L A IMPORTA NCI A DE...
LOS ABRAZOS
n la historia de la humanidad –y en todo el mundo– por vez primera, los seres humanos dejamos de dar y recibir abrazos por la obligación impuesta por una tal Susana (de apellido Distancia). Aquí aplica aquello de que “nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido” y, de la noche a la mañana, nos vimos impedidos de abrazar a nuestros familiares y amigos. Y era para traumarse, querías expresar tu afecto mediante el abrazo, según la costumbre social, pero no faltaba quien se alejara de ti cuando veía que te le acercabas. Nunca olvidaré la importancia que tiene el hecho de sentir el calor corporal de alguien que te aprecia. Posterior a la Segunda Guerra Mundial, fueron tantos los bebés que se quedaron huérfanos de padre y madre que, en Europa, se creó un hospital exclusivo para los recién nacidos huérfanos del conflicto bélico. En una de las salas, se observó que sólo un bebé –del cien por cien de los huérfanos recluidos– estaba pasándola bien, mientras que todos los demás permanecían en malas condiciones físicas y anímicas. Los médicos decidieron investigar y encontraron la respuesta: el bebé privilegiado tenía su cuna junto al lugar donde la señora del aseo guardaba sus utensilios de limpieza, pero antes de iniciar su labor y después de terminarla, cargaba a “su bebé preferido” durante 15 minutos en cada ocasión. Conste que todos comían lo mismo y tenían las mismas atenciones médicas… pero sólo
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AÑO 24 • VOL. 24 • MAR-ABR • MÉXICO 2022
uno de ellos disfrutaba de un cotidiano contacto muy similar al maternal.
Lo que dicen los expertos
Los abrazos impactan directamente en la salud de quienes se abrazan, dado que reducen la depresión, la soledad, la ansiedad y el estrés. Son favorables en cuanto a que incrementan la autoestima de quien los da y de quienes los reciben, y generan buena salud. Además, dar y recibir abrazos reduce los sentimientos de enojo y apatía, relaja los músculos, libera la tensión del cuerpo, disminuye la presión arterial y, ya que estimulan el nivel de oxígeno en la sangre, rejuvenece el cuerpo y refuerza el sistema inmune al elevarse la serotonina. Cuando las personas se abrazan, se incrementan en ambos los niveles de oxitocina en la sangre, mejor conocida como la hormona del amor. Algunos científicos de Estados Unidos afirman que una persona necesita recibir abrazos y caricias desde sus primeros años de vida para evitar que sus neuronas mueran por la ausencia del contacto físico. La psicoterapeuta Virginia Satir afirma que los seres humanos necesitamos 4 abrazos al día para sobrevivir, 8 abrazos para mantenernos estables y 12 abrazos para crecer. Conclusión: el abrazo es benéfico tanto para quien lo da como para quien lo recibe.