MI VIDA ENTRE CANTOS
Uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis conocemos la jarana tú no entras en la cuenta el maestro fue... ¡mi maestro fue Quintana! Ahora que me has escuchado quiero ver si has aprendido
Llamada
Dale, dale, dale, dale toma, toma, toma, toma dale, toma, dale, toma
Fuga
toma, dale, toma. Dale, dale, dale, dale toma, toma, toma, toma
Repetición de fuga
dale, toma, dale, toma ¡ya nadie puede conmigo sí!
La marinera limeña, si bien es un diálogo, una conversación entre dos dúos de cantantes, básicamente es un canto de contrapunto, de desafío; por eso no entiendo a los que les molesta “Dale, toma”, cuando es algo natural retarse en ese género.
LA MARINERA DE LIMA La marinera limeña, sabiduría artística producto del mestizaje español y africano, es un canto de competencia que bien medido en su música y letra tiene tres pies o estrofas. La primera es una cuarteta de versos octosílabos, y la segunda y tercera, que también son cuartetas, alternan versos de siete y cinco silabas. Se cierra obligatoriamente con el remate que consta generalmente de dos versos, el primero heptasílabo y el segundo pentasílabo, y se cantan con música de los dos últimos versos de la tercera de jarana. Después de un minucioso análisis puedo afirmar que toda la melodía de la marinera limeña está en el primer y segundo verso octosílabo de la primera cuarteta, y esa línea melódica se repite sucesivamente hasta en el remate. Su compás es de seis octavos. Carlos Hayre -el mejor y más inspirado guitarrista de todos en marinera limeña- la escribía en tres cuartos. (Las cursivas son de la autora).
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