa para la que no fue y aquella para la que por fin, es. ¿Por qué ambos años en el Cartel? Porque no podía quedar un año sin Cartel. En el proceso de encontrar la rotulación, primero pensé en fusionar el año con el texto. Me di cuenta de que eso no funcionaba y, cuando se me ocurrió la idea de que aparecieran los dos años, empecé a ver de qué manera podía fundir dos años de forma simbólica. Es un elemento que tenía que entenderse y ser consecuente con el resto. Ahí pensé en ese doble plano en que el elemento del año 2021 quedara a una distancia, más pequeño, como si el tiempo lo alejara y lo difuminara, para que no fuera protagonista pero tampoco se perdiera. Una vez tuve esta idea, ya pude reorganizar la parte inferior del Cartel para que todo tuviera sentido.

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En el despacho del Cartelista reina un aparente caos que solo lo es en apariencia, pues cuando esta entrevista tiene lugar apenas han pasado 12 horas desde la presentación del Cartel y su autor no ha tenido tiempo de terminar de recoger los ejemplares cuyo destino es convertirse en regalo para sus allegados. Si una mira más allá del desorden que campa por la mesa más grande, halla orden, pulcritud y concierto. Docenas de libros perfectamente alineados en sus estantes, una sala de proyecciones preparada para cuando sea preciso utilizarla, la luz justa entrando por las ventanas a través de las que se divisan los tejados de Cuenca, un plotter al que el Cartelista dice haber dado mala vida – por la cantidad de pruebas de su obra que ha imprimido en estos meses – y, apoyado en una pared, recién enmarcado en dorado y negro, el Cartel.

Fotografía: José Antonio Panadero

Tan sencillo y, sin embargo, con ese magnetismo que te hace desear seguir mirándolo y descubrir nuevos matices, detalles, significados. Podría haber estado en la mismísima Galería de los Espejos de Versalles o en la sala que la Mona Lisa ocupa en el Louvre y aún así, todas las miradas se dirigirían hacia él, todavía sin colgar en ese momento, a la espera de encontrar su sitio. En el despacho de Enrique, claro. Porque en el corazón de los nazarenos ya lo ha encontrado. Las cientos de muestras de cariño en redes sociales dan fe.

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Fotografía: Antonio Abarca

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“Lo que significa la Semana Santa para Cuenca es difícilmente comparable con lo que sucede en otras ciudades” Entrevista al pregonero de la Semana Santa 2022

Por Berta López Dijo monseñor Carlos Amigo, vallisoletano ilustre y religioso, en su intervención previa al Pregón de la Semana Santa de Cuenca de 2019, que no hay más Pregón que el que hizo el Señor en la Cruz. Vallisoletano ilustre y religioso es también Antonio Pelayo, Pregonero de la Semana Santa de Cuenca 2022 –aunque tal vez deberían mencionarse tres años, pues ha alargado la pandemia el honor tanto como la espera– y comparte con fray Amigo la misma opinión. Es por eso que afirma Pelayo que su Pregón “no puede más que evocar la Buena Noticia del Evangelio, pregonarla, proclamarla”. Lo hará, eso sí, a su manera. Una manera distinta a la que hubiera sido en 2020 –cuyo Pregón, terminado para cuando se declaró la pandemia que llevó a suspender las celebraciones públicas de la Semana Santa, duerme desde entonces en un cajón del que no habrá de salir, al menos no en un escenario– salvo en una cosa: entonces, como ahora, buscará el Pregonero emocionar a quienes le escuchen. Igual que se ha emocionado él al escribir lo que habrá de proclamar el Viernes de Dolores en el Auditorio de la capital.

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Entrevista

Hemos aprendido que la Semana Santa tiene que ser algo que penetre más profundamente en nuestra vida Antonio, usted pasó la mayor parte de la pandemia en Italia, lo que significa que estuvo en uno de los grandes epicentros de la pandemia en Europa. En todo este tiempo en que ha visto tanto sufrimiento, ¿seguía teniendo sentido el Pregón? ¿Tuvo tiempo de pensar en eso? Sí, sí, sí. Sin duda alguna lo seguía teniendo. Roma, durante mucho tiempo, fue un espectáculo ‘deprimente’. Veías las calles vacías, las tiendas cerradas, los bares y los restaurantes sirviendo en la calle lo poco que podían servir… Y sabías que había mucha gente que vivía aterrorizada por el miedo a ser contagiada o, a lo peor todavía, lamentando la desaparición de seres queridos a los que, en muchos casos, no han podido ni siquiera despedir. Personas que han muerto en la soledad y sus parientes no han podido ni siquiera rendirles ese cariño, ese abrazo íntimo que pueden dar a una persona que está por andar en la otra vida, ese abrazo de consuelo y de decirle ‘estamos aquí y te cuidaremos hasta el último momento’. Pero al mismo tiempo había que saber que esto iba a pasar, que no iba a durar in eternum sino que, como estamos viendo ahora, afortunadamente es un fenómeno destinado a desaparecer, si no completamente, sí a tomar unas proporciones mucho más humanas. En el acto de presentación del Cartel de este año, cuando me dirigí a los nazarenos, cité a Tina Turner porque precisamente ella decía que en los tiempos de la adversidad, es cuando uno es capaz quizás de sacar de dentro lo mejor que tiene. Y, en concreto, la solidaridad. Hay que desearlo por lo menos. Entonces pues sí, claro que el Pregón seguía teniendo sentido.

Fotografía: José Antonio Panadero

¿Cómo han sido estos dos años de espera? Pues no han sido fáciles porque… (pausa) claro, las noticias iban subiendo y bajando, con un ritmo un poco imprevisible. Después de lo que vivimos en 2020, en 2021 se volvió a plantear la posibilidad de que yo viniera, cosa que por supuesto yo acepté. Luego ya vimos que no era posible y eso me produjo a mí una gran frustración. Y supongo que les produjo mucha más a los nazarenos, como es natural, porque lo que significa para esta ciudad la Semana Santa es muy difícilmente comparable con lo que sucede en otras ciudades. Fue un periodo de frustración, al mismo tiempo de esperanza, porque nunca hay que perder la esperanza de que se puedan realizar tus propios deseos. Y luego, yo creo que lo que hemos vivido también nos ha permitido a todos profundizar más en el sentido de lo que esto [la Semana Santa] significa: comprender que no es un acto pasajero, una cosa que se hace para salir a la calle y lucir la túnica, sino que es algo que tiene que penetrar más profundamente en la vida de cada persona. Y yo creo que a eso sí que han podido contribuir estos dos años de espera.

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Fotografía: José Antonio Panadero

Para que un pregón emocione, el primer emocionando tiene que ser el pregonero

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Dijo en su intervención ante los nazarenos que este tiempo le había servido para madurar lo que quería decir. Imagino que cuando vino en enero de 2020 ya tenía una idea, si no el texto, de cómo iba a ser su Pregón entonces. Pero ¿cómo es ahora? ¿Ha cambiado en este tiempo? Cuando yo vine en 2020, hace dos años, el Pregón ya estaba pergeñado. Prácticamente hecho. De hecho, lo acabé con varias semanas de antelación a la fecha que estaba previsto. Y ahí lo tengo: ese Pregón está ahí, no digo impreso pero está escrito en el ordenador. Pero no, no es ese el Pregón que voy a pronunciar, porque ni yo mismo estaría en la disposición de hacer, de leer, o de proclamar – porque yo creo que el pregón no hay que leerlo, hay que proclamarlo – lo que hice hace dos años: no tendría sentido. Entonces, lo estoy rehaciendo completamente. Utilizaré algunos de los elementos que me sirvieron hace dos años, pero será un Pregón nuevo. ¿Cuáles son sus líneas generales? Más que las líneas generales, hablaría de qué se debe buscar en un Pregón. En un Pregón, primero tienes que emocionar a tu auditorio. No es una lección académica, no es un relato histórico, es un Pregón. Y el Pregón se supone que es anunciar algo y ese anuncio tiene que producir en la gente emoción. Para que ese efecto se produzca, el primer emocionado tiene que ser el que lo pregona. El pregonero no es un señor anónimo que viene y suelta un anuncio, como hacían

antes los alguaciles en los pueblos. El pregonero se tiene que emocionar para poder emocionar a quien le escucha. Y ¿sobre qué está basada esa emoción? Bueno, pues tiene muchos elementos. Pueden ser los recuerdos, darse cuenta o hacer a la gente darse cuenta de cómo la Semana Santa, en este caso la de Cuenca, ha ido realmente forjando la ciudad, dándole una personalidad, un modo de vivirla distinto al de otras ciudades. Pero las líneas fundamentales no pueden ser más que evocar la Buena Noticia del Evangelio, pregonarla, proclamarla, sobre todo en ese momento en que el Señor da ese paso fundamental que es ‘me entrego libremente a la Pasión y a la Cruz’. ¿Para qué? Pues para salvarnos a la Humanidad, a nosotros. Yo creo que esa es un poco la idea general que tiene que tener. Pero no es un sermón. Yo hice también el Sermón de las Siete Palabras en Valladolid, que es otro género literario. El Pregón es un género literario especial. Y yo ya he hecho algunos y por tanto creo que tengo la clave. Que la veremos. O tal vez no (sonrisas). ¿Tendremos alguna vez ocasión de leer ese Pregón que no será, el que escribió para la Semana Santa de Cuenca de 2020? Bueno… No sé si tiene un gran interés, porque no es una pieza tampoco de literatura religiosa. Si alguien me lo pidiera, se lo podría dar. Cuando lo hice, de hecho, pensé en mandárselo a la Junta de Cofradías. Así que si alguien tiene curiosidad, podría dárselo.

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Fotografía: José Antonio Panadero

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En su discurso ante los nazarenos el pasado 4 de febrero, habló de que la solución global a la pandemia es más bien de voluntad de todos y de solidaridad. ¿Qué papel deberíamos tener los católicos en esa recuperación, en tanto que católicos? En el ante-pregón dije que estas Semana Santas que hemos tenido que vivir en los dos años anteriores y que han sido Semana Santas a puerta cerrada, sin procesiones en las calles, con ritos litúrgicos muy condicionados por la posibilidad de asistir presencialmente y por el clima psicológico en el que todo se estaba desarrollado, tenían que desembocar – y yo creo que sí lo han hecho – en otra acción o en otra presencia diversa, pero siempre revestida de este espíritu semanasantero. Y la mejor solución es la solidaridad, entendida en un sentido muy amplio. Primero, solidaridad con los enfermos del covid y con las familias de esos enfermos, fallecieran o no; solidaridad con las personas que se encontraban en mayor

dificultad, que son los ancianos, las personas a las que el Papa llama descartadas de la sociedad, que tienen problemas económicos y a veces psicológicos también… Solidaridad con toda esa gente que necesita una ayuda que, en muchos casos, es una ayuda económica o a través de medicinas, pero que en muchos otros casos es una sonrisa, un gesto amable, una visita, un hacerle saber que no está solo, que estás a su lado, que si necesita algo puede acudir a ti… Yo creo que esa solidaridad es la mejor solución. Mucho mejor y más cristiana que enrocarse en una torre de marfil y aquí me aíslo y no quiero saber nada de nadie, sino que lo que tengo que hacer es protegerme, oír música, leer… Eso está también muy bien, son armas psicológicas para seguir vivo. Pero entre enrocarse y salir a dar una mano, evidentemente la postura más cristiana es ésta: salir a dar una mano, la solidaridad. Y eso afortunadamente ya se ha hecho. Yo creo que ése es el camino.

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Perfil del Pregonero Cuando pronuncie su Pregón el 8 de abril en el Teatro Auditorio de la ciudad, Antonio Pelayo será el décimo religioso en pregonar la Semana Santa de Cuenca. Nació en Valladolid, en el año 1944. Y es veteranía, oficio y fe. Es uno de los periodistas más veteranos y más respetados de habla hispana de cuantos están en Roma, con una trayectoria de décadas cubriendo la información del Vaticano. Actualmente, es el corresponsal en Roma para Vida Nueva, así como para Antena 3 y colaborador de COPE, entre otros medios. También es asesor religioso de la Embajada Española ante la Santa Sede. En 1976 fue nombrado corresponsal de Ya en París, donde permaneció nueve años, siendo durante dos años presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera en Francia. En 1986 se trasladó a Roma, siempre como co-

rresponsal de Ya, y a partir de 1990 comenzó a trabajar también para Antena 3. Ha acompañado a Juan Pablo II en la mayoría de sus viajes a través del mundo, así como a Benedicto XVI y actualmente al papa Francisco. Además, ha sido secretario y presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera en Italia. Galardonado en multitud de ocasiones, ha recibido el Premio Calabria de la Presidencia de la República italiana como mejor corresponsal extranjero; el Premio del Club Internacional de Prensa de Madrid en 2004, al Mejor trabajo periodístico español en el extranjero; el Premio Giuseppe De Carli 2017 por su amplia trayectoria periodística; o el Premio ¡Bravo! Especial 2016 de la Conferencia Episcopal Española.

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“Me gustaría que ‘Tulipas del Cielo’ se convirtiera en una marcha popular, que la gente la tararee y los banceros la pidan”

Por Berta López En su Pregón de la Semana Santa de Cuenca del año 1986, Rafael Pérez habló de la otra Gran Semana, la que viven desde el cielo con la misma puntualidad, fe y amor que en la tierra aquellos nazarenos que ya acompañan a Nuestro Señor en procesión eterna. En 2017 su hijo, Rafael Pérez Caballero, dedicó su Cartel de la Pasión de aquel año a esa otra Gran Semana.

Fotografía: Julio Palencia

En Cuenca, la Semana Santa del cielo tenía un Pregón y un Cartel. Desde el 4 de febrero de 2022, tiene también una marcha procesional. Tulipas del Cielo, compuesta por José Mencías a petición de la Junta de Cofradías, viene a completar la terna y es, pandemia mediante, un homenaje a todos los nazarenos que se han añadido a las filas de la procesión celestial en estos dos años… y a quienes las forman desde tiempo inmemorial.

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Fotografía: Lola Pineda (La Tribuna)

¿Cómo fue el proceso de composición de la marcha, a encargo de la JdC? En septiembre de 2021, el presidente de la JdC, Jorge Sánchez, me trasladó la petición de la institución para componer una marcha especial, dedicada a los nazarenos que han fallecido a lo largo de los dos años de pandemia. La idea era estrenarla en el acto de presentación del Cartel, que desde la institución se estaba organizando ya en ese momento. El encargo supuso un honor para mí y valoré mucho que me dieran la oportunidad de componer algo así. Sin embargo, aunque mi primera reacción fue aceptar la propuesta, le pedí al presidente que me diera un poco de tiempo para pensarlo. ¿Por qué? Quería esperar a ver si el proceso creativo daba sus frutos. Componer por encargo no es tan sencillo: puedes decir que sí pero, si las ideas no surgen o no fluyen, es un problema. Por eso les pedí tiempo para pensarlo. En ese tiempo empecé el proceso creativo y a escribir la marcha, vi que las ideas que

tenía podían funcionar y eso me hizo decidirme. Acepté a finales de septiembre. Cuando volvimos a reunirnos en octubre para ver el progreso de la marcha ya tenía un midi con la pieza completa. A la Comisión Ejecutiva le gustó mucho el resultado. Dediqué el mes de noviembre a definir la instrumentación y los matices, al trabajo ‘fino’ de composición, por así decirlo. A principios de diciembre y con la marcha en atril, ya pudimos ensayar con la Banda Municipal de Música de Cuenca. Has compuesto varias marchas para la Semana Santa de Cuenca, entre ellas La Palma al Viento (con Sergio Mateo), marcha icónica de las procesiones conquenses contemporáneas y que es muy diferente a Tulipas del Cielo, tanto en lo musical como, sobre todo, en cuanto a la temática. ¿Cómo ha sido componer con una premisa tan especial y específica como la que ha dado lugar a Tulipas del Cielo ? La verdad es que es complicado, por eso le dije al presidente que tenía que pensarlo y ver cómo surgían las ideas, porque

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efectivamente no es lo mismo hacer una composición porque tú quieres hacerla y que te surge, que tener un objeto de la composición predeterminado que requiere pensar muy bien desde el principio qué es lo que la marcha debe transmitir. Cuando empecé a componer, me venían distintas sensaciones a la cabeza. Lo primero, una sensación de rabia, de frustración, de ver cómo había personas, familiares, amigos, que de un día para otro se iban marchando sin que pudiéramos hacer nada. Yo siempre he dicho que lo sentía como un robo, como que nos robaban a la gente sin que pudiéramos evitarlo. Eso, mezclado con la pena de que se marchen. Sobre todo en los primeros meses de la pandemia, mi sensación es que vivimos una situación emocional que es como la pescadilla que se muerde la cola: rabia, frustración, pena, vuelta a la rabia… Y al final no hay más que hacer, es resignarse, aceptarlo y que las personas queden en el recuerdo y no se vayan del todo. Si las seguimos recordando, siempre van a estar ahí. Eso es lo que trato de plasmar en toda la marcha.

¿Cómo se trasladan esos sentimientos al lenguaje musical? Al principio, con melodías tristes y con mucha potencia, como si transmitieran cólera y rabia. Pasado ese punto, de repente se suaviza la melodía para evocar tranquilidad y aceptación, pero vuelven de nuevo a surgir los pensamientos de rabia y de frustración y, con ellos, vuelve la música más enérgica, más potente. La resignación y el recuerdo que quedan siempre se reflejan en la última parte de la marcha, el trío, con una melodía más calmada que transmite la tranquilidad después de asimilarlo todo, esa tranquilidad que nos falta al principio de la marcha. ¿Por qué Tulipas del Cielo ? Quería reflejar el objetivo de la marcha, ese recuerdo a quienes ya no están pero nos ven desde el cielo, ya en el título. Barajé otros nombres, pero tulipas me gustaba y además no es una palabra que se haya utilizado mucho en marchas de Semana Santa. Y del cielo, porque hace referencia a todos esos hermanos que ya nos acompañan desde allí. Es para todos ellos, así que espero que, cuando la escuchen, la disfruten.

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Después de todos estos meses de trabajo, llega el estreno el 4 de febrero en el Auditorio y esa ovación de casi cuatro minutos de la comunidad nazarena que escuchaba por primera vez tu nueva marcha. ¿Qué sentiste en ese momento? Fue una sensación (sonríe) indescriptible. Magnífica. Lo primero porque aunque la habíamos ensayado desde principios de diciembre, por razones de protocolo sanitario la Banda de Música no ha podido ensayar al completo desde que empezó la pandemia [empezó a hacerlo a mediados de febrero, unos días después de que esta entrevista tuviera lugar]. Eso quiere decir que antes del estreno no había podido escuchar la marcha con la instrumentación completa. Siempre faltaban voces. Es evidente que la marcha está pensada para una media de 70-75 músicos y con toda la instrumentación que hay en la Banda de Música de Cuenca – porque la he compuesto pensando en que la interpretara esta Banda – y claro, el hecho de que en los ensayos hubiera la mitad de músicos o menos hizo que en ninguno se pudiera escuchar la marcha con todas las voces, toda la instrumentación y el volumen adecuado de cada uno de los instrumentos. Por eso pienso que quien más expectación tenía por saber cómo iba a sonar la marcha, tal y como estaba concebida, era yo. Y el primer sorprendido fui yo, porque aunque pensaba que había conseguido trasladar a la partitura lo que tenía en la cabeza y lo que quería que sonara, hasta el momento del estreno no lo pude comprobar. Así que la primera sensación fue para mí de alivio y de decir ‘ha sonado todo tal y como yo quería que sonara’. Eso lo primero. Y luego, vista la acogida que ha tenido, estoy muy contento. A la salida del acto hubo gente que me comentó que incluso había derramado alguna lágrima, pensando en lo que transmitía la música y lo bonita que era. Yo estaba en una nube y por fin pude pensar que el objetivo se había cumplido. No me esperaba una acogida como ésta. Tengo que agradecer, cómo no, la interpretación de mis compañeros de la Banda de Música de Cuenca y a nuestro director, Juan Carlos Aguilar, por su predisposición y su buen hacer en todo momento.

Teniendo en cuenta las circunstancias que han rodeado la composición, ¿ha sido la marcha más difícil que has compuesto? Sí, efectivamente ha sido la más difícil. Lo primero, por la temática y por el proceso de buscar las melodías más apropiadas que transmitiesen los sentimientos que quería. Y lo segundo por las circunstancias externas. No haber podido escuchar la marcha completa hasta el último momento hizo que no pudiera corregir nada antes del estreno, en caso de que algo no hubiera funcionado como debía. Hasta el último momento ha sido estar en vilo, pensando en cómo iba a sonar. Así que sí, ha sido la más difícil. Además, ha sido la primera que he tenido por encargo y eso también le da un plus de presión. Tulipas del Cielo ha sido mi proyecto más difícil, hasta el momento. ¿Qué te gustaría que pasara con tu marcha a partir de ahora? Yo lo que pretendo es que se oiga y que se convierta en una marcha popular, que no sea solo una marcha de concierto ni la típica marcha que se graba para un CD y solo la puedas escuchar en el coche. Ambas son cosas que me gustaría que ocurrieran, cómo no, porque siempre le dan relevancia a una marcha. Pero no es para lo que está pensada, sino para que la gente la tararee en cualquier momento, para que los banceros la pidan porque les ayude a llevar el paso. Eso sería algo muy especial para mí. Lo mejor. Es lo que pasa por ejemplo con La Palma al Viento, que compuse con mi colega Sergio Mateo: cuando entro en alguna tasca o restaurante de Cuenca de los que tienen tradición nazarena, la ponen de fondo y veo que quienes están en la barra la tararean, sobre todo la parte del trío (tararea él mismo, para enfatizar sus palabras), me doy cuenta de que realmente la marcha ha calado, se ha hecho popular, ha gustado. Tulipas del Cielo está pensada para eso, para que se haga popular, para que la disfrute la gente.

En clave de compositor

José Mencías Sanglada (Camporrobles, Valencia) es un enamorado de la música, en cualquiera de sus expresiones. Fue en el seno de la Unión Musical Mar-Chica de Camporrobles, su localidad natal, donde comenzó sus estudios musicales, para después continuar su formación en los conservatorios de Utiel, Requena y Buñol, donde obtiene el Premio Fin de Grado Medio en la especialidad de Saxofón.

Amante de la enseñanza tanto como de la interpretación, es diplomado en Magisterio Musical con Premio Extraordinario Fin de Carrera, al tiempo que cursa asignaturas de grado superior de música. Actualmente imparte clase en el C. E. I. P. ‘Santa Ana’ de la ciudad de Cuenca, labor que compagina con la de saxo tenor solista en la Banda

Municipal de Música de Cuenca. Ecléctico en sus gustos musicales, es también integrante del muy querido grupo conquense de jazz ‘The Teachers Band’, así como dulzainero en el grupo folclórico ‘Tiruraina’, histórico en la tradición musical conquense. Como compositor de Semana Santa, su pieza más icónica es sin duda La Palma al Viento (a la V. H y C. de Nazarenos de San Juan Apóstol Evangelista), compuesta a cuatro manos junto con el también integrante de la Banda de Música de Cuenca, Sergio Mateo. Además, Mencías ha compuesto Sendero de Promesas (a la Virgen de Tejeda), Eterna Melodía (a los músicos de la Banda Municipal de Cuenca) y Duelo (para Ntra. Sra. de los Dolores y las Santas Marías).

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Fotografía: Lola Pineda (La Tribuna)

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“Mi gran ilusión, reto y propósito es que, en algún momento, la gente espere el vídeo de la Semana Santa como espera el Cartel y el Pregón” Entrevista al autor del spot promocional de la Semana Santa 2022

Por Berta López

Fotografía: María Romero_Photo

Si tuviéramos que elegir un sonido representativo de la Semana Santa de Cuenca, ese que, suene donde suene y sea el momento que sea, nos trae a la cabeza las imágenes que cada primavera nos emocionan… ¿Cuál sería? Para Javier Cófreces (Madrid, 1981), ese sonido es el de los tambores de Camino del Calvario y ha sido el germen del spot promocional de la Semana Santa de Cuenca 2022, del que es autor. Una pieza en formato cortometraje, hecha en Cuenca, para Cuenca y con gente de Cuenca, y rodada con un objetivo: que el spot se convierta para la comunidad nazarena en una pieza icónica y tan esperada cada año “como el anuncio de la lotería”.

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El autor y su obra “Llevo muchos años muy hipnotizado, casi desde que llegué a Cuenca, por el sonido de las Turbas. El ‘ta tarará tarará’. Para mí es casi una obsesión ese sonido” confiesa Cófreces. “Todo el vídeo nace de él, de haberlo llevado a momentos de mi vida, tanto al tenerlo en la cabeza como al usarlo, por ejemplo, al llegar a una puerta: en vez de llamar al timbre, yo llamaba con el ‘ta tarará tarará’ y era una manera de tenerlo siempre presente”. Por eso, cuando la JdC decidió encargarle el spot de 2022, “al segundo me vino ese sonido a la cabeza y me dije que el germen del vídeo sería llamar a una puerta con ese sonido”. De ese primer fotograma “se fue formando la historia, que en un par de días ya tuve completa en la cabeza. Evidentemente se ha hecho un guión, se le ha dado forma y se han cambiado detalles, pero la historia principal permaneció tal y como la pensé”. El resultado es una pieza de autor emocionante y única, que engloba “muchos mensajes dentro de un mensaje común”, sin apenas diálogo, con un marcado matiz religioso y concebida para que cada persona que la vea la entienda de forma diferente y vea reflejada en ella su manera de vivir y sentir la Semana Santa. “Es un vídeo sobre todo para sentir” afirma Cófreces. “Creo que la gente que ha perdido a personas relacionadas con la Semana Santa se verá reflejada y que, viendo el vídeo, va a sentir que tiene otra oportunidad de despedirse de sus seres queridos y saber que están en la Resurrección” considera. El matiz religioso enlaza con este sentimiento y está expresamente buscado: “Pensábamos que era importante reflejar esa parte de la fe, más allá de la tradición y la costumbre. Es un vídeo muy cristiano, en el que hay muchas pequeñas historias y en el que todo está unido” reflexiona. En cuanto al estilo y formato del vídeo, el autor reconoce que “dentro de la gran oportunidad que ha sido para mí, no iba a hacer algo que no fuera con mi estilo y con mi forma de pensar”. Y esto “lo he llevado hasta el último segundo del vídeo”. Por eso, el spot “refleja toda mi forma de ser, todo lo que yo he sentido estos años por Cuenca, por su Semana Santa, durante tantos años de estar viviéndola desde dentro. Al final es un cúmulo de historias, de sensaciones… Todo ese mix se ve reflejado en mí y en el vídeo. Me ha hecho una ilusión brutal volver a grabar a los lugares en los que sucede la Semana Santa y, al hacer ese tiro de cámara vacío, recordar lo que había grabado en ese mismo punto años atrás. Me he emocionado mucho haciendo esto”.

Fotografía: María Romero_Photo

De la idea al vídeo Trasladar una idea tan compleja y emocional como la que ha dado lugar al spot promocional de la Semana Santa de Cuenca 2022 requiere de un plan claro, trabajo intenso y de un equipo de profesionales en sintonía con el autor. “El proceso inicial, el personal, ha sido súper trabajoso y árduo, con muchas crisis y dudas” reconoce Javier. Llegó a haber una especie de bloqueo. “El momento clave fue cuando pensé en la gente que me iba a acompañar en el proyecto” explica. Es entonces cuando entra en escena la figura de Elisa Bayo, profesional de la comunicación con muchos años de experiencia y una persona con una sensibilidad especial que, más allá de plasmar magistralmente en el guión la idea que Javier tenía en la cabeza, ha sido el soporte del autor durante todo el proceso, una parte fundamental “sin la que no hubiera salido adelante. Elisa ha sido quien le ha dado forma a todo, ha estado desde el principio hasta el final y, para mí, ha sido muy importante” asevera.

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De perfil Javier Cófreces llegó a Cuenca en 2003. En estos casi 20 años, ha contado –entre otros muchos acontecimientos clave de la ciudad– la Semana Santa a través del objetivo de su cámara para los espectadores de TeleCuenca y CNC, CMM, Agencia Efe y Popular TV CLM; es el autor de las últimas siete ediciones del dvd ‘Crónica de la Semana Santa de Cuenca’, editado por SER Cuenca; sus imágenes han llevado la Pasión conquense a telediarios nacionales. En 2009 crea Cofrex Produce, productora especializada en contenidos para televisión, eventos y vídeos de toda índole.

En cuanto al equipo, formado por una docena de personas, Javier tuvo muy claro desde el primer momento “que tenía que ser un vídeo de Cuenca para Cuenca. Con actores de Cuenca o personajes reales de su Semana Santa, localizaciones de Cuenca, un equipo formado por gente de Cuenca y todo hecho en Cuenca”. Así, el personaje del abuelo lo interpreta Alfredo (93 años), hermano de la Santa Cena; y el personaje del niño lo interpreta Pablo (9 años), quien pertenece a varias hermandades por tradición familiar. “Solo hicimos casting, a través de Palanca Teatro, para elegir a la actriz que daría vida a la nieta, el personaje principal, y también fue en Cuenca” precisa Cófreces. Una vez superado el bloque inicial y definidos los detalles, el proceso de grabación fue rápido y en él “he preferido tirar de naturalidad, de confiar en el momento, sin ensayos”. El vídeo “se grabó bastante rápido, en dos únicos momentos. Para conseguirlo, trabajé mucho la producción. Lo tenía todo muy claro y mi manera de trabajar en este tipo de vídeo, que nunca había hecho, ha sido también muy diferente. En general, de lo que más contento estoy con el vídeo es de que ha sido una idea llevada a la práctica sin ningún filtro, sin ningún ‘no me atrevo con esto’, ‘no va a funcionar’… No. Tal como me ha nacido, lo he hecho y quedará ahí para siempre. De lo que más orgulloso estoy es de haberlo plasmado tal y como lo tenía en mi cabeza. Sin ninguna duda”. Convertir el spot en un icono “Uno de los grandes objetivos del vídeo, aparte de la oportunidad o de arriesgar con algo diferente, es que, en algún momento, el vídeo de verdad llegue al nivel de expectación

que provocan en la Semana Santa un Cartel y un Pregón” explica Javier. Reconoce que “es difícil, pero me gustaría que, cuando los nazarenos van a la presentación del Cartel, lo hagan también esperando ver el vídeo. Por eso me encantaría que este spot ayude a dar ese paso que, en mi opinión, nunca ha terminado de dar el vídeo, y que el año que viene otro artista haga su obra y quede como algo para siempre. Es mi gran ilusión, reto y propósito. Sé que es complicado, pero me gustaría” recalca. Y es que el spot de este año nace, tal vez, mucho antes de la idea de alguien llamando a una puerta con el ‘ta tarará tarará’. Nace de una propuesta de Javier al presidente de la JdC, Jorge Sánchez Albendea, repetida y mantenida durante los últimos años. Una propuesta “que ni siquiera hacía para que me eligiran a mí como autor del vídeo, sino para que el spot en sí se convierta en algo especial para la gente de la Semana Santa”. El tesón y la constancia de Javier y la predisposición de la Ejecutiva de la JdC a dar una oportunidad a esta nueva forma de ver el vídeo promocional, han hecho el resto. Y ¿qué requisitos debe reunir un spot promocional de la Semana Santa para ser icónico? Para Javier, debe “expresar sentimiento” y estar hecho “por alguien que sepa lo que es la Semana Santa, que haya estado dentro, que haya cogido una cámara alguna vez y sepa lo que es la lágrima, el abrazo, el esfuerzo, el llanto, el frío, el madrugón, la agujetas en el cuerpo…”. Para él “si no has pasado por eso, creo que es difícil saber expresar en un vídeo el sentimiento que transmite la Semana Santa de Cuenca o que haya una conexión entre la Semana Santa y el artista”.

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Cámara: Nikon D5500 Exposición: 1/3200 · Diafrágma: f/3.8 · Distancia Focal: 21 mm · ISO: 200

Elena Abarca

Esta fotografía corresponde al último Domingo de Ramos que pudo procesionar. La Plaza Mayor se inundó de palmas y personas celebrando el inicio de la Semana Santa conquense; un día de festividad y alegría que se transmite a través de las bandas sonoras que acompañan a los pasos.

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Cámara: Nikon D810 Exposición: 1/400 · Diafrágma: f/2.8 · Distancia Focal: 50 mm · ISO: 640

Lola Pineda Foto capturada en 2018 en la calle del Peso, ya llegando a la parte final de la procesión Camino del Calvario. Rara vez se puede ver este cruce de miradas entre una persona y el paso. San Juan Apóstol Evangelista mira al vecino de esta calle, parece querer decirle algo, y el hombre parece escucharlo. La fotografía está en blanco y negro para centrar la atención solamente en las miradas, sin que el color nos distraiga.

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Objetivo: Canon EF24-70mm f/2,8 L II USM Exposición: 1/60 · Diafragma: f/2,8 · Distancia Focal: 24 mm · ISO: 4000

Julio Palencia La fotografía muestra uno de los momentos más emotivos de nuestra “Semana Mayor”. Es la salida del “buque insignia” de nuestra Semana Santa. Comienzan SIETE horas de emociones y pasión a máxima intensidad. La fotografía fue tomada a las 5:33h del 14 de abril de 2017. Fue última vez que la climatología permitió un desfile de la Procesión Camino del Calvario con recorrido completo.

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Fotografía: Lola Pineda (La Tribuna)

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Por Miguel Romero Saiz. Cronista Oficial de Cuenca

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El pasado 4 de febrero, viernes, a las veinte horas, fue presentada en el Teatro Auditorio ante una enorme expectación, en deseo y asistencia, la Semana Santa 2022 de nuestra ciudad. No es necesario reafirmar el deseo que la comunidad nazarena conquense, la ciudad entera, manifiesta por volver a renacer en esa devoción que marca una tradición religiosa solemne, internacional y profunda en el sentimiento popular, como es nuestra Semana de Pasión, después de dos años ausentes por exigencia de una pandemia trágica y dolorosa. Reconfortar el espíritu diría Fray Luis de León, nuestro gran poeta agustino belmonteño; renacer ante el Misterio más trágico en la vida de Cristo, diría nuestro pregonero, el periodista Antonio Pelayo, en sus palabras de presentación; o revivir la devoción nazarena, expresaría el presidente de la Junta de Cofradías Jorge Sánchez Albendea, cuando ofrecían su deseo de renacer ante el destino, volviendo a escuchar el

ruido de tulipas y horquillas por las cuestas de Cuenca, el Miserere entre una atmósfera pasional henchida de dolor, pasión y sentimiento; el clamor silencioso de un pueblo ante sus Pasos, rutilantes y bellos, artísticos y sobrios, sin olvidar que la música de sus Bandas aviva la más solemne composición en esas calles, callejas y plazas de una ciudad histórica. La Esperanza de volver, ansiada y profunda, llenó el amplio espacio de un Teatro Auditorio “José Luis Perales”, mientras se oían los acordes de la Banda Municipal de Música, las palabras de sus responsables y organizadores, el preludio nazareno de quienes proponen sentir la Pasión como arma de vida y se presentaba un cartel que iba, entre sorpresa y exclamación, a refundir dos años en uno, con esa grandeza de nuestros artistas (pintores, fotógrafos, imagineros o diseñadores) cuando ofrecen su creatividad llena de misticismo y Arte, simbiosis de un profundo credo como “soñadores de Cuenca”.

