Dando forma 7

Page 26

PÁGINA

26

DANDO FORMA

7

El Contador de Historias Carlos tiene talento para imaginar historias y contarlas después. Desde que vestía pantalón corto había oído Carlos esa cantinela. Incluso antes de aprender a escribir ya era un gran contador de historias. Carlos había sido hijo y nieto único durante muchos años. Su madre, una niña bien santanderina, le había tenido muy joven. Con dieciocho años había conocido a su padre, Paul, un verano en Santander. Paul, un apuesto estudiante inglés, estaba en esa ciudad ya que asistía como alumno a los cursos de español de la universidad. Una noche coincidieron en una fiesta y Carmen, la madre de Carlos, se quedó prendada de aquel apuesto inglés, que hablaba tan mal castellano. Aquel verano fueron inseparables. Con la llegada del otoño, llegó el final del curso y la marcha de Paul. Carmen no estaba dispuesta a que aquel amor fuese, solo, una aventura más de verano y dijo en casa que se iba a Inglaterra con Paul. Su familia, muy conservadora y tradicional, puso el grito en el cielo. ¡Qué escándalo! ¡Qué iban a decir sus amigos! Carmen no cedió ni ante sus padres ni ante sus hermanos mayores. A finales de septiembre puso rumbo a Inglaterra, donde ya la esperaba Paul. En Navidad volvió a Santander: embarazada y con el corazón roto. Su amor, tan maravilloso bajo el sol del verano santanderino, no había resistido bajo la niebla inglesa.

RELATOS

La familia fue el refugio de Carmen y Paul, enseguida, cayó en el olvido. Así fue concebido Carlos, a quien su madre contó su origen cuando él tenía ya ocho años y preguntaba, un día sí y otro también, por su padre. Después del nacimiento de Carlos, Carmen volvió a estudiar. El niño se quedaba con sus

abuelos, bajo el cuidado de dos mujeres que trabajaban para la familia. Gente mayor, temerosa de que le pasase algo al pequeño, al que apenas dejaban moverse. Él, para combatir el aburrimiento, inventaba historias que contaba a todos los que quisieran escucharle. Cuando Carlos tenía diez años, su madre se casó. El niño siguió viviendo con los abuelos porque el marido de su madre no quería que viviese con ellos. Le recordaba demasiado el pasado de su esposa, algo que prefería olvidar. Carlos seguía inventando historias. Le gustaban más que la realidad. Cuando llegó al instituto, ganaba todos los premios de redacción y relatos que se convocaban. Eso fue lo que le animó a estudiar periodismo. También que para estudiarlo tenía que salir de Santander. Las pocas veces que había salido de su ciudad lo había hecho acompañado de sus abuelos. Ya sentía la necesidad de abandonar el nido. A finales de los ochenta, con dieciocho años, Carlos se fue a Madrid a estudiar periodismo. En la facultad conoció a Juan y Antonio, dos chicos de provincias como él, con los que congenio enseguida. A clase iban lo justo. Madrid tenía otras muchas cosas interesantes. El primer curso se les paso sin darse cuenta. Aprobaron sin dificultad. En el momento de la despedida, ya estaban haciendo planes para cuando se juntasen de nuevo en septiembre. Ese verano, en Santander, pasó sin pena ni gloria para Carlos. Solo aguantó los dos meses allí por sus abuelos. Cuando regresó a Madrid decidió que tenía que disponer de algún otro ingreso. Sus abuelos le daban todos los meses una cantidad, pero se le quedaba corta.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.