El tiempo en la empresa CP Jorge Arturo López Mátuz Consultoría Integral para Alta Dirección e-mail: jalmatuz@hotmail.com
urante mi profesión de Consultoría Empresarial he escuchado muchas y muy variadas excusas y justificaciones, ingeniosas algunas de ellas y otras de franco desánimo, de parte de las personas, empresarios, funcionarios y colaboradores que no han cumplido con alguna de sus obligaciones, sin embargo, la más frecuente ha sido: “NO TENGO TIEMPO”. Creo que todos conocemos cuando menos a una persona que cuando llega a su trabajo demuestra una actividad impresionante pero con una escasa productividad. Si al final del día hablamos con alguno de estos empresarios o directores, la sensación personal de cada uno de ellos es que no hicieron nada que valiera la pena, que no avanzaron en su trabajo o que se les pasó el tiempo resolviendo problemas. Estoy seguro que la inmensa mayoría de los empresarios ha tenido una experiencia similar y no solamente referente a sus empleados, sino también en lo que pasa respecto a su propio desempeño. ¿Qué es lo que pasa? La respuesta es sencilla: NO EXISTE UNA PLANEACIÓN DEL USO DE SU TIEMPO. Debemos aclarar que la pandemia del COVID-19 no provocó esto, pues ha sido una deficiencia que se ha venido arrastrando desde mucho tiempo atrás. Más bien, con las restricciones sanitarias en espacios y horarios, esta situación se ha vuelto de atención prioritaria. Para arreglarla, es conveniente que al final de cada día de actividades hagamos una recapitulación de lo que hicimos y de lo que
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AÑO 24 • VOL. 24 • MAR-ABR • MÉXICO 2022
debemos hacer para el día siguiente. Podemos ayudarnos de cualquier tipo de agenda, física, digital o de otro tipo, y anotar por escrito las actividades que debemos hacer, clasificándolas por sus tiempos y prioridades de atención. Podemos hacer una lista de citas o llamadas telefónicas que debemos hacer, o de otras actividades que debemos llevar a cabo, pero no en una hora específica. En lo referente a las actividades rutinarias debemos establecer un horario de atención para ellas. Por ejemplo, si llegamos a la oficina a las ocho de la mañana podríamos destinar la primera hora para la revisión de las ventas del día anterior y del programa de ventas de este día. A las nueve horas podríamos atender los requerimientos de las líneas de producción y de operación en general. A las diez horas sería el momento de conocer la posición bancaria, y así para las horas sucesivas. Es cierto que siempre existirán problemas o actividades imprevistas que se deben atender con urgencia, si éste fuera el caso, deben atenderse de inmediato y acto seguido volver al programa establecido. Debemos hacer que la empresa trabaje de acuerdo a nuestras indicaciones y no trabajar en función de los dictados de la empresa. Es normal que pidamos a nuestros colaboradores el cumplimiento de algunas tareas. Lo que ya no es normal ni conveniente es que demos por sentado que lo que ordenamos se hará tal como lo deseamos. Esto es un tremendo error y para evitarlo es necesario que ejerzamos una adecuada supervisión, no sólo al finalizar el período estipulado,