Fotografía: Ana Cayón
La primitiva pascua cristiana Prof. Dr. Francisco BUENO | Universidad Francisco de Vitoria
La enseñanza apostólica recibida por aque llos que integraron la incipiente ekklesía [iglesia] (Hch. 2, 41-47) tuvo su fundamen to en la proclamación del mysterium paschatis Christi (misterio pascual de Jesucristo). De tal forma, que la confesión de fe acerca de este acontecimiento trascendental, re ordenó el recuerdo de las palabras y gestos del Señor, realizados durante su vida públi ca. La centralidad del kerigma, proclama ción de la muerte y resurrección de Cristo, redimensionará, de este modo, la exposi ción detallada de la predicación del Señor Jesús, cuyo contenido esencial recogerán los cuatro evangelios canónicos. 96
La rápida consolidación de la celebración semanal del misterio pascual de Jesucristo, como práctica ritual normalizada, que encontramos atestiguada tanto en la literatura neotestamentaria (Hch.2, 42)
SEMANA SANTA • LEÓN 2022
como en la extrabíblica: [“los cristianos se reúnen un día fijo, antes del alba, para cantar a coro un himno a Cristo como a un dios, obligándose recíprocamente bajo juramento…a no faltar a la fe…Después de esto tienen por costumbre el separarse y volverse a reunir para tomar alimento…”Carta de Pli nio el Joven a Trajano, imperator] estará al servicio de subrayar que la primera venida de Cristo, muriendo y resucitando para la salvación del género humano, preanuncia la última, en la que el Señor vendrá para juzgar a la humanidad insertada en la his toria. Permitiendo, al mismo tiempo, pre gustar sacramentalmente aquellos bienes definitivos que la ekklesía anhela conse guir en plenitud. Esta práctica ritual semanal surgirá a la luz del memorial de la pascua. Los evangelios sinópticos (Mc 14,14; Lc 22,8) presentan
la última cena como una comida pascual, encargada por Cristo a sus discípulos, en el contexto de la tradición judía: “id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: el Maestro dice: mi tiempo está cerca. En tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos. Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua” (Mt. 26, 18-19). Sin embargo, el apóstol Pablo, siguiendo la dinámica del cuarto evangelio, incide en la nueva, eterna, verdadera y definitiva pas cua que ya ha acontecido: “porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado” (1 Cor. 5,7). Esta afirmación paulina, única en todo el conjunto de escritos del nuevo testamento, viene a constatar la existencia, desde los primeros tiempos, de la clara conciencia eclesial de poseer una pascua específicamente cristiana. Los cuatro evan gelios ofrecerán, unánimemente, el testi monio de la íntima unión establecida entre