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Por eso, no hacen falta demasiados alardes para sentir el peso de la devoción y la fe de un pueblo hacia su historia y su tradición. Este fotógrafo es un hombre sencillo en sus maneras de sentir el conquensismo porque lo vive y lo hace a menudo, porque sencillamente, siente lo popular como suyo, lo religioso como creencia y lo nuestro como de todos. En esta muestra, en este cartel, lo ha hecho bien, acertado en mi modesta opinión y bien lo recoge la comunidad de esta Cuenca que anida entre balconajes y buhardillas mientras en las Hoces ya se oye el reclinar de tambores y clarines. En el sentir de cada Paso, una a una sus cofradías, volverán a recrear el espíritu que les mantiene fieles; se asearán sus túnicas, se rascará la cera del cristal de su tulipa y se limpiarán con Netol los dorados de esas andas que refulgen ante la adversidad porque desean clamar en el silencio. Poco queda y qué añoranza sentimos. Estaremos pronto ante el Misterio de la Pasión y Muerte del Señor, sin tardar. Enrique y Antonio, Cartel y pregonero están preparados, ahora queda la puesta en escena que llegará a su tiempo.

Fotografía: Lola Pineda (La Tribuna)

Y se hacía fácil al escuchar las palabras de amigo del vicepresidente de la Junta de Cofradías Antonio Abarca cuando presentaba a un arquitecto que diseña edificios al compás de una retina fotográfica como expresión de su vocación más conquensiana, como diría Acacia Uceta, porque supo plasmar en un magnífico cartel, los 24 capuces de ese peculiar sentimiento de la Cuenca Nazarena, donde el color del oro bronceado alineaba a verdes o sienas, dejando el negro en sus tres claves que despedían a nuestros hombres y mujeres llevados por la pandemia más cruel que el destino ha querido. Ventanas en triángulos zigzaguean en un escorzo rutilante mientras a su trasluz, la imagen de un Cristo siente el peso del dolor. Pensado para dar el significado de una devoción mientras ese Arte del diseño imaginativo ha buscado novedad, originalidad y representación, porque no es nada fácil hacerlo novedoso sin crítica, y sin embargo, Enrique Martínez Gil ha sabido plasmar simbiosis y profundidad, credo y recuerdo, color y semblanza, imagen y sonido, oración y sentimiento, tal vez, esta última palabra sea la que ha regido su corazón como artista y nazareno de a pie y como fotógrafo que anda entre bambalinas.

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Fotografía: Águeda Lucas

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El 26 de enero de 2021, la Junta de Cofradías hacía público el comunicado oficial de suspensión de las procesiones de Semana Santa y de todos los actos asociados, incluidas la presentación del Cartel y el Concierto de inicio de Cuaresma, a causa del avance de la tercera ola de la pandemia. No por esperada, la decisión fue menos dolorosa. Cuenca, al igual que el resto de ciudades con gran tradición semanasantera, se quedaba sin desfiles procesionales por segundo año consecutivo. El contexto, sin embargo, era diferente al de 2020, con una Semana Santa vivida en confinamiento estricto. El escenario de 2021 planteaba una Semana Santa con restricciones tanto de movilidad como de aforos, pero sin confinamiento y con la posibilidad de participar en las celebraciones religiosas

y otras actividades. ¿Qué hacer para mantener el sentimiento nazareno tan vivo como si las procesiones salieran a la calle? Es la pregunta que se hizo la Comisión Ejecutiva de la JdC en el mes de septiembre de 2020, cuando todavía se veía lejana la decisión sobre las procesiones de 2021, pero con margen suficiente como para tener capacidad de reacción en caso de tener que tomar, de nuevo, la decisión de una suspensión. La respuesta a esa pregunta fue un ambicioso programa compuesto por once actividades y un objetivo común: mantener viva la llama nazarena entre los conquenses. Del más joven al más anciano. Del bancero al hermano de tulipa. Del que espera vestir quizá por última vez la túnica hasta quien aguarda, quizá sin ser consciente de ello, el momento de ponérsela por primera vez.

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Cuenca, territorio nazareno Así, del 13 de marzo al 23 de mayo del año pasado y pandemia, restricciones y medidas de seguridad mediante, Cuenca se convirtió de nuevo en territorio nazareno. Casi 20.000 personas participaron en las actividades organizadas por la Junta de Cofradías como alternativa al segundo año consecutivo sin procesiones. “Nuestros objetivos eran convertir la ciudad de Cuenca en espacio nazareno, ofrecer una alternativa a los hermanos y, a través de esas actividades, mantener viva la llama de nuestra Semana Santa en uno de nuestros años más difíciles” cuenta Sánchez Albendea. La organización de esta actividades fue posible gracias al tiempo, esfuerzo y coordinación, tanto de los integrantes de la Comisión Ejecutiva y de la Junta de Cofradías, como de decenas de personas que colaboraron voluntaria y desinteresadamente para que el programa saliera adelante, “nazarenos de Cuenca sin cuya colaboración hubiera sido imposible sacar adelante el proyecto y mantener viva la llama” recuerda Sánchez Albendea. “Creímos que era la mejor manera de homenajear a todos los nazarenos de Cuenca y a todos los conquenses que ya no están a nuestro lado o que lo están pasando especialmente mal por la pandemia”, precisa. Hoy, algunas de aquellas personas ya no están entre nosotros. Lo conseguido con estas actividades forma también parte de su legado. “Empezamos a trabajar en la última semana de septiembre con el objetivo de conseguir ser sede de esa magna exposición sobre la Semana Santa en España” precisaba el presidente de la

institución nazarena, quien añadía que “en esos momentos ya éramos muchas las Semanas de Pasión que veíamos peligrar la celebración de nuestras procesiones en 2021, por lo que desde la Junta de Cofradías de Cuenca pensamos que ser sede nacional de esta exposición era una buena alternativa. No fuimos los únicos que lo pensamos y las negociaciones fueron duras, pero finalmente lo conseguimos. Y, tal y como pensamos, la muestra marcó un hito en nuestra ciudad”. Para el diseño del programa final, se tuvo en cuenta ese contexto de suspensión diferente al de 2020, que requería de acciones distintas. “Cuando se suspendieron las procesiones en 2020 y durante la Semana Santa, todos estábamos en casa por el confinamiento y el Estado de Alarma. En 2021 la situación era diferente: no estábamos en confinamiento domiciliario y, tanto los días previos a la Semana Santa como de Domingo de Ramos a Domingo de Resurrección, sabíamos que íbamos a encontrarnos extraños en una ciudad sin procesiones”. Es por eso que desde la JdC “consideramos que era necesario reunir una serie de espacios donde podernos cruzar, hablar, compartir sobre la Semana Santa. Crear en la ciudad espacios nazarenos en los que compartir, siempre desde la responsabilidad y observando todas las medidas de seguridad que marcan los tiempos, y hacer más llevadero en esos días el dolor por no poder celebrar la Semana Santa como nos gustaría hacerlo” destacaba el presidente de la institución. “Evidentemente sabíamos que no sería lo mismo, pero sí pensamos que conseguiríamos que los conquenses supieran que estábamos ahí, con ellos también en estos momentos complicados”.

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Hablan las cifras El programa contempló tanto actividades presenciales como virtuales y tanto lúdico-culturales como religiosas. De todas ellas, las tres exposiciones –que constituían la parte principal del programa– concentraron la participación, tal y como se esperaba. En conjunto, las exposiciones recibieron más de 18.000 visitas en total. La exposición más visitada fue la dedicada a la Semana Santa de España, que constituyó la gran apuesta de la JdC y no decepcionó. Por la muestra ‘Procesión 2021’, ubicada en la Catedral del 24 de abril al 23 de mayo, pasaron 8.000 personas. El Museo de Semana Santa fue sede de la exposición colectiva ‘Cuenca: Arte en la Pasión II’, que recibió 5.500 visitas. Y por la antigua iglesia de San Andrés pasaron un total de 4.800 personas para ver la muestra ‘1941-2020: 80 años de la Semana Santa de Cuenca’. Cabe apuntar que tanto las exposiciones como el resto de actividades cumplieron estrictamente con los protocolos sanitarios anti-covid, incluyendo las restricciones de aforo correspondientes en cada momento y fase. Los nazarenos pudieron participar también en diversos juegos y actividades en los que la solidaridad tuvo un papel

relevante. Así, dos de las actividades más exitosas fueron el Escape Room, con 210 participantes (y lista de espera de 60 personas), y la Yincana solidaria asociada al Rastrillo Nazareno, organizada en colaboración con Manos Unidas. Un total de 130 personas completaron la yincana y se recaudaron 2.500 euros. Desde la JdC destacan también la alta participación en la conferencia híbrida (presencial y online) sobre el Maestro Pradas, así como la asistencia a los actos religiosos, que completaron el aforo permitido. “En la presentación del programa de actividades manifesté que es obligación de la Junta de Cofradías estar ahí para los nazarenos en los momentos difíciles. Pienso que lo hemos conseguido y es algo de lo que sentirnos orgullosos”, considera Sánchez Albendea. En el balance tras la clausura de la exposición ‘Procesión 2021’, el máximo responsable de los nazarenos de Cuenca calificó el programa de actividades como “un éxito”, a la vista tanto de los datos de participación como de su repercusión. Un éxito que, sin embargo “esperamos no tener que volver a planificar, porque eso significará que volvemos a sacar nuestras procesiones a la calle”.

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Por Águeda Lucas. Fotografías: Archivo familiar Cuando me imaginaba escribiendo un artículo para Semana Santa nunca existía en mi mente la posibilidad de hablar de alguien que ya no está; supongo que uno se protege a sí mismo intentando alejar opciones que le duelen. La realidad que vivimos lamentablemente me golpea con una verdad inmutable: la ausencia. Son tiempos complicados y llenos de fracturas. La vida que conocíamos y que quizá no valorábamos lo suficiente era, en su imperfección, perfecta, con sus idas y venidas, con sus problemas y sus alegrías. La realidad nos ha vapuleado de tal forma que no creo que nadie sea capaz de pensar que todo volverá a ser como era. Nos piden distancia para seguir siendo; sin embargo, en estas hojas, a modo de oración, podemos reunirnos de nuevo, con el anhelo de encontrarnos en nuestra tan querida Semana Santa. Y en este reencuentro de papel, sencillo, pero profundo, traigo hasta estas líneas a Francisco Alarcón Díaz, Paco, nuestro Paco, (me permito tomarme esa licencia). Existe un leitmotiv entre todas las personas con las que he hablado sobre él: la humildad y el amor. Él, como todos, tenía sus cosas, pero

no creo que nunca hiciera algo que molestara a alguien con la premeditación de que esa fuera la finalidad. Paco era un enamorado de la vida, de su Semana Santa y de su Cuenca. Y todos sabemos que a veces esta ciudad no sabe corresponder el amor que se le profesa. Sin embargo, él se entregaba de corazón a las tareas que desempeñaba, ya fueran temas culturales, deportivos, nazarenos o del día a día. Podías ver a Paco en los partidos de la UB Conquense en La Fuensanta, en la Plaza de toros y también en un concierto de la Semana de Música Religiosa. Yo prácticamente llegué en el tercer acto de su vida, pero con poco y mucho tiempo compartido a la vez, fue suficiente para darme cuenta de que era de esas personas que tienen algo especial, que son buenas y que te hacen sentir como en casa. Paco era de su ‘Amarrado’, de su Jueves Santo, de sus tradiciones y de su familia. Intentó transmitir su pasión por la Pasión conquense constantemente, vistiendo túnicas invisibles de colores nazarenos todo el año. Porque para quien ama la Semana Santa todas las estaciones son primavera y cualquier momento es bueno para poner sobre la mesa cuestiones relacionadas con ella.

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Su participación y su vinculación a la Ilustre y Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna es indiscutible. Desde bien pequeño ya era hermano de ésta y del Jueves Santo y bancero cuando se subastaba un banzo por 80 pesetas allá por los años 60. Más tarde experimentó lo que era ser capataz de banceros y secretario de la hermandad. Además, tuvo bastante relación con la Archicofradía de Paz y Caridad, representando al ‘Amarrado’. La Radio Tanto amaba Paco la Semana Santa que finalmente terminó llevándosela a la radio. Él empezó en este medio en 1987 y colaboró en programas de toros, de deportes y nazarenos. Con Onda Cero Cuenca radió la procesión ‘Camino del Calvario’ y grabó pregones de Semana Santa los Viernes de Dolores. Todo ese material lo guardaba, igual que fotos, para conservar un archivo de las tradiciones nazarenas conquenses, para atesorar momentos únicos e irrepetibles. Si necesitabas algo solo tenías que pedírselo, que no tenía ningún reparo en ponerlo a disposición de quien lo solicitara.

Le gustaba investigar sobre Cuenca, sus tradiciones y, por supuesto, la Semana Santa era uno de los platos fuertes. Encontraba imágenes y se preguntaba por ellas, por lo que en ellas hallaba. Hablaba con otros amantes de la pasión conquense, compartía teorías, historias, certezas, pesquisas y dudas. Hasta el último momento sintió curiosidad y anhelo de saber más y de aprender de aquello que le entusiasmaba. Durante dos décadas estuvo haciendo el programa de radio de Onda Cero ‘Pasión de Cuenca’, que empezó con Alejandro de la Cruz al frente. Después tomó el relevo Paco y, ahí y no hace tanto, mi camino se cruzó con el suyo. Compartimos tertulias (algunas muy divertidas y surrealistas, por cierto), resolis, alajús y sobre todo momentos entrañables, anécdotas y algún enfado por chincharle, que eso me encantaba y creo que a él también que yo lo hiciera. Era sencillo calentar los ánimos hablándole de hacer pasar otras procesiones por la calle de Los Tintes, además del ‘Santo Entierro’ y otros temas que, bien tirados, siempre funcionaban para hacer reaccionar a Paco.

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Algunos días antes de empezar con las emisiones del programa justo antes de que nos confinaran, Paco nos advertía por correo electrónico de que la cosa se estaba “poniendo fea” y que no tenía muy claro cómo iba a poder hacerse Pasión de Cuenca o si él iba a capitanearlo. Yo lo tuve muy claro: sin Paco, no; pero desconocía que el guión de la vida había preparado un final inesperado y repentino, imposible de imaginar incluso para los guionistas de ciencia ficción. Una persona buena El pensamiento general es que Paco era una persona buena, de esas que te brindan ayuda sin esperar nada a cambio, de las que se ofrecen de verdad, de las que ya no quedan tantas. El 24 de marzo de 2020, en pleno desconcierto y caos por la pandemia, su voz se apagó definitivamente, pero no su recuerdo. Nos pilló de sorpresa, como un jarro de agua fría, como esas noticias que jamás esperas ni quieres escuchar. Pero nos mantienen unidos los hilos invisibles que cosen las memorias colectivas e individuales y que no permiten que personas que son queridas se vayan del todo.

Así que cuando recuperemos esa normalidad de la que hablan y a la que parece que le cuesta llegar y volvamos a vivir una Semana Santa como la que conocíamos (o lo más parecido a eso) habrá muchas filas de nazarenos de tulipa que tengan más huecos de los deseados; banzos que notarán las ausencias de quienes alguna vez los cargaron, muchos guiones tendrán que ser aprendidos a llevarse por otras manos. Y todos los que seguimos aquí, en la procesión terrenal, tendremos que saber vivir con esas ausencias, trayéndolas cerca de nosotros para no sentir tanto frío en las noches conquenses, acercándolas a nuestros corazones para que sigan junto a nosotros. Las tulipas se encenderán de nuevo para acompañar al Señor por las calles de Cuenca y su luz servirá para transportar la memoria de los ausentes. Será una vigilia colectiva y un ejercicio catártico y necesario para todos. No será fácil, pero sabremos hacerlo, estoy convencida, porque si algo nos enseña el Maestro es que hay que seguir amando, a pesar de todo y por encima de todo y de todos. Esperemos que Paco y tantos otros puedan disfrutar de su Semana Santa allá donde estén. Seguro que tienen una vista privilegiada y que también nos sienten muy cerquita de ellos.

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Fotografía: Enrique Martínez Gil

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Por Eduardo Ortega García Graduado en Bellas Artes por la Universidad de Málaga. Máster en Arte, Museos y Patrimonio Histórico de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla)

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La Duquesa de Alba por Francisco de Goya. Año 1797. Óleo sobre lienzo

UN POCO DE HISTORIA La mujer con velo tiene unos orígenes un tanto indefinidos, sin embargo, sí podemos afirmar que hay miles de años de historia tras esta costumbre. La gran prueba de ello nos la da la impronta artística, especialmente esculturas femeninas que nos enseñan de forma clara cómo acostumbraban a adornarse o cubrirse la cabeza las féminas de aquellos tiempos. Un ejemplo de esto es la cultura ibérica y su extenso patrimonio escultórico que nos enseña cómo las mujeres adornaban su cabeza con mantos que cubrían la cabeza y las manos. Véase la famosa Dama de Elche y la Dama de Baza. También, numerosas obras escultóricas de la Antigua Grecia conservadas hasta hoy nos dan testimonio de la mujer con ornamentos en la testa y velos como demostración de mujer decente, proveniente de buena familia o, incluso, deidadades como la escultura de la diosa Atenea realizada por Fidias y erigida en el Partenón de Atenas. Los romanos hacían uso de un velo rojizo llamado flammeum en su liturgia matrimonial con el que cubrían la cabeza de la novia desde el inicio de la ceremonia. No solamente griegos o romanos denotaban un cierto uso de estas prendas con sus correspondientes comportamientos en sociedad, también los judíos. Además de la iconografía artística, existe una importante y numerosa documentación bibliográfica donde se menciona a la mujer velada. Un ejemplo es la Biblia. En la Primera Carta del apóstol San Pablo a los Corintios ya se menciona la velación de la mujer en el momento de orar. Siglos más tarde, el velo del que habla San Pablo jugaría un importante papel en la liturgia cristiana y en el comportamiento de la población. La Iglesia actualmente emplea el velo en momentos significativos como la consagración de aquellas mujeres que deciden dedicar su vida a Dios y realizan sus votos como novicias. De ahí proviene el rito de la velación en los enlaces matrimoniales, momento en el que se le da la bendición a la pareja extendiendo el velo o paño blanco sobre la cabeza de la novia y hombros del esposo. Se dota así de un carácter sacerdotal a dicha prenda. Esta práctica no todo el mundo la contempla en su enlace, quedando opcional. Lo que mayoritariamente se ha mantenido es el velo en la novia durante toda la celebración siendo ésta una práctica similar a la de los romanos. Así mismo, podría decirse que este tema a grandes rasgos tiene que ver con el decoro femenino que da un salto a la hermosura propia de la mujer vistiendo la tradicional mantilla en nuestros días. Quizá estos breves apuntes históricos no sean del todo convincentes, pero la tradición es la tradición y el velo pertenece a la Historia.

Mosaico del matrimonio de Dionisio y Ariadna. Museo Zeugma en Gaziantep, Turquía

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Imagen sacada del Programa de la Semana Santa de Cuenca de 1990

EL ORIGEN DE LA MANTILLA EN ESPAÑA Resulta asombroso cómo con el paso de los siglos se ha conservado la forma de llevar puesta una mantilla y únicamente se ha innovado en cuanto se refiere a la calidad y nobleza de los materiales con los que están confeccionadas. El origen de esta prenda es poco concreto ya que forma parte del costumbrismo español y este, en sí mismo, no entiende de fechas exactas sino de movimientos artísticos o acontecimientos históricos. En la Edad Media y bajo ciertas influencias árabes, la mujer de alta alcurnia seguía cubriendo su cabeza con tocados ostentosos. En el siglo XV las mujeres vestían una especie de manto para cubrirse a modo de abrigo. En este caso era frecuente entre las mujeres del pueblo, no de la alta sociedad. En cuanto a los tejidos encontramos que, dependiendo de la zona geográfica de la Península, se hacían de un material u otro. En el centro y norte normalmente encontramos mantos de paño, lana, bayeta u otros tejidos que debían combatir el frío. En ocasiones podían incluir algún adorno o pieza de terciopelo. Por el contrario, en el sur podemos encontrar mantos más etéreos hechos con sedas o tejidos puramente ornamentales y más livianos debido al calor. Éste podría considerarse el origen de la mantilla, que proviene del latín mantum y considerada así una derivación de este. A finales del s. XVI y comienzos del XVII se populariza tanto el uso de mantillas que las distintas regiones españolas en su mayoría las introdujeron en sus trajes regionales con ligeras modificaciones dados los condicionantes sociales. Bien entrado el s. XVII ya se pone en valor la mantilla como pieza ornamental y es por lo que poco a poco los tejidos rudos se sustituyen por encajes y blondas. En esta época se conoce la mantilla como prenda proveniente de usos muy antiguos y es inmortalizada por el pincel de los grandes pintores como Velázquez. Sin embargo, no fue hasta el s. XVIII cuando se sustituyeron prácticamente todas las mantillas de paño y sedas por las que conocemos actualmente de encaje. En este siglo las mantillas seguían siendo usadas únicamente por las mujeres del pueblo y no

por la clase alta. Hasta este momento los colores de las mantillas podrían ser variados desde rojos, amarillos o verdes. Posteriormente, con el Rococó, en el siglo XVIII predominan los colores pastel, como rosas o azulones, hasta que en el XIX se generaliza el uso del color blanco o negro como en la actualidad. Solo habría que esperar hasta el s. XIX para que la mantilla adquiriera mayor relevancia entre la alta sociedad. La reina Isabel II fue la gran impulsora de este tocado como seña de identidad española. Era una mujer aficionada al uso de tocados y adopta esta vestimenta popular para sí misma y, por consiguiente, a las mujeres de su alrededor. Fue tal la importancia que tuvo la mantilla en esta época que, independientemente de ser una prenda de vestir, en una ocasión llegó a ser una insignia revolucionaria. En 1871 las mujeres madrileñas protestaron contra las costumbres foráneas traídas a España por Amadeo I (de Saboya) y su esposa María Victoria para apoyar de esta manera a Alfonso XIII y su madre Isabel II. Un momento de la Historia reseñable y curioso que protagonizaron las mujeres paseando por Madrid vistiendo la clásica mantilla y peineta española frente a la imposición del sombrero francés. Este hecho fue conocido como “la conspiración de las mantillas”. Otra española apasionada por el uso de la mantilla fue la emperatriz Eugenia de Montijo llegando ésta a ponerla de moda en Francia cuando decae su uso con el abatimiento del Romanticismo. Podría decirse que estas dos figuras femeninas son las grandes impulsoras de la tradición de vestir la mantilla tal y como la conocemos en nuestros días. A finales del s. XIX y principios del s. XX, y, concretamente, con la muerte de Isabel II en el 1904, comienza el declive del uso cotidiano de esta prenda. Tanto es así que de uso diario las mujeres empleaban una toquilla (pañuelo de forma triangular o media luna de tamaño reducido para cubrir la cabeza por la calle o al ir a misa). La mantilla española como tal pasa a formar parte de los eventos sociales puntuales tales como las bodas, ferias, corridas de toros o Semana Santa y así llega la tradición hasta nuestros días.

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Diario gráfico AHORA. Madrid 20/4/1935. Hemeroteca Digital. Biblioteca Nacional de España

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LA MANTILLA EN LA SEMANA SANTA DE CUENCA La investigación del documento fotográfico y la lectura de prensa antigua son fundamentales a la hora de dar testimonio de la Historia. Así pues, en un mundo nuestro en el que pocos se resisten al avance de la imagen sobre la palabra, un sin fin de instantáneas, documentos y recortes periodísticos han sido imprescindibles para escribir este apartado. La mantilla la acogió la familia real española en la época de Alfonso XIII gracias a su madre Isabel II. También mantuvo su porte en la República e incluso durante la Guerra Civil. Además, es increíble cómo prodigó su belleza desde los extremos más sencillos del pueblo humilde hasta los más protocolarios en actos oficiales, en corridas de toros, o en Semana Santa. Y es aquí, en esta semana tan importante para la ciudad de Cuenca, donde merece la pena pararse a pensar por qué motivo una tradición tan española se deja morir. La Semana Santa de la ciudad es un conjunto de emociones, sonidos, olores, paisajes, tradiciones, en definitiva, posee un alto interés histórico y patrimonial. Cuidar y poner en valor nuestras tradiciones es tarea de todos y gracias a la educación y cuidado de nuestras costumbres, podemos llegar a obtener en nuestros días un espectáculo de tal envergadura. Si bien, es tremendamente importante el cuidado de los detalles y el estricto cumplimiento de las normas para que el esplendor pueda llegar a ser mayor y no desvirtuar lo que verdaderamente estamos celebrando: la Pasión y Muerte de Jesucristo. En la ciudad de Cuenca la exaltación de la mantilla se conoce por ser símbolo de una tradición arraigada en la mujer conquense a principios de el siglo XX en continua práctica tanto en las ceremonias solemnes, religiosas, Semana Santa, en las fiestas profanas o las corridas de toros. Allá por el 19 de abril de 1897 en el nº 6.088 del periódico ‘El Día’ de Madrid aparece un artículo dedicado a la Semana Santa de Cuenca que dice: <<El Jueves recorrió las calles principales de la ciudad una magnífica procesión, que superó a las de años anteriores, en el orden y lujo con que se verificó. La animación que ha reinado estos días ha sido grande, así como la exhibición de mujeres hermosas que, con el traje de seda negro, la airosa mantilla y la mirada místicamente mundana, han dado gran relieve a las fiestas religiosas celebradas durante la Semana Santa en esta capital.>> De esta forma es posible constatar lo que ya sabíamos: esta tradición de vestir la mantilla se ha dado en Cuenca muchos años atrás. Atendiendo a este tipo de documentos y crónicas en la prensa de principio de los años 20 podemos encontrar la ve-

racidad en cuanto a vestir de mantilla el día del Santo Entierro en Cuenca: <<Para mayor brillantez y esplendor de la solemnísima procesión del Santo Entierro, lució el día sus más refulgentes y magníficos atavíos primaverales. Como obedeciendo a ese mágico conjuro, las siempre bellas señoritas que, en profusión milagrosa tanto abundan aquí, tocáronse también con sus más seleccionadas y elegantes toaletas, sin olvidarse de la españolísima, clásica mantilla, realzadora de sus hechizos maravillosos. La solemnidad del día, de obligado asueto para todos, grandes y chicos, lo demanda imperiosamente, además.>> El Día de Cuenca: Periódico Independiente, Regional y de Información: Año IV Número 127 - 1917 abril 11 Por consiguiente, sucedería lo mismo en la siguiente década, en el Diario La Opinión del 18 de abril de 1930 con un artículo dedicado a los desfiles procesionales. << Jueves Santo […] ha desfilado por vez primera “La Santa Cena”. Por la tarde se han visto concurridísimos los monumentos, en los que se han celebrado los actos del día. Las típicas mantillas, lucidas por gentilísimas y bellas señoritas que, siguiendo las tradicionales costumbres, han puesto la nota de simpatía y color en las calles conquenses.>> Siguiendo con la década de los años 40 e independientemente de los recortes de prensa, Juan Ramón Luz escribe en el Programa de la Semana Santa de 1943 una crónica que dice así: <<El día de Jueves Santo asisten a los oficios los caballeros del Santo Sepulcro. Las mantillas, que sombrean rostros de mujer, sostenidas por las altas peinetas de carey, vibran al musitar de los labios y al trepidar de los corazones ante la arqueta del Sagrario, donde el Divino Prisionero preside el fervor del pueblo.>> Podría decirse que la época comprendida entre los años 40 hasta los años 60 data de mayor esplendor en cuanto a vestir esta señorial prenda se refiere. Numerosas fotografías de nuestras abuelas, tías o hermanas junto a algún vago recuerdo que podamos conservar, dan testimonio de lo que algún día fue Cuenca en Semana Santa. Fotografías como estas deben apreciarse sin equívocos. Las tradiciones familiares se nutren de un fuerte valor patrimonial ya sea por su peculiaridad o aprecio sentimental. Lo que está claro es que la elegante nota de color negro que paseaba por nuestras calles dotaba de un especial sentimiento religioso a la ciudad en esos días. Siempre y cuando el tiempo acompañase, la tradicional visita a los Monumentos del Jueves Santo era un punto fuerte de vistosidad y así es como queda reflejado en la prensa de aquellos años.

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M ar ía Lu z y Glori a A legr ía . M ar ia Fe rn ánde Lu z- Reyes isa Muñoz . Se m an a Sa nt a de 19

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Fragmento de video NODO Semana Santa Cuenca 1972. Filmoteca Española RTVE.

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VISITA A LOS MONUMENTOS. <<Durante toda la tarde del Jueves Santo, fue grande la afluencia de fieles a las Iglesias que tenían expuesto el Altísimo. Las señoritas con mantilla y teja dieron una nota de vistosidad a estas visitas a Jesús Sacramentado, en los Monumentos. Este año han sido muchísimas las señoras y señoritas que lucieron mantillas, debido a la esplendidez del tiempo […].>> Ofensiva: Bisemanario Nacional-Sindicalista: Año IX Número 817 - 1950 abril 9 Es así como los datos contrastados nos llevan a una clara decadencia de esta tradición allá por principios de los años 70. No se conoce motivo alguno acerca del desuso de este atuendo en Cuenca. En numerosas ciudades españolas esta tradición se ha mantenido hasta nuestros días y podemos contemplarlo en Valladolid, Toledo o Sevilla entre otras. Desde mi punto de vista, estoy convencido de que la pérdida de esta práctica en Cuenca se da por asociarla, de una forma incorrecta, con el Régimen franquista. Así, allá por mediados de los años 70 esta costumbre queda desechada por los cambios sociopolíticos y las nuevas líneas de pensamiento. Es, por todo lo aquí expuesto, por lo que el pasado 2021 se quiso recuperar de alguna forma posible la visita a los Monumentos. Para ello, 19 mujeres ataviadas de riguroso luto y mantilla asistieron a los Santos Oficios de la Catedral y visitaron las iglesias del Casco Antiguo de la ciudad.

CÓMO VESTIR CORRECTAMENTE LA MANTILLA NEGRA EN JUEVES SANTO. Vestirse de mantilla es portar un atuendo regido por unas bases cuya tradición seguimos hasta hoy. En Jueves Santo la mantilla negra es símbolo de respeto, por lo que no es conveniente estar vestida así fuera del contexto religioso. Una vez que se haya contemplado la procesión, asistido a los Oficios o se hayan visitado los distintos Monumentos de las iglesias, lo suyo es cambiarse. Por otro lado, tampoco es correcto vestir la mantilla cuando se ha puesto el Sol, únicamente se lleva durante el día. En lo que al maquillaje compete, la norma básica y fundamental es la sutileza. Un maquillaje muy sencillo y de aspecto natural. Quedarían fuera de contexto las marcadas sombras de ojos. Únicamente la raya negra y discreta junto a un ligero colorete. Las uñas preferiblemente naturales, con manicura francesa o pintadas con brillo transparente, nada de colores. Tampoco sería adecuado llevar un fuerte color en los labios, únicamente un ligero brillo o pintalabios color “nude” ya que el labio tiene que quedar natural

también. El moño, sin que sea un moño bajo, es aconsejable a media altura y nunca el pelo suelto. Acerca de la vestimenta, está claro más o menos el protocolo a seguir. Vestido negro liso y preferiblemente sin ser de encaje. El encaje protagonista es el de la mantilla y por ello resulta más adecuado un vestido negro y liso. Con corte “midi” y de manga larga o francesa, fundamental que queden las rodillas bajo el vestido y nunca por encima. El escote debería tener la menor amplitud posible, aunque quedan aceptados todos siempre y cuando sean más bien modestos. Tacones negros cerrados de máximo 10 centímetros de altura. El broche para sujetar la mantilla al moño por la parte posterior es recomendable que sea en plata vieja o plata y brillantes, en ningún caso de oro. Preferiblemente los complementos que mejor se adecúan a este tipo de atuendo son los antiguos o heredados de familia, dan un toque especial al conjunto. La mujer que viste de mantilla lleva un colgante de plata sencillo, tipo crucifijo pequeño o medalla. También está aceptado llevar una medalla de la Hermandad de Semana Santa a la que se pertenezca. Pendientes en color plata también y no muy largos, de un largo intermedio y nunca portar aros. Las medias negras siempre y no tupidas ya que se tiene que notar el color de la piel debajo. Las medias de cristal son perfectas. Guantes de rejilla o encaje, negros y cortos, nunca largos. Teniendo en cuenta que actualmente siempre vamos acompañados de nuestro móvil y objetos personales, es conveniente y está permitido llevarlos consigo, pero en un bolso de mano negro discreto y pequeño o alguno de imitación carey, pero sencillo y sin adornos. Por último, primordial y de libre opción está la mantilla negra y la peineta de carey, aunque debido a que la comercialización del carey está estrictamente prohibida, las actuales se elaboran como imitación en acetato. Finalmente, portar un rosario es opcional, siempre y cuando se quiera utilizar para rezar en algún momento de la visita a los templos. Aprovecho para que, en este año 2022 toda aquella mujer que de forma libre quiera vestirse de mantilla se anime y acuda a los Santos Oficios y visite los Monumentos este Jueves Santo. La mantilla española siempre ha salido victoriosa en los avatares de gustos y modas en el transcurso de los años, una prenda que imprime carácter a la proyección de la feminidad sin distinción y por encima de edades, condición o rangos, incluso de regímenes políticos. Una prenda que en la Semana Santa cobra un sentido bajo el riguroso luto por la muerte de Cristo y tiene un espíritu propio los Jueves Santos.

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Por Berta López Madre, no quiero dormir. Quiero escaleras del gallo, velar rezando el rosario, de nazarena vestir. Madre, no quiero dormir. Quiero rumor de tambores mientras rezo tus Dolores y Cuenca te ve salir. Madre, dormirme no quiero. Quiero encender mi tulipa mientras la turba ya grita al que me ha de redimir. Madre que yo no quisiera que mientras Él mi Cruz lleva fuera está la madrugada en la que yo me durmiera. *** Madre despierta me quedo. Intentaré ser consuelo y, en este Viernes de duelo, aliviarte en tu sufrir. #SemanaSantaCuenca Fotografía: José Andrés Jiménez

PS. En la noche del Jueves al Viernes Santo, la ciudad no duerme. En los últimos 17 años, yo tampoco lo he hecho, haya habido o no procesión. Haya tenido o no que subir de madrugada al Salvador. De esa circunstancia nace este poema, que es de lo poco que he sido capaz de escribir esta Semana Santa. Esta noche, también velaré.

