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¿QUÉ ES PARA MÍ SER LESBIANA?
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iempre me creí muy lista. Siempre estaba segura de que sabía lo que hacía, lo que quería. Porque la infancia te regala el desconocimiento y un horizonte lejano para aprender y la juventud la terquedad y la necedad de quien practica la todología*. Sin embargo, todo aquello no era más que el reflejo de la sociedad que tenía alrededor. Porque, realmente, el mundo en el que yo vivía era muy poco inclusivo y muy poco de mostrar que había algo más que una vida heterosexual, con hipoteca, boda, coche e hijos de por medio. Tonta de mí, creía que eso me daría la felicidad. Y lo quería todo más pronto que tarde. Visto desde la lejanía suena todo un poco obtuso, la verdad. Y no es que yo culpe a mi familia por ser eso lo que me enseñó sin darme otras alternativas, no. Mi madre siempre me animó a estudiar y a no depender de nadie y mi padre a creer en mí misma y a que con mi esfuerzo puedo conseguir todo lo que me proponga. Entonces, pensaréis que soy estúpida. Teniendo a dos personas que me dejaron crecer las alas y las raíces cómo podía yo, siendo rebelde como era, no querer explorar el mundo un poquito más. La respuesta: mi profunda creencia en el amor romántico. Nunca jamás en los primeros veinticinco años de mi vida había pensado en la palabra lesbiana ni en lo que ello significaba. Mi abuela alguna vez hablaba de algunas “lesbianas f a m o s a s ” armarizadas con un tono bastante despectivo, y solo recuerdo que me molestaban esos comentarios porque atacaban
a personas que, a mi juicio, eran inocentes de culpa alguna; creía que su comentario era injusto y la injusticia siempre me ha sobrepasado. Así me gané el mote (de esta misma abuela) de “abogada de pleitos pobres”. En mi colegio nunca me hablaron de las lesbianas, tampoco en el instituto. Ninguna amiga mía, amiga de amiga o conocida era lesbiana, o bisexual. Los gais tampoco estaban a mi alrededor, ni para bien ni para mal. Nada. Silencio. Desconocimiento. Desinformación. Desinterés. ¿Por qué nunca tuve esa curiosidad? ¿Quizá fuese por la falta de referentes positivos? ¿Referentes, al menos? Quizá no te lo creas, tampoco es importante que lo hagas, pero ser lesbiana, reconocerme lesbiana, ante la vida y el mundo, mi mundo, me hace seguir adelante. Cuando creo que todo es un asco, que el ser humano no se merece el tiempo que gasto en tratar de mejorar siquiera un poquito la situación de las personas LGTBI, cuando siento que estoy perdida y que mi vida no es ni un poco parecida a lo que yo pensaba que sería, entonces me reúno con mis compañeras activistas: gais, lesbianas, bisexuales, trans y resto de subversivas y me acuerdo del porqué hago lo que hago y vivo como vivo. Es una fuerza interior que te hace seguir y luchar por quien eres; y eso solo aparece cuando tienes algo por lo que luchar, cuando vives (te hacen vivir) en un submundo en el que ser de una forma u otra
*Ciencia misteriosa que hace que alguien lo sepa todo.
Gehitu Magazine nº 109 70
11/12/20 11:32