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Por Juan Ignacio Cantero de Julián

Algo se murió en el alma, cuando te fuiste, Carmen. Pero tú nunca te has ido del todo, y tu recuerdo jamás morirá. El golpe fue un octubre. Al caer la noche las puertas del cielo se abrieron y las de San Antón cerraron. Te pusiste la túnica para desfilar por el firmamento, cosiendo las nubes con un enebro de pasión y esfuerzo. El pespunte de tu alma con nuestras lágrimas, solo era un milagro más de esos que tú hacías. Con un retal y buena mano, has remendado los momentos más difíciles, has sacado el bajo a los corazones cuando se encogían y se quedaban pequeños, y has parcheado las estaciones para hacer que la primavera dure varios inviernos. Es un hasta luego Carmen, porque la Semana Santa de Cuenca te va a tener siempre muy presente. No es que hayas estado nunca en la primera línea de batalla, pero tu labor en la retaguardia ha llenado la alforja de provisiones para la victoria nazarena. Aunque no entrabas en casa, abrías las puertas, aunque no te sentabas a comer, dabas sitio en la mesa, aunque no tocabas el banzo, llevabas tu propia cruz a cuestas. Siempre centrada en lo que de verdad importa, sin querer hacerte tú la importante. En ver la fortaleza, la valentía y el pundonor de mirar hacia adelante pase lo que pase, cuando tú solo podías mirar hacia atrás. Porque de un pasado complicado, tú construiste un futuro prometedor. Has dado a la Virgen de las Angustias tus mejores sonrisas cuando rememorabas a tu marido Fernando en los ojos de tu

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Es un hasta luego Carmen, porque la Semana Santa de Cuenca te va a tener siempre muy presente

hija Clara. Y también las lágrimas más dulces construidas con el dolor y el esfuerzo, de un fervor por la familia, la fe y la tradición. ¡Qué buena tu manía de tapar con mantas hechas de remiendos aquello por lo que vale la pena cuidar! Has elaborado reposteros y escudos y túnicas y sabanillas… Has dado el trabajo más dulce que sabía a la gloria que yo te deseo. La Semana Santa de Cuenca seguirá tus enseñanzas ya que no has dejado soledad aquí. La Virgen de las Angustias va a cuidarte a través de Clara y todos vamos a seguir el legado nazareno que contigo siempre se ha mantenido con vida. Busca a Fernando… no te será difícil… lleva contigo toda la vida y más allá… te estará esperando deseoso de que volváis a procesionar juntos, esta vez en lo más alto. De la tierra al cielo y del cielo a la tierra. Estará aguardando en la puerta como tú siempre le esperabas a él tras el ajetreo de un Viernes Santo. Y estaréis por siempre juntos, como siempre habéis estado. Me alegra haberte visto en tu mejor momento, pero no me apena haberte visto en el peor de ellos, porque tú siempre has sido luminosa cuando brillaba el sol y también cuando salían las estrellas. Ahora eres una más en lo alto y tienes que cuidarnos con tu luz propia sentada junto a Fernando en el regazo de la Madre. Siempre serás una marcha en una cuarentena, un escudo bordado en un repostero, una corona en un Viernes Santo… Siempre serás ese elemento que aparece para solucionar la pa-

peleta y al final se convierte en todo lo que necesitas en un momento dado. Los protocolos están para romperlos y creo que las mejores cosas es mejor dejarlo para lo último. Así has decidido tú dejar tu recuerdo, para siempre imborrable y perpetuo en cada cosa que nos recuerda a ti. Quiero seguir vistiendo morado y negro contigo. Cuando empiece a oler a los cirios, mándanos un rayo de sol, o una tormenta de verano, o una lluvia en mitad de la sequía, porque tú eres eso, un fenómeno natural que surge cuando más hace falta. Volveremos a vernos dice Clara… Yo creo que eso no es cierto. Creo que nunca vamos a dejar de mirarnos a los ojos a través de los capuces, porque tú resides aquí, en el corazón de todos los conquenses y nazarenos que te hemos conocido y vamos a verte y oírte en las cosas que dejas por tu bondad infinita. Si me invento alguna canción de esas espontáneas que tanta gracia te hacían, te la traeré escrita y haré un himno paralelo bajo el compás del que tanto te gusta… ¡Salve Madre querida! Cuando llegues a la casa de Fernando, ya nadie te dirá “ponte el gorro”, porque a ti ya no te hace falta. Solo una corona del que reina en el alma de los que hemos disfrutado de tu compañía. Hasta luego mi querida Carmen, hasta que volvamos a vernos. Tú sigue igual que siempre, porque a los nazarenos de Cuenca desde luego… ya nos has devuelto a la vida… ya nos has llevado a la luz.

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Fotografía: Javier Ayllón

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Por Pilar Ruipérez Fue hace dos años. Estábamos en el mes de marzo, en lo que deberían ser los preparativos de unas procesiones que, por primera vez desde la Guerra Civil, no se iban a celebrar. Entonces me enteré de la muerte de Paco Alarcón. Cuando le conocí no sabía que era tan querido por su vocación conquense y por su amor a nuestra Semana Santa. A él se lo llevó el coronavirus, a mí me dejó una huella imborrable y el recuerdo de su cariño como crítico del pregón que tuve el honor de pronunciar en 2018, cuando nadie presagiaba lo que nos iba a ocurrir. Le estaré siempre agradecida por el montón de palabras amables que me dedicó con su voz de sonrisa. Fue un momento delicioso durante una entrevista en un programa de radio en el que colaboraba cada año como comentarista de la semana más importante de la ciudad de las hoces. A Paco Alarcón, y a tantos como él que nos han dejado por culpa de la pandemia, le debemos el estar a la altura en esta ocasión. Después de un doloroso paréntesis, y si el tiempo no lo impide, volvemos a recuperar nuestras procesiones, nuestras tradiciones más arraigadas, esas que pasan de padres a hijos, de generación en generación. Todos nos hemos dado cuenta, a un alto precio, de que Cuenca sin su Semana Santa no es lo mismo. Por eso, me dispongo a admirar con más intensidad cada procesión, cada momento único en ese rincón singular del casco antiguo. Me dispongo a emocionarme, más si cabe, con la música que acompaña a los cortejos; a revivir la expectación que comienza a las puertas de San Andrés en el inicio de la procesión del Hosanna (La Borriquilla); a sobrecogerme con la extrema sobriedad de la Vera Cruz, en su recorrido de la Catedral a San Esteban; a contemplar la devoción popular que despiertan las imágenes de los pasos de “El Perdón”; a sentir la emoción contenida de la procesión de “El Silencio”, que se desborda en la de “Paz y Caridad”; el estruendo de tambores y clarines de las Turbas que preceden al Jesús de la mañana en la procesión Camino de El Calvario; las extraordinarias imágenes que relatan los acontecimientos En el Calvario. Cuenca convertida en Jerusalén; la solemnidad del Santo Entierro o el luto esperanzado en la procesión de El Duelo hasta llegar al júbilo del

Encuentro. Jesús Resucitado y la Virgen del Amparo que dan sentido a todo. Me dispongo a participar como nunca en los oficios del Triduo Pascual para conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Constituye el momento central de la Semana Santa en unas fechas que manda el calendario del año litúrgico y que no pueden estar a merced de la última ocurrencia, que las hay, para convertir esta celebración religiosa en una feria turística con fecha fija. Sí, defiendo desde aquí la Semana Santa como una expresión de fe, esperanza y caridad. Poder renovar cada año esta confesión por las calles de Cuenca es todo un privilegio. Si participo en una procesión, lo hago como penitente y para, como el cireneo, tratar de aliviar el peso de la Cruz. Quiero acompañar a la Santísima Virgen en sus momentos de amargura y dolor, y recordarme que la Resurrección da sentido a mi vida. Y aunque no te lo creas, es de ley que sepas que la tradición tiene un origen que no es otro que el camino que hace más de dos mil años recorrió el Nazareno, el Hijo de Dios, para dar la mayor muestra de amor por ti. Lo volverá hacer este año para ser clavado en el madero en el Calvario conquense. Los colores, los sonidos, la majestuosidad sin adornos superfluos de la Semana Santa son motivo de orgullo para los conquenses. No se puede conocer Cuenca sin su Semana Santa. Todos sabemos que sus cimientos son profundos, fruto de la fuerza de voluntad de nuestros mayores, que se dejaron la piel para recuperar lo esencial cuando se carecía de todo lo demás, y gracias también al trabajo de todos los que dedican hoy su tiempo y esfuerzo a los detalles de las cosas bien hechas para que bien parezcan. Ahora nos toca a nosotros, los nazarenos, estar a la altura. Dar lo mejor de nosotros mismos para seguir mostrando nuestra mejor versión, por Paco Alarcón y tantos conquenses que, como él, dedicaron sus vidas a la Semana Santa. Cada uno de nosotros podemos hacer nuestra la invitación de la Junta de Cofradías: “Sigamos la tradición y hagamos historia” en este 2022.

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Por Antonio Rodríguez Saiz 82 Cuenca Nazarena

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Se encuentra el santuario escondido al pie de risqueras ingentes, colosales. Sin duda el lugar donde se da culto a la Patrona de la Diócesis de Cuenca, Nuestra Señora de las Angustias, es uno de los parajes que tiene más belleza en la ciudad estelífera donde se fusionan en armónica simbiosis paisaje y fervor. Paisaje esplendoroso que se contempla desde el mismo atrio, junto al murmullo de agua en la fuente de los Suspiros (también con su leyenda) al cobijo de la piedra y verdor; desde ahí se divisa la espectacular hoz del verdeante río Júcar, bajo el camino de devoción que conduce a la ermita del Santo Obispo, San Julián , orlando el Cerro de la Majestad o la Ascensión del Señor y las espectaculares casas (en la otra margen) que bañan su raíz y principio en búsqueda del puente de San Antón (antes del Canto) e iglesia donde se venera la imagen de la Virgen de la Luz, patrona de la capital. Decía igualmente fervor y devoción del pueblo conquense que ante la soledad de la Virgen acuden a la ermita

con frecuencia y muy especialmente el Viernes Santo en una explosión de fe que se transmite de generación en generación a través de los siglos. Ermita-Santuario de espacio reducido, planta de cruz latina, bóveda sobre pechinas y bello camarín donde se encuentran para la veneración las imágenes de Jesucristo en brazos de su Santísima Madre. Se pueden contemplar, también, dos altares laterales en la pequeña nave crucero, con imágenes de San José y San Antonio de Padua. En la pared derecha del templo hay una lápida adosada a ella donde figuran los nombres de las ciento cuarenta imágenes y los pueblos de la provincia donde se veneran que participaron en la coronación canónica de Nuestra Señora la Virgen de las Angustias el días 31 de mayo de 1957, fecha que según el escritor y académico, Martínez Kleiser “quedó grabada con letras de oro en los anales de la ciudad y de la provincia”.

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Interior del Santuario hacia 1900. Fotografía: José María Zomeño Huerta

Esta lápida fue realizada por el reconocido marmolista conquense, Juan José Martínez Ramiro. La entrada al templo, a continuación de un pequeño patio protegido con reja metálica, se hace por una notable portada con espadaña, atribuida al arquitecto turolense, José Martín de Aldehuela que el arquitecto y escultor, Rodrigo de Luz califica “de estilo de transición del barroco al neoclásico con cierto equilibrio entre las dos tendencias ... de muy buen gusto y excelente ejecución, de nada desdeñable calidad”. Me produce un notable esfuerzo de contención al escribir sobre este lugar tan entrañable y querido, procurar ser moderado en mis expresiones y limitar mi escrito al motivo, esta vez, de referir lo sucedido sobre cómo y cuándo se convirtió la ermita de Ntra. Sra. de las Angustias, extramuros de la ciudad en SANTUARIO PROVINCIAL. Hay que retroceder en el tiempo y examinar el acta de 24 de enero de 1965 de la Real e Ilustre Congregación de Esclavos de Nuestra Señora de las Angustias de Cuenca, propietarios de la ermita; en ella se refleja y recoge el informe sobre la visita del Hermano Mayor Presidente Juan José Ruiz Fernández, canónigo y mayor cargo de la Congregación que realizó en compañía del secretario, encargado de actas, libros y administración, Enrique Benítez Martínez, al presidente de la Diputación Provincial, lo era desde 1959, el farmacéutico Guillermo Ruipérez del Gállego, con el objetivo y finalidad principal de solicitar una subvención para costear y sufragar la reparación de la sala de juntas de la Congregación, espacio dentro de la ermita, cuyo presupuesto era de 61.222 pts. Ante esta petición el presidente de la Corporación Provincial les expuso su sentimiento por la imposibilidad de

conceder la ayuda solicitada “por prohibir terminantemente las disposiciones legales vigentes la concesión de este tipo de subvenciones”. Insistieron, presidente y secretario recordando que la Virgen de las Angustias era patrona de la Diócesis y provincia de Cuenca; en efecto había sido proclamada por Bula del Papa Juan XXIII (4º año de su pontificado) el 13 de abril de 1962 y coronada canónicamente cinco años antes. También se dijo que, en este tiempo la Diputación Provincial le había concedido la medalla de oro de la provincia. Pese a ello el presidente, Ruipérez del Gállego no modificó lo manifestado anteriormente sobre la imposibilidad de ayuda, empero, así consta en acta de la fecha indicada “lo que sí que se podría, en el transcurso de varios años, realizar las obras necesarias en la Ermita y en el maravilloso rincón natural que la enmarca, pero debiendo a su juicio, quedar muy claro en el ofrecimiento que se le hiciera, si así lo acordaba la Congregación, que esta tendría una completa autonomía para todo en cuanto se relacionara con la vida espiritual y actividades propias de la Congregación”. Con esta información la Junta General de aquella fecha (24-1-1965), entre otros decide y acuerda convertir la ermita, con el patronazgo de la Diputación Provincial en SANTUARIO PROVINCIAL donde se venera la imagen de Ntra. Sra. de las Angustias, extramuros de la ciudad. Cumpliendo los estatutos, por aquellas fechas, se produjo la renovación de cargos en la Congregación y fue nombrado Hermano Mayor-Presidente, el canónigo Simón Calvo Pina, personaje importante en Cuenca en la segunda mitad del s.XX quien juntamente con el secretario Benítez remitieron

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(18-3-1967) una instancia al presidente de la Diputación informando del acuerdo adoptado y adjuntando certificación del mismo de “ofrecer a esa Excma. Diputación Provincial que el santuario donde se rinde culto y se venera a Ntra. Sra Virgen de las Angustias pueda ser convertido en Santuario Provincial bajo el patronazgo de esa Excma. Diputación Provincial”. De ello se dio lectura en sesión ordinaria de la Corporación Provincial (31-3-1965) quien examinó y deliberó sobre ello resolviendo la aceptación de la propuesta que había sido informada favorablemente con anterioridad por su Comisión de Gobierno. Del mismo modo se facultó al vicepresidente José Rubio Ortega y al diputado presidente de la Comisión de Educación para estudiar y formular un anteproyecto de convenio; simultáneamente se solicitaba al arquitecto provincial un estudio sobre obras a realizar para ampliación y mejora de la ermita. Una vez realizados los estudios pertinentes tuvo lugar la firma del convenio según se ve en este documento: Es fácil inferir y sacar en consecuencia que todo este proceso ocupó demasiado tiempo en su tramitación, en mi opinión más si tenemos en cuenta que fue el 22 de noviembre de 1971 cuando se firmaron las bases (7) que regulaban los derechos y obligaciones de la Real e Ilustre Congregación de Esclavos de Ntra. Sra de las Angustias de Cuenca y la Excma. Diputación Provincial deduzco que sería debido a los continuados cambios producidos en sus directivos por la Congregación. Por parte de la Congregación firmaron el Hermano Mayor seglar, Emilio López Drake (una de las personas más

queridas de Cuenca que yo recuerde) y el secretario Luis Montalvo. En representación de la Diputación lo hacía su presidente Rodrigo Lozano de la Fuente y el secretario general José Mª Palop Marín. En esas bases se reflejaba, en resumen, que la Diputación correría a cargo de todas las obras, conservación y embellecimiento de las instalaciones del Santuario, con la dirección de sus técnicos. Esta podría organizar actos religiosos en fechas señaladas y solemnidades teniendo que dar cuenta de ellos a la Congregación y siempre que no obstaculizara sus cultos, recogidos en sus constituciones. Los cultos solemnes extraordinarios serían bajo la presidencia de la Diputación, sus miembros se colocarían en un espacio destacado; exhibiendo colgada al cuello la medalla de oro, de hermanos, proporcionada por la misma Congregación. Anteriormente a la firma se hicieron pequeñas objeciones que fueron aceptadas, sin problemas, por la Diputación. Desde entonces la Corporación Provincial asiste el Viernes de Dolores de cada año a la función religiosa solemne en el Santuario de la Virgen de las Angustias, patrona de la diócesis, donde gran número de ciudadanos conquenses expresan su amor y cariño a la Madre, exordio de la Semana Santa de Cuenca, declarada de Interés Turístico Internacional, por resolución de la Secretaría de Estado de Turismo (B.O.E. nº 41 de fecha 16 de febrero del año 1980). Fuentes consultadas: - Archivo de la Diputación Provincial - Archivo de la Real e Ilustre Congregación de Esclavos de Nuestra Señora de las Angustias.

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Fotografía: Julio Palencia

(30 de marzo 2018 - 15 abril 2022) Tengo una relación de amor - odio con este artículo. Es algo tremendamente doloroso, pero a la vez tan bonito de poder hacerlo, y más en “Cuenca Nazarena “. Es una historia íntima, contada con la voluntad de no huir de lo anecdótico y lo entrañable. Se trata de que todos los que nos han dejado desde que “El Jesús” descansara en sus borriquetas el pasado 30 de marzo de 2018, se mantengan vivos dentro de cada uno de nosotros. De pronto, he amanecido… y la memoria ha ido descorriendo cerraduras para devolverme intactas las imágenes y sentimientos que he compartido con todos y cada uno de los que nos han dejado en este tiempo. Un tiempo que hoy regresa... viene a llamarme con escenas que están dentro del ovillo enmarañado de mis recuerdos. - He despertado… y allí está Luis Benítez,- personaje carismático dentro de nuestra Hermandad-: “¿Chule dónde son las judías? Estoy esperando a que llegue mi primo Ramón y ahora nos vemos. Pídele a Julianito un cigarrillo, que estoy a ver si lo dejo.” Luis era un tipo especial. Una persona que se hacía querer por su gran simpatía y su don de gentes. Además, siempre le agradeceré que junto con Antonio Pérez Pinós, Luis Montero, Vicente de Miguel, Paco del Pozo y Tomás Belinchón, tomaran las riendas de la hermandad en el momento de más tensión e incomprensión de nuestra historia. - No sé por qué el Ángel de la Muerte se cebó en tan poco tiempo con una de las familias más queridas en la hermandad y se llevó a Mar y Luis Machetti Nuño. Pienso muchísimo en Luis, profundo “gentleman” de los que ya apenas quedan, impecable hasta con túnica. Cuando lo hago, una sonrisa estúpida se dibuja en mi rostro, porque pienso cómo somos los padres: Recuerdo como Luis se pasaba siempre súper nervioso todas las subastas hasta el momento en que su hijo, por fin, conseguía que se le adjudicara un banzo para el próximo desfile de “El Jesús”. Entonces, y solo entonces, su actitud cambiaba y su rostro reflejaba un semblante de relajación total. Luis era así, todo le parecía poco para su chico. Muchos años atrás, cuando llevé por primera vez sobre mis hombros a “La Verónica”, creo que en 1981, el que subía al Salvador hecho un manojo de nervios era yo. Había pasado la noche en duermevela, porque portar el paso junto a Luis me parecía algo inalcanzable. Desde que era niño oía su nombre en todas las subastas… Se portó extraordinariamente conmigo haciéndome sentir como un veterano más. Yo siempre quise devolverle la confianza con ese esfuerzo extralimitado propio del exceso de juventud. De Mar, poco puedo decir. ¿Quién de mi generación no estuvo enamorado de ella? Era bella por fuera y por dentro; una mujer repleta de bondad y dulzura. Se casó con Javier y, juntos, eran la pareja perfecta. Estad tranquilos, “El Jesús” no sería reconocible sin la familia Machetti. Os supieron inculcar ese amor desaforado hacia Él: Javier, Ignacio, Juan, Cristina, Lucía, Eduardo, Marta, Sandro,

Por Jesús Millán de las Heras María, Pablo, Julia y Luis. Ellos, ahora y desde hace ya algunos años, comprenden que participar con “El Jesús” es demasiado sentimental y expresa mucho. Casi se podría decir que te revuelve todo: te hace vibrar; te lleva a la fantasía y a la realidad; al pasado y al futuro; al dolor y a la calma;… y también a la satisfacción más profunda. - Como cada Lunes Santo, “El Jesús” está casi preparado sobre sus andas y se le están dando sus últimos retoques. Al fondo de la Iglesia, como refugiándose de esa multitud de gente entre hermanos y visitantes, se encuentra Félix Calzada. La enfermedad le va pasando factura y acude acompañado de su mujer… pero él, año tras año, no falta nunca. Si Félix no hubiera existido habría que haberlo inventado: hombre discreto y trabajador incansable. Aprendí mucho de él, y no solo a bajar el cirineo por las escaleras del coro, sino en nuestras interminables tertulias en el Fidel con Miguel Sarria. Hacían un buen tándem. Lo quise mucho, y creo que él lo sabía, aunque jamás se lo dije y me arrepiento de no haberlo hecho. - De Luis Fernández -Ferroli-, o de Eduardo Zafra, poco más puedo decir que no se haya dicho ya. Ferroli fue la persona que mejor ha llevado nuestro guión en los tiempos duros. En todas las juntas, Nazo, como siempre, “cabreado”, con su tono de voz habitual -es decir un poco más alto de lo normal-, siempre reivindicaba que Ferroli debería llevar el guión gratis y que había que nombrarlo portador perpetuo. Sobre Eduardo ya no puedo aportar más. Nazareno ejemplar, no solo del Jesús sino de todas sus hermandades. No conozco a nadie que no lo quisiera. Especialmente, le voy a echar muchísimo de menos el Viernes Santo, donde su ayuda era absolutamente esencial para mí, pero también en todos y cada uno de los días de mi vida. Durante éste tiempo, ¡maldito tiempo!, nos han dejado muchos nazarenos más. Hermanos de todas las cofradías que formamos parte de esta celebración tan excepcional. Todos ellos son una parte importantísima de nuestra Semana Santa que no queremos ni debemos olvidar: cuando os marchasteis solo nos quedó la tristeza, y hoy, y para siempre, todos os merecéis nuestro mejor homenaje y nuestro eterno recuerdo. No cabe duda que Nuestra Semana Santa tiene un profundo carácter sentimental: desde la inocencia de un niño que quiere descubrirlo todo; la pasión de un joven que se enamora sin medida; la añoranza de un hombre por redescubrir lo que dejó en su tierra; …y la ternura de un anciano que, hasta en el último momento de la vida, piensa en su hermandad de manera entrañable. Para mí, lo maravilloso de nuestra Semana Santa es ir haciéndose mayor y no dejar de sentirla, porque es un canto amor en todas las etapas de la vida. Lo que ocurre en esta tierra cada primavera no es solo una procesión, es una declaración de amor a Dios. Por todo esto me atrevo a proponeros amemos sin miedo y disfrutemos de nuestros momentos nazarenos en ésta fugaz vida.

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Fotografía: Ignacio Blanco

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Dos acompañantes no humanos, cargados de simbólicos valores, acompañan la Pasión de Cristo. La fauna, representada en un burrillo; la flora, en el olivo.

Por Félix Herráiz García DOMINGO DE RAMOS La iconografía de nuestra Semana Santa recoge en este Domingo de Ramos “ la entrada de Jesús en Jerusalén”. La borriquilla y los ramos de olivo fueron sus simbólicos acompañantes. Quiso el Señor presentarse bendiciendo a la multitud, no en un presuntuoso caballo, sino a la grupa de un humilde asnillo por todos los valores inherentes a este animal manso, sencillo, obediente… Si ya la tradición judía tenía como símbolo de paz la rama de olivo en recuerdo de la Alianza de Dios con el hombre tras el Diluvio Universal, ahora sabemos, además, que la cruz de Cristo fue de madera de olivo como atestiguan los restos encontrados de un hueso del tobillo con un clavo con residuos de partículas de madera de olivo en 1968 en Giv´at ha-Mivtar, cerca de Jerusalén, de una persona crucificada entre el 6 y el 65 d.C. Si en ella murió “El príncipe de la Paz” (Nueva Alianza entre Dios y los hombres), sea mayor motivo el que la rama de olivo lo simbolice. Por ello, recibamos a Jesús en su entrada a Jerusalén agitando ramos de olivo para ser como Jesús, promotores y amantes de la paz. Así lo entiende Blas de Otero en estos escogidos y breves versos: Ramo de olivo, vamos a verdear el aire, que todo sea ramos de olivos en el aire.

Puestos en pie de paz, unidos, laboramos. Ramo de olivo, vamos a verdear el aire.

El Papa Francisco se pregunta: “¿Qué le sucedió a aquella gente que en pocos días pasó de aclamar con hosannas a Jesús a gritar “crucifícalo”? ¿Qué sucedió? En realidad, -responde el Papa- aquellas personas seguían más una imagen del Mesías, que al Mesías real. Admiraban a Jesús, pero no estaban dispuestas a dejarse sorprender por Él. El asombro es distinto de la simple admiración. La admiración puede ser mundana, porque busca los gustos y las expectativas de cada uno; en cambio, el asombro permanece abierto al otro, a su novedad. También hoy hay muchos que admiran a Jesús, porque habló bien, porque amó y perdonó, porque su ejemplo cambió la historia... y tantas cosas más. Lo admiran, pero sus vidas no cambian. Porque admirar a Jesús no es suficiente. Es necesario seguir su camino, dejarse cuestionar por Él, pasar de la admiración al asombro”. HUERTO DE LOS OLIVOS Cuando la noche cae sobre la ciudad y la luna de Nissan la enseñorea, revivimos aquellos acontecimientos que se dieron en el HUERTO DE GETSEMANÍ. La iconografía lo recoge en tres “pasos”: - “La Oración del Huerto”: El abandono. - “El Beso de Judas”: La traición. - “El Arresto”: La violencia.

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LA ORACIÓN DEL HUERTO El abandono Bajo el susurro de las hojas de un olivo, con su figura blanqueada de luna, arrodillado entre los terrones de aquel huerto, Cristo está inmerso en “agonía y oración” ante la cercana muerte. El sudor mezclado con sangre recorre su frente y un grito lanza al cielo: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz”. Cáliz del dolor y de muerte. El cielo mudo no responde. Se ve abandonado de su Padre Dios pero no cae en la tentación de la desconfianza, sino que remarca su súplica con las palabras: “Mas, no se haga mi voluntad, sino la tuya”. En este Cristo de Getsemaní estamos representados todos cuando nos acucia el dolor lacerante, la enfermedad irreversible o la agonía de la muerte nos visita. Clamamos al cielo pero no responde. A veces, nos falta el consuelo de la compañía, del amor… y nos deshacemos en llanto. Solo nos queda la oración y la entrega hacia el Señor. EL BESO DE JUDAS La traición En el relente de la noche que el olivar engendra, las tinieblas del mal se abren paso empujadas por antorchas y una turba encabezada por Iscariote, “uno de los doce”. Judas no pronuncia palabra y en un intento de beso de entrega, acerca su cara, la piel de la traición que se enrojece e incendia al contacto con la piel del amor de Jesús, oyéndose en el silencio dramático las palabras tristes pero firmes de Jesús: “Con un beso entregas al Hijo del hombre”. Esa traición es símbolo de todas las apostasías, engaños, mentiras, rechazos… expolios de amor, que produce en quienes lo sufren aislamiento, soledad, desengaño, dolor… personas despreciadas por su físico, raza, religión… ancianos olvidados por sus hijos, cónyuges engañados, enfermos que nadie visita, emigrantes, refugiados, que no sienten el calor del amor compasivo. EL ARRESTO La violencia Y se produce el tercer acto del Huerto de Getsemaní, el Arresto. El alboroto, el tumulto, incluso la violencia aparece. Jesús es consciente de que el mal envuelve la historia humana con su cara de prepotencia, de agresión, de brutalidad: “Esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas”. Jesús afronta la violencia con un mensaje para nuestro tiempo: “La violencia es suicida –dice a Pedro, que echando mano de la espada cortó una oreja a Malco, uno de la turba– y no se vence con más violencia”. El antídoto que propugna Jesús contra el mal es el del “amor sanador”, como nos enseñó en el Monte de las Bienaventuranzas: “Amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen” (Mt 5,44). VIERNES SANTO CRISTO EN EL MADERO DE LA CRUZ Si el fruto del olivo es la aceituna, que triturada produce aceite, que es alimento, ungüento, luz, unción de sacramento… Meditando la agonía y muerte del Señor en el Árbol de la Cruz, nos descubre estos asombros que deben robustecer nuestra vida espiritual y consolidar nuestra fe.

Primer asombro: Jesús, su Luz no nos abandona ni en el dolor ni en la muerte. Al ver al Dios del universo despojado de todo. Verlo coronado de espinas y no de gloria. Verlo a Él, la bondad en persona que es insultado y pisoteado, el Papa Francisco se pregunta: “¿Por qué toda esta humillación? Señor, ¿por qué dejaste que te hicieran todo esto?”. La respuesta llena de luz, nos la da el mismo Papa: “Lo hizo por nosotros, para tocar lo más íntimo de nuestra realidad humana, para experimentar toda nuestra existencia, todo nuestro mal. Para acercarse a nosotros y no dejarnos solos en el dolor y en la muerte. (…) Jesús subió a la cruz para descender a nuestro sufrimiento. Probó nuestros peores estados de ánimo: el fracaso, el rechazo de todos, la traición de quien le quiere e, incluso, el abandono de Dios. Experimentó en su propia carne nuestras contradicciones más dolorosas, y así las redimió, las transformó. (…) Sabemos que no estamos solos. Dios está con nosotros en cada herida, en cada miedo. Ningún mal, ningún pecado tiene la última palabra. Dios vence, pero la palma de la victoria pasa por el madero de la cruz”. Segundo asombro: Descubrirnos amados para amar. San Francisco de Asís, mirando al crucificado, se asombraba de que sus frailes no llorasen. No se llenaran de asombro. El Papa Francisco nos apremia a dejarnos sorprender por el amor de Jesús, y así nos dice: “La vida cristiana, sin asombro, es monótona. ¿Cómo se puede testimoniar la alegría de haber encontrado a Jesús, si no nos dejamos sorprender cada día por su amor admirable, que nos perdona y nos hace comenzar de nuevo? (…) La vida no está en tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados. Esta es la grandeza de la vida descubrirse amados y la grandeza de la vida está en la belleza de amar. En el Crucificado vemos a Dios humillado, al Omnipotente reducido a un despojo. Y con la gracia del estupor entendemos que acogiendo a quien es descartado, acercándonos a quien es humillado por la vida, amamos a Jesús. Porque Él está allí en los últimos, en los rechazados”. Tercer asombro: Dios se ha revelado y reina con la fuerza desarmada y desarmante del amor. Al expirar Cristo aparece el asombro en su grado máximo, el estupor. Nos dice el Papa Francisco: “Es la escena del centurión que, al verlo expirar así, exclamo: “¡Realmente este hombre era Hijo de Dios!”. (Mc 15,39). Se dejó asombrar por el amor. ¿Cómo había visto morir a Jesús? Lo había visto morir amando, y esto lo asombró. Sufría, estaba agotado, pero seguía amando. Esto es el estupor ante Dios, quien sabe llenar de amor hasta el momento de la muerte. En este amor gratuito y sin precedentes, el centurión, un pagano, encuentra a Dios. “¡Realmente este hombre era Hijo de Dios!”. Su frase ratifica la Pasión. (…) En la cruz, Dios se ha revelado y reina sólo con la fuerza desarmada y desarmante del amor. Hermanos y hermanas, hoy Dios continúa sorprendiendo nuestra mente y nuestro corazón. Dejemos que este estupor nos invada, miremos al Crucificado y digámosle también nosotros: “Realmente eres el Hijo de Dios. Tú eres mi Dios”.

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Fotografía: José Andrés Jiménez

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Por Juan Carlos Muñoz del Olmo

Fotografía: Alex Basha

Secretario y Hermano Honorífico de la I.V. H. La Negación de San Pedro Hace unos tres meses, concretamente el 11 de diciembre del pasado año, presenciamos un acto cargado de generosidad: la inauguración de la “Sala de los Iconos” en la Santa Iglesia Catedral Basílica, un bello espacio caracterizado por su techo de bóveda de cañón. Digo GENEROSIDAD con mayúsculas, porque esa nueva sala de exposición permanente ha sido posible gracias a la donación de casi doscientas piezas de obras de arte por parte del sacerdote, iconógrafo y gran experto en arte ortodoxo D. Anastasio Martínez Sáez. Al día siguiente fue noticia, donde se ponía de manifiesto que se trataba, sin duda alguna, de una de las colecciones de arte ortodoxo que hay en España más completas y de mayor valor, tanto por la cantidad de las obras como por su variedad. Los que conocemos a Anastasio coincidimos: es un sacerdote singular. De larga trayectoria eclesiástica desde que fuera ordenado en el año 1958 en la Catedral de Cuenca. Conocido como “el cura de los iconos” o “el párroco de la Sierra”, por sus tareas pastorales en Zarzuela, Portilla o Las Majadas, contagiando con su bondad a los parroquianos. También es el Consiliario de la Ilustre y Venerable Hermandad de La Negación de San Pedro desde su fundación. No vamos a hablar de su biografía ni de sus inicios en este arte, ni de sus interesantísimas publicaciones sobre investigaciones llevadas a cabo en el arte iconográfico y más concretamente sobre el díptico bizantino de los Déspotas de Epiro. Tampoco vamos a hablar de sus numerosísimos viajes por Tierra Santa, por el mundo ortodoxo y rincones de la geografía internacional. De todo ello hay una extensa bibliografía y hemeroteca completísima. Vamos a hablar del Consiliario de una de las Hermandades de la Semana Santa de Cuenca. De un hombre bueno, generoso, de un hombre de Fe. D. Anastasio dice: “Fue el año 1992. un día que no recuerdo ni el día ni el mes, al final de la Misa Capitular, se presentó en la Catedral un grupo reducido de personas, a los que no conocía, peguntaron por mí porque era el Presidente de la Comisión Diocesana de Arte y me expusieron el motivo de su visita: querían refundar una antigua Cofradía que había existido y procesionado hasta la contienda del 36: La Negación de Pedro”.

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las contribuciones son reconocidas a D. Anastasio, como la de la Cuaresma de 2006, que, por si no fuera poco, también quiso contribuir con su reconocido arte donando un bello Icono: “Las lágrimas de san Pedro”; para que la Hermandad pudiera disponer del mismo y conseguir un ingreso económico, que sin duda ayudaría a paliar las deudas pendientes. Fue tal la emoción que produjo que la Cofradía decidió conservarlo para los fondos de la Hermandad. Mucho podríamos decir de D. Anastasio, pero volviendo a esa generosidad con la donación de la colección de iconos, Ana Martínez decía en “La Opinión de Cuenca”: “En un acto de generosidad tan grande como su amor a los iconos y su visión para perpetuar la unidad de esta colección, un regalo incuantificable para Cuenca y los conquenses, que pondrá a nuestra ciudad a la cabeza del Arte de los Iconos a nivel nacional, que colocará a Cuenca como visita obligada en España de todo amante de los iconos y que hará de Cuenca una ciudad referencia, internacionalmente hablando, en la Iconografía Bizantina y Ortodoxa”. Siempre agradecidos. Una gran referencia para los hermanos y hermanas de la Ilustre y Venerable Hermandad de La Negación de San Pedro, un hombre de gran humanidad, sensible y espiritual. Un hombre generoso y bondadoso, dotado de la habilidad de la generosidad: sin esperar nada a cambio.

Fotografía: Reyes Martínez (La Tribuna)

Desde ese año nuestro querido Consiliario y guía espiritual de la Hermandad, nos ha mostrado su cariño, apoyo y entrega a la Cofradía desde su reconocimiento como tal por el Obispo de la Diócesis, interviniendo activamente en las diferentes gestiones y actividades de la misma: supervisión de las diferentes fases del conjunto procesional, Juntas Generales, Juntas de Diputación, Funciones Religiosas, Misas por el Sufragio de los Hermanos Difuntos, se consiguió el Jubileo en el Año Santo de San Julián el 16 de mayo de 1998, participación en los desfiles procesionales acompañando a nuestro Titular, gestiones de la Diócesis e institucionales… hasta el día de hoy, donde se establecieron lazos insondables, una relación de hermandad, de trabajo y de ahínco, en todas las situaciones en las que esta Cofradía ha venido trabajando. Como lo fue el otorgamiento del título de Ilustre en 2017, de lo que recuerda Anastasio con cariño: “Cumpliendo los Estatutos, la Hermandad estuvo siempre presente con su ayuda de caridad en catástrofes de la naturaleza o carencias económicas de familias en apuros. Todas estas cosas contribuyeron que al solicitar a la autoridad religiosa de la Diócesis, el señor Obispo D. José María Yanguas el Título de Ilustre para la Hermandad, no dudó el concederlo y en tiempo breve que tanto nos honra a todos”. Dentro de su calificativo de generosidad, todas

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Fotografía: Julio Palencia

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Por Rafael Torres Muelas Cuenca había celebrado ochenta y dos Semanas Santas ininterrumpidas desde la reconstrucción de la misma después del paréntesis que supuso la Guerra Civil española. Ocho décadas después los desfiles procesionales volvían a suspenderse por un hecho excepcional: el covid-19. La paralización de casi toda la actividad como consecuencia del estado de alarma provocado por la pandemia del coronavirus, llevaron al presidente de la Junta de Cofradías, Jorge Sánchez Albendea, al obispo de la Diócesis, José María Yanguas y al alcalde de Cuenca, Darío Dolz, a tomar la decisión histórica e inédita de tener que suspender los desfiles procesionales de las hermandades y cofradías de Cuenca para la Semana Santa de 2020. Así lo comunicó el departamento de prensa de la JdC el sábado 14 de marzo de 2020. “Ya es oficial: Las procesiones del 2020 quedan suspendidas.” Los nazarenos somos conscientes de que los desfiles procesionales se pueden suspender por fenómenos meteorológicos, principalmente la lluvia. Como ocurrió en la Semana Santa del año 2019, cuando la lluvia obligó a la suspensión de los desfiles de Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo. Hecho que también sucedió en los años 2011, 2012, 2016, años en los que también la lluvia y la nieve obligaron a la suspensión de diversas procesiones. Y recordamos como especialmente fatídico el 2013, donde se suspendieron seis de las nueve procesiones. Esta vez era distinto. En el 2020, la comunidad nazarena conquense se encontraba en plena celebración de la Cuaresma, ultimando los preparativos para la que se suponía iba a ser una gran Semana Santa. Nadie pensaba en lo que estaba a punto de acontecer: repentinamente, todo se interrumpió. Las Hermandades se vieron obligadas a paralizar de golpe todas sus actividades: suspendidas quedaron las Funciones Religiosas, las Juntas Generales, conciertos y demás actos culturales que a lo largo

del periodo cuaresmal realizan las hermandades. Y, cómo no, también los desfiles procesionales. Pero las circunstancias mandaban: eran días de gran inquietud en los que la fragilidad y la vulnerabilidad humana se vieron afectadas en todo el mundo. La expansión del coronavirus obligó al Gobierno de España a decretar el estado de alarma el 15 de marzo, lo que supuso el confinamiento en sus domicilios de toda la población y el cierre de toda actividad no esencial. Para el nazareno se estaba produciendo una sensación muy extraña, inédita y desconocida en toda su historia. En el calendario mental seguía estando programado el acto de cada día: Función Religiosa de Jesús Caído y la Verónica; Junta General de la Borriquilla; Concierto del Huerto, Pregón de la Semana Santa; y del 5 al 12 de abril,la celebración de la Semana Santa. Qué cruel e inhumana se hizo para la comunidad nazarena esa semana. De Domingo de Ramos a Domingo de Resurrección se vivieron en las casas de cofrades de Cuenca momentos y situaciones que pervivirán eternos en la memoria. Esos días fueron especialmente duros para todos los nazarenos de Cuenca: cada uno sabía perfectamente cual era su papel y lo que estaría sucediendo en cada momento si las condiciones fueran las normales. La feliz memoria que guardamos en el mágico baúl de los recuerdos nos llevó a cada recorrido procesional desde las casas donde nos encontrábamos recluidos. Amaneció un Domingo de Ramos sin procesión, sin ese primer redoble de tambor de la Banda de Trompetas y Tambores de la Junta de Cofradías, sin acordes musicales, sin nada; vacío de emociones e impaciencia; sin jubileo infantil. No había nervios ni sobresaltos del corazón, porque nadie llamó con tres aldabonazos sobre las puertas de San Andrés para que diera comienzo la Semana Santa. Cuenca entera era silencio y angustia. Recuerdo haber llorado amargamente ese Domingo de Ramos.

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Fotografía: Antonio Abarca

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Por nuestra imaginación vimos pasar el Lunes Santo con su Cristo de la Vera Cruz. Oímos y sentimos las Siete palabras con su desfile silencioso y sereno, solo roto por el tambor velado que anuncia la profecía penitencial de la Crucifixión. Y llegó el Martes Santo, tercer día de la Semana Magna de nuestra bella ciudad. Son las 19:00 horas y todos estamos ya en la Plaza de El Salvador para ver el comienzo de la procesión del “Perdón”. Suenan en el aire las trompetas heráldicas que advierten al Precursor. Sale la robusta figura de San Juan Bautista, seguida de Santa María Magdalena, y desde lo más profundo de mi corazón me surge el deseo irresistible de alcanzarte y confortar tu llanto. Y entonces me despierto del sueño. Quiero seguir soñando para continuar viviendo, para seguir sintiendo el desfile procesional. Y en mi sueño voy corriendo hacia la iglesia de San Felipe para ver salir la imagen de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli; después subo a la Plaza Mayor para ver por la estrechura de la calle San Pedro el paso del Bautismo; desde la escalinata de la Catedral veo llegar a María Santísima de la Esperanza con su delicado manto sobre sus andas plateadas, eternamente mecida. Entonces despierto y, abatido, comprendo que este año no podré verte, que todo es un sueño de un Martes Santo de reclusión. Y rompe el día de un Miércoles Santo atípico, sin procesión del Silencio. Cuenca sigue siendo, a pesar del coronavirus, hábito nazareno, pasión popular, Júcar y Huécar de sentimiento. Cada nazareno a lo largo de la Semana Santa, tiene su “particular día”, y para mí lo es el Miércoles Santo: antes que conquense fui hermano del “Huerto de San Esteban”. Día para mí de sensaciones contradictorias. Recuerdos y evocaciones que se agolpan en mi memoria y llaman al lagrimal de las emociones... Lágrimas puras, de verdadera

devoción; lágrimas de banceros que verán cómo su deseo de portar a su imagen devocional, este año no será posible. La memoria me hace recordar el zigzagueo perpetuo de blancos capuces que llenan de candor nazareno la parte alta de la ciudad con el acompasado sonido de las horquillas… Recovecos de sensaciones, apuntes nazarenos hechos en conjuntos escultóricos que recogen los momentos claves de la Pasión de Cristo: la institución de la Eucaristía en la Santa Cena con Jesús al frente de los doce apóstoles; Jesús en su agonía en el Huerto de Getsemaní; la mirada de misericordia de Jesucristo a Judas; el arrojo de Pedro con su espada; el gallo que canta y Pedro niega tres veces; el Rey de Reyes convertido en Ecce-Homo; y la amargura de la Madre con San Juan. Sigo soñando en blanco en la noche del “Silencio” de Cuenca. Es Jueves Santo, y no un jueves de confinamiento, el nazareno lo sabe. Uno de los tres jueves que relucen más que el sol. El viento me trae a casa el sonido de la campana de reo de muerte que acompaña al Santísimo Cristo de las Misericordias en la procesión de Paz y Caridad. Este Jueves Santo también asistí al desfile, pero de otra forma nueva, inédita, marcada por el acontecimiento, pero con la misma intensidad y esplendor de las tardes de la procesión de Paz y Caridad. Percibí la misericordia y el Amor Fraterno de miles de hermanos que se acercaban puntuales, como cada año, a la iglesia de la Virgen de la Luz para custodiar a su Huerto, su Amarrado, su Jesús con la Caña, su Ecce-Homo, su Verónica, su Jesús del Puente, su Auxilio y su Soledad del Puente. Acuarela de Caridad sobre el puente de San Antón reflejándose en las verdes aguas del Júcar. Nazareno del Jueves Santo, ¿aún sigues llorando? Con el alma en carne viva y con el corazón destrozado, vi amanecer Cuenca en un triste Viernes Santo, que pasará

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Fotografía: Antonio Abarca Miota

a la historia de cuantos se recuerden por el mudo sonido patrimonial de tambores y clarines en la noche más larga de Cuenca. Su emblemática procesión de “Camino del Calvario” se quedó encarcelada por la crisis del coronavirus. Una madrugada de silencio que hirió el alma de turbos y nazarenos, después de que el reloj de la Torre de Mangana marcarse las doce del mediodía, y a ritmo de Miserere, sonasen tambores y clarines desde los balcones y ventanas de la ciudad dormida por el recuerdo de todos los nazarenos que habían fallecido. Cómo sentimos el contraste del silencio de estos largos y penosos días de confinamiento con el Miserere de la Torre de Mangana y el lamento desgarrador que salía de cada hogar conquense: quebrado y roto como no podía ser de otra manera con el toque del tambor y del clarín de los turbos. Emoción altísima y desbordada. Lágrimas y más lágrimas por nuestra Semana Santa, por el adiós a tantas personas que se nos han ido. Con el lamento de la turba confinada aún en el eco de las calles, llegó el drama: Procesión “En el Calvario”. Cuenca no fue cruz de madera de salvación en su procesión del mediodía. Cada conquense acompañó de luto a la madre en sus Angustias y ella fue consuelo de fe para la inquietud y zozobra de un Viernes Santo extraño, que se derramaba lento y denso sobre la ciudad. Cuenca lloró la soledad en sus casas imaginando estar al pie de la Cruz de Muerte. Llegó el Domingo de Resurrección sin procesión. En el estremecimiento que lleva a la imaginación de la realidad, baja la imagen del Resucitado descendiendo por Palafox. Firme, rígido, radiante; plenamente lleno de vida en busca de “El Encuentro” con su madre. La Virgen del Amparo mira al frente y el asombro se dibujó en su rostro. Ahí estaba su Hijo Amado, vivo, resucitado. Cuenca es un revuelo de emociones.

Finalizó la Semana Santa del 2020, y la comunidad nazarena mantenía intacta y viva la esperanza de poder celebrarla en el año 2021. Pero de nuevo, el 26 de enero de 2021, la Junta de Cofradías, institución organizadora de la Semana Santa, con el parecer favorable del Sr. Obispo de la diócesis, ante la situación de emergencia sanitaria en la que continuaba inmerso el país, decidió de manera unánime “suspender todos los desfiles procesionales de la Semana Santa de Cuenca y los actos públicos relacionados con los mismos”. Por segundo año consecutivo los desfiles procesionales quedaron suspendidos con el fin de minimizar los riesgos de contagio de la enfermedad y mirando siempre por el beneficio del ciudadano. Pero este año 2021 tuvo una diferencia considerable con respecto al 2020: Al no existir un confinamiento domiciliario, la población tenía la posibilidad de salir de sus casas y moverse, siempre manteniendo las medidas de seguridad necesarias para evitar los contagios del coronavirus. Para la Semana Santa de 2021, la Junta de Cofradías organizó un atractivo programa de actividades alternativo que sirvió, en la medida de lo posible, para paliar el impacto de la suspensión de los desfiles procesionales. Los templos también colaboraron y permanecieron abiertos, siendo miles los nazarenos que se acercaron para rendir devoción a las imágenes de su corazón. Para el recuerdo quedan las largas colas de fieles esperando en las cercanías de la Parroquia de El Salvador, de San Antón, de San Esteban, de Santiago y San Pedro, en una Semana Santa de 2021 que volvió a dejar a Cuenca sin su seña de identidad, pero que nos hizo reflexionar a todos; de la fuerza que hoy en día tiene el Misterio de la Pasión, Muerte, y Resurrección de Cristo en las calles de la ciudad de Cuenca, que hace que toda la ciudad respire Semana Santa.

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Fotografía: Ignacio Blanco

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Por Juan Marat de Dios Escamilla Se acerca la Semana Santa de 2022 en Cuenca y muchas emociones y nervios se agolpan en los corazones de los nazarenos. Han pasado dos años sin que las procesiones de nuestra Semana Santa se hayan podido celebrar por motivos sanitarios y sólo en nuestros recuerdos hemos podido mantenerla viva, con algunas lágrimas los días más especiales. RECUERDOS forjados desde la más profunda tradición familiar con una mezcla de devoción, sentimientos y costumbres que nos hacen nazarenos incluso antes de dar nuestros primeros pasos. Mi primera imagen como nazareno es con capa, cruz, chupete y una gran sonrisa. Era la Semana Santa de 2006, mucha ilusión: mi primer Domingo de Ramos; mi primer desfile con mi hermandad, el Huerto de San Antón; y… primer tambor para ver las procesiones y acompañar a la Banda de la Junta de Cofradías desde las aceras. La preparación de nuestra particular Semana Santa se inicia con varias semanas de antelación. Año tras año mi abuela nos prepara cariñosamente túnicas, capuces, tulipas, escudos y rosarios que vamos heredando de abuelos a padres y de padres a hijos forjando una herencia de valor sentimental incalculable por lo que supone su legado y la responsabilidad de transmitirlo a los que nos sucederán. Según se va adivinando la primavera en Cuenca, van discurriendo los actos que anuncian y preparan la Semana Santa de una manera tan especial y particular como solo podría suceder en esta ciudad.

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Fotografía: Antonio Abarca

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Se presenta el cartel en uno de los primeros acontecimientos en el que coincidimos con los nazarenos, que en muchos casos no hemos visto desde el año anterior, generando una enorme expectación por saber cómo va a ser la imagen que nos represente por toda España durante la Cuaresma y Semana Santa. Se suceden conciertos, con sus marchas tantos meses añoradas, como el del Inicio de Cuaresma, o el del Huerto de San Esteban a cargo de nuestra querida y admirada Banda de Cuenca, que junto a las hermosas palabras que las introducen, hacen que la emoción se desborde en la iglesia de San Esteban. El primer golpear de horquillas tan característico de nuestra ciudad se produce en el Vía Crucis del Amarrado, por el barrio de San Antón, donde la impresionante figura de Nuestro Padre Jesús Amarrado, a hombros de sus hermanos, recorre las estrechas y empinadas calles del barrio dibujando sombras imposibles en sus fachadas. Le suceden otros cortejos procesionales tan especiales como el majestuoso traslado de mi Virgen de las Angustias la tarde del Sábado de Gloria. Mención especial merece para mí la Procesión Infantil donde representamos a nuestra hermandad y que pone el broche de oro al trabajo y dedicación de la Cantera Nazarena durante todo el año. Y llega el viernes de Dolores. Explosión de sensaciones y visita a la ermita de la Virgen de las Angustias a besar el manto tras esperar en una larga fila de fieles conquenses, jóvenes, niños y mayores.

El Domingo de Ramos es el comienzo de todo. Toca estrenar y dar comienzo a nuestra Semana, y qué mejor forma de iniciarla que con la Banda de Trompetas y Tambores de la Junta de Cofradías: galas de estreno para los tambores y cornetas; uniformes impolutos; trompetas relucientes; y redobles que llegan al cielo. El esfuerzo de sus miembros durante meses bien merece la pena por el estremecimiento que produce en los conquenses a su paso. La ciudad se vuelca, calles abarrotadas de conquenses y turistas para vivir la mayor manifestación de fervor de la ciudad, olor a cera e incienso, sonido de horquillas y Miserere… Días de gran carga emotiva con las procesiones de la Vera Cruz, Perdón y Silencio en los que se viven momentos verdaderamente especiales para los nazarenos de cada hermandad como la llegada del Huerto de San Esteban a la Plaza Mayor, con su reconocido baile o la entrada del Bautismo en una plaza llena pero callada, en la que únicamente rompe el silencio la marcha “Bautizando a Jesús”. Y llega el día más esperado por mí durante todo el año, Jueves Santo. Comida familiar, el típico potaje semanasantero y torrijas. Toca vestirse apresuradamente para llegar a la Iglesia de San Antón desde donde sale mi Hermandad. Ahí aguarda mi querido Huerto de San Antón, en sus carros, esperando a ser levantado por sus banceros. Momentos inolvidables los vividos desde pequeño en las filas o portando cetro o estandarte, esperando que pronto llegue el momento

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de ser bancero y llevar sobre mi hombro la preciosa imagen por las calles empedradas de Cuenca. Y siguen transcurriendo los días y la pasión por las calles de Cuenca. Viernes Santo con estruendo de tambores roncos con nuestra conocida representación del Camino del Calvario: Las Turbas. Abre la procesión la muchedumbre que increpa al Hijo de Dios para dar paso al silencio y sobrecogimiento de su Madre que lo acompaña angustiada. Y llega la hora nona en la que Jesús muere en la cruz. Más tarde cuando cae la tarde es hora de acompañar al Cristo yacente hacia el sepulcro e ir a visitar a su Madre a la ermita de la Virgen de las Angustias para darle el sentido pésame. Domingo de Resurrección… La Banda de Tambores de nuevo en la puerta de San Andrés esperando la salida del Salvador. Redoble para anunciar su resurrección con la marcha “Resucitó”. Todas las hermandades acompañan a Jesús y a la Virgen para llevarlos hacia el encuentro y la felicidad eterna que dará fin a nuestra Semana Santa allí donde empezó una semana antes, San Andrés. Pero para los nazarenos no acaba nada, empieza la preparación de la Semana Santa del siguiente año. Aunque en 2019 no sabíamos que la espera iba a ser demasiado larga… HA LLEGADO 2022 y estamos deseando vivirlo de nuevo, con el fervor de siempre y la ilusión renovada. Hemos rezado, cruzado los dedos, descontado días, ya casi lo podemos tocar. Las calles empiezan a recuperar el

olor a incienso que avisa de la llegada de nuestra Semana de Pasión. Atrás queda mucho trabajo silencioso, ha habido que mantenerlo todo, sobre todo, la ilusión y el fervor. Sacamos las túnicas aunque este año, como ha pasado tanto tiempo, en mi caso toca hacer una nueva con la ilusión de poder estrenarla. Presentación del Cartel, conciertos, Juntas de las hermandades, puestas en andas,… hay que preparar todo para que las imágenes vuelvan a desfilar con el esplendor de siempre. Llega el Domingo de Ramos y una gran emoción se apoderará de los conquenses, es el regreso de nuestras procesiones de Semana Santa. Tan esperado y especial. Han pasado dos años desde que desfilamos por última vez. Faltan hermanos, algunos muy queridos a los que nunca olvidaremos y que desfilarán eternamente en la procesión celestial. Se incorporan otros, pequeños nazarenos, algunos con capa y chupete, no caminan todavía, aprenderán en la Cantera Nazarena y serán la semilla de las futuras Semanas Santas conquenses. Nuestra Semana Santa vuelve a estar en la calle y hay que hacer eco de ello, sigamos con nuestras tradiciones, nuestras procesiones, nuestras hermandades… Todo está listo, con la misma ilusión, fe y devoción que antes. Semana Santa de Cuenca, la pasión conquense.

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Por Fernando J. Cabañas Alamán Hace más de 25 años que conocí personalmente a José López Calvo, a Pepe, al Morros, como él mismo solía identificarse. En el pasado reciente, él había estado dando algunas clases en el conservatorio que en ese momento yo dirigía y vino a verme. Obviamente yo había oído hablar de él en multitud de ocasiones pero hasta aquel día nuestras miradas no se habían cruzado. El cambio de rumbo, inevitable, que en aquel momento empezaba a experimentar el centro que a partir de ese momento estaba a mi cargo no permitiría que él pudiese seguir prestando sus servicios en él... y él lo sabía, tan bien como yo y desde mucho tiempo antes. A pesar de saber ambos cómo acabaría nuestra reunión, sin embargo, cuando fue a verme lo primero que de él recibí fue una sonrisa, un saludo cariñoso y la sensación de que en ese momento ganaba a un amigo que además proyectaba honradez, inteligencia, honestidad, cercanía… luz. Al acabar nuestra charla me quedé, además, con la idea de que la inteligencia y la capacidad de acumulación de experiencias vitales de todo tipo, características ambas que se hicieron presentes en él en cuanto intercambiamos las primeras palabras, tarde o temprano me empujarían a intentar conocerle en mayor profundidad, a perseguir ahondar en esos aspectos suyos, más íntimamente profesionales, alejados de las leyendas urbanas que por Cuenca circulaban en torno a él y a los aspectos musicales más directamente vinculados a las bandas de música, a las marchas procesionales… a la ciudad que le vio nacer.

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Yo quería conocer a Pepe más en detalle, profundizando en aquellas vivencias que, al acumularse en él de manera soberbia y vertiginosamente, le habían permitido ir configurando al músico, al profesional, al hombre y al personaje en los que se había ido convirtiendo con el paso de los años y que yo empecé a vislumbrar en aquel verano de 1996. Mi vida, ni siquiera en aquellos aspectos de carácter profesional vinculados a la música, jamás había tenido puntos de conexión con la de Pepe. Ni las bandas de música, ni el mundo militar, ni tan siquiera el entorno semanasantero, a pesar de tenerlos todos ellos a tiro de piedra, habían provocado en mí la curiosidad suficiente como para llegar a empaparme de lo mucho que era consciente que me había perdido. Y esos sí que, sin embargo, eran pilares de referencia para Pepe, para la forma de entender su vida… para vivirla. Y pasaron los años. Y al margen de puntuales y fugaces contactos, poco o nada cambió en nuestra relación… lamentablemente, claro. Un día me enteré de que su salud, esa que era de roble pero a la que él quizá había tentado con no poca insistencia, según me reconoció en infinidad de ocasiones, se había visto seriamente quebrantada. Y fue entonces cuando tuve claro que mi, llamémosla curiosidad, debía empezar a ser saciada y que quizá además para él los necesarios contactos le aportarían momentos especiales, situación esta que comprobé sin tardar. Tiempo después lo visité en varias ocasiones, durante un periodo de tiempo más o menos prolongado. Me acercaba a

su casa madrileña y allí charlábamos. Yo siempre llegaba con la necesidad imperiosa de conocerle mejor, de profundizar en la multitud de anécdotas que él solía contar. Mi fin último era escribir un libro sobre él… para él. Además, reconozco que me lo planteaba con el egoísmo propio de quien está convencido de que una persona con ese caudal de vida tan especial y rico como el que Pepe acreditaba, no podía pasar por mi vida como una simple anécdota. Necesitaba empaparme de su vida para hacer que la mía fuese un poco más rica. Nuestras conversaciones siempre eran distendidas, aunque inevitablemente la curiosidad que a mí me embargaba en torno a él, a sus vivencias, a su vida pasada… encontraba el contrapeso lógico e inevitable en la nostalgia que a él le invadía. Sin embargo, siempre me agradecía mis visitas, a pesar de los interrogatorios de tercer grado a los que yo le sometía, un día sí y otro también. ¡Qué memoria tan prodigiosa! Pocas veces he conocido a personas que, a esas edades, recuerden, como él ponía de manifiesto, pelos y señales, nombres y apellidos, filiación y detalles aparentemente inapreciables, ya no solo de su propia vida sino, incluso, de la de aquellos de los que en alguna ocasión se vio rodeado. Además, a pesar de las condiciones en las que se encontraba, con la mitad de su cuerpo paralizado y obligado a permanecer sentado en un sillón, Pepe seguía siendo el Pepe de siempre. Sus comentarios distendidos, su socarronería, sus burradas —si algo me dijo prácticamente cada día que me reuní con él, y de

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él mismo, era «yo siembre he sido burro, muy burro… en todos los sentidos»— estaban siempre presentes en su forma de ser; no aspiraba a cambiar ya, afortunadamente. En la segunda conversación que mantuvimos, llevándole como pudimos al que desde siempre había sido su despacho y que se encontraba en la habitación de al lado al salón en el que nos reuníamos, me enseñó lo que conservaba que, en su mayoría, eran libros, amontonados en estanterías que habían sucumbido ante el peso de tantas publicaciones acumuladas… Ante la ausencia de partituras, de documentación personal, de anotaciones personales… de lo básico para emprender el proyecto que yo anhelaba, vi que prácticamente sería imposible abordar el proyecto, al menos en los términos inicialmente previstos, ya que no conservaba prácticamente nada de su vida profesional. «Soy un desastre para los papeles; siempre lo he sido. Nunca me he preocupado de eso y ahora bien que me arrepiento», me dijo. Ante mi falta de tiempo para llevar a cabo una investigación que me trasladase a las fuentes originarias donde recabar la información necesaria, giré unos grados y la brújula me llevó hacia otros puertos que al menos garantizaron que la ilusión, la emoción, la pasión con la que él había vivido hasta el momento de verse postrado en una silla reviviesen en él cada una de aquellas tardes que nos vimos. Qué sensación más extraña la de ver en su rostro emociones enfrentadas, ilusión y desesperación, pasión y resignación… vida y supervivencia. Nuestras conversaciones siguieron durante un tiempo. En cada ocasión, lo mismo salían a colación sus juegos de niño en

Los Pinillos de Cuenca como sus experiencias en Ibiza. Tan pronto me hablaba de sus encuentros con el rey Juan Carlos vestido de militar como de la barra de un bar de barrio de nuestra querida Cuenca. Al salir de su casa, a pesar de sentirme especialmente satisfecho por haber despertado en él sus recuerdos, también me flagelaba al verme como responsable único de esos malos momentos que, en dosis equivalentes a dichos recuerdos alucinantes, él había vivido… sufrido. Nostalgia implica superación. Y él, sabedor de ello, siempre vivió en primera persona esa máxima agradecido, reforzados sus esfuerzos y deseos por la presencia de un ser maravilloso que, según solía él mismo decir, siempre le acompañó. «Desde niño siempre he tenido a mi lado a un especial Ángel de la Guarda que ha velado por mí y que sé que nunca me abandonará». Pepe vivió casi toda su vida feliz, muy feliz, haciendo lo que quería, lo que le daba la gana, lo que le apetecía, algo que no pueden decir muchos. Hoy, su vida, sus anécdotas, sus bromas… son ya solo un recuerdo. Pero afortunadamente siempre nos quedará su música, su legado, la esencia de sus sentimientos más profundos. Y cuando su música suene, hecho este que acaecerá en nuestra tierra ya siempre, él estará ahí, siempre, a nuestro lado, con ese particular ser sobrenatural que desde siempre le protege y con el que ya comparte, estoy seguro de ello, chatos y cañas en su nueva vida. Descansa en paz, Pepe. Te lo mereces.

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Fotografía: Europa Galante

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Decana de los grandes eventos escénicos con proyección internacional que se celebran en Castilla-La Mancha, la Semana de Música Religiosa de Cuenca se lleva a cabo desde 1962 coincidiendo con la Semana Santa conquense. La SMRC es el cuarto festival musical más antiguo de España y, por su singularidad, fue reconocida como Fiesta de Interés Turístico Internacional en 1979. En las 58 ediciones se han llevado a cabo más de 900 conciertos con un público total de 300.000 personas de los 5 continentes. Inicialmente radicada en iglesias como las de San Pablo y San Miguel, desde los 90 tiene su epicentro en el Teatro Auditorio de Cuenca. A lo largo de los años se han usado una amplia variedad de espacios (monumentales, patrimoniales y museísticos) en la provincia de Cuenca; algunos conciertos se celebran en espacios emblemáticos como la iglesia románica de Arcas o el monasterio santiaguista de Uclés. La SMRC convierte cada año a Cuenca en epicentro cultural internacional con una definida propuesta de músicas litúrgicas, sagradas, místicas, espirituales y trascendenta-

les. Por el escenario conquense han desfilado las figuras más destacadas de la música clásica y antigua, y es también vivero de la nueva creación musical. Su programación se expande por músicas de un arco de más de 10 siglos, recorriendo por un lado la gran música canónica y litúrgica, haciendo hincapié en la recuperación de la música antigua; explorando por otro lado el significado trascendental de las músicas de los siglos XVIII, XIX y XX; y haciendo de catalizador de propuestas escénicas y contemporáneas, incluida una obra de encargo de un compositor prestigioso español o extranjero. En 2021 se crea una nueva ventana musical con el Ciclo de Adviento SMR que complementa el festival principal coincidente con la Semana Santa. En su Patronato están representados INAEM – Ministerio de Cultura y Deportes, Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Diputación Provincial de Cuenca, Ayuntamiento de Cuenca y Obispado de Cuenca.

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La SMR Cuenca: un patrimonio cultural de todos los conquenses y españoles Félix Palomero

Director Técnico de la Orquesta y Coro Nacionales de España El retorno de la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE) a la Semana de Música Religiosa de Cuenca vuelve a incidir en la difusión del gran repertorio religioso, en este caso litúrgico, de la literatura musical. La Misa en Si menor, de Johann Sebastian Bach, obra plagada de significados en el catálogo y en la vida del Kantor de Santo Tomás de Leipzig, jalona una relación de partituras que la Orquesta y el Coro han defendido, juntos o por separado, en los escenarios conquenses. Hay que remontarse a abril de 1969 para encontrar el primer episodio de una relación, que si bien no ha sido ni continua ni habitual, ha aportado siempre al festival conquense obras maestras de la historia de la música. En aquella ocasión, el gran director natural de Cuenca Theo Alcántara realizaba la proeza de estrenar en España la Sinfonía número 2, Resurrección, de Gustav Mahler. El hecho, desde el punto de vista musical, fue de gran relevancia, pues significaba una apuesta por la actualización del repertorio sinfónico que abrió las puertas a la normalización de la música de Mahler entre nosotros. La Resurrección de Mahler no es una obra religiosa, pero los versos de Klopstock en su último movimiento son una reflexión sobre la trascendencia espiritual del hombre. En aquella lejana ocasión, como después en abril de 1971, cuando la Orquesta Nacional de España, entonces regida por Rafael Frühbeck de Burgos, interpretó en Cuenca otra obra fundamental del repertorio religioso, el Requiem de Verdi, no fue el Coro Nacional quien acompañó a su orquesta hermana, la ONE, por la sencilla razón de que el coro aún no se había presentado oficialmente, cosa que ocurriría en Madrid en octubre de 1971. Pero tiempo después, ya en 2006, Orquesta y Coro Nacionales afrontaron, ya juntos, la modernidad con la ejecución de la Sinfonía de los Salmos, de Igor Stravinsky. Buen prólogo, desde luego, a esta nueva aparición de los conjuntos sinfónico y coral estatales, que ahora regresan con la Misa bachiana. A estas actuaciones habría que añadir las que el Coro Nacional ha realizado con otras orquestas, entre las que cabe destacar el Te Deum de Bruckner, con la Sinfónica de Euskadi (1999); el Stabat Mater de Rossini, junto a la Joven Orquesta Nacional de España ( JONDE) (2003), o las Tres pequeñas liturgias de la presencia divina, de Messiaen, igualmente con la JONDE (2008). Pero no sólo la literatura universal ha capitalizado los programas de la OCNE en Cuenca. El repertorio español ha estado siempre presente en su actuaciones, con estrenos de obras de Ángel Arteaga (1969), Valentín Ruiz (1999) y Eduardo Rincón (2006), así como programas corales a cappella con los grandes polifonistas españoles.

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La 59ª edición de la SMR: una edición histórica Daniel Broncano Director Artístico

Semana. Del exquisito jazz de Moisés P. Sánchez y del flamenco estratosférico de Mayte Martín, al blues y spirituals de Barbara Hendricks o a la propuesta de senderismo + concierto de la mano de Egeria con la que se recrean las músicas en el contexto de la peregrinación medieval. Visitamos por primera vez en la Semana la Pintura Mural Jesús Mateo en la localidad de Alarcón e iniciamos una colaboración artística con la Fundación Fernando Núñez en el Monasterio de Uclés. Ampliando también la oferta de la SMR para englobar a un público más diverso, ese año comenzamos la +SMR, con una serie de actividades laterales para dar más profundidad y variedad a lo que hacemos. Talleres y presentaciones del divulgador del arte El Barroquista, meditaciones sonoras y yoga musical, o la proyección de la muy musical película de Passolini El Evangelio según San Mateo. Un festival como la SMR con un alto grado de sinergias institucionales desde lo público y desde lo privado, ha de tener una vocación de servicio público para mejorar mediante la música la vida de cuantas más personas mejor. En la nueva Cuaresma Musical de la SMR, previa a la SMR, se engloban 6 actividades gratuitas y de marcado carácter social. Habrá dos conciertos para escolares guiados por el legendario Fernando Palacios. Los coros Capilla de la Catedral de Cuenca y Coro Alonso Lobo, presentarán sendos conciertos en la Catedral de Cuenca e Iglesia de la Asunción de Tarancón. De la mano de la Joven Orquesta de Cuenca y del Conservatorio de Cuenca, llegará la música a las residencias de mayores de Cuenca. La acción musicoterapéutica de Eva Muñoz para mujeres en riesgo de exclusión y el concierto de órgano en Cardenete completan esta primera Cuaresma Musical. En este momento tan importante de reinicio forzado por la pandemia, hemos escarbado en la razón de ser de la SMR. No se nos debe escapar en ningún momento por qué tiene que existir en el mundo un festival como la SMR, y por qué es tan glorioso que esto sea en Cuenca complementando su Semana Santa. La primera vez que un humano murió, un ser querido lo enterró. La segunda vez, le cantó. Y la tercera, se acompañó de un instrumento musical. Lo que nos mueve en la SMR es la música como ancestral expresión de lo sagrado, la música como lenguaje para lo importante, la música como espacio para escuchar y escucharse, la música como hecho humano trascendental y eterno. Con emoción, os esperamos en la 59ª edición de la Semana de Música Religiosa de Cuenca.

Fotografía: Accademia del Piacere

Este es un momento crucial de la SMR, la institución musical más antigua de Castilla-La Mancha y todo un faro cultural en España. Tras dos años, vuelve la Semana de Música Religiosa de Cuenca para acometer, si acaso con más determinación, la misión para la que se creó: elevar el alma de quien nos escucha. Todo el equipo de la Semana celebra este año el respaldo de las instituciones que han apostado por mantener viva la llama de este festival cultural en estos dos años donde el mundo entero se ha tambaleado; el respaldo que sentimos desde el sector cultural que mira nuestra trayectoria con admiración; el apoyo del público que ya se hizo notar en el exitoso Ciclo de Adviento de diciembre de 2021; y, sobre todo, celebramos la emoción y la complicidad que nos brindan los artistas y compañías que componen el cartel de este año que se antoja histórico. El poder más valioso de la música es su capacidad para conectarnos con lo importante, para encontrar significado en lo que de otra forma no entenderíamos, para escuchar lo que normalmente acaso si oímos. Bajo estas premisas de la religiosidad en el arte sonoro, en 2022 presentamos 18 momentos musicales con un amplio espectro de propuestas. Son sonidos creados en un arco de más de diez siglos y con un base religiosa, espiritual o trascendental. Del 7 al 17 de abril pisarán el escenario de la SMR algunos buques insignias de la música española, como son la Orquesta y Coros Nacionales de España, la Compañía Nacional de Danza, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, la Orquesta Ciudad de Granada y el Coro de la Comunidad de Madrid. Siguiendo la trayectoria de corte internacional de la SMR, presentamos en 2022 a la legendaria soprano Barbara Hendricks, al fulgurante Cuarteto de Cremona, al genial trompetista Pacho Flores, al clarinetista David Orlowsky y al conjunto vocal alemán SingerPur. Son tantos los artistas y ensembles que nos hacen temblar al pensar en su aportación este año a la historia de la SMR, como son el pianista de jazz Moisés P. Sánchez, la cantaora Mayte Martín, el contratenor José Hernández Pastor, la cantautora María Rodés, el conjunto historicista La Ritirata y el ensemble vocal Egeria. Queremos resaltar la presencia del conmovedor trompista alemán Felix Klieser, cuya biografía personal y artística son en sí mismas una enseñanza de dimensiones filosóficas; y también la visita del grupo contemporáneo Plural Ensemble para estrenar la obra encargada por la SMR al compositor Jesús Torres, Altera Bestia. Con una marcada intención renovadora, este año se amplían los sonidos y formatos que tienen cabida en la

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Fotografía: David Oliver Belinchón

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Por la Cantera Nazarena del Huerto de San Antón En los últimos meses nos estamos acostumbrando a decir y escuchar en demasiadas ocasiones frases de recuerdo hacia alguien. Son muchas las personas que nos han dejado de una forma inesperada y, que de una forma u otra, son recordados en multitud de ocasiones por sus familiares, por sus amigos… y eso es así por la grandeza que cada uno de ellos tuvo en vida. Pues bien, eso nos ocurre a nosotros, miembros de la Vble. Hdad. Ntro. Padre Jesús Orando en el Huerto (San Antón) y a su Cantera Nazarena. Pero no sólo a nosotros, sino a cada una de las Hermandades a las que pertenecía y a las que no, incluso a la Junta de Cofradías de Cuenca. Con el fallecimiento de Edu Zafra perdimos un nazareno de pro. Hablar de Edu como nazareno es muy fácil para todos los que lo conocimos, implicado al cien por cien en todas sus Hermandades, trabajando por ellas. Pero en su Huerto de San Antón daba todo. Era vocal de la Junta de Diputación, trabajador incansable en la misma, siempre pendiente de todo, nada podía fallar en ningún momento, no sólo en procesión, sino en los cultos, en la hornacina de la parroquia, en la sede, en las andas, las citaciones,... y en todo lo relacionado con la Hermandad, cómo si de un artista se tratase, creó su obra maestra, su ópera prima: La Cantera Nazarena, proyecto que inició tras el fallecimiento de su padre, Paco Zafra (otro nazareno ilustre que supo inculcar a los suyos la pasión por la Semana Santa de Cuenca). En la Cantera Nazarena, Edu se volcó para inculcar esa pasión a los más pequeños de la Hermandad, y cuando lo consiguió quiso hacerlo para todos los niños de Cuenca, porque él fué uno de los impulsores de la procesión infantil con la que cada año nos deleitamos, peleó hasta conseguirlo y sin esperarlo, logró esa maravilla que hoy disfrutamos todos pero sobre todo los niños y niñas de cada Hermandad, ese era su gozo.

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Hablan las Hermandades

La Cantera Nazarena, como todo, tuvo que parar repentinamente por la pandemia que vivimos, y el día que se pueda retomar no será lo mismo. Falta su puntal más fuerte, su coordinador. Aún así, este año, días antes de su marcha, dejó las directrices marcadas para esa vuelta tan esperada, se iba hacer poco a poco y con actividades telemáticas en muchas ocasiones, pues bien, nunca imaginábamos que este artículo sería una de ellas, un homenaje a Edu por parte de los niños, esos que tanto han aprendido de él y que para sorpresa nuestra nos dijeron que querían homenajearlo escribiendo sobre Edu, he aquí tu grandeza querido amigo, como has calado en el corazón de los más pequeños que han ido creciendo con tus enseñanzas. Paula Zafra Chust y Marta Zafra Chust (9 años): “Como padre y como monitor de la Cantera nos ha transmitido y enseñado su pasión por la Semana Santa, hemos visto su dedicación con los pequeños de la Hermandad y como buenas nazarenas seguiremos su tradición.” Juan Zafra Domingo (10 años): “Mi tío Edu, me ha enseñado que a la Hermandad se le empieza a querer desde que somos pequeños. Me gustaba mucho cuando preparábamos el paso en San Antón para la procesión. Siempre lo recordaré trabajando para los niños de la Cantera.” Mateo Benayas Moya (8 años): “ Edu era un gran hombre, siempre estaba pendiente de nosotros, hicimos muchas actividades con él y nos enseño mucho de Semana Santa, siempre lo recordaremos y lo echaremos de menos.”

Pablo Zafra Domingo (8 años): “ Edu ha sido mi tío, recuerdo cuando me dejó sacar por primera vez un farol en la procesión infantil y me hizo mucha ilusión porqué era el día que más me gustaba de la Cantera. El Jueves Santo me gustaba mucho verlo sacar el paso de puntal igual que hacia el abuelo Paco. Siempre los recordaré.” Bárbara Monteagudo López (14 años): “Tengo muy buenos recuerdos de Edu Zafra desde que entré de pequeña en la Cantera Nazarena del Huerto de San Antón después de participar en una procesión infantil. Lo recuerdo como una persona simpática, amable, divertida y muy familiar, que nos acogió a mi hermana y a mí con mucho cariño desde el principio. La Semana Santa ya no será lo mismo sin ti, Edu.” Natalia Monteagudo López (16 años): “Sólo tengo palabras de agradecimiento para Edu Zafra. Durante todos estos años, nos enseñó un montón de cosas sobre la Semana Santa de Cuenca, especialmente de la Hermandad del Huerto de San Antón. Logró construir una comunidad de pequeños nazarenos muy unida en la que tengo la suerte de estar; contribuyó a la realización de actividades vinculadas a la Semana Santa que me hicieron amarla todavía más, siempre con buen humor, alegría y una gran dedicación hacia nosotros los niños. Fue un buen monitor y persona genial e increíble. GRACIAS, Edu, allá donde estés. Se te echa de menos…” Juan Marat de Dios Escamilla (16 años): “QUERIDO EDU, HERMANO NAZARENO. El pasado 11 de agosto me levanté con la tristísima noticia del fallecimiento de un gran

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hermano nazareno y mejor persona, Eduardo Zafra Bascuñana. Fueron muchos los sentimientos que se me agolparon cuando conocí la noticia. La primera fue de asombro, no me lo creía, era imposible, verdaderamente era difícil de creer por su juventud y vitalidad. Finalmente una gran tristeza se apoderó de mí al ver la confirmación del fallecimiento por el grupo de la Cantera. Fueron días tristes y lo siguen siendo porque lo echamos mucho de menos toda la comunidad nazarena pero especialmente los nazarenos del Huerto de San Antón y la Cantera Nazarena. El puntal de nuestra hermandad se nos fue al Huerto eterno con el Jesús que tantas veces había abrazado para poner en andas. Las lágrimas y el desconsuelo se apoderaron de todos nosotros porque Edu era y es muy querido por todos los que le conocíamos. Me vienen a la mente bonitos recuerdos cuando cada sábado en la sede de nuestra Hermandad realizábamos nuestras actividades de la Cantera Nazarena y él siempre nos recibía con una gran sonrisa y una palabra amable para cada uno y nos explicaba las actividades que íbamos a llevar a cabo. También recuerdo cuando se celebraba el concierto Memorial Francisco Zafra en el que Edu ponía todo su corazón y esfuerzo para homenajear a su padre y en el que a partir de ahora no dejaremos de recordarle también a él. El día de la procesión infantil sentiremos un vacío muy grande al no verle en la sede para explicarnos el recorrido y acompañarnos para llevar el “pasete” durante la procesión. Le recordaremos y llevaremos en nuestros hombros y corazones cada una de las enseñanzas que nos dio. Pero será el Jueves Santo de 2022 cuando su recuerdo se hará más doloroso que nunca. El día que desfilamos con nuestra imagen titular, esa que tantos años él puso en andas el Lunes Santo y portó el día más importante para toda la hermandad. Su puesto en el banzo izquierdo como puntal quedará huérfano de su hombro pero estoy seguro de que nos acompañará arriba durante el desfile, junto a las imágenes del ángel y del Jesús que tanto

quiso y que nos reconfortará a su familia y a nosotros para que nuestra tristeza se transforme en pasión y entereza. El año pasado por estas fechas, Edu me invitó a que plasmase en un artículo mi experiencia y sentimientos como nazareno y como miembro de la Cantera Nazarena. Luego me dijo que le gustó mi escrito y que este año podría volver a escribir algo en nuestra revista. Nunca hubiera imaginado que este escrito fuera en recuerdo y homenaje a él y que estas palabras me doliesen tanto y me produjeran una tristeza tan profunda. A Edu le quedaba mucho por enseñar y a mí por aprender de él. Nunca llegará el momento que me había prometido de dejarme llevar unos metros su banzo en mi hombro, pues sabía la ilusión que me hacía, desde el momento en que llegaba a las andas por altura pero no por edad. Nos deja un gran vacío a su familia y amigos y también a la Cuenca nazarena, a cada una de las hermandades a las que perteneció y por supuesto a nuestra Cantera Nazarena. Nunca te olvidaremos Edu, gracias por todo lo que nos diste; seguiremos trasmitiendo tu pasión por la Semana santa y enseñanzas a futuras generaciones como tú nos las trasmitiste a nosotros. Descansa en paz, Edu, desde la Semana Santa eterna. Siempre formarás parte de nuestro corazón nazareno.” He aquí sólo una muestra de lo que Edu significa para los niños. Niños que han escrito estas palabras con lágrimas en los ojos, cómo yo lo estoy haciendo ahora mismo, y otros muchos que ni si quiera han podido hacerlo, pero en los que se sin duda logró ocupar un hueco en su corazón y trasmitirles su pasíón y eso sólo lo consiguen los más grandes. Edu, descansa en paz Hermano. La semilla que sembraste en el Huerto tiene el buen fruto asegurado porque ¡NUNCA MUERE QUIEN ES RECORDADO SIEMPRE!

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Por Pablo Muñoz Miranzo ¿Recuerdan de cuando éramos felices y no lo sabíamos? De aquellas encendidas discusiones sobre qué hacer con los carros de los bebés en las procesiones, o de si el cartel era mejor o peor que el año pasado,… ¡Benditos problemas! Sólo pensar en aquellos aspectos que no nos gustaban de nuestra Semana Santa, los berrinches o las desilusiones parecen otra cosa con la perspectiva de la pandemia. Hace cinco años se hablaba, entre otras cosas, de las Marías. Por aquel entonces pudieron verse por primera vez en Cuenca, el hábito blanquinegro de la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores y las Santas Marías. Fue en la Procesión del Santo Entierro, cerrando el cortejo del resto de las Hermandades con sus respectivos guiones, ante la sorpresa de los espectadores y, por qué no decirlo, de nuestro propio asombro viéndonos culminar lo que no hacía tanto era una locura de juventud. Resultaba imposible ocultar la sonrisa en los minutos previos a la salida de aquella procesión, y más escuchando las felicitaciones y muestras de afecto que recibíamos del resto de representantes y miembros de las hermandades. El Domingo de Resurrección, ya sin capuz, la juventud de aquellos integrantes se hizo todavía más visible para el mundo nazareno: éramos lo que se veía, un grupo de jóvenes que irradiaban alegría e inocencia. Hace un lustro la Junta de Cofradías abrió sus puertas y dejó paso a un torrente de ilusión. Aquel grupo de nazarenos entendían que pertenecer a la institución ya era en sí, una meta, y se debe a que la vocación de la Hermandad era la de complementar una Semana Santa a la cual amábamos como los que más, siendo nuestra misión la de buscar nuestro pequeño hueco, añadiendo un diente más al engranaje de la representación de la Pasión en Cuenca. Por aquel entonces parecía no haber nada que nos parase, teníamos ese punto de osadía y optimismo ciego que da la juventud. Aquellas procesiones y la presentación de las imágenes fueron el paso previo para desembocar en nuestra primera salida en procesión; nadie podía imaginarse por ese entonces, que iba a ser, hasta ahora, la única. Convivimos permanentemente con un hecho inédito, como es que en cinco años de vida sólo hemos podido salir una vez en procesión. Hay que comprender las dimensiones de este hecho: más de 200 hermanos no han podido vivir una procesión de su hermandad, la cual, todavía no ha podido estrenar gran parte de sus enseres que fueron costeados precisamente por la única subasta que ha habido. Si nos acercamos al plano personal el problema adquiere su verdadera dimensión, y es que la vida no ha parado para ninguno

de nosotros, y vemos en cada uno de los banceros o los portadores de enseres de aquella procesión una pequeña historia: unos han acabado casándose; otros han terminado una carrera; niños que participaron con chupete y en los brazos de su madre, ahora ya corren por el patio del colegio;... Para todos y cada uno de ellos, el no haber podido añadir a sus vidas todos los momentos de las procesiones perdidas es, en cierto modo, un pequeño drama. Aquella procesión ha cogido tintes casi míticos, como el eco de una estrella que estalló hace años, es algo que nos guía y nos motiva. Desde entonces la Hermandad ha tratado de continuar como si hubiera salido a la calle todos estos años. Por poner un ejemplo, en cada Cuaresma las camareras se han seguido reuniendo para diseñar el vestuario con el que iban a ir vestidas el Sábado Santo. Horas de pruebas y trabajo constante en busca de mejorar la puesta en escena que ha llegado, incluso, a modificar ligeramente la disposición de las imágenes en las andas. Toda esta labor silenciosa se verá reflejada, de manera muy notable, tan pronto Las Marías atraviesen de nuevo la puerta de San Esteban. A pesar de las dificultades la hermandad ha seguido creciendo en todos los sentidos: nuestras Sagradas Imágenes han sido ungidas por los rezos de todas las personas que se han acercado a su Iglesia en todo este tiempo. Nuestra Señora, la piedra sobre la que se asienta el futuro de un proyecto que sigue sumando hermanos y ampliando su patrimonio. La ausencia de subastas ha sido paliada con las donaciones. Así, por ejemplo, este año Nuestra Señora de los Dolores estrenará una aureola diseñada por Adrián López, que ha sido costeada por varios hermanos, pero no será ésta la única novedad. Los nazarenos de Cuenca contemplarán en 2022 una procesión del Duelo con las señas de identidad que ya mostró cuatro años atrás, pero con un empaque y una riqueza en matices fruto un trabajo en forzoso silencio durante todo este tiempo. Se podrá apreciar desde la cabecera de la procesión, completamente rediseñada para resaltar la Cruz de Guía desnuda. También se verán los faroles que se estrenan, inspirados en los que se utilizaban a principios de siglo. También se podrá escuchar, con un riquísimo repertorio de marchas procesionales, muchas de las cuales son inéditas por no haber podido estrenarse todavía. Pero si hay algo que estrenamos es la ilusión por vivir de nuevo una procesión. En cierto modo recuperamos aquellas miradas de asombro de hace cinco años y la aplicamos tomando cada momento como si fuera el primero, y ver a nuestra Semana Santa con los ojos del que la descubre, del que rememora aquella época no tan lejana en la que éramos felices y no lo sabíamos.

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Pregón Juvenil de la Semana Santa de Cuenca 2021

Por Víctor Bascuñana Gómez (1º ESO) Siempre es difícil ponerse delante de una hoja en blanco, este año aún es más complicado sabiendo todo lo que nos ha pasado desde marzo de 2020 y conociendo de antemano que no habrá celebración en las calles de Cuenca de lo que a nosotros los conquenses más nos gusta y disfrutamos. Todos sabemos lo que es, pero por si alguien anda despistado os lo digo. LAS PROCESIONES DE NUESTRA SEMANA SANTA. Durante este año tan largo los nazarenos hemos tenido que añadir una palabra más en nuestro vocabulario, PANDEMIA, si ya temíamos y tememos a la palabra LLUVIA ahora hay que añadirle la que os he comentado, pero tranquilos que pronto esta nueva palabra será historia y podremos recobrar nuestra normalidad. Dejemos de lado las cosas malas, seamos positivos. Cierren los ojos y acompáñenme yo les cuento, intentaré que por un momento olvidemos todo lo que nos ha ocurrido. Síganme no se retrasen que empezamos este pequeño viaje por la memoria y los viejos recuerdos que todos guardamos muy dentro de cada uno de nosotros. Aprovecharemos esos momentos mágicos para transportarnos en el tiempo y disfrutar de una Semana Santa plena y a la vez real, tan real como la vida misma. Primero nos situaremos en una Cuenca primaveral con los almendros y el árbol del amor en flor, se nota que está siendo una Cuaresma muy intensa, la ciudad se ha llenado con los carteles anunciadores de Nuestra Semana de Pasión, hay otros carteles con todas las actividades organizadas durante estos días por las distintas Hermandades, así como las tiendas que hay en la ciudad se han llenado de colores, con las diferentes telas que dan color a nuestras túnicas (morado, blanco, oro viejo, granate, verde) gracias a esto nuestras procesiones abarcan un grandioso abanico cromático.

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En otros escaparates podemos ver velas, tulipas, cruces, cucuruchos de rejilla, de cartón para los capuces, todo lo imprescindible para que podamos acompañar a nuestras Sagradas Imágenes. Sin duda lo que me gusta mucho es mirar los escaparates de las librerías para ver que libros hay sobre nuestra Semana Santa para después al llegar a casa acercarme a la estantería y ver si está o no, al final acabo cogiendo alguno para volver a verlo de nuevo una y otra vez. Hay varios, pero sobre todos sobresale uno grande y azul que recoge muchísimos pregones y que en su día publicó la Caja de Ahorros de Cuenca. La mayoría de las veces acabo cogiendo uno de fotografías que se llama Nazarenos, cuyo autor es Ramón Herraiz, me gusta observar esas fotos y siempre ando buscando a ver si conozco a alguien. Al fin y al cabo, son recuerdos. Sigamos avanzando no nos desviemos…. Tiempo de Cuaresma, tiempo de preparación y como os he contado la ciudad se está preparando poco a poco para su Semana, pasan los días y cada vez el ajetreo de preparativos es mayor se nota que queda poco ya casi ha llegado. Ya se han celebrado las Juntas Generales, las subastas, las puestas en andas en la gran mayoría de los templos de la ciudad. Paciencia, todo llega Viernes de Dolores, último día de clase. Nos despedimos los compañeros, pero sabemos que durante estos días nos veremos en repetidas ocasiones. Es un viernes más pero no es como otro cualquiera. Hoy haremos la pertinente visita al Santuario de la Patrona de la Diócesis, la tan querida Virgen de las Angustias por los conquenses. Como es típico hoy será el pregón, que nervios tendrá el elegido, no me lo quiero imaginar. SUERTE. Por el atril de la antigua Iglesia de San Miguel han pasado grandes maestros de las letras, como Federico Muelas, periodistas de renombre, como Pilar Ruipérez, hasta personas humildes pero que son y serán NAZARENOS con mayúsculas pues han trabajado, trabajan y trabajaran por nuestra Semana Santa, como Rafael Redondo, nuestro “Herrero de la Pasión” como le bautizo Fernando Soria en los años 80, según he podido leer. Debe ser muy difícil y a la vez emocionante hablar en ese escenario y siempre bajo la atenta mirada del Ecce Homo de San Miguel, que es quien preside el acto del pregón. Que comience la Semana Santa…. A todos nos gustaría que nuestros pasos pudieran salir a la calle, pues ese es uno de los fines de cada una de las hermandades que componen la Semana Santa de Cuenca, pero este año sigue sin ser un año normal, por lo que os ánimo a seguir con los ojos cerrados y así con mis palabras pueda llevaros a la Semana Santa que todos deseamos. Domingo día de la alegría, palmas y ramos. El Señor entra en Jerusalén a lomos de la borriquilla, todos lo recibimos con alegría y como manda la tradición el que no estrene algo se le caerán las manos, no sabemos si será verdad o no, pero por si acaso lo hago un año tras otro. Lunes Santo, día de las siete palabras, día de penitencia y oración. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». ... «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso». ...

«Mujer, ahí tienes a tu hijo». ... «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?». ... «Tengo sed». ... «Todo está cumplido». ... «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Martes el Precursor nos anuncia con sus trompetas heráldicas que todo ha comenzado. Perdón y redención para María Magdalena y el color verde esperanza nos indica que la Madre ha salido para acompañar a su Hijo. El blanco de los capuces nos traslada a la noche de luna llena de nuestro Miércoles Santo. Muchas palabras nos marcan en esta noche de silencio. «Tomad y comed». «Padre, mío si puede ser que pase de mi este cáliz». «Esta noche, uno de vosotros me traicionará». «Guarda, tu espada en su lugar». «Antes que el gallo cante, me negarás tres veces». «Salve, rey de los judíos». Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y Ascensión. Día de Paz y Caridad, desde primera hora de la tarde se ve por el centro de la ciudad el ir y venir de los nazarenos, pero todos camino de un mismo barrio y un mismo Templo. Desde San Antón y la hora fijada volveremos a escuchar redobles de tambores, marchas y el golpear de las horquillas en este nuevo Vía Crucis que tenemos en la calle. De nuevo silencio, a qué se debe. Llega la Soledad mecida por sus banceros y con las horquillas enmudecidas para que nada le moleste en este largo caminar tras su Hijo hacia el Calvario. La noche más larga se avecina, en toda la ciudad se escuchan los tambores destemplados y clarines desafinados. La turba inicia el camino mientras Mangana marca la hora Jesús comienza su particular Camino del Calvario según Cuenca. Los herreros encienden sus fraguas para que la Soledad no tenga frío en la madrugada del Viernes Santo, pero antes como decía el poeta: «¿Dónde por la serranía tan de mañana San Juan?». Cuenca de nuevo nos vuelve a recordar que es Gólgota con todas las cruces puestas en el orden que nos indica el Evangelio. La hora nona ha llegado, la semana y el día han sido agotadores pero todo esto no tendría sentido sin la RESURRECCIÓN. Todo ha ocurrido según está escrito. Por todo esto y por muchas cosas más, me gustaría pediros a vosotros los mayores lo siguiente: No perdáis la Fe. Tened siempre la ilusión del niño que lleváis dentro. Seguid mostrándonos el camino que a vosotros os enseñaron. Todo pasará. Resurgiremos con mucha más fuerza para que todo lo aprendido no se olvide. Abrir de nuevo los ojos y dejarme decir una cosa más para terminar. Cuenca, como nadie, volverá a contar esta historia por sus calles.

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Fotografía: Antonio Abarca

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Fotografía: Enrique Martínez Gil

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Por Rafael Pérez Caballero elegido uno de ellos. No disponemos de más información de estos modelos que fueron sometidos a votación entre los hermanos, lo que es importante reseñar es que cuatro días antes, el 25 de enero de ese año se había firmado el contrato entre la Junta de Cofradías y el escultor Federico Coullaut Valera para encargar la construcción de la nueva imagen del Ecce-Homo. En este contrato, además de fijar el precio de coste en 12.000 pesetas, el escultor se compromete a entregar la imagen en su estudio el día “31 de marzo próximo venidero en condiciones de poderla sacar procesionalmente en la Semana Santa y para tener tiempo suficiente para prepararle las andas y exponerla al público”. Estas andas primeras no serían las definitivas, ya que solamente desfilarían en procesión desde ese 1941 hasta el año 1950, en las cuales se estrenarían las actuales que podemos contemplar y que son el objeto de este artículo. Ya en el año 1944, en la Junta de 12 de marzo vuelve a salir el asunto de las andas y “se da un voto de confianza a la directiva para que estudie ampliación y reforma de las andas”. Esto se explicaría por el número de banceros, que fueron doce en 1941 y aumentaron su número a dieciséis ese año. Sería en la Junta de 8 de enero de 1950, Junta Extraordinaria, cuando se reúna de nuevo la hermandad para “tomar solo y exclusivamente el acuerdo de la construcción de nuevas andas”. Ya en agosto del año anterior se había hablado de reformar las andas que se venían utilizando o de construir unas nuevas. Volvamos a enero de 1950, en la Junta se ven los presupuestos y diseños facilitados por don Apolonio Pérez Llandres, y fueron elegidos entre varios modelos decantándose la hermandad por el llamado “modelo nº 1”, cuyo coste alcanzaba la cifra de 7.000 pesetas de las cuales se pagarían 4.500 en el momento de recibirlas y el resto en plazos “como le pueda permitir las fuerzas económicas a la Hermandad”. Se hace constar que estas nuevas andas se deberían entregar el 25 de marzo de ese mismo año.

Fotografía: Pascual (Archivo de la Hermandad)

Si nuestra mirada, al contemplar el paso de las distintas procesiones, se centra en las magníficas tallas escultóricas que van desgranándose día a día en los desfiles procesionales de Cuenca, no en menos cierto que también nos fijamos en las andas que cada Imagen o grupo escultórico soporta. Hemos ido viendo sus cambios, las sustituciones de unas, más antiguas, por otras nuevas. Algunos echan de menos en sus hermandades aquellas andas que parecían mejores que las actuales. Otras han ido cambiando al igual que ha cambiado la Semana Santa. Otras son producto de la época en que se realizaron, porque también las distintas décadas han ido marcando el estilo de cada una de ellas. Las andas con las que actualmente desfila cada Miércoles Santo la gran talla del Santísimo EcceHomo de San Miguel pertenecen a un pequeño y, para mí, selecto grupo de andas que han resistido el tiempo y han sobrevivido a nuevas modas y cambios desde aquellos años 50 del siglo pasado. Son una explosión barroca, doradas, siendo un eslabón entre las antiguas andas de nuestros pasos, pequeñas y sencillas de los años anteriores a la Guerra Civil hasta las nuevas que tuvieron que fabricarse para los nuevos grupos escultóricos más grandes de los años 40. Andas, es una palabra que cada conquense conoce casi al nacer. Es junto a banzo, horquilla, capuz y tantas palabras las que forman parte de nuestro aprendizaje nazareno desde que somos niños. El diccionario de la Real Academia Española define que la palabra “andas” proviene del latín amites que es el plural de ames que significa angarillas. En su primera definición las andas son “tablero que, sostenido por dos varas paralelas y horizontales, sirve para conducir efigies, personas o cosas”. Haciendo un poco de historia, las primeras andas posteriores a la destrucción que sufrió la hermandad durante la Guerra Civil se eligieron en Junta General de 29 de enero de 1941. En esta Junta se presentaron tres modelos de andas quedando

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Fotografías: Luis Miguel Caballero

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Y así fue. El paso se puso en sus nuevas andas el Domingo de Ramos día 2 de abril, quedando el paso expuesto en la Iglesia de El Salvador hasta el lunes de Gloria una vez terminase la procesión del Miércoles Santo. Hay que recordar que durante estos años la hermandad se incorporaba a la Procesión del Silencio cuando ésta llegaba a la Plaza Mayor y terminaba su procesión en la Iglesia de El Salvador. Las andas nuevas salieron este año en su color de madera, sin dorar ni platear. Con el fin de reunir la cantidad de dinero suficiente para el pago de las andas varios hermanos se dedicaron a esta tarea. Para ello se hicieron tres grupos que irían visitando a los hermanos para recabar donativos. Estos “grupos” estaban encabezados por los hermanos Florián Montero, que recaudó 510 pesetas, Joaquín Borja con 285 pesetas recaudadas y el de Epifanio Rubio con 305 pesetas. A todo esto, se añadió la venta de Lotería de la Navidad de 1949 que dejó 800 pesetas en las arcas y la subasta de banzos para esta Semana Santa de 1950 que dobló la subasta del año anterior. La intención de la hermandad era terminar las andas dándoles un dorado o plateado. De nuevo se convocará una Junta con carácter extraordinario el 13 de octubre de ese año para tratar “sobre ver la forma de dorar las andas para el presente año”. Se vota entonces si “se han de dorar o platear, acordándose por mayoría que sean doradas”. Ya con el respaldo de la hermandad en enero de 1951 se convocará de nuevo una Junta Extraordinaria “para tratar sola y exclusivamente la forma de dorar las andas para este año”. Se acuerda que el dorado lo haga el Sr. Gimeno. Se trata de Enrique Gimeno Monrabal 1, la hermandad tenía la intención de tener las andas ya doradas para primeros de marzo de este año (el 18 de marzo sería Domingo de Ramos). El precio del dorado de las andas será de 8.000 pesetas que serían pagadas de la siguiente forma; la cantidad de 2.000 a la entrega del trabajo y las restantes “en plazos como lo permita el estado económico de la hermandad”. Hay que recordar que la hermandad sumaba el coste de este do-

rado a los plazos que se estaban pagando de la construcción de las andas. Con el fin de recaudar se acordó hacer unos boletos con el fin de entregar a los hermanos y que fueran rellenados con la cantidad que cada uno estimase para pagar por trimestres. Las andas anteriores se vendieron a la localidad conquense de Villar de Olalla por 1.000 pesetas. Todas las gestiones del dorado de las andas las llevaron a cabo los hermanos Mayores Manuel Saiz Abad y Victoriano Palomo. En el año 1957 “se acuerda nombrar una comisión para visitar a los hermanos con el fin de requerirles par ayudar con una cuota extraordinaria a los gastos hechos con motivo del dorado de los grupos”, los hermanos encargados fueron Felipe Grande Real, Santos Cañas Castillo, Valeriano Ruiz Campos y Pedro Castellanos Barreña. Durante los años siguientes la hermandad fue realizando los correspondientes pagos, reflejándose en los libros de cuentas los apuntes contables anotados como “recibo Apolonio”, “recibo pintor Gimeno” y similares hasta el año 1960 que se paga la última factura del dorado de Enrique Gimeno. Los grupos de luz de las andas aun tendrían una modificación, ya que se les añadió una pieza más de madera tallada en forma de “s” que es la que vemos actualmente desde aproximadamente el año 1957. Las andas, además de pequeñas restauraciones y arreglos puntuales fueron restauradas y de nuevo doradas en el año 1994 por el taller de José Antonio Martínez de la localidad de Horche (Guadalajara) con oro de ley y un coste de 761.645 pesetas. En este año 2022, tras dos años sin desfilar por la pandemia estas andas cumplirán 72 años desde su primer desfile procesional de 1950, siendo un patrimonio muy importante para la hermandad. Debajo de ellas han sido muchos los banceros que cada Miércoles Santo han, hemos portado nuestra querida talla del Ecce Homo. Unas de las mejores andas salidas del taller conquense de Apolonio Pérez para elevar al cielo una magnífica escultura de Federico Coullaut Valera.

1. Enrique Gimeno Monrabal, en el año 1964 fue Maestro de Taller de Dorado y Policromía en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Madrid. Bibliografía: Libro de Actas de la Venerable Hermandad del Santísimo Ecce-Homo de San Miguel. Libro de Cuentas de la hermandad. 150 años Venerable Hermandad del Santísimo Ecce-Homo de San Miguel. Libro de historia de la hermandad. 2011.

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Por Mikel Rubio Pinedo En el año 1947 el afamado escultor D. Federico Coullaut-Valera realizaba una de sus obras maestras: la Sagrada Imagen de Jesús con la Caña, una de las tallas procesionales más sobresalientes de nuestra querida Semana Santa. Entregado a su Hermandad pocos días antes de su primera procesión, expone al Señor presentado al pueblo después de ser azotado, coronado de espinas, cubierto por la clámide romana y por cetro una caña. Realizada íntegramente en madera policromada, está tallado magníficamente con las técnicas de la imaginería barroca más clásica, si bien partes como el paño de pureza son de inspiración neoclasicista, con ciertos matices modernistas. En el 2022 se cumple el 75 aniversario pues de la hechura de Jesús con la Caña y su Venerable Hermandad quiere celebrarlo programando una serie de actividades dirigidas no solo a sus hermanos, sino a la ciudad entera, devolviendo así el cariño que esta le muestra cada día. Los Cultos anuales y extraordinarios irán arropados por actividades culturales y sociales como es propio de una entidad cofrade con más de 500 años de historia. Serán dos exposiciones y un ciclo de conferencias de primer orden que seguro serán de interés no solo de las personas cercanas al mundo de las cofradías sino también a amantes del arte y la historia. CULTOS CUARESMALES Como es lógico en una fecha tan importante, los Cultos Cuaresmales a celebrar en el primer fin de semana de Cuaresma, serán cuidados con celo y especial atención. El sábado 5 de Marzo se realizará una Solemne Veneración que sustituye al tradicional Besapié dadas las actuales medidas sanitarias. Tras la última Misa del día se realizará la Ceremonia de Bendición e Imposición de la Medalla de la Hermandad a los hermanos que lo hayan solicitado previamente. El domingo 6 de marzo se celebrará Solemne Misa de Hermandad en Honor a Jesús con la Caña en el 75 Aniversario de su hechura. La parte musical correrá a cargo de la Capilla de Música de El Salvador y al órgano Carlos Arturo Guerra Parra, organista titular de la S. I. Catedral de Cuenca, interpretando entre otras piezas la obra de música sacra “Cristus Factus Est” del afamado autor David Hurtado y que fue regalada a la Hermandad. Al día siguiente, lunes 7 de marzo se celebrará la Misa de Difuntos. Además de los tradicionales Cultos Eucarísticos en la Octava del Corpus, se oficiará una Misa de Requiem dedicada por el alma de D. Federico Coullaut-Valera, y se potenciarán unos Cultos Extraordinarios en la S.I. Catedral para la Solemnidad de Cristo Rey.

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Fotografía: Javier Ayllón

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Detalle de la Clámide Decimonónica

EXPOSICIÓN EL TESORO BORDADO En breves fechas, la Hermandad recibirá en la ciudad de Sevilla la llamada “Clámide decimonónica” que en estos momentos está siendo restaurada en el prestigioso taller Sucesores de Esperanza Elena Caro, uno de los mejores del mundo, bajo la supervisión de Carla Elena Meléndez y Gonzalo Navarro Ambrojo, conservadores y restauradores de bienes culturales. La restauración ha sido cofinanciada por la Excma. Diputación Provincial de Cuenca y nuestra Vble. Hermandad. Esta Clámide, propiedad de la Hermandad, fue donada por Felipe de la Plana en el año 1879. De estilo isabelino y mostrando un recorrido entero por los distintos atributos de la pasión del Señor, está confeccionado sobre terciopelo de seda roja con tonalidades púrpura y es, sin duda alguna, la joya desconocida del bordado en las hermandades de Cuenca. La Imagen del Jesús con la Caña la vistió desde su llegada, hasta que la Hermandad recibió el manto encargado a Encarnación Román, a finales de los años 50 del pasado siglo XX. Considerada por los especialistas consultados una obra única, irremplazable y de singulares características, no solo por su valor artístico, también por su enorme valor histórico, con técnicas ahora desconocidas al perderse con el paso de los años. Esta pieza, hasta ahora casi desconocida, será el elemento central en una exposición cuya temática sería el ajuar bordado de Jesús con la Caña, siendo su hermandad una de las que mayor ajuar bordado en oro atesora. Dos de ellas son del s. XIX, y las tres restantes de la segunda mitad del s. XX. Las acompañarían otras piezas de bordado en oro que posee la Hermandad, piezas de orfebrería de época, enseres procesionales, y diversos documentos históricos de los siglos XVIII y XIX. Nunca antes habían estado cinco de los seis mantos de Jesús con la Caña juntos, siendo esta una oportunidad única de contemplarlos de cerca y ver sus detalles.

Cartel del IV Ciclo de Formación de la Cátedra

La exposición se celebrará durante la Cuaresma en la Sala de Exposiciones temporales de la S.I. Catedral de Cuenca, a la que agradecemos enormemente su colaboración. Tras la inauguración se realizará una conferencia de divulgación dentro del ciclo ‘Lunes Culturales’ de la Catedral, por parte de Carla Elena Meléndez y Gonzalo Navarro Ambrojo, conservadores y restauradores de bienes culturales y con seguridad los mayores especialistas existentes en bordado antiguo. Ambos hablarán de la restauración realizada, las piezas expuestas y del enorme valor del textil catedralicio. IV Ciclo de formación de la CÁTEDRA GONZÁLEZ FRANCÉS La Cátedra González Francés que cada año organiza nuestra Hermandad junto a la Acción Pastoral de la parroquia de Ntra. Sra. de la Luz pretende poder ofrecer a nuestros hermanos, hermanos de otras hermandades y fieles en general, actividades de formación permanente. Esta Cátedra está dedicada desde sus inicios al conquense y hermano de nuestra corporación D. Manuel González Francés que en la segunda mitad del s. XIX fue Canónigo Magistral de la Catedral de Córdoba. Fue un auténtico ejemplo en lo que a la educación se refiere, integrado en la vida pública cordobesa fue cofundador y codirector del periódico católico La Tradición (18691870); miembro numerario de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba desde 1886; publicó varios libros y fue considerado uno de los mejores oradores religiosos de España no solo por su elocuencia, también por una vastísima erudición y conocimiento muy profundo especialmente de la Teología, la Filosofía y la Historia. Pero, con toda seguridad, su obra más importante fue la fundación de diversas escuelas-asilo, lo que le valió de diversos honores en la ciudad de Cordoba así como una calle en nuestra ciudad.

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El fotógrafo Gerardo Vielba. Foto: Elías Dolcet

La Cátedra González Francés es un foro con el que la Hermandad pretende crecer en el conocimiento y la formación desde diversos prismas. En esta su cuarta edición pretende dar cabida a ponentes de fuera de nuestra ciudad, que aporten una visión externa respecto a los temas a tocar. Con el título ‘Hermandades y Cofradías ante el siglo XXI’, la Cátedra constará de cuatro ponencias que realicen un recorrido histórico, teológico, de vivencia cofrade y de encuentro con la sociedad que nos rodea. Las conferencias pretenden agruparse en un solo fin de semana, sin confirmar a cierre de estas líneas, y en la Iglesia de Ntra. Sra. de la Luz. El reunir todo en un mismo fin de semana nos permite propiciar así el debate entre los diversos ponentes, y el enriquecimiento de las jornadas preparando actividades complementarias para los asistentes. EXPOSICIÓN GERARDO VIELBA EN NUESTRA SEMANA SANTA Hace un tiempo una hermana nos avisaba de la existencia de una foto de nuestro paso en la colección permanente del Museo Nacional Reina Sofía. Titulada «Ecce Homo solo, Cuenca», datada en 1966 con la técnica de gelatinobromuro de plata sobre papel, su localización era la Sala 415, dedicada a «Humanismo y subjetividad. Fotografía Documental en España». Allí pudimos encontrar no solo nuestra foto, también parte de la maravillosa obra de su autor: el fotógrafo madrileño Gerardo Vielba (Madrid 19211992). Puestos en contacto con el MN Reina Sofía, este nos facilitó la forma de acceder a la familia de este maestro de la fotografía.

Imagen de nuestra Hermandad en la colección permanente del Reina Sofía

Carmen Vielba, su hija, nos contó como sus padres viajaron a Cuenca en la Semana Santa de 1966, realizando este diversas fotos de nuestra semana mayor. Tras varias conversaciones, se le planteó la posibilidad de realizar en 2022 una exposición de la obra de ese viaje, aceptando de buen grado y poniendo a nuestra disposición ese fondo tan importante. Gerardo Vielba fue ingeniero técnico aeronáutico, siendo profesor en esos estudios posteriormente. Con inquietudes creativas, en la literatura llegando a ser finalista en un premio de novela corta. Pero su mayor aportación fue al mundo de la fotografía, siendo una de las figuras más destacadas de la llamada ‘Escuela de Madrid’, junto a fotógrafos como Gabriel Cualladó, Paco Gómez, Leonardo Cantero, Juan Dolcet y Fernando Gordillo. Colaborador asiduo de la revista Arte Fotográfico y otras publicaciones de ese género, entre los premios que logró en su carrera destaca el Premio Nacional de Bellas Artes en 1962, siendo además desde 1964 hasta su fallecimientoPresidente de la Real Sociedad Fotográfica de España. Queremos con esta muestra rendir un homenaje a este artista, desconocido para una parte del público y que, sin embargo, fue imprescindible para la renovación de la fotografía española de los años sesenta. La exposición constaría de las imágenes del viaje de este maestro de la fotografía en 1966 a nuestra ciudad, si bien a cierre de estas líneas, la sede y fecha aún está por decidir, se están valorando diversos emplazamientos. Un año muy señalado, como quedará por escrito en el número 2 de nuestra revista Rex Regum dedicado a la efeméride. Un año en que, si la pandemia lo permite, volveremos a reunirnos en una gran cena de aniversario. Pero sobre todo, un año en el que si Él así lo quiere volveremos a las calles de Cuenca, con la Procesión más especial de todas.

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Fotografía: Ignacio Blanco

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Por Jorge L. Martínez Ortega y Mikel Rubio Pinedo Tras el Cautivo de Málaga en la visita a “El Verbo encarnado” en la Catedral

Fotografías de los autores del artículo y de la organización del Congreso.

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Mesa de la Inauguración del IV Congreso Internacional de Hermandades y Cofradías.

La Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga celebró el pasado año 2021 sus primeros cien años de historia. Dentro de su programa de actividades se desarrolló en el mes de Septiembre el IV Congreso Internacional de Cofradías y Hermandades con el título “Religiosidad popular y Semana Santa. Fuerza evangelizadora”. Estos Congresos de carácter internacional comenzaron en Sevilla en 1999; tras ella la ciudad de Murcia se encargó de la celebración de la segunda y tercera edición en 2007 y en 2017 y en esta cuarta sesión le llegaba el turno a Málaga. Paralelamente a este Congreso se celebró el II Fórum Paneuropeo de las Confraternidades (denominación italiana para las hermandades) tomando el relevo a Lugano (Italia). En ambos eventos la Semana Santa de Cuenca estuvo presente y representada por la Muy Antigua, Ilustre y Venerable Hermandad Sacramental y Cofradía Penitencial de Jesús con la Caña. El Congreso se centraría, en palabras de la Presidenta de su Comité Científico, Paloma Saborido Sánchez, ‘en el análisis de la religiosidad popular concretada en la Semana Santa, no solamente como objeto de catequesis, sino como forma activa con la cual el pueblo se evangeliza continuamente a sí mismo’. Tres ejes diferenciados que, teniendo como hilo conductor la pastoral desarrollada en las Cofradías y Hermandades, se desarrollaron en las tres jornadas de sesiones. Con el llamamiento de Monseñor Catalá Ibáñez, Obispo de la Diócesis de Málaga, para que los cofrades no dejen de ser testigos de Cristo, los preceptivos discursos de bienvenida daban paso a la primera sesión dedicada a “La Religiosidad Popular como base y principio de la Semana Santa”. Paloma Saborido, fue la encargada de presentar a Monseñor Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la

Nueva Evangelización de la Santa Sede, que impartió la conferencia inaugural. Fisichella defendió el uso del término ‘espiritualidad popular’: “La religiosidad no se refiere a una religión en concreto. Es el sentido que pertenece a toda persona que siente en su interior el sentido de lo infinito. La piedad es una posición de respeto, afecto y devoción hacia Dios. La espiritualidad popular toma fuerza de una relación sencilla pero directa con el Señor, la Virgen María y los santos”. Durante toda su intervención exhortó el papel evangelizador de los cofrades, “Necesitamos hombres y mujeres cuyo intelecto esté iluminado por Dios. Las cofradías pueden hacer suyas esas observaciones de responsabilidad, conscientes de que desempeñan un papel eclesial en nombre de la comunidad cristiana. La transmisión de la fe parte de aquí, de la credibilidad como creyente y que la gracia actúa hasta el punto de convertir el corazón. Sed misioneros del amor y de la ternura”. Interpelado en el turno de preguntas por el recelo y el rechazo de una parte del clero a la religiosidad popular, respondió claramente “el pueblo no puede ser humillado en su expresión de la fe”, lo que obtuvo un aplauso unánime y espontáneo de los asistentes. Muy interesante y fructífera resulto la mesa redonda “La religiosidad popular como expresión de un pueblo” ocupada por los Catedráticos de Antropología de las Universidades de Sevilla y Granada, los profesores Isidoro Moreno Navarro y Rafael Briones Gómez. Ambos profesores incidieron en la importancia social, cultural y económica de la religiosidad popular en general y las hermandades y cofradías en particular en una sociedad tan secularizada como en la que nos encontramos.

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Fotografía: Ignacio Blanco

La profesora Dña. Elisa Estévez López hablando del Protagonismo de las mujeres en los relatos de la Pasión.

En la mañana del segundo día se celebró el II Fórum Paneuropeo de Confraternidades, con representación de diversas confraternidades europeas, con ponencias llegadas desde Italia, Francia y Suiza. Fue muy interesante conocer las confraternidades de estos países y las diferencias existentes con nuestras hermandades. Especial hincapié se hizo en la necesidad de que las hermandades y cofradías “sean escuchadas como parte importante de la iglesia en el próximo Sínodo, y no vuelvan a ser olvidadas subestimando su importancia como fuerza evangelizadora”. Ya por la tarde, la mesa redonda “La evangelización a través de los personajes secundarios de la Pasión” quiso mostrar la significación que tiene en la misión evangelizadora la actuación de esos personajes accesorios y episódicos que aparecen en el relato de la Pasión de Cristo en cada uno de los Evangelios. Así, Carlos Gil Albiol, profesor titular de Nuevo Testamento de la Universidad de Deusto, calificó la conversión del Centurión al pie de la Cruz como “la confesión cristológica más importante del Evangelio de San Marcos, cuando afirma que, verdaderamente, ese Hombre es el Hijo de Dios”. Elisa Estévez López, profesora titular de Sagradas Escrituras de la Universidad Pontificia de Comillas centró su ponencia en la importancia de las mujeres en los relatos de la Pasión, “cuando Jesús moría en la Cruz ellas estaban allí, no lo abandonaron, fueron testigos principales de su sacrificio”, concluyendo con que “el testimonio de las mujeres respecto a la Resurrección adquiere forma textual en los Evangelios. Fue considerado crucial, porque es el núcleo de la fe”. “La evangelización a través del sacrificio físico de la Pasión de Cristo” fue el título de la mesa redonda que quiso

acercar y profundizar acerca de la fuerza catequizadora que ofrece la Pasión de Nuestro Señor. En la misma, José María Ribas Alba, profesor titular de Derecho Romano de la Universidad de Sevilla, expuso un detallado análisis jurídico del Proceso judicial a Cristo. Alfonso Sánchez Hermosilla, profesor de medicina forense de la UCAM y miembro de la Comité Científico del Centro Internacional de Sindonología de Turín, elaboró un escalofriante informe forense de la Pasión del Señor a partir de las pruebas con las que contamos: el relato de los Evangelios, el Sudario de Oviedo y la Síndone de Turín. Por último, Paolo di Lazzaro, investigador principal del Centro de Investigación ENEA y Subdirector del Centro Internazionale di Studi sulla Sindone, realizó una portentosa disertación acerca de la Síndone de Turín, como corresponde a uno de los máximos conocedores y especialistas a nivel mundial de la Sábana Santa. Monseñor Melchor Sánchez de Toca y Alameda, Subsecretario del Consejo Pontificio de la Cultura del Vaticano, fue el encargado de pronunciar la conferencia titulada “Movimientos de la religiosidad popular. La expresión del pueblo.” En ella desarrolló un análisis del panorama actual del catolicismo en España, manifestando que “en España se aprecia un rápido declive en la participación y en la vida cristiana desde la Transición, observándose una transformación cultural hacia un mundo secular” y haciendo referencia también a la frase “believing without belonging”, que describe un aumento en el número de personas que afirman ser espirituales pero no religiosas. Así mismo afirmó que “ la religiosidad popular es la lengua materna de la humanidad” y animó a los presentes a seguir ejerciendo su labor evangelizadora dentro de las herman-

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Los representantes de la Hermandad de Jesús con la Caña con dos de los ponentes, José Luis Alonso Ponga (Salamanca) y Daniel Cuesta Gómez (Segovia)

dades, al ser estas el imán que sujeta en la fe a un gran número de personas. Por último, se quiso realizar una aproximación al fenómeno de la religiosidad popular tanto en el marco internacional como en el nacional. Bajo el epígrafe “La representación de la religiosidad popular en el ámbito internacional” se abordó el fenómeno cofrade promovido fuera de nuestras fronteras, prestando especial atención a los casos de México, Italia y las confraternidades centro-europeas. Muy destacable fue la intervención de Salvador Aguilera López, Oficial en el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en la Santa Sede en Roma y Licenciado en Teología Litúrgica y Liturgias Orientales. Su magnífica exposición “La Semana Santa en la Iconografía de la Tradición Bizantina” ilustró a los presentes en los símbolos y representaciones provenientes de la cultura bizantina que persisten en la actualidad y en la importancia en preservar esa cultura dentro de nuestras hermandades y cofradías. La última mesa del congreso se desarrolló bajo el título de “La representación de la religiosidad popular en el ámbito nacional”. En ella se realizó en primer lugar una aproximación global del fenómeno cofrade en España para después pasar a un análisis de la religiosidad popular más pormenorizado en las regiones andaluza, castellana y levantina. Especialmente relevantes e ilustrativas en este epígrafe fueron las intervenciones del Jesuita Daniel Cuesta Gómez, Licenciado en Historia, haciendo un bosquejo sobre el origen y la expansión de las cofradías desde la Edad Media por todo el territorio nacional y la del profesor José Luis Alonso Ponga, profesor titular de

Antropología de la Universidad de Valladolid, centrando su ponencia en la representación de la Semana Santa en Castilla. Al margen del programa científico, durante los días del Congreso, se desarrolló un programa cultural que incluyó un concierto de música cofrade ofrecido por la Banda de Música del Paso y la Esperanza y la visita guiada a la Exposición “El Verbo Encarnado” en la SICB de Málaga en la que se conjugaban trece imágenes titulares de las cofradías de Málaga con la intervención de otros tantos artistas malagueños que han realizado las peanas que sirven de soporte a las sagradas imágenes, añadiendo así un lenguaje contemporáneo. Otra visita destacable se realizó al Oratorio de la Cofradías de las Penas, donde Salvador Aguilera López y el autor de los frescos que decoran esta capilla, el pintor Raúl Berzosa, hicieron de guías explicando la simbología reflejada y la técnica utilizada en esta “Sixtina de Málaga”, como la denominó el Papa Benedicto XVI. Como colofón de estas fructíferas jornadas, y como acto de clausura de este Congreso, se celebró una Solemne Eucaristía en la Santa Iglesia Catedral Basílica presidida por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Don Jesús Catalá Ibáñez, Obispo de la Diócesis de Málaga. Quisiéramos terminar estas líneas agradeciendo a la directora científica del Congreso doña Paloma Saborido su acogida y trato personal, y destacando sus palabras: “creo que este Congreso puede ser un punto de partida para que los cofrades nos replanteemos algunas cosas. Podemos debatir sobre cera, flores o pregones, pero también podemos hacerlo sobre el concepto de religiosidad y sobre el fondo que representamos. Quizá es esta la formación cofrade que estábamos esperando”.

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Por Javier Viñuelas Torres

Fotografía: Javier Romero

Representante del Grupo Turbas de Cuenca en la JdC El pasado día 26 de enero tuvo lugar una Junta General de la Junta de Cofradías, y en el punto 7 del orden del día figuraba: “Información e inicio de la propuesta de modificación estatutaria”. Dicha modificación era la propuesta para dar entrada a Las Turbas de Cuenca en La Junta de Cofradías. Para ello es preciso reformar tres artículos de los estatutos que rigen a la institución nazarena de Cuenca. Finalmente, ese punto fue aprobado con el resultado de 73 votos a favor, 5 en contra y 4 abstenciones. Lo que viene a decir que un amplia mayoría de los miembros que representan a las hermandades de la Semana Santa de Cuenca están claramente posicionados a favor de la integración de Las Turbas de Cuenca dentro de la Junta de Cofradías. Previamente a la junta del día 26, desde la Comisión Ejecutiva de la JdC se había solicitado al Obispado un informe sobre la modificación estatuaria para la integración de Las Turbas en la Junta de Cofradías. El informe del Obispado vino a decir que había que reformar los citados tres artículos, al mismo tiempo que incorporaba la posible redacción de los mismos y sugería que se pidiera dispensa al señor obispo para acortar el proceso, ya que estas modificaciones no afectaban a la integridad y esencia del Estatuto. Desde la Comisión Ejecutiva de la JdC se ha procedido a enviar a todas las Hermandades la modificación propuesta de los tres artículos, para que éstas puedan efectuar las modificaciones que estimen oportuno, y en el plazo de un mes se volverá a convocar Junta General de la Junta de Cofradías, esta vez, “Extraordinaria” donde se aprobará la redacción definitiva de estos tres artículos.

La integración de Las Turbas en la Junta de Cofradías ha seguido un camino muy, muy largo, que la actual Junta Regidora del grupo Turbas de Cuenca lleva recorriendo desde el año 2016. Camino que no ha estado exento de múltiples problemas, trabas y alguna que otra “zancadilla”, todo eso sin contar las gestiones que ya realizaron los miembros de la anterior Junta Regidora. Desde el principio de nuestro mandato, comunicamos a la Junta de Cofradías nuestra intención de que queríamos y deberíamos pertenecer a la Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cuenca. Desde la institución nazarena nos contestaron que tal como se recoge en sus estatutos, lo primero que tendríamos que hacer sería convertirnos en Asociación Publica de Fieles. Nos pusimos manos a la obra y elaboramos un Estatuto para que el Obispado nos admitiera como Asociación Publica de Fieles, siguiendo siempre las directrices que nos había marcado el mismo. Nuestra primera sorpresa y decepción fue que el Obispado en el año 2017 no nos reconoció como Asociación Pública de Fieles, sino solamente Asociación de Fieles. Por lo que se nos cerraba la puerta de pertenecer a la JdC como miembro de pleno derecho. No obstante, el Obispado propone que se firme una Concordia transitoria entre el Obispado, la Junta de Cofradías y Las Turbas, que nos concedía ciertos derechos y reconocimientos pero que no era la integración tal y como nosotros pretendíamos. Dicha concordia fue bien acogida en el seno de la Junta de Cofradías y finalmente se firma el 1 de marzo de 2018. Pero, lógicamente, no nos quedamos ahí y seguimos trabajando para estar dentro de

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la Junta de Cofradías. Se suceden entonces numerosas visitas y consultas a los responsables jurídicos del obispado y con miembros de la Comisión Ejecutiva de la JdC. Y por si todo esto fuera poco, en 2020, un nuevo problema, que nada tenía que ver con la Semana Santa de Cuenca, vino a sumarse para paralizarlo y retrasarlo todo y hacer más desesperante el proceso: la pandemia por el covid-19, Finalmente, todo se ha reconducido y se ha podido llegar a un consenso, un punto de encuentro por el que, si bien no entraríamos en la JdC como miembros de pleno derecho, al no tener el reconocimiento por parte del Obispado como Asociación Pública de Fieles, prácticamente es como si lo fuéramos, porque se reconocen los mismos derechos y deberes que al resto de la hermandades con la única diferencia de que no formamos parte permanentemente de la Junta de Diputación, excepto cuando se trate cualquier tema relacionado con la procesión Camino del Calvario, asimismo estaremos presentes con voz y voto en cualquier estamento donde se trate algún asunto que concierna a esta procesión. Solo queda esperar que se produzca la votación en Junta General Extraordinaria para que las modificaciones a los artículos del estatuto sean aprobadas y, por fin, las Turbas de Cuenca pertenezcan a la institución nazarena conquense: La Junta de Cofradías. Por parte de la Junta Regidora de Las Turbas queremos destacar y agradecer la predisposición, ayuda y colaboración de la Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías para llevar a buen puerto esta integración. Asimismo, agradecemos a todas las hermandades el apoyo que nos han mostrado al respaldar por una grandísima mayoría la votación. Los objetivos de unos y otros, de nazarenos y turbos, de turbos y nazarenos son los mismos: todos queremos una proce-

sión Camino del Calvario que discurra con total normalidad; que el rito de Las Turbas se oiga con su sonido característico de roncos tambores y agudos clarines; que todos nos concienciemos que los exabruptos, de unos pocos, que impiden un desarrollo normal de la procesión, deben desaparecer… Entre todos tenemos que conseguir que la Procesión Camino del Calvario sea esa “Gran Procesión” que todos esperamos y que todos queremos. Y que nadie dude de que lo vamos a conseguir. Esperamos que este año, por fin, podamos escuchar el Miserere en San Felipe -cuatro años ya sin escucharlo son muchos años- y que tengamos una procesión normal. Estoy seguro de que todos nos esforzaremos para que así sea. Actualmente, la Junta Regidora nos encontramos trabajando en la organización de los actos culturales que hemos programado para este año y que consistirán en una exposición en el Centro Cultural Aguirre y en la edición de un “memorial extraordinario” dedicado a nuestra Semana Santa. Publicación que será entregada gratuitamente a todos los turbos. En ambos casos el tema es el mismo: los poemas de Pepe Bodoque ilustrados con los las composiciones de Javier Romero. Poemas y composiciones, composiciones y poemas, que durante la Cuaresma del año pasado fueron publicando en las redes sociales y que tan buena acogida tuvieron entre la comunidad nazarena conquense, a los que se le añadirán algunos inéditos. Queremos que este año “SÍ” haya procesión… Una procesión normal y completa… A fecha de hoy tenemos fe y, sobre todo, esperanza de que va a ser así. Desde todos los ámbitos competentes se está trabajando para que esta Semana Santa sea una Semana Santa especial. Deseamos que para esas fechas la pandemia tan solo sea un mal recuerdo, ese mal recuerdo que nos ha dejado sin tantos seres queridos y que jamás olvidaremos.

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Por Juan Carlos Muñoz del Olmo. Secretario y Hermano Honorífico de la I.V. H. La Negación de San Pedro 140 Cuenca Nazarena

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“Decíamos ayer”, en un artículo de esta misma publicación de la Junta de Cofradías, cuando se cumplían diez años de la Fundación de esta Hermandad haciendo referencia a su andadura desde el año 1992. Y ya han pasado otros veinte años. ¡Cómo pasa el tiempo! Agradecemos a la institución Nazarena, en especial a su coordinador de publicaciones Antonio Abarca, por permitir a las Hermandades asomarnos a este balcón y ver pasar la procesión de los sentimientos nazarenos expresados a golpe de pluma. No vamos a citar en esta ocasión las aportaciones materiales e inmateriales al Patrimonio de la Semana Santa de Cuenca por parte de esta Cofradía en sus treinta años de existencia, o de la recuperación de un paso perdido convertido en hermandad. Como tampoco vamos a hablar de los actos conmemorativos que se podían haber previsto para un Trigésimo Aniversario de la Fundación. Todo está en el aire, todo es parte del suspiro de la vida, del avance inexorable del tiempo. Todo se está despertando de manera tímida, contemplativa, desde la razón o desde el bloqueo emocional. No sabemos en estos momentos de pandemia cómo se presentará el panorama nazareno para este año. Aun así, los

integrantes de las juntas directivas de las diferentes hermandades estamos trabajando desde la fe, con ahínco e ilusión para una esperada Semana Santa. También la junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca dio a conocer su calendario nazareno, iniciándolo con la presentación del cartelista de este año, Enrique Martínez Gil. Los acordes aun flotan en el aire de aquella tarde del pasado 4 de febrero en el Auditorio escuchando las tres marchas procesionales interpretadas por parte de nuestra Banda de Música, estrenándose una marcha dedicada a los nazarenos fallecidos durante la pandemia en estos dos años y compuesta por José Mencías. Emocionante. No podía faltar la música. La música pasional que desde siempre ha estado muy ligada a esta hermandad por el afecto de hermanos vinculados con la misma, ya que son muchos los músicos que la integran. Sea pues la música procesional, ese bálsamo que alivia el peso del bancero, la protagonista de este Trigésimo Aniversario de la Fundación de la Ilustre y Venerable Hermandad de La Negación de San Pedro, como homenaje a los músicos, hombres y mujeres que lo hacen posible.

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Fotografía: Antonio Abarca

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“Cuando la Banda de Música de Cuenca lanzaba al aire las primeras notas musicales de la marcha “Semana Santa en España”, compuesta por el desaparecido Aurelio Cabañas, desfilaban imágenes, banceros, tulipas y guiones en una procesión del Silencio, ladera abajo de San Miguel, en busca de las aguas del Júcar en donde espera la Madre del Agua como dijo José Carlos Calvo al final de este acto que titularon, y muy bien, Música para un Hermanamiento porque, lo que vimos en San Miguel fue eso: música enlazada con palabras e imágenes para juntar a la Ilustre y Venerable Hermandad de La Negación de San Pedro en el XXV aniversario de su fundación (Hermandad de la que fue Hermano Mayor el propio Aurelio), con la Banda de Música de Cuenca que cada día suena mejor.” Con estas bellas palabras de José Luis Muñoz encabezaba su artículo en “El Liberal” a través de la prensa digital, donde plasmaba uno de los actos más esperados por cofrades y conquenses, el Hermanamiento con la Banda de Música de Cuenca de la Ilustre y Venerable Hermandad de La Negación de San Pedro en la Iglesia de San Miguel un 10 de marzo de 2017, dentro del marco de los actos para la celebración del

XXV Aniversario de la Fundación de la Ilustre y Venerable Hermandad. Dos horas cargadas de emociones y sentimientos, de acordes y de pasión, de negaciones y de lágrimas. En ese acto de Hermanamiento, se interpretaron seis marchas procesionales, la primera, recordando a Aurelio Cabañas, escuchamos su inédita marcha procesional “Semana Santa en España”; así como las cinco marchas dedicadas a la Hermandad. Interpretaciones realizadas con la presencia de sus compositores en el acto de hermanamiento. La fundamentación que llevó a esta Cofradía a hermanarse con la Banda de Música de Cuenca fue, por una parte, el vínculo que tienen con la ciudad de Cuenca a través de su Ayuntamiento al ser en su origen una Banda de Música Municipal y por el carácter gremial con el que se fundó la Hermandad, al estar impulsada en un principio por los Cuerpos de Seguridad y Emergencias Municipales (Policía Local y Bomberos). Y por otra, el tributo merecido a la Banda de Música de Cuenca, a cada uno de sus integrantes, por su excelente trabajo y complicidad con la Semana Santa de Cuenca en sus diferentes procesiones.

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La Hermandad también está hermanada con la Banda de Música de Mota del Cuervo desde el 25 de marzo de 2006, en la Iglesia de San Miguel, donde se celebró un Concierto de Marchas Procesionales, dedicado al acto propio del Hermanamiento y que tuvo lugar en el entreacto del concierto. Con anterioridad, el 11 de febrero de 2005, en el Teatro Auditorio de Cuenca, se grabaría un disco compacto con catorce marchas procesionales, todas ellas conocidas en los desfiles procesionales de la Semana Santa de Cuenca. Incluyendo las, hasta entonces, tres marchas procesionales que la hermandad tenía dedicadas: “Flevit Amare”, “La Negación” y “No lo Negaste en la Cruz. Son tantas las emociones y nuevos sentimientos por vivir, que al escribir estas líneas sobre este patrimonio inmaterial, como lo llamaría Leo Cortijo en un artículo de Cuenca Nazarena del 2018 en referencia a la música, y oyendo marchas procesionales de fondo me pregunto, ¿Hay algo tan indisoluble como los desfiles procesionales y la música que sumisamente acompaña el vaivén de sus imágenes? Han pasados casi tres años desde que los enseres están bajo llave, sigamos nuestra andadura diciendo: “DICEBAMUS

HESTERNA DIE”, tal y como dijo a sus alumnos Fray Luis de León, al retomar sus clases de la Universidad de Salamanca después de cinco años de prisión. Seamos optimistas y desempolvemos banzos, horquillas, tulipas y cetros. ¡Saquemos de los arcones túnicas y capuces con olor, más que nunca, a naftalina! En este sentido se refirió acertadamente en su discurso Antonio Pelayo, pregonero de la Semana Santa de 2022, en el Auditorio durante el acto de presentación del cartelista: Como dijimos ayer. Continuemos manteniendo y mimando este legado que seguimos con el Hoy desde el mismo Ayer que quiso borrarnos sin siquiera argumentar contra la sinrazón. Continuemos en reconocimiento al esfuerzo de los nazarenos conquenses, hombres y mujeres, que de una manera anónima y callada a través de sus respectivas hermandades han contribuido a ensalzar una Semana Santa declarada de Interés Turístico Internacional en una Ciudad Patrimonio de la Humanidad como es Cuenca. “DICEBAMUS HESTERNA DIE” 26 de enero de 1577. Universidad de Salamanca Fray Luis de León (1527-1591)

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Por José Miguel Carretero Escribano. Fotografías: Enrique Martínez Gil 146 Cuenca Nazarena

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Es una rareza exótica, en esa Semana Santa de España en la que Cuenca tiene todo que ver y mucho que decir. Por supuesto que la más antigua talla de cuantas hoy relucen desfilando en las Procesiones de nuestra excepcional CiudadPaisaje; es que lo lleva haciendo, supérstite, en cuatro sucesivos siglos, desde aquellos Rosarios penitenciales primeros en los atardeceres de los viernes de cuaresma, profusos y documentados, a calle hita en torno a Santo Domingo. Y siendo tantos los avatares sufridos, los peligros vividos guerra a guerra, las idas y venidas sin salir de Cuenca del pequeño gran Cristo de Marfil nuestro, lo que más asombra es el remoto origen de la Imagen y ese trayecto suyo alucinante, de Oriente a Occidente, de Asia a América y de América a Europa, salvando dos océanos sin periplo ni vuelta, hasta llegar a suelo español, a solar de Castilla y a lar conquense. Odisea aventurada, venturosa al fin. Es que fue hecho en Filipinas, lejanísima avanzada oriental de aquel imperio patrio en el cual y por ella dijérase que no se ponía el sol. Cuesta ponerse en situación. Lo de menos es abrir el mapamundi para ubicar en su exacto punto el húmedo archipiélago en el sudeste asiático, hasta poner tu huella donde tanta huella española persiste, empezando por el nombre en honor de Felipe II, aquel monarca homónimo del presente. Cambiando el plano por la esfera, hacemos girar el globo terráqueo a la vez que la historia y casi nos marean las mareas de una globalización acaso no tan insólita pero sí con medio milenio de anticipo. Y en un vértigo se nos vienen encima y de golpe hechos y datos, fechas y nombres. Los historiadores y, entre ellos, los especialistas en el arte, nos van a ayudar a entender e interpretar, a ver y revelar, a valorar valías. Gracias a su esfuerzo, poniendo sin reservas el entero talento y la docencia, sabemos con certeza lo esencial. Y podremos mejor acercarnos a este Cristillo tan diferente y llamativo, brillante y arqueado, propio y extraño. La ocasión lo merece. Destaco con entera admiración a la máxima experta en esta materia del espíritu: Margarita Mercedes Estella Marcos. Su tesis doctoral, no superada, creo yo que insuperable, se titula “La escultura barroca de marfil en España: Las Escuelas Europeas y las Coloniales”. Publicada en dos volúmenes, a esa letra que suelo llamar yo penitencial, o sea, muy prieta y en exceso pequeña, por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas que, desde luego, aquí hace honor a su denominación. Pesan como un banzo y su contenido es oceánico por inmensidad casi inconmensurable. Y en un mundo tan peculiar como el universitario que bien conozco, a veces noble y otras mezquino, es clamorosa la unanimidad que concita la Doctora Estella: fue y es la mejor. Me quedé con las ganas de traerla a Cuenca para darnos una lección como las añoradas de otro grande, el Catedrático Portela Sandoval, perenne reivindicador de nuestro Luis Marco incomparable. Ya no será posible, fallecida hace ahora dos años a sus ochenta y nueve. Era pequeña y frágil de cuerpo, enorme en sapiencia y escribía como los ángeles, con una pasión suprema. Subyugante y elegante. Aquí, en varios apartados, seguiremos su estela, la estrella de Estella.

FILIPINAS Y ESPAÑA Más de siete mil islas conforman Filipinas; una demasía, con Taiwan al norte y Borneo muy cerca al suroeste, rodeada de mares, todo en el sudeste asiático. Se descubre lo que ya existe, hasta entonces ignoto. Y eso hicieron allí primero Magallanes y Elcano y pronto López de Legazpi, almirante “Adelantado” por todos los conceptos, fundador de Cebú y de Manila. Y al lado de éste, destacadísimo, Agustín de Urdaneta, otro guipuzcoano, en cuya repleta biografía abruman todos sus menesteres juntos: cosmógrafo, marino, explorador, militar, titular de cargos varios y, por sorpresa en la madurez de su vida, fraile; ingresó en el Convento de la Orden de los Agustinos en la ciudad de Méjico (lo escribo ahora con la grafía antigua castellanizada, con la jota y no la equis), aunque lo suyo no fuesen las clausuras de una callada vida conventual y sí las anchuras y hechuras de la navegación, la mar de arriesgadas. Ahí dio la campanada. Es mítica y veraz, histórica, la expedición de Legazpi y Urdaneta, parientes ambos, iniciada en 1564. Impresionante aún hoy, más que rozando la temeridad en su época. La ida, desde la Nueva España, bello nombre, hasta Filipinas, impulsadas las naos por los vientos alisios. La genialidad de Urdaneta cuajó en una audaz ruta de vuelta, novedosa y decisiva: el “tornaviaje” hasta América. Nos desbordan, inabordables, los términos para entendidos: rumbo nordeste aprovechando el monzón del suroeste; corriente de Kuroshio en el Pacífico noroccidental. Esperó a junio para reanudar periplo por otros cuatro meses más, hasta tocar California y desde allí costear, otro tecnicismo, hacia el logrado destino final, Acapulco. Digno de cantares épicos. Así fue, enlazando tierras y gentes, continentes y vidas. Eso es innegable y glorioso; no hay maldad que lo pueda borrar, pese a miserables actitudes de los ineptos rampantes. Y claro que colonizamos, que no viene de Colón, sino del latín “colonus”, labrador, y éste de “colere”, cultivar; luego vindicaríamos algunos la tierra para el que la trabaja, pero esa es otra historia. Fueron tres siglos enteros de España en Filipinas. Y aquellos primeros ancestros nuestros y también, no lo olvidemos, suyos, crearon e hicieron vida, con aciertos evidentes y errores humanos; pero es que anticiparon en cuatro centurias principales principios del Derecho Internacional con el impulso de la Corona y el juicio de los juristas. Objetivo esencial, desde el comienzo, fue la evangelización. Eso nos distingue y dignifica más. Es Cultura la Religión y lo ponemos en valor y en mayúscula, rebasando las cuentas de resultados de lo puramente comercial, a menudo tan impuro. Y en esa misión, purísima, espiritual, de proclamar a Cristo y descubrirlo a los nativos, la voz cantante fue de los frailes agustinos. Ahí volvemos a Fray Urdaneta y a muchos otros, varios de ellos llegados desde Cuenca y que, por ello, para su justo renombre, nombro con la ayuda del Padre Teófilo Viñas: Fray Juan de Jesús, belmonteño; Fray Bartolomé de la Santísima Trinidad, nacido en Campillo de Altobuey y muerto en Filipinas en 1707; Fray Juan de la Madre de Dios, nacido en Cuenca en 1638, destinado a Filipinas en 1666 y muerto en el Convento de Cavite hacia 1706, o Fray Juan de la Encarnación, nacido en Altarejos en 1676 y destinado a Filipinas en 1711, falleciendo en Manila en 1751. Habrá quien dé más.

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Nos hacen sentirnos más cercanos a ese Oriente tan lejano; memorar a la medida los versos de Federico el conquense, “tres siglos la misma sangre, tres siglos la misma tierra”. De su mano caminaremos pronto en pos de un pasado ya no tan desconocido y haremos un ideal tornaviaje hasta encontrarnos con ese Cristo de Marfil que nos alienta. España por Filipinas. No fue la flor de un día, ni el quimérico sueño de una generación de alocados intrépidos con aires de grandeza. Porque, justamente y al contrario, es que grandeza hubo, pródiga y prodigiosa, y nobleza de miras, límpidas como los chorros del oro. Quisieron y pudieron. Quedan la fe y el idioma. No se puede arrumbar lo español sin perder el rumbo ni la dignidad. Y en el imaginario colectivo perviven mucho más que los restos de un falso naufragio, porque hay un acervo cultural común rico y brillante, una herencia no dilapidada, un compartir desde lo más profundo hasta el chispeante casticismo nada banal. Revolotean los mantones de manila; algunos todavía entonamos dulcemente una añeja y hermosa canción sentimental: “Yo te diré…”. Y alguien en Cuenca sigue recordando que Gregorio Catalán Valero, héroe osense, con calle corta y céntrica a la vera del Huécar, fue uno de los últimos de Filipinas. Nuestro. EL GALEÓN DE MANILA Y ACAPULCO Le dedicamos un pequeño apartado, creo que necesario, porque en uno de ellos fue transportada la Imagen del Cristo marfileño ahora conquense, desde las Filipinas a América. Eran los galeones, y así los sigue definiendo el diccionario de la Rae, unos bajeles grandes de vela. Aquí nos centramos en los que hacían la ruta de Urdaneta, la del tornaviaje transpacífico, convertida pronto en línea regular y buenísima, por la que circulaban personas y mercancías entre conti-

nentes. Por origen y destino, ida y vuelta, se les llamó Galeón de Manila y Galeón de Acapulco; también, con un toque creativo, Nao de China. Todavía hoy nos impresionan los datos, las medidas y pesos, porque eran barcos enormes, los que más en su tiempo: así el “Santísima Trinidad” rebasando los cincuenta metros de eslora, pudiendo transportar un millar de pasajeros y dos mil toneladas de carga. Pronto verían limitadas sus expediciones, de por sí arriesgadas y al albur de dispares contingencias: hasta, como suele suceder, los poderes públicos metieron mano, o sea, sucias garras, para sacar tajada y ponerle freno al libre comercio; quitar opciones. Nada nuevo, en fin, bajo el sol; sombrío el panorama. Y ahora que de veleros en libertad hablamos, siempre preferiré los vientos que orean y ventilan, y no la calma chicha, sofocante y tediosa, la bochornosa inercia de lo inerte. Nos quedamos con lo bello y sublime. Estimula imaginar los bagajes variopintos, esa mezcla abigarrada y colorista de objetos y productos, de materias primas primorosas, porcelanas y telas, especias y marfiles, artesanía china, japonesa, filipina, a bordo de tales naves. Todo abierto al mundo desde aquel mundo nuevo; una suave ligazón entre Oriente y Occidente. Añadimos lo obvio: estos galeones unían Asia con América, Manila con Acapulco, a través del Pacífico. Pero faltaba después llegar a Europa, a España. Y para ello, personas y bienes debían primero transitar por tierra, de costa a costa mejicana, casi ochocientos kilómetros de ruta de oeste a este, de Acapulco a Veracruz, embarcándose allí en su puerto del golfo, en una de las naos de la Flota de Indias, para surcar el Atlántico con destino Sevilla a la que entrarían por el Guadalquivir, abriendo el abanico después hasta Cádiz. Asia, América y Europa. Tres continentes y dos océanos. Hace cuatro siglos. Epopéyico.

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LAS ESCULTURAS DE MARFIL HISPANO-FILIPINAS Hemos de volver a situarnos, en tiempo y forma, procurando sintetizar. Por supuesto, hay un arte filipino muy anterior a la llegada de los españoles y así, en él, una escultura autóctona prehispánica, de anitos (ídolos) y otras figuras antropomorfas honrando deidades; eran de piedra y madera, pero el marfil no les resultaba desconocido. En todo caso, la distancia en calidades era sideral respecto de la eboraria china, clasificada por los estudiosos conforme a la extensa sucesión de dinastías gobernantes, de nombres cortos y duraciones largas. Las citamos alineadas en su lista, con alguna elusión y por orden de antigüedad: Shang, Zhou, Han, Tang, Song, Yüan, Ming, Qing. Y destacamos la Ming (1368-1644) porque casa con el inicio de la presencia española en Filipinas: el “oidor” (juez) de la Real Audiencia de Manila e historiador Antonio de Morga, epatado quedó ante los mandarines chinos que allí se le plantaron ostentosos con sus sillas de marfil, cortesanas e imperiales. Siempre es clave la materia prima, buena, bonita y cara; el marfil de elefante. No hay sucedáneo que valga por igual, sea de origen animal, como los cuernos de rinoceronte, los caninos curvados de hipopótamo, los colmillos de morsa y los dientes de cachalote y ballena, o vegetal, caso de la rara nuez fruto de la phytelepas macrocarpa andina y amazónica; por descontado no hay color, en todos los sentidos que los sentidos perciben, con los huesos de cerdo o de camello. Ya centrados en los más grandes animales terrestres y dejando a un lado, con respeto, a los extintos mamuts, cabe distinguir, resumiendo complejidades, entre elefantes asiáticos y africanos. De los primeros se abren tres subespecies por procedencia y tamaño, de mayor a menor: el de Sri Lanka; el continental de las selvas del sur de India, Laos, Camboya, Tailandia y Vietnam; por fin, el de Sumatra y Malasia. Los africanos, claramente más grandes, altos y pesados, de sabana y de selva, presentan en sus incisivos el marfil más preciado de todos, duro y elástico, blanco y denso, con grano más fino y fácil de pulir: los chinos, que no se dejan engañar como a tales, siempre lo prefirieron. Los versados nos cuentan que hubo también elefantes filipinos genuinos, aborígenes, según evidencian múltiples restos fosilizados, quedando circunscritos a la isla de Joló en época colonial, pero antes de ella ya se trabajaba allí en piezas marfileñas provenientes de Siam (tailandesas, en el nombre tradicional del país) o de la China misma. Y con esa abundancia de marfil, circulando por el mundo, conocido y nuevo, se encontrarían los hispanos recién desembarcados. Desde luego el panorama para aquellos primeros compatriotas nuestros, los “castillas” arribados al archipiélago, era espectacular y seductor. Ante sus miradas se abrían amaneceres impensables y se mostraba una increíble mixtura de colores vivísimos y razas. Pensarían soñar despiertos y rozar lo inverosímil.

Con los pies en la tierra, meditarían empero sobre su condición humana, siempre periclitada esa vida insegura tan difícil como digna de ser vivida, vivaz y excitante. Y ahí estaría el impulso de la fe, para ellos y, por ellos, revelada a quienes les recibían. Retornamos, sin tornaviaje, a los agustinos: serían los heraldos, mensajeros de ese extraño ser coronado de espinas y muerto en una cruz, enrevesada forma de manifestar su condición divina. Quizá alguno de ellos llevaría consigo, al efecto, escrita y descrita, esa epístola de Pablo a los filipenses (griegos macedonios, de Filipos por Filipo II, sin confusiones con Filipinas) tan descarnada en sus asertos: “y haciéndose semejante a los hombres, presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz”. Demasiado para todos, ayer y hoy. Y como la fe entra por los ojos camino del corazón, lo que con seguridad enseñaron en función misionera a los indígenas fueron estampas traídas desde el igual de viejo mundo, con la efigie de tal crucificado, el Dios de aquellos padres, exploradores de tierras y almas. Para procurar con igual fin allí reproducirla tridimensional y humanizarla más, cual en el anuncio de aquel apóstol de los gentiles; gentilmente. Así comenzó a caminar el arte hispano-filipino, con ese guión que es unión, abrazo, valor crecido, valía y valentía. Hecho en Filipinas. Para su tierra y gentes, para España y para el mundo. Nos queda poner el foco en los artífices y a la luz aparece otra palabra clave: sangley. Según los lingüistas el término proviene del tagalo “sanglay” y éste del chino “sang-lui”; traducido a román paladino nuestro y así sigue: “En Filipinas, chino, generalmente comerciante”. Quedan claros el origen y el destino y es que además lo estaba desde época prehispánica con varios siglos de por medio. Allí los encontramos, bien hallados, y fue constante y fecunda su presencia; de esencia para el arte. Se maravillaban los primeros españoles, hasta hacerse cruces, ante la pericia artesanal de estos habilidosos individuos, capaces y dispuestos para la talla en detalle. Y les dieron en esto mando en plaza, ordenado. Estella, más rotunda que otros doctos autores, nos instruye, sobre todo acerca de esa inicial hora. Y la cito, literal, en su tersa prosa y yendo al grano: “los sangleyes, a los que se añaden algunos nativos en el siglo XVIII, posiblemente mestizos de éstos, fueron los artistas que labraron las esculturas en marfil localizadas en España”. Artistas. Artífices. Hacedores del Arte. Sucedió además algo muy destacable y definitorio: el mestizaje, pero no sólo el de los chinos migrados a Filipinas en miríadas con los nativos isleños (los “chinas” con los “indios” al decir de los cronistas), sino el de todos ellos, y ellas, con los hispanos. Nos honra y mucho. Y nos diferencia de otras potencias coloniales con desaprensiva buena prensa y muy aprensivas para unirse y mezclarse con distintos, tan distantes y altivas. Para nuestra justa Historia y no leyenda es, en castellano, un toque de distinción: tradúzcanlo al inglés.

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Y añado, para cerrar este capítulo, una sorpresa, la misma grande que me llevé yo bastantes años ha, en mi primer acercamiento ilusionado a este tema de estudio: porque, en seguida, me apareció, en nombre, apellidos y obra, Fernando Zóbel de Ayala Montojo; bien alto y claro. Claramente me admiré, todavía más, ante esta faceta suya nada oculta pero casi del todo ignorada. Porque es nuestro Zóbel, ciudadano del mundo y vecino de Cuenca, predilecto hijo adoptivo. De él sí que podemos afirmar su genuina condición hispano-filipina, pues nació en Manila y tuvo y retuvo ambas nacionalidades ya en España; por derecho y de hecho. Y con hechos las honró. Y en ese mundo zobeliano, poliédrico y exquisito, brillantísimo caleidoscopio en permanente giro, hay un filón inexplorado: el de su sabia autoridad acerca del arte escultórico en las islas Filipinas. Se le suele rastrear su condición docente en la Universidad Ateneo de Manila (Católica, jesuita), menos mentada que su doctorado en Harvard, costando más, incomprensiblemente, contar y cantar lo principal, sus dos libros publicados, estupendos y citadísimos por los otros mejores con supremo respeto. Estos son sus títulos: “Philippine Colonial sculpture”, en Philippine Studies, 6, nº 3, Manila, 1958; “Philippine religious imagery”, Manila, 1963, del cual hay una edición de 1974. Fue pionero Zóbel, todavía joven y pisando firme sobre el terreno, enunciando y fijando en sus textos clasificaciones y estilos que los demás luego refieren, aceptando sin rechistar. Pasa revista entera a la escultura prehispánica y a la colonial; naturalmente se fija en los marfiles, explica y glosa, sentencia aseverando. Seguro que a Zóbel le llamó la atención en Cuenca el Cristo de Marfil, nuestro y suyo, muy fuera en su tiempo vital de la vista del común salvo en Semana Santa. Demasiado tarde ahora para disfrutar sus exactos y sugestivos comentarios técnicos, como sí podemos hacerlo, en célebre video que es oro en paño, sobre “Las hilanderas” de Velázquez. LOS CRISTOS DE MARFIL: LA TALLA DE CUENCA Avanzamos. Situados en Filipinas, Manila y Luzón, al poco de llegar los españoles. Se afanarían los frailes en aprender la lengua de los nativos para prenderlos al cristianismo; una tosca cruz presidiría las Misas iniciales, vacías de boato y llenas de verdad. Perspicaces se fijaron pronto en los sangleyes, capaces de tallar y de hacerlo en marfil. Y así, y allí, sobre el modelo impreso de las estampas occidentales, aquellos artistas orientales crearon recreado a Cristo a su imagen y semejanza. Esa es la idea esencial, hasta el tuétano ya que hablamos de marfiles, de colmillos, dentinas y médulas. Naturalmente, se trató de una tarea de siglos, a partir del XVII, evolucionando las maneras y las formas; también las artísticas. Y mientras, de nuestro lado, acostumbrados estamos a ver y distinguir Cristos románicos, góticos y barrocos, marcando épocas y evidentes diferencias, nada de eso nos sucede con

los Cristos coloniales, los hispano-filipinos, no digamos ya con los luso-indios de nuestros separados parientes portugueses. De la mano de Estella, y dando la otra a José Manuel Casado Paramio, también expertísimo, nos movemos para acercarnos, con curiosidad y unción, a esos Cristos lechosos y arqueados, de difícil hechura, chocantes por distintos, locales en origen y ecuménicos ahora. Me anticipo ya mismo, presuroso, para destacar la suerte que tenemos los conquenses capitalinos con nuestro Cristo de Marfil y también los belmonteños con el suyo llamado “de los Peligros” que precisaría un específico texto, por sí y por su apasionado valedor el memorable sacerdote Luis Andújar. Hay otro más en Palomera, que no se le escapó a Larrañaga en su primera “Guía”, amén del de Huete, de su Museo de Arte Sacro de La Merced, que nos mira con sus ojos achinados, y el que tienen en Sigüenza, Museo Diocesano seguntino, proviene de Pareja, o sea, Diócesis conquense. Gana Cuenca, provincia y patria, chica y grande: sin dejar aparte devociones, es que, como obras de su arte, son piezas muy principales. Del de Belmonte, datado por Estella a finales del XVII y medido en 65 centímetros, uno más que el optense, sólo reitero aquí que es de facciones orientales muy acusadas, tiene corona postiza, policromía de tonos fuertes en la barba y llamativos regueros de sangre y que hasta llevó peluca que le debieron colocar ya en España. Mora tras de las rejas de su Capilla en la espléndida Colegiata de San Bartolomé y lo sacan a la calle con esmero para procesionarlo en Semana Santa. Repasamos ahora, de entrada, las características de los Cristos hispano-filipinos de marfil, enfocando en especial a los más antiguos, cual es nuestro caso: porque el de La Agonía de Cuenca es uno de ellos, muy pocos, paradigmático de la primera mitad del XVII. Nos fijamos primero en tamaños y maneras de esas cinco décadas, prodigiosas. Son, con diferencia, los de más grandes dimensiones, muchísimo mayores que los hechos en ulteriores siglos hasta el postrer XIX y en la segunda mitad del propio. Influía que se destinaban a los altares mayores de los nacientes templos, precisando hacerse notar, verse, impresionar casi tanto como luego lo harían en la metrópoli española. Además, la calidad del marfil era muy alta y éste abundante sin una demanda exagerada, permitiendo una acertada selección de piezas, grandes para a lo grande trabajar. Destaco datos elocuentes, porque de entre todos los Cristos marfileños hispano-filipinos catalogados por Estella en su descomunal tesis, son muy profusos los que miden entre 20 y 40 centímetros, permitiendo esa cortedad tallas exentas sin brazos añadidos, delicadas aunque sin parangón con la magna grandiosidad de unas contadas elegidas. Ello predomina en las del siglo XVIII, mientras en las de la segunda mitad del anterior ya algunas se estiran sobrepasando por poco el medio metro. Y conforme retrocedemos todavía más, acercándonos al comienzo del siglo y, casi, al alboreo de lo español en las islas, es cuando aparecen las obras más altas; palabras mayores.

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Nos mueve la curiosidad hasta elaborar lista, cotejando cifras que precisarían pericial y cautelar comprobación adicional “in situ”, cara a cara, metro en mano. Apenas salen, sobresalen, siete que igualan o superan los 90 centímetros, de la coronada cabeza a los estiradísimos pies clavados. Están en Toledo (Museo de Santa Cruz, muy curvado), Salamanca (Sacristía de esa formidable Clerecía cuya planta trazó nuestro Juan Gómez de Mora; en su día nos colaron para ver ese Cristo, medio invocando con éxito rotundo el Fuero de Alfonso VIII: “di que eres de Cuenca…”), Madrid (Parroquia de San Sebastián), Mula (Convento de Clarisas) y, claro, Sevilla (por partida doble, en Los Venerables y en la Capilla Real catedralicia). Y, clarísimo, “primus inter pares”, el de La Agonía conquense. Vamos ahora con la talla. En detalle. Es inevitable ante el Cristillo, viéndolo de cerca, pensar en quién sería aquel sangley que lo labrase con sus buriles y sierras, cinceles y limas, hasta vencer la dureza del marfil y acariciarlo. Quizá jamás sepamos su filiación, ni si de él o de su taller pudieron salir otros Cristos tan afines como los recién citados, casi coetáneos, a los que añado otro muy descollante: el que presidiese el Altar Mayor de la Iglesia y Convento de los Agustinos Filipinos de Valladolid, gobernando desde su pequeñez la inmensa mole monumental diseñada por Ventura Rodríguez al modo escurialense o al de Loyola, solo que al lado mismo del Campo Grande y, por cierto, bien cerca de la céntrica estación del tren, a todo tren y para todos los tipos de éste. Castilla vieja, no vetusta. Obviamente reservaron los frailes un crucifijo emblemático para su sede central, vallisoletana. Y ahora lo tienen destacado en el singularísimo Museo Oriental, sito en el mismo edificio conventual; visita obligada en Pucela, amén de al Nacional de Escultura. Sí que se asemeja ese Cristo al de Cuenca, como dos pétalos de una fragante rosa blanca. Nos quedamos en Cuenca, que es lo nuestro, lo más de lo más, ni más ni menos: justamente. Para, puestos ante la Imagen, imaginar. También observar, procurando igual minuciosidad que la de su autor. Recrearse. Emocionarse. Miramos, admirando lo evidente. El marfil, a ese tamaño, llevó al límite las posibilidades del artista, pues se hallaba ante las obligadas formas de un gran colmillo marfileño, curvadas y de grosor decreciente, sin margen para el fallo o los ensamblajes. Sentó cátedra, con sigilo oriental devenido clamor en Occidente. Porque, de arriba abajo, supo lograr vencer el riesgo de las desproporciones. Y así afronta el problema insoslayable de la macrocefalia y lo soluciona con galanura y refinado preciosismo. La cabeza del Cristo es una lección al milímetro en facciones y rasgos. Vista de frente es toda una declaración incondicional de su filipina condición y confirma la correcta datación de la Imagen: primera mitad del siglo XVII. Nos fijamos aquí en las seguras pistas, comenzando por el pelo en larga y copiosa melena que cubre ambas orejas: los cabellos son simétricos, dispuestos en bucles, tratados “como finos hilillos metálicos” que así los llama, describiendo, Estella; la barba partida, en igual simetría, enroscadas las dos puntas hacia adentro, mientras que en el bigote se rematan abiertas.

Y destacamos un detalle castizo, definitorio, definitivo: bajo el labio inferior y separado de la perilla y sobre ésta, aparece tallado un leve mechón en forma de pequeña flor de lis, que es flor de lirio real como en la letra cantada del ruiseñor; nos quedamos con la copla, porque es la llave de la verdad. Esta flordelisada señal, nada insignificante, significativa del todo, identifica y distingue a los Cristos hispano-filipinos de comienzos del XVII y ya no la veremos en ejemplares posteriores. Suele ser llamada, en las publicaciones, “mosca de alas extendidas, abiertas”; es otra manera de decir lo bien visible, tan clavadito a lo que nos enseña, tal cual, la heráldica; evocamos y comparamos; quedan el enigma y la realidad. Y pasamos a repasar frente a frente la faz, santa. Como si quisiera pregonar ese mestizaje antes mentado, el escultor talla una nariz larga y recta, occidental, pero al tiempo los ojos revelan caracteres orientales, reales y estilísticos: hay que fijarse a cortísima distancia para apreciarlos sutilmente rasgados sobre unos muy abultados párpados inferiores. Nos sorprende en un parpadeo nuestro. Se elevan los arcos superciliares bordeando las desnudas cejas. Y la boca entreabierta nos permite ver sus alineados dientes. Es un Cristo, crucificado y vivo. Escrutamos su rictus y no hallamos dolor: ante lo que a la vista está, no vale intuir. Lo que algunos creen encontrar en estas tallas, y así lo dicen, son influencias budistas ligadas a tres adjetivos: hierático, inexpresivo, inescrutable. Al respecto, añado dos: uno, el de discutible para lo recién dicho, porque este Cristo para nada carece de expresión y claro que se expresa, sin palabras, y además lo hace sin solemnidad extrema, que eso es el hieratismo; se trata de indagar, meditar, sentir. Y el otro, en una licencia conquense, impertérrito, definido como aquél a quien no se le infunde fácilmente terror: lo dudo a ratos, me temo, de nuestra ciudad tan preferida y preterida, aunque siga entre sus varios y lucidos títulos; en cuanto a Jesús, ya lo superó en Getsemaní y perdonó en la cruz. Ahora lo tenemos delante, fiel a sí y a nosotros. Cristo, eternamente reo y rey. Se enreda trenzada la corona de espinas en las sienes, marfil en el marfil del Dios de Dios. Observamos ahora la Imagen en su conjunto: no es troncocónica en exceso, como otras tallas de la misma procedencia, y ello nos agiganta la magna magnitud del colmillo seleccionado; excepcional. Señalamos otras notas que denotan su época y condición, empezando, sin paradoja, con los añadidos a la pieza principal, que son los alargados brazos y parte del perizoma (paño de pureza, en la algo melindrosa traducción desde el griego, pues nada hemos de ver de impuro en el cuerpo humano ni lo empaña). De los primeros resaltamos las venas, tan de relieve y al modo típico: se dibujan y cruzan varias veces, desde la axila hasta las manos. Y en cuanto al paño, objeto de clasificaciones estilísticas, es de pliegue central fruncido; hay en esto otros Cristos parecidos, alguno de ubicación que suena rimbombante, como el de Corbeilles en Gâtinais, Orleans, Francia. La obligada estrechez de cuerpo no impide un tratamiento muy marcado de la caja torácica, que, no obstante, se suaviza dependiendo de nuestro subjetivo y variable ángulo de visión. Y la posición del paño, muy baja, deja visible casi por entero el vientre y la mayor parte de los muslos.

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Las piernas, delgadas y longilíneas, con rodillas huesudas, guardan equilibrada proporción con la figura entera. Pero invito a variar perspectivas, poniéndonos de lado para a un lado dejar la frontalidad y sus reduccionismos. Esto es así siempre en las esculturas, religiosas o civiles, individuales y en grupo, y por eso me gusta decir que han de verse por los cuatro costados. En el caso del Cristo, roza la perfección anatómica el tratamiento de las pantorrillas, tobillos y pies, clavados éstos juntos por el hierro que traspasa. Y si nos acercamos a los dedos y a las uñas, el sangley inspìrado fue, amén de artista, pedicuro. Y si seguimos acercándonos, todavía más, hasta escudriñar casi al milímetro las dos piernas, nos maravillarán las finísimas venas que las recorren por entero, de principio a fin, en una filigrana realista que a la realidad supera y no es ficción. Soberana Imagen pues, digna de ser descrita con pasión y, por ser Él, con devoción. De todo corazón. Me conmueve recordar mi privilegio de haberla llevado a hombros en Viernes Santo y también, de paisano y fuera de La Semana, en una Procesión extraordinaria, por todos los conceptos, que hicimos en 2015, por el tercer centenario de su y nuestra Venerable Hermandad. EL DONANTE JUAN ZERDÁN DE LANDA Nos remontamos ahora hasta el siglo XVIII, en Cuenca. Dejamos Filipinas donde nació la Imagen sin pecado concebida, Dios encarnado en marfil. El Cristo se ha despedido de las Islas rumbo a España. Ya hemos tratado y trazado el tremendo viaje, esa ruta a veces rutilante y otras viacrucis; ese ManilaAcapulco-Veracruz-Sevilla: tela, marinera. Sano y salvo, ya lo tenemos aquí, en la Tierra de María Santísima, de nuestros amores. Con un destino final: Cuenca.

Y en él, en ese momento y en este lugar, cogollo de España, nos aparece un apellido, el de una familia con nobleza ganada y no heredada: los Zerdán de Landa. Tienen fuerza y prestigio en la Ciudad entonces pujante y en ella ostentan cargos de relevancia. Nos centramos en uno de sus miembros, de nombre Juan, selecto prócer, Secretario Real (1700), Regidor de Cuenca (1707) y Comisario (1717). Y, abreviando, vamos, cual en una sentencia, con los resultandos, los hechos probados con segura base documental. El principal de todos es que en 1730 regala la Imagen del Cristo de Marfil a la joven Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía de Cuenca constituida apenas tres lustros antes, el 12 de mayo de 1715, por dieciséis Licenciados. La dona porque era su dueño y esa su voluntad. “Gratis et amore”. Mi hermano nazareno Antonio Pérez Valero, preclaro líder en la investigación cofrade, acaba de aportar, entre otros profusos, algunos datos familiares que casan circunstancias: así, es cuñado de nuestro donante el Arzobispo de Toledo Francisco Valero y Lossa, hermano de Esperanza Josefa, la esposa de Juan, y por esas fechas llegó a la seo toledana otro Cristo expirante filipino y marfileño (catalogado por Estella, es de tamaño algo menor que el del conquense, tiene el perizoma sin pliegue en medio y las piernas casi gordezuelas); por otra, que en el año de la donación, era Hermano Mayor de nuestra Hermandad receptora y donataria Francisco Zerdán de Landa, “regidor perpetuo de esta ciudad”. Todo queda, pues, en familia. Mucho dieron de sí los Zerdán de Landa en Cuenca; para bien. Con parabienes son mencionados en significativos episodios locales, fuentes de tesis, antítesis y síntesis, tarea de historiadores e intérpretes. Dejaron huella y hacienda; patrimonio macizo que perdura en todo lo alto.

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Queda la blasonada casona familiar, grande y poderosa, que se estira hasta asomarse sobre el Júcar y marca el inicio de la bajada en zigzag a Las Angustias. Los conquenses actuales la solemos conocer como “Casa Zavala”, por su último propietario privado, Juan Zavala y Lafora, que la supo cuidar; si sus piedras hablasen, y lo harán, estupefactas clamarían ante los devaneos recientes y muy insuficientes usos de un edificio que mucho más ofrece y se merece. Cada vez que paso por allí, y sin pasar, pienso en todas las obras de Marco Pérez y Martínez Bueno regaladas a su Cuenca (y gracias sean dadas a Manuel Osuna, que se lo curró), guardaditas almacenadas y en anhelante espera de alguna exposición temporal y efímera para un visto y no visto, vis a vis. Y me pongo malo comparando con la listeza eficaz de otras capitales con sus Museos de Pablo Gargallo, Victorio Macho, Baltasar Lobo, o Lorenzo Coullaut Valera, éste en Marchena. Sólo supo reaccionar nuestro mundo nazareno, dedicando una grata Sala a Luis Marco en el Museo de la Semana Santa. No pierdo la esperanza y me solazo en la preciosa Plaza de San Nicolás, junto a su Fuente de la Moza del Cántaro, desde allí contemplando el escudo de armas de los Zerdán de Landa que hermosea la fachada lateral de la que su casa fue: “yelmo con lambrequines y dos leones tenantes”, así descrito por Fernando Barja, probo Arquitecto Municipal, culto y políticamente incorrecto; recto. LOS AVATARES Trescientos años dan para cambios, fases y vicisitudes, que eso son avatares en primera acepción. En el caso del Cristo de Marfil en Cuenca fueron bastantes, algunos peligrosos para su pervivir y así supervivir; otros pudieron llevárselo lejos, aunque quizá no tanto como a su lugar de origen. Es una fortuna mantenerlo hoy, azar casual o milagro causal según cada cual y su almario. Resumo, dejando al margen cosas menores, como los latosos rifirrafes, esporádicos y escasos, entre la Hermandad de La Agonía y Párrocos de sus sucesivas sedes, y hasta un pleito sobre inscripciones registrales bien resuelto por el Obispado. Y me voy a dos situaciones críticas. La primera, en la frente, fue recién recibido el Cristo por su tal vez sorprendida Hermandad. Sucedía que ésta ya tenía otra Imagen, otro Cristo, el fundacional que ahora podemos ver en la Catedral, y se encontró con dos. Hubo titubeos y prelaciones, y muerto el donante (1733) un sobrino heredero planteó la reversión en términos jurídicos por incumplimiento de condiciones; la cosa, bien contada por Pérez Valero, se concretó en dinero: “cincuenta ducados de vellón” para llevarse “dicha alhaja”. A punto estuvieron los cofrades de allanarse. Casi la lían. Y si así hubiese sido, sabe Dios, o sea el Cristo, sus ulteriores paraderos, a la larga fuera de Cuenca, no ya de sus Procesiones tan singulares y plurales.

Y la segunda y última, ojalá que para nunca más, la maldita guerra civil, incivil y fratricida. Mantengo lo que escribí hace veinticinco años y publicado está. Procuro aquí extractarlo, elogiando a los dos custodios que el Cristo tuvo en salvaguardia, ángeles laicos. Uno a su izquierda, es un intencionado situar: Juan Giménez de Aguilar. Don Juanito, con su pajarita atildada al cuello y entre mequetrefes, actuó como sentía, defendiendo a tope el entero patrimonio artístico de Cuenca, y la Imagen quedó a salvo. Después, a la diestra, hizo el resto, echándolo, Bonifacio Sáiz, modesto sastre, cofrade de La Agonía y con casa a muy pocos metros de “El Salvador”: en rápida acción, atrevida e insólita, cogió el Cristillo y se lo llevó a su hogar. Nada pasó; solo el tiempo. Y nadie fue dañado, gracias a los hombres y a Dios. Fueron tres tristísimos años en tres siglos, una parte entre cien. Y en las otras y entre medias, infinidad las salidas del Cristo a la calle, rituales y sencillas, primero en solitario y después, desde 1902, en las mañanas de Viernes Santo, con otras Hermandades en Concordia y con sus nazarenos propios luciéndolo con lucidas túnicas de color “oro viejo” y capuz y cinturón “carmesí”; pero también ausencias, como un Guadiana o un sol que asoma y que se esconde, por ese encaje no siempre fácil de las Imágenes pequeñas, unido a las penurias recurrentes de una Hermandad, la suya, con historia grande y censo mermado. Incluso hubo un tercer Cristo, el de “los Morones”, éste sí que destruido en el nefando treinta y seis. EL RETORNO. 1972. COULLAUT-VALERA Dejó el Cristo filipino de ser procesionado tras la llegada del inmejorable tallado por Federico Coullaut-Valera, obra maestra. Es curioso cómo se repitió la historia, solo que al revés: cuando les vino el de Marfil tan rutilante, los cofrades antañones se abrazaron al primigenio dilecto. Ahora (1946) reciben un número uno, pero que no habían pedido, pues querían, y así consta en acta, “respetar y venerar en todo su esplendor” al marfileño. Decidió, prevalente y en contra, la superioridad regidora de la Semana Santa entera. Y sí, fueron obedientes y agraciados con ese nuevo gran Cristo agonizante sin igual. Pero no daban abasto y el Cristillo acabó quedándose en la Iglesia, aunque presidiendo su Altar Mayor por décadas. No cejaron en su empeño aquellos soñadores hermanos de la generación previa a la mía. Querían el retorno, alzar juntos a los dos Cristos, verticales en la Cuenca empinada. Y el que la sigue, la consigue; tuve yo la suerte de vivirlo. Se aprovecharon, como en el tornaviaje de Urdaneta, los vientos favorables. Por una parte, las estupendas relaciones personales con Coullaut-Valera, autor del “Cristo grande” y de las otras Imágenes añadidas, para formar Calvario, en 1955; mi padre, en nombre de la Hermandad, se carteaba con él y el escultor tenía elaborado un primer boceto de cruz y andas para “el magnífico Cristo”, que así llamaba al de Marfil, y que éste resaltase.

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Y, por la otra, hubo una ocasión propicia, con Andrés Moya de Alcalde. Sus hermanos en Cristo, de amarillo, le dieron la vara al del bastón de mando y éste ordenó: finánciese. Anduvo también cerca Martínez Soriano, eficaz y discreto, óptimo nexo entre el Consistorio y la Junta de Cofradías. Todo fraguó y fluyó. Además, quedó empíricamente demostrado que se pueden hacer algunas cosas buenas desde el Ayuntamiento. Manos a la obra se puso Federico, ya en su taller segoviano de La Granja y no en Madrid, Ayala 100, a punto de cumplir los sesenta, y cinco años después de haber clausurado, o eso pensaba, su quehacer imaginero procesional cuando nos entregó ese airoso y moderno Paso del Huerto de San Antón, versión última, quintaesenciada y conquense. Se empleó a fondo, como un juvenil ávido siendo maestro absoluto. Sentando cátedra se levantó y fue un reverdecer en madurez. Fiel a sí mismo, honrado y elegante, sabio y genial, extremó la sutileza en un diseño de finísimas líneas en torno a “la espiritualidad del marfil”, que así lo explicaba, poeta en prosa, escultor en verso. Y la epifanía final quedó mostrada: a los pies del Cristo, orlando las andas, un friso de golondrinas enlazadas, abrileñas; en la cruz, amén de los floridos clavos que la ribetean, cuatro medallones con los evangelistas escribiendo junto a sus símbolos del tetramorfos, esto es, Mateo con el ángel, con Marcos el león, el toro con Lucas y el águila con Juan. A los cuatro vientos, pregonado, Cristo. Otros cuatro medallones añadiría en segunda entrega, mejorando lo presente: en ellos, las tres virtudes Teologales, Fe, Esperanza y Caridad, para el envés de la cruz, y abajo, rematando, las tres cruces, escudo de la Hermandad, con un relieve de la Cuenca antigua por fondo. Fue aquella de 1972 una expectante Cuaresma, cuenta atrás; hasta una lesión inoportuna del artista apretó el plazo de entrega, llegar a tiempo tras tanto rondar. La misma víspera de Ramos respiramos todos aliviados en “El Salvador”: Coullaut-Valera, ayudado por su hijo Lorenzo (luego inolvidable amigo mío), se ocupó personalmente del montaje final. Nos parecía increíble. Se me agolpan los íntimos recuerdos de ese Sábado de Pasión apasionante; avivan la nostalgia por los queridos seres. Federico y su esposa Conchita aceptaron la invitación de venirse a casa a merendar. Mi madre sacó el humilde mantel de gala; fulgían de ilusión los ojos claros de mi padre; y yo flipaba. De la noche a la mañana el Cristo de Marfil volvía a su lugar en la exacta diacronía de nuestro Viernes Santo. A otra vez desfilar. Como antes y hasta que Dios quiera. Apenas han pasado cincuenta años. Añado, casi acabando, otro detalle muy poco sabido. El Cristo tenía mutilados los dedos índice y corazón de su mano izquierda: ya estaba así cuando lo recuperó Bonifacio Sáiz de la desacralizada Capilla del Baptisterio y ello concuerda con la descripción de la Imagen en una lista de objetos incautados del momento: “n.º 1834. Cristo de marfil con cruz, deteriora-

do, 0,90. ¿S. XVII?”. Es que no había otro y no queda otra. Hay fotos que lo documentan. Coullaut-Valera se ofreció: “yo me ocupo de reponer los deditos”. Se las apañó para hacerse con marfil y tallarlos; de restaurar y hacerlo con respeto, sin dejar propia impronta, tan anónimo como el sangley del original. Ya hizo lo mismo en su fausto día con el Nazareno de Sisante sin dejar huella en la huella Roldana. Y fue mano de santo. PERENNIDAD En 2007 se aperturó el aperturista, por innovador, Museo de la Semana Santa, en Andrés de Cabrera con vuelta al Peso, en parte, para el arte, de un edificio de solera como el nombre de la calle que sigue, bajando, el itinerario procesional; sede también, muy adecuada, de la Junta de Cofradías. Costó Dios y ayuda, en un proceso largo y tortuoso que terminó bien y es lo que cuenta; ya contaré quizá en un futuro incierto ciertas cosas, de cuya certeza certifico. Por hoy, lo que nos mueve y anima es el Cristo de Marfil. Y siempre tuve claro que su sitio era ese y así lo defendí, atacando: ganamos. Se acordó lo correcto, lo justo, entre todas las partes que, en realidad, somos el mismo todo. Y el Cristo está en el Museo vanguardista, a su vanguardia, recibiéndonos con sus brazos abiertos, ebúrneos y divinos. Visible el Creador de lo invisible. Lo contemplo otra vez, a solas y a mis anchas, en un silencio que es clamor. Le susurro gratitud. Y a la mente me vienen dos palabras: símbolo y perennidad. Como es insuperable, cito al poeta nuestro Federico Muelas reflexionando y enseñándonos: “Acaso`, -pensadlo bien-, esta talla en preciada materia, ruda y fuerte, triunfadora de tantas vicisitudes …, crispada y firme en su cruz, agonizante …, sea la representación más fiel de la misma Cuenca”. Y eso es este Cristo, tan pequeño y tan magno: símbolo. Y, además, esencia: lo permanente e invariable. Y, por ello, perpetuo e incesable, como el rayo de otro poeta: es la perennidad. Termino. Confieso que siento alivio por haber sido capaz de escribir este texto, ya veis y leéis que sentidísimo. No saldo una deuda a buen seguro que impagable, pero me encuentro más en paz esto ofrendando a quienes nos precedieron en la fe. Y no sé si veremos al Cristo de Marfil, de la Agonía, hispano-filipino, lujo asiático, Dios y hombre verdadero, salir en Procesión en mediodía, el Viernes Santo de este 2022. Ya veremos. Que no lo impida el tiempo, con su jarrear de la lluvia aguafiestas tan inmisericorde e impertinente, ni tampoco ese virus mutante que nos mudó la vida. Vamos a soñar, bien despiertos, que sonarán tambores y latidos, horquillas al compás, marcapasos del alma. Que volvemos, todos, los que fueron y son, los que somos y seremos; para los que serán. Mostraremos a Cristo, al Cristillo en marfil, en majestad humilde. Mecido a hombros de banceros y banceras. En andas y en volandas. En Cuenca. Amén. Cuenca, 24 de febrero de 2022.

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Fotografía: Antonio Abarca

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Las niñas vestidas como la Samaritana, Verónica, Virgen María, María Magdalena y María Salome, que eran parte importante de la Procesión del Santo Entierro en aquellas antiguas Semanas Santas de Cuenca, costumbre ya desaparecida. A un lado, la expresiva y primitiva imagen de San Juan Evangelista. Fotografía: Hdad. de San Juan Evangelista

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La Semana Santa de Cuenca en

Por Enrique Valero Moscardó Lic. Humanidades e Historia Textos: El Liberal, Vida Manchega, El Correo Católico, El Mundo, La Información, La Época, Quinto Qurcio, L.G., Pilar de Cavia, Programa de Semana Santa de Cuenca de1912 y E. Valero. Fotografías: César Huerta , J. Enero y colección E. Valero. Colaboración: Junta de Cofradías de Cuenca, Biblioteca Fermín Caballero de Cuenca, Archivo Histórico Nacional, Hemeroteca Nacional , Venerable Hermandad de San Juan Evangelista y David Saiz Olivares.

La investigación sobre nuestra antigua Semana Santa nos guía hacia su entendimiento, a comprender como se gestó, organizó y fue creciendo, cambiando con el paso de los años, esta es la razón que nos ocupa. De tal manera, lo que ha venido en definirse como “Aquella Semana Santa” refiriéndose y englobando las que tuvieron lugar antes de la guerra civil, es impreciso y ambiguo, sintetizándola por desconocimiento, como si de una sola se tratase. Cada año de aquellos fue diferente, una escalera de creación. A principios del siglo XX, durante la Cuaresma, la vieja prensa se hizo eco de todas las reuniones, ideas y proyectos que forjaban la Semana Santa, todo aquello quedó escrito para el futuro. También, los primeros fotógrafos con sus arcaicas máquinas de madera, legaron valiosas pruebas gráficas de aquellos momentos: placas de cristal, clichés, foto-postales acartonadas, etc. que hoy completan la información; son visiones congeladas, pero también vivas, animadas. Siempre hemos intentando que estas antiguas fotografías se correspondan con el año publicado en estas páginas. Por ello, digna de mención es la gran fotografía del Jueves Santo de aquel año, germen de este trabajo y que veremos en las páginas que siguen, ha sido un gran hallazgo; en ella, propia de un experto fotógrafo del National Geographic de principios del siglo XX, la visión nos dejará sorprendidos por su encuadre, calidad y significado. Un regalo para nuestra Semana Santa. 1912 fue el año cuando las procesiones hicieron, por vez primera, estación de descanso en la Plaza Mayor, la del Silencio inauguró la tradición, pero también hubo nuevas “Disposiciones Generales”, cambios de horarios, programa de mano y entusiasmo para poder adaptar aquellos cambios que, una vez fueron propuestos y deliberados por todos se llevaron a cabo, elevando nuestra Semana Santa hacia las primeras de nuestro país. Cuales viajeros en el tiempo, nos vamos al ya lejano 1912, ¡ciento diez años! a lo sucedido en Cuenca en una de “Aquellas” Semana Santas, cuando estaban nuestros bisabuelos.

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Calle Aguirre de Cuenca a principios del siglo XX (Foto: Col. particular)

2 de marzo. Junta General de la Archicofradía 1 La Archicofradía de Paz y Caridad celebrará mañana Junta general, y a juzgar por lo que se dice la sesión tendrá gran importancia. Parece que existe disconformidad de apreciación en puntos esenciales entre varios de los señores que forman la Archicofradía y los representantes de algunas Hermandades, lo que motivará detallada discusión... “ Semana Santa de Cuenca”. Quinto Qurcio. 1912. Sabido es que la importancia indiscutible de nuestras fiestas religiosas de la Semana Santa, atraen buen número de forasteros, constituyendo esta influencia un saneado negocio para el comercio. Nadie ha puesto en duda que las poblaciones deben cuidar con especial esmero, todo aquello que sirva para realizar su importancia y fomentar sus intereses materiales, debiendo estimarse el cuidado cuando se unen como sucede en el caso actual a los intereses materiales otros de orden moral y de cuantía inestimables. Por esto siempre que se aproxima la época de celebrar estas fiestas, creemos oportuna la ocasión para llamar al cumplimiento de su deber, a todos los que por su cargo o por su significación social, están obligados a dar la norma de lo que ha de hacerse en beneficio de la población en general. Las fiestas de Semana Santa tienen de algunos años a esta parte, tanta importancia para Cuenca, como las de la feria; y así como al aproximarse el mes de Septiembre se realizan, con más o menos acierto, algunos preparativos, lógico es que ahora se proceda en igual forma, procurando, para la mayor atracción de forasteros, unir algunas fiestas profanas a las solemnidades religiosas tradicionales. Los días que siguen a la conmemoración de la Pasión del Redentor, son propios para las más alegres expansiones

La fuente del jardinillo de San Esteban, que años más tarde se cambiaría por el monumento a los caídos en África (Foto: Col. particular)

del ánimo. En ellos tienen lugar adecuado las inauguraciones de las plazas de toros; de las campañas teatrales de primavera, y aún las fiestas de sociedad en compensación justa a la abstinencia impuesta por la época de cuaresma. No estimamos difícil la organización de una buena novillada para la tarde del domingo de Resurrección, creemos que en esa fecha se iniciará una buena campaña teatral, y nos consta que en alguno de los Círculos de Recreo se dará una fiesta sugestiva y atrayente, en la que estarán cuidados con esmero los más pequeños detalles. Con esta base no es obra difícil formar un buen programa, difundirlo y propagarlo con tiempo, y con ello se asegura el éxito, de que todos debemos felicitarnos. En el Ayuntamiento hay nutrida y valiosa representación de clases mercantiles. Propicia ocasión se les presenta para utilizar en beneficio de la población en general su doble carácter de comerciantes y concejales. Procediendo con actividad y tacto, hay tiempo, aunque no excesivo, de preparar, con esplendor que merecen, las fiestas de Semana Santa. Ni por parte de las autoridades ni por parte del vecindario, han de hallar obstáculos que dificulten su gestión. Y en estas circunstancias creemos no pecar de exigentes si les pedimos que hagan algo para satisfacer los deseos y aspiraciones de todos. Veremos si puede más la pereza y repetimos lo que siempre ocurrió. Lo sentiremos.

27 de marzo. “La Semana Santa de Cuenca, la mejor de España con la de Sevilla” 2 Últimos días de la Cuaresma. El domingo próximo darán comienzo las fiestas religiosas de la Semana Mayor, y ni el comercio que nos afirmara un día su preferencia por estas fiestas, sobre las de la feria, ni el Ayuntamiento en que tan nutrida representación tienen los comerciantes, han hecho el más pequeño esfuerzo ni han tenido la menor iniciativa para realzar la importancia de estas fiestas y atraer el mayor número de forasteros. Con legítimo y bien disculpable orgullo, repetimos a cuantos nos quieren oír, que nuestra Semana Santa no cede en esplendor y brillantez más que a la famosísima de Sevilla, y con satisfacción honrada propalamos a los cuatro vientos que en la celebración de esa fiesta conmovedora y sugestiva marchamos a la cabeza de las demás ciudades de la nación. ¿Qué hacemos, sin embargo, para

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que tengan demostración en la realidad, tales afirmaciones? ¿Con qué atractivos procuramos realzar lo que tanto nos envanece? ¿Qué parte de nuestros recursos y de nuestra actividad dedicamos al aumento del esplendor de estas festividades? Que el comercio no tiene interés alguno en que venga el dinero de los forasteros atraídos por la brillantez de las fiestas. Pues allá él con su novísima teoría, que puede, por nosotros, seguir sustentando cuanto tiempo le plazca. Que el Ayuntamiento se cree ajeno por completo a este asunto. Pues enhorabuena. Con ello tendremos un dato más de su fina observación y de su exquisito cuidado por lo que a la ciudad importa. Que hasta las mismas hermandades, o mejor aún, sus directores, creen excesiva la exhibición de sus procesiones. Pues acórtenlas cuanto gusten y redúzcanlas a un par de calles, si así les acomoda. Así sabremos ya todos a qué atenernos. Después de todo, estamos ya convencidos de que en este pueblo es más verídica que en cualquier otro aquella frase, síntesis del egoísmo, que nos dice: “quien más pone, pierde más”. Ahora bien, caballeros: ¿les parece a ustedes, que con tales procedimientos, podemos ir a alguna parte? L.G.

29 de marzo. “Organización” 3 A fin de organizar con toda brillantez las próximas procesiones de Semana Santa, el domingo inmediato se reunirán en el Ayuntamiento, previa invitación que ha de hacerse por la Alcaldía, el M.I. Sr. Provisor y Vicario general del Obispado, los reverendos señores Curas párrocos de la capital y los Hermanos mayores de todas las Cofradías que forman en las mencionadas procesiones. Uno de los puntos que habrán de tratarse con más detenimiento será el de buscar un medio que evite la completa desorganización de las comitivas religiosas en el momento de llegar a la Plaza mayor, sitio donde, a nuestro entender, debieran manifestarse más vistosas, solemnes, ordenadas y majestuosas las procesiones, puesto que el lugar se presta para ello. 1 de abril. “El Ayuntamiento y Los Festejos de Semana Santa” 4 En el día de ayer se reunió la Comisión que entiende en los festejos para Semana Santa. La Corporación acordó librar 500 pesetas para los mismos. Podemos adelantar, sin temor a ser rectificados, que entre los números acordados figuran: Fuegos artificiales, Iluminación eléctrica, Solemnes procesiones, Cinematógrafo público y gran Corrida de toros, con reses de una acreditada ganadería y conocidos y afamados diestros. Aplaudimos la actividad de los señores de la Comisión y les felicitamos por la confección de este programa que atraerá gran contingente de forasteros.

pero nosotros - como el pescador aragonés- suprimimos el cebo para pescar y... ¡el que quiera picar, que pique! Por lo demás, bien sabido es que cuando algún turista se decide a visitar nuestra población, queda encantado de las bellezas que encierra, y sale de aquí haciendo propósitos de volver para estudiarla con más detenimiento. Más vale tarde que nunca.

2 de abril. “Preciosa túnica para San Juan 7 Lo es, en verdad, la expuesta en el escaparate del comercio del señor Picazo, y que ha sido adquirida, con destino a la imagen de su titular, por la Venerable Hermandad de San Juan Evangelista, canónicamente erigida en la iglesia parroquial del Salvador. El bordado en oro, de las religiosas Concepcionistas de esta capital, resulta hermoso y de exquisito gusto artístico, revelando la competencia de quienes lo han llevado a cabo. Su coste ha sido sufragado por la respetable y virtuosa señora doña Anselma Lledó, rica hacendada de esta ciudad. Felicitamos a la citada Hermandad, a la generosa donante y a las religiosas que, por modo tan admirable, han revelado su maestría en esta clase de labores. La antigua talla de San Juan Evangelista con su nueva túnica en 1912. (Foto: Col. particular)

“Los Últimos Toques” 6 Con las disposiciones adoptadas por las autoridades en el día de ayer, solo se requiere un deseo eficaz de todos, de contribuir con su compostura y buena educación a la mayor brillantez de las procesiones, cosa bien fácil de hacer y que está al alcance de todos. Quienes por carecer de creencias y de sentimientos religiosos quieran ahorrarse el presenciar las manifestaciones públicas de la fe católica, que no asistan a ellas, puesto que nadie les llama. Nos esforzamos para lograr que nuestras procesiones de la Semana Mayor tengan el relieve que se merecen; formamos muchos proyectos de un año para otro; Sevilla, Murcia y Toledo ofrecen muchos atractivos para el viajero, 1.- “Para Mañana”. El Liberal. Cuenca. 2/03/1912. 2.- L.G.”La Semana Santa... El Liberal de Cuenca, 27/03/1912. 3.- “Organización”. El Correo Católico. 29/03/1912. 4.- “Festejos de Semana Santa.” EL Mundo. Cuenca. 1/04/1912.

5.- CAVIA, P. “Poncio Pilato”. El Correo Católico. Cuenca. 30/03/1912. 6.-”Los últimos toques” El correo Católico. Cuenca. 1/04/1912. 7.-” Preciosa Túnica”. El correo Católico. Cuenca. 1/04/1912.

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Programa de Semana Santa de 1912

Día 31 de Marzo. Domingo de Ramos A las ocho de la mañana, en la S.I. Catedral, tendrá lugar la solemne bendición de las Palmas por el Excmo. Sr. Obispo, verificándose después la procesión con las Cruces parroquiales. En la Misa será cantada la Pasión según el Evangelista San Mateo.

Día 1 de Abril. Lunes Santo A las nueve de la mañana, en la S.I.C., Oficio divino y Misa de Feria.

Día 2 de Abril. Martes Santo A las nueve de la mañana Misa conventual en la S.I.C.B., cantándose en ella la Pasión según San Marcos.

Día 3, Miércoles Santo A las nueve de la mañana en la S.I.C.B.: Misa conventual, cantándose la Pasión según San Lucas. A las tres de la tarde, en dicha S.I., se cantarán los Maitines o Tinieblas, y al final un Miserere a toda orquesta. A las ocho de la noche, de la iglesia de San Esteban, saldrá la Procesión del Silencio, compuesta de los Pasos Jesús Orando en el Huerto, El Beso de Judas, Arrepentimiento de San Pedro, Jesús ultrajado ante Anas y Caifás, Jesús en el Pretorio y Ntra. Sra. de la Amargura con San Juan Apóstol, acompañados de sus respectivas Hermandades. Primer día de iluminación eléctrica con arcos voltáicos de gran efecto.

Día 4. Jueves Santo A las ocho de la mañana, en la S.I.C.B., y a las nueve en las iglesias parroquiales y conventuales, se celebrarán los Oficios propios del día, quedando expuesto S.D.M. en todos los Monumentos hasta las nueve de la noche. En los Oficios de la S.I.C., tendrá lugar la solemnísima ceremonia de la Consagración de los Santos Óleos por el Excmo. Sr. Obispo. A los Oficios del Salvador concurrirá en Corporación el Muy Iltre.Cabildo de Caballeros de Ntra. Sra. de la Soledad y el Santo Sepulcro. A las tres de la tarde, se hará por el Excmo. Sr. Obispo la humilde, piadosa y edificante ceremonia del Lavatorio de los pies a doce pobres, predicando el Sermón de Mandato el Iltre. Sr. magistral, con asistencia del Excmo. Ayuntamiento. A las cuatro y media saldrá de la Ermita de San Antonio Abad la Procesión de Pasión, que organiza la Cofradía de Paz y Caridad en la que forman seis Cofradías presididas por el Stmo.

Cristo de las Misericordias con los Pasos de: Jesús Orando en el Huerto, Jesús atado a la Columna, Jesús con la Caña, Santo Ecce Homo, Jesús Nazareno y Ntra Sra. de la Soledad, acompañados de sus respectivas Hermandades. Antes de la Procesión habrá en la citada Ermita sermón de Pasión, que predicara el presbítero D. Pablo Martínez Gallego. Segundo día de iluminación con arcos voltaicos de gran efecto.

Día 5. Viernes Santo A las cuatro de la mañana se expondrá de nuevo a S.D.M. en todos los monumentos hasta los Oficios propios del día. En la S.I.C.se cantará la Pasión según San Juan y haciéndose la Adoración de la Santa Cruz y procesión del Santísimo desde el Monumento hasta la Capilla Mayor. A las seis saldrá de la Iglesia parroquial del Salvador la procesión, Camino del Calvario, en la que forman los Pasos, Jesús Nazareno con la Cruz acuestas, Jesús Caído bajo el peso de la Cruz y la Verónica, San Juan Apóstol Evangelista y Nuestra Señora de la Soledad, acompañados de sus respectivas Hermandades. A las diez, de la expresada parroquia y de la de San Esteban, saldrá la Procesión En el Calvario, en la que forman los Pasos, Crucifixión de Jesús, Exaltación de Jesús Crucificado, Jesús en la Agonía, Expiación y Lanzada, Descendimiento y Ntra. Sra. de las Angustias, acompañados de sus respectivas Hermandades. A las tres de la tarde tendrá lugar en la Ermita de las Angustias y en la parroquia del Salvador, el solemne ejercicio de Vía-Crucis, predicándose en ambas iglesias el sermón de Soledad. A las cinco, saldrá de la iglesia parroquial del Salvador la solemne Procesión del Santo Entierro, con asistencia de los acogidos en la Casa de Beneficiencia, todas las Hermandades, Seminarios, Cabildos Catedral y Santa Catalina, Excmo. Ayuntamiento, Gobernadores y Excmo. Sr. Obispo de la Diócesis con el Tribunal eclesiástico. En la Procesión forman Heraldos de la Fama, de Armas, Niños Jesús, la Samaritana, la Verónica y las tres Marías, los Caballeros de Ntra. Sra. de la Soledad y Santo Sepulcro que la organiza, concurrirán con hábitos y distintivos capitulares. A su regreso recorrerá las calles de Alfonso VIII, Andrés de Cabrera, Peso y Plaza del Salvador. La Ermita de las Angustias estará abierta toda la noche del Viernes Santo, hasta el toque de Gloria. Todas las procesiones recorrerán las calles expresadas, concurrirán los cofrades vistiendo las túnicas peculiares de cada Hermandad o Paso y las Bandas de Música Provincial y Municipal y en todas aquellas será cantado el patético y característico Miserere procesional. Tercer día de iluminación de arcos voltáicos

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La Procesión del Silencio descansará en la Plaza Mayor 8 Previamente convocados por el primer teniente alcalde, Sr. Rodriguez Amador, encargado accidentalmente de esta alcaldía, se reunieron en las Casas Consistoriales los hermanos mayores de las Cofradías a cuyo cargo corre la celebración de las procesiones de la presente Semana Mayor. Asistieron también los reverendos señores Curas párrocos de las del Salvador y San Esteban. Ocupada la presidencia por la primera autoridad municipal y por el M.I. Sr. D. Estanislao Almonacid, deán y provisor del Obispado, el Sr. Rodríguez manifestó que el objeto de la reunión era acordar lo más acertado para el mayor orden y lucimiento de las procesiones de la Semana actual. El M.I. Sr. Provisor indicó la necesidad de que las cosas santas se hiciesen bien y con todo respeto, censuró, como era justo, el triste espectáculo que ofrece la desbandada de hermanos tan pronto como las procesiones llegan a la Plaza mayor; encareció la absoluta necesidad de corregirlo; pues de otro modo y no revistiendo las procesiones el carácter que deben tener, el sería el primero en decretar la supresión de las mismas; y terminó rogando a la autoridad municipal que se prohibiese mantener abiertos los establecimientos públicos, durante el paso de las procesiones. Después que varios señores hicieron uso de la palabra, se acordó:

3º.- Considerando la posición topográfica de la población y lo largo de la carrera que han de recorrer las procesiones, se autorizó para que la del Silencio haga descanso en la Iglesia de las religiosas Petras; y si se observa que esto no perturba el orden de dicha procesión, ni es motivo de nuevo abuso, se dispondrá que hagan lo propio las dos que se celebran en la mañana del Viernes Santo. La del Jueves por la tarde hará el descanso en la calle Obispo Valero, por no ser posible entrar en la iglesia citada, so pena de graves irreverencias para el Santísimo reservado en el Monumento.

1º.- Que los Hermanos mayores cuiden del orden de sus respectivas Asociaciones, imponiendo a los contraventores, la penalidad que marcan los Estatutos de las mismas.

4º.- Que por ningún concepto, se permita conducir las andas a personas que no vayan revestidas con la túnica y capuz, propios de cada Hermandad.

El Excmo. Obispo de Cuenca D. Wenceslao Sangüesa en 1912

2º.- Que se marque como duración máxima de las procesiones la de tres horas cada una.

Las Solemnidades de Semana Santa en 1912

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Con un tiempo espléndido y verdaderamente primaveral, se han celebrado en esta población las clásicas y tradicionales fiestas de la Semana Mayor. Gran afluencia de forasteros pertenecientes a todas las clases sociales, atraídos sin duda por la fama que gozan las procesiones que aquí se organizan para conmemorar anualmente los tiernos y consoladores misterios de la Redención, ha visitado nuestra capital, que desde la tarde del miércoles, ha ofrecido animadísimo aspecto. Nume-

rosísimos fieles han acudido a nuestras iglesias con el fin de asistir a los Oficios divinos y visitar los Monumentos. En la bendición y misa del Domingo de Ramos, así como en la del Jueves, Consagración de los Oleos, ceremonia del Lavatorio, oficios del Viernes y misa del día de ayer, el Excmo. Sr. Obispo de la diócesis ha oficiado de pontifical, y dado la bendición papal, concluido que fue el Santo Sacrificio del último día citado.

8 .-” Disposiciones para la Semana Santa”. El correo Católico. Cuenca. 1/04/1912.

9 .- “Las Solemnidades de la Semana Santa”. El Correo Católico. Cuenca. 8/04/1912.

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Investigación Cuenca. Jueves Santo de 1912 Como si fuera en un sueño, contemplamos la inédita y solemne visión de aquel gran momento, en el que la Procesión de Paz y Caridad atravesó el puente de San Antón en 1912. Su genial autor consiguió, en un paisaje fantástico e irrepetible, guardar la belleza que presenciaba, los Pasos del Huerto, el primitivo Amarrado, Jesús con la Caña y del Ecce Homo, que presiden sobre Cuenca, las Hermandades, bandas de música y muchos otros elementos magníficos de la época. (Foto: Col.: E. Valero)

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Investigación

Los sermones del Domingo de Ramos y de Soledad, predicados por el M.I. Sr. Deán en la S.I.C. y ermita de Nuestra Señora de las Angustias, respectivamente, el de Mandato, dicho por el Iltre. Magistral de la S.I. Catedral Basílica; el de Pasión, que pronunció el presbítero D. Pablo Martínez Gallego, en la iglesia de San Antonio abad, y el de Soledad en la del Salvador, a cargo dl coadjutor de la misma, D. Bernardino Higueras; fueron elocuentísimos y escuchados con visible recogimiento por extraordinario número de personas piadosas. Las procesiones, salvo en algunos momentos, han resultados más ordenadas que en años anteriores, y a ello, han contribuido las acertadas disposiciones tomadas por las autoridades eclesiásticas y civiles - obedecidas en gran parte por las respectivas hermandades - y a los trabajos que, auxiliado eficazmente por el personal a sus órdenes, realizó el señor Escalante, inspector de la Policía urbana. Presidió la procesión del Silencio el teniente alcalde señor Blasco, la cual llamó la atención por la riqueza de los Pasos y la severidad del conjunto; la del Jueves, el concejal señor Nieto, la del Viernes, a las

seis, el teniente alcalde señor Saiz, y las de las once del mismo día, el concejal señor Bermejo. En la presidencia del Santo Entierro, figuraba el Rvmo. Prelado, acompañado del M.I. Sr. Deán y mayordomo de la S.E.I., señor Bellón; los señores gobernador civil y militar, alcalde, Sr. Langreo; tenientes de alcalde, señores Rodriguez, Blasco y Gómez Madina; concejales, señores Zomeño, Marín, Muñoz, Chumillas y Bermejo; y secretario y depositario de la Corporación municipal, todos ellos bajo mazas cubiertas con gasas negras. Esta procesión revistió como siempre extraordinaria magnificencia y esplendor. Las bandas municipal y provincial, mostrándose incansables, han asistido a todas las citadas manifestaciones de culto público, y ejecutado bajo la dirección de sus respectivos maestros, señores Rubio y Cabañas, inspiradas marchas fúnebres. Durante la noche del Jueves al Viernes, la Sección de Adoradores nocturnos, ha celebrado vigilia en varias iglesias de esta capital. Toda la noche del Viernes , ha permanecido abierta la ermita de Nuestra Señora de las Angustias. Innumerables fieles han acompañado a la Santísima Virgen en su dolorosísima Soledad. A pesar de cuanto llevamos dicho se puede afirmar que en nuestras procesiones de Semana Santa hemos llegado a la meta de la perfección. Respondemos con franqueza que algo ha conseguido ganarse; pero todavía nos falta que corregir. Muchas veces hemos dicho - y ahora lo repetimos, sintiendo viva satisfacción - que Cuenca, a fuer de población religiosa y culta, tiene elementos suficientes para que las procesiones sean como las primeras de su clase ¿Por qué no se consigue? Si en largo espacio de la carrera van ordenadas y como corresponde ¿qué causa puede impedir eso mismo en todo el itinerario? ¿Por qué ha de haber intermitencias en el orden? Vamos a exponerlo noblemente. Hay gentes que asisten a las procesiones, ora para formar parte de ellas, o ya simplemente de espectadores, que no están compenetrados de lo que son y significan tales manifestaciones de culto católico, no van a ellas con el espíritu religioso que debieran, y de ahí que se tomen puramente como una de tantas diversiones profanas. Cuando a las cosas les falta lo que les es sustancial, lo que constituye su esencia, lo que las especifica, pierden completamente su naturaleza distintiva y se truecan en otra muy diferente de lo que han de ser. Y mientras unos y otros no nos percatemos de esto, no es posible que se eviten irreverencias, faltas y desórdenes, que hacen perder su verdadero carácter a las procesiones.

El paso de la Oración de Jesús en el Huerto, de San Esteban, con sus primeras andas en 1912. (Foto: C. Huerta)

De los festejos populares poco hemos de decir, porque pocos fueron ellos. La sesión de fuegos artificiales celebrada en la noche del sábado, muy entretenida, vistosa y presenciada por inmenso público. La de cinematógrafo al aire libre, en la noche de ayer, gustó extraordinariamente y se pusieron las películas:En las cerezas, de 248 metros; Bodas trágicas, de 410; La Quiebra de Bellafuente de 273; Voto portero y otras tres más. También, se pusieron algunas preciosas fotografías fijas que representaban parajes del Barranco del Boquerón en la Sierra de Cuenca. El Batallón Infantil, que ayer asistió a la misa de doce en San esteban, constituyó, como siempre, una nota muy simpática. El concierto dado por la banda provincial, de once de la mañana a una de la tarde del mismo día, estuvo muy animado. Dicha banda, así como la municipal, concurrieron a las sesiones de fuegos y cinematógrafo, amenizando ambos actos.

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Entre la multitud avanza la Procesión del Calvario de 1912 hacia la Plaza Mayor. En la imagen destaca el paso de la Crucifixión de Jesús, todavía no recuperado en la Semana Santa de Cuenca desde los desastres de la guerra civil. (Foto: Col. particular)